12 | EL BESO DE JUDAS

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A Amelia le alegra que hayan podido salvar al mundo de nuevo. Es obvio que no quiere morir todavía. Aún así, hay algo que le preocupa más que eso, y es el hecho de que un demonio del infierno se quiera apoderar de su existencia para cobrar vida humana. En cualquier momento puede hacerlo, y no tiene miedo de eso, sino de cuánto daño puede hacerle a su familia. Pues no sería capaz de tolerar esa culpa.

— Te estaba buscando — Ben apareció en la azotea con una botella de vino y se posicionó a su lado, viendo la ciudad destruida debido al Kugelblitz — no desaparezcas así, me asustas.

— Lo siento, solo necesitaba un tiempo a solas para procesar lo que pasa.

— ¿Sabes? Después de bailar con tus hermanos como si fuésemos amigos de toda la vida, hice algo que pensé que podría animarte — sacó de su bolsillo el relicario antes destruido— resulta que Sloane es muy buena recomponiendo objetos dañados.

Sonrió y se dió la vuelta recogiendo su pelo. Ben abrochó el collar en su nuca y ella lo miró con ánimos.

— No me dejó ver lo que había adentro, dijo que era personal — comentó.

Amelia pensó unos segundos, pero se decidió y abrió el relicario, sacando un diminuto papel que se encontraba allí, dándoselo con timidez. Ben observó la foto con atención, viéndose de pequeño, junto a ella, con el uniforme de los Umbrella y una felicidad irreconocible. Sonrió un poco de lado.

— Lamento no ser el Ben que quieres que sea, Amelia.

— No importa. De todas formas, no creo que haya sentido algo por mí.

— ¿Por qué dices eso? — frunce su ceño regresándole la foto.

— Se la pasaba todo el tiempo metido en los libros de ciencia o literatura y casi nunca hablaba sobre el amor. Para mí... Eso era muy hermoso. He leído mucho sobre ello: Romeo y Julieta, El jardín de las mariposas, Irresistible error... Mi libro favorito siempre ha sido "Una última parada" de Casey McQuiston. Papá tenía la rutina de que cada uno leyeramos un libro semanalmente, sigo con esa costumbre.

— Tu Ben fue muy imbécil, entonces — Amelia sonrió bajando su mirada.

— ¿Tú, en esta realidad... Te has enamorado? — preguntó con curiosidad.

— Enamorarse es una palabra muy fuerte — contesta sin pelos en la lengua, ella hace una leve mueca— pero, estoy seguro, de que si las circunstancias hubiesen sido diferentes la primera vez que nos vimos, me habría enamorado de tí.

Alzó sus cejas un poco ¿acaso Ben había dicho eso? ¿Era el mismo Ben que casi la lanzaba por la ventana aquella vez que entró a su cuarto desprevenida? Él se puso recto, volteando a verla, tomándola por sorpresa, manteniendo la vista al piso con nerviosismo.

— Eres muy pequeña— rió, burlándose un poco por eso, pues llegaba muy abajo de su hombro y le era difícil acercarse. Amelia se sobresaltó más cuando los tentáculos de Ben tomaron su cintura con fuerza, dejándola a su misma altura, cerca de su rostro.

Los labios de Ben se posicionaron encima de los suyos, moviéndolos con delicadeza. Era un beso bastante suave, no habían intenciones de más nada, solo de disfrutar ese instante tan glorioso.

Amelia tocó el suelo una vez que Ben la bajó despacio y separó sus labios sin apuro. Tragó en seco sin saber qué decir ¿que se supone que debería hacer cuando el chico que le gustaba acaba de besarla? Probablemente está en shock.

— Estaré abajo con Fei y Chris, puedes llamarme si necesitas ayuda — murmura él. Ella asintió.

Ben caminó en dirección a la puerta de salida y antes de salir, le dió un vistazo, viéndola un tanto perdida. Él suspiró con una sonrisa de lado y, sin más, se fue de una vez.

Luego de un par de minutos, Amelia decidió retirarse de la azotea de una vez por todas. Andó por la academia, buscó a Cinco, pues necesitaba hablar con él. De todas formas, son amigos, y cuando eran pequeños se contaban todo. No quiere perder su amistad.

— ¿Tienes algo? — Él alzó su ceja confundido al tenerla al frente.

— No, no, nada — respondió calmada. Cinco la miró con gracia y se cruzó de brazos no convencido de su respuesta — es que... pasó algo.

— ¿Amaris?

— No, ella no.

— ¿Ben?

— Sí, pero no fue nada malo, lo prometo — se apresuró en explicar antes de que Cinco tomara un hacha para cortarle la cabeza— nosotros... nos besamos.

— Oh — hizo una expresión sorprendida. Sí, debería estar molesto, pero ¿por qué va a estarlo? No tiene el derecho de mandarla. Mucho menos en sus sentimientos — y... ¿estuvo bien?

Amelia parpadeó varias veces, confusa, mirando a todas partes menos a él.

— Sí...

Cinco ladeó la cabeza con una pequeña sonrisa que la tranquilizó — ¿y entonces? ¿Qué pasa? Te gustó, eso está bien ¿o no?

— Sí, creo que sí — se encogió de hombros.

Un estruendo se escuchó en toda la academia y, al mismo tiempo, una onda Kugelblitz los atacó, haciendo parpadear los ojos de Amelia en blanco y perder equilibrio.

— ¿Estás bien? — Cinco la sostuvo con fuerza. De inmediato, la academia comenzó a derrumbarse. Lila y Diego llegaron con ellos — ¡saquenla, iré por Ben!

— ¡Maldita sea! — gritó Jack siendo atrapado por el Kugel, al igual que Dylan, Cloe y Fei que se encontraban cerca de Christopher. Cinco tomó a Ben y se teletransportó sacándolos de allí.

(—☪️—)

El Kugelblitz había absorbido más de la mitad de la ciudad, volviendo a ser formado como un hoyo negro cuando Christopher no tuvo la suficiente resistencia para contenerlo. Perdieron a algunos del grupo, pero por suerte lograron salir a tiempo, teniendo una reunión en el Hotel Obsidian. Sin embargo, tienen más problemas además del Kugel.

— ¿Alguien me puede explicar cómo es que seguimos aquí pero todo el mundo se está yendo a la mierda? — preguntó Allison confusa.

— ¿Somos los últimos?

— No te hablaba a tí— niega a Viktor.

— Oigan ¿han visto a Klaus?

— ¿O a papá?

— ¿En serio? ¿Quedaron atrapados en el tráfico? — habló Ben lógico — Oigan, estamos vivos porque somos especiales ¿no? Solo nosotros podemos salvar al universo.

— ¿Acaso no lo intentamos y fracasamos?

— Sí, porque su plan era estúpido. Yo tengo uno mejor. — interrumpió Diego, haciendo que Amelia rodara los ojos. Los planes de su hermano jamás son los mejores — Vamos al gran Colisionador de Jarrones. Ustedes hacen algo de ciencia y enviamos al Kugelblitz al espacio, los sorprendí ¿cierto? Está en Suiza.

— "Hadrones" No "jarrones" ¡idiota!

— Oye, al menos lo intenta, maldito calamar ¿Tú qué has hecho para ayudar? — insulta Lila.

— Acabó con su familia.

— ¿Quieres hablar de problemas familiares? ¡Debería haber hecho explotar tu cabeza! — número 6 se enfrentó al moreno, dispuesto a discutir.

— ¡Ojalá tuviera un pastel para arrojártelo en la cara!

¿De qué hablas?

¡Cierra la boca! ¡Chingadazos te doy!

— ¡Oigan! ¿Ya terminaron? — Cinco tomó la palabra, sin saber qué hacer con su familia — el universo está desapareciendo y Amaris está cada vez más cerca, así que pueden seguir acomodando las sillas del Titanic si los hace sentir mejor, pero el hecho sigue siendo que ya es demasiado tarde.

— Cinco, por favor.

— Se acabó, Luther. Fallamos.

— Debe haber alguna forma.

— Sí, hay que resolverlo.

— Hagamos un panorama general. Hemos pasado los últimos 28 días intentando evitar que el mundo se acabe ¿Y qué hemos logrado exactamente? — el grupo se quedó en silencio unos segundos.

— Hicimos amigos en el camino.

— ¡Incorrecto! ¿Sabes qué hemos hecho? Nada. Empeoramos cada vez más— pausó — cuando fui a la Comisión, tuve una conversación con mi yo de 100 años, y mis últimas palabras fueron "No salves al mundo"

— Es lo más estúpido que he oído.

— Diego — regaña Número 8.

— ¿Qué? ¡es cierto!

— Todo lo que hacemos es salvar al mundo por un día, nos felicitamos y todo se arruina de nuevo.

— Quizás seamos el problema.

— Claro, nosotros — Allison ríe irónica ante la oración de su hermano.

— ¿Tu gran plan es no hacer nada?

— Exacto. Tal vez sea lo que el mundo necesita. Aceptemos el apocalipsis y veamos qué hay del otro lado.

— ¿Y si no hay nada? — cuestionó Sloane temorosa.

— Entonces, ha sido un placer conocerlos.

— Cinco tiene razón — Amelia habló, levantándose del sofá con dificultad ante el dolor de cabeza por la onda Kugel— hay que dejar que el Kugelblitz termine con esto de una vez por todas antes de que Amaris se aproveche de mi debilidad y empeore todo. No quiero estar viva para ver eso.

— Les recomiendo hacer todo lo que tengan pendiente, ahora lo único que podemos hacer es... Intentar que Amaris no aparezca y le haga daño a Amelia en el tiempo que tenemos de vida— afirmó Cinco, acercándose a ella y ayudándola a tomar asiento por precaución.

— Después de esas palabras tan alegres, nosotros... Diablos, tenemos un anuncio que hacer — Luther y Sloane se ponen de pie con emoción, mostrando el anillo — ¡nos casamos!

— Cielos, me quiero morir— murmuró Ben para sí mismo.

— ¿Ahora?

— Sí. Tenemos muy claro que no es el momento ideal, pero es ahora o nunca ¿o no, Cinco?

— No me metas en esto, por favor— dijo harto de la situación.

— El tiempo que nos queda queremos pasarlo con ustedes, entonces... Nos encantaría que nos acompañaran a las 6 en el salón de banquete para celebrar nuestro amor y unir oficialmente lo que queda de nuestras dos grandes familias.

— Vistan formales pero creativos.

Sloane repartió las invitaciones, unos frascos decorados muy bien. Incluso Lila se sorprendió ¿con qué tiempo hizo todo eso? Amelia recibió el suyo, frunciendo el ceño, pensando seriamente en si debería alegrarse en medio de esa ruina.

— Amelia, también te quería pedir un favor... Me preguntaba si podrías ser mi dama de honor— pidió Número 5.

— Oh— alzó sus cejas asombrada— ¿en serio? No me lo esperaba, ni siquiera tengo vestido pero... Claro que sí, sería increíble.

Klaus y Reginald aparecieron en la sala— ¡acérquense, niños, enseguida!

— ¿Dónde diablos estabas?

— Reg y yo hicimos un viaje de padre e hijo al fin del mundo. Reímos, lloramos, jugamos en el tráfico y, en resumen, soy inmortal— hizo poses varoniles.

— ¿Qué dices?

— Klaus ¿otra vez con sales de baño?

— La pregunta más indicada es ¿por qué juegan con frascos? — preguntó el mayor de todos, confundido.

— Son invitaciones, Luther y yo nos casaremos.

— ¿El espacio y el tiempo están colapsando y ustedes organizan una boda? ¿Para eso los he criado? ¿Para evadir problemas?

— Papá ¿Tomaste tus píldoras?

— De hecho, no y puedo confirmar que jamás me sentí mejor en toda mi vida. Pensaron que podrían drogarme y detenerme, controlar mis asuntos y dilapar mi fortuna pero Klaus tuvo la bondad de quitarme ese maldito veneno. Y ahora que la niebla se disipa, puedo ver sus viles maquinaciones con una vigorizante claridad.

— Ben ¿De qué habla? — preguntó Amelia, él miró a otro lado, ignorando eso. Cinco suspiró, sin ganas de decirle nada a su amiga.

— ¿Le quitaste su medicación? ¿En qué pensabas? — Sloane se dirigió a número 4.

— Claramente es el único aquí que piensa. Todos podrían aprender un par de cosas de este joven impresionante.

Diego ríe sin creer lo que escucha — Ahora sí llegó el fin del mundo.

— El resto de ustedes debe retomar su entrenamiento. El tiempo corre y tenemos una misión.

— Déjame adivinar ¿proyecto Oblivion? — exclamó número 5, tomando por sorpresa a su padre — Pogo me lo contó todo y confirmó lo que siempre sospeché de tí. Eres un lunático sádico que planea arriesgar nuestras vidas en otra misión inútil.

— ¿Le crees más a un chimpancé amargado que a tu propio padre?— el chico se transportó a su frente.

— Cada maldito día.

— Cinco— advirtió Amelia, él se echó atrás, no convencido de las acciones de su progenitor — papá... En serio, no es momento para misiones. Estamos en la cuerda floja.

— Nadie quiere que estés aquí, papá. Mejor vete.

— Oye, no hablas por todos, grandulón — Ben le irrumpió.

— Te puedes ir con él.

Número 8 miró al asiático, pensando si realmente seguiría el camino que Reginald proponía, pero al parecer era así.

— Claramente sus chakras están en otra frecuencia. Papá, vamos a tomar una taza de té en la suite— Klaus se lo llevó a regañadientes, al mismo tiempo que todos se dispersaron por el hotel a ocuparse de sus propios asuntos.

Amelia decidió no hablarle más a Ben, al parecer no estaba de humor y con la decisión que tomó con su padre es suficiente para ponerla en duda, así que por el momento se mantendrá a raya.

— ¿Irás a la despedida de soltero? — le cuestionó a Cinco, quien estaba sentado a su lado.

— ¿Debería? — alzó una ceja.

— Literalmente es el último día de nuestras vidas, además, hay que acompañar a Luther en su día especial. Se le nota muy feliz— miró a número 1, quien conversaba con Viktor en los sofás. El chico soltó un suspiro, sin ganas de eso — por favor... Hazlo por mí ¿sí? No puedo ir porque no soy hombre.

Cinco la miró, con ella dándole una sonrisa que lo hizo caer de inmediato.

— Está bien, iré solo porque me moriré hoy, pero promete que si sucede algo me vas a buscar. Me preocupa que Amaris no se haya mostrado últimamente.

— Lo prometo, diviértete. Estaré con Sloane buscando qué ponerme. Podré estar a punto de ser poseída por un demonio pero soy su dama de honor, después de todo.

Sonrió dándose la vuelta, Cinco soltó una risa leve ante su chiste de mala racha y se fue a soportar a su familia durante esas últimas horas.

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