Project C.O.U.N.T.D.O.W.N
El clima era cálido, no muy caluroso pero tampoco muy frío, lo cual era algo perfecto.
A pesar de las vistas desgarradoras, el cielo se veía bonito y los pájaros cantaban, cosa que extrañaba un poco a los sobrevivientes. ¿Por qué los pájaros cantarían, si no hay nada de lo que cantar? El mundo era horrible, estaba en ruinas y después de la guerra, las peleas se habían vuelto muy frecuentes.
Era eso, hasta que llegó el proyecto C.O.U.N.T.D.O.W.N.
Aquel proyecto afirmaba que querían alargar la vida humana, ya que habían rumores de que el fin del mundo se acercaba luego de aquella inmensa guerra. También afirmaba que iban a proteger la Tierra, y quienes fueran a quedarse a las instalaciones podrían ayudarlos a luchar y a sobrevivir con bienes dados por ellos.
¿Confiar o no confiar? Ese era el tema, ya que a algunos les parecía algo ridículo que alguien afirmara poder arreglar todo ese desastre cuando ya no había vuelta atrás.
Luego de decir aquella opinión en voz alta, aquellas personas desaparecieron misteriosamente.
Sin embargo, otros pudieron ver la luz de esperanza delante de ellos por el proyecto y confiaron ciegamente en él. Por fin podrían tener un mundo mejor, un mundo con comida, buena vida, comodidades y sin guerra.
En una humilde morada, un chico llamado Daniel Park se encontraba mordisqueando el último pan que le quedaba. Se aseguró de comerse hasta la última migaja y lo saboreó como si fuera su última cena.
Si es que si vida seguía así, probablemente la sería.
El chico, quien antes tenía una apariencia que robaba suspiros y quitaba el aire, ahora estaba totalmente demacrado.
Unas horribles bolsas negras se marcaban debajo de sus ojos, su cabello se encontraba bastante desordenado, su ropa no era la mejor, se rompía las uñas por la ansiedad y se encontraba bastante delgado por la falta de comida.
Y emocionalmente no estaba mucho mejor, su familia había muerto por la guerra y eso dejó un gran vacío en él.
Estaba completamente solo en ese horrible mundo.
—Buenos días, queridos habitantes de Jeonjaeng, les habla su habitual redactador—se escuchó venir desde los parlantes distribuidos por toda la ciudad. Daniel comenzaba a cansarse de ellos, pero igual le interesaba lo que tenían que decir, para ver si es que tenían alguna noticia o algo parecido—Esperamos que estén teniendo un día de maravilla, y si no... ¿Qué están esperando en formar parte de nosotros? El proyecto C.O.U.N.T.D.O.W.N es esencial para poder continuar con la vida humana y necesitamos de su ayuda para poder lograrlo. Simplemente deben venir a las instalaciones e inscribirse en la zona de inscripción, ¡y listo! Ya podrán tener una mejor vida en nuestras instalaciones, no les faltará nada, y la cereza del pastel es que ayudarán a la humanidad.
Daniel se quedó observando su plato vacío, sin ni una migaja en él, mientras que escuchaba aquella voz en el parlante. Se encogió un poco en su asiento, soltando un suspiro cansado y sintiendo sus párpados pesados.
Hace un tiempo que no podía dormir bien por el miedo y la ansiedad que lo comían vivo. El simple hecho de pensar que alguien podría entrar a su casa, robarle todo—y lo poco—que tenía y asesinarlo lo aterraba.
Lamentablemente la vida se había convertido en eso, y sabía que él no era la única persona que vivía con ese constante miedo en su cabeza, hasta el punto de no poder dormir bien y tener alucinaciones por eso mismo.
Alucinaba que su familia seguía con él.
Levantándose de la silla y agarrando la prenda más abrigada que tenía para luego ponérsela, salió de su casa, no sin antes dejarla bien asegurada.
Caminó por las calles desiertas, el movimiento se veía más o menos por la noche y solo era para los robos o peleas que se formaban.
De pronto, sus ojos captaron a una figura moviéndose a lo lejos. Los entrecerró, tratando de detectar si era una amenaza o no, pero por lo que veía, no lo era.
Aquella persona se movía feliz por las calles, como si no tuviera ninguna preocupación encima, cosa que logró dejarlo algo desconcertado.
¿Qué clase de persona se mostraba de esa forma en una situación así?
Acercándose un poco más, su mandíbula casi cayó al suelo al percatarse de quien se trataba.
—¿Olly?—cuestionó elevando la voz, logrando captar la atención del mencionado, quien lo miró con felicidad y una sonrisa formándose en sus labios.
—¡Ah, Daniel!—exclamó corriendo hacia él, dejando al contrario aún más desconcertado.
¿Acaso era la misma persona que antes? ¿Qué le había pasado?
Olly Wang era un tipo que no creía para nada en el famoso proyecto, solía repetirlo de manera constante y pública, hasta había tratado de destrozar los parlantes que habían en las calles junto a su grupo de amigos; hasta que un día, todos ellos dejaron de aparecer por ahí, no habían rastros de ellos y nadie los podía localizar.
Aunque tampoco era como si alguien lo hubiera intentado. Daniel se preguntaba qué había pasado con Olly, pero tampoco indagó mucho.
Pero ahora él se encontraba de pie en frente de su persona, vivito, respirando y en carne y hueso.
Se veía más feliz que nunca, sin embargo, sus ojos seguían igual de apagados que siempre, esa era la única cosa que no había cambiado.
—¿Te encuentras bien?—no pudo evitar preguntarle con extrañeza, ya que sentía que en realidad no era así.
—¡Por supuesto! ¡Estoy mejor que nunca!—respondió Olly con entusiasmo, sin borrar esa brillante sonrisa que tenía.
Daniel se sobresaltó un poco por aquel tono de voz tan elevado y alegre. Hacía tiempo que no había visto a alguien así.
—Uh... ¿Dónde estuviste todo este tiempo? Pasaron unas cuantas semanas...
—¿Eh? ¿De qué hablas?—a Olly le costó parpadear varias veces seguidas—¡Ah! ¡Ya entiendo! Bueno, resulta que quise darle una oportunidad al proyecto y fui a las instalaciones... Todas las cosas que dije antes estaban completamente equivocadas, ese lugar de verdad es genial y efectivo.
A Daniel le costaba creer que lo que estaba escuchando era real.
Olly, aquella persona que juraba destruir aquel proyecto ya que decía que lo que hacían no era bueno y mentían con lo que afirmaban, ¿estaba diciendo que quiso darle una oportunidad al proyecto y salió encantado?
—Ya veo...—Daniel decidió responder eso en vez de hacer públicas sus sospechas.
Con felicidad, Olly asintió con la cabeza para luego despedirse de Daniel y marcharse.
El contrario se quedó desconcertado en su lugar, tratando de procesar lo que acababa de pasar.
Una armoniosa melodía lo hizo saltar, era una canción que salía de los parlantes, cosa que lo sorprendió un poco. Nunca habían puesto canciones en aquellas bocinas, pero quizás iban a comenzar a hacerlo.
Eso lo irritó un poco, no quería estar escuchando una canción demasiado calmada mucho rato.
Tomando una gran bocada de aire, Daniel siguió con su camino. Se dirigió a unas pequeñas tiendas que habían cerca.
Al llegar al sitio, abrió la puerta, haciendo que una campanita sobre él sonara; cada vez que eso pasaba, Daniel sentía que había vuelto a estar en el mundo como lo era antes.
Extrañaba cuando iba a una cafetería junto a su madre o a sus amigos, la campana sonando, anunciando su llegada, como buscaban un lugar para sentarse y al hacerlo, leer la pancarta para poder pedir algo.
Si hubiera sabido que las cosas iban a terminar así, habría atesorado esos días mucho más de lo que ya lo hacía.
Observando a su alrededor, Daniel caminó hacia un estante en el que aún quedaba comida. Era ramen instantáneo, pero no había algo mucho mejor que eso, así que agarró unos cuantos paquetes y luego se dirigió al mostrador, en donde aún quedaban algunas bolsas y guardó el ramen en ellas.
Luego de haber guardado las cosas, se dio la media vuelta para salir de ese lugar. Caminando por las calles, se detuvo al ver a un tipo sentado en la calle con apariencia demacrada, pero parecía estar diciendo algo.
—¡Todos estamos jodidos! ¡Aquel proyecto es una farsa, todo lo que hacen es experimentar con las personas!—decía él—¡Nuestros únicos salvadores son los cuervos! ¡Ellos van a destruir a los malvados del proyecto y moriremos todos juntos en el proceso!
"¿Experimentar? ¿Cuervos?" se preguntó Daniel frunciendo el ceño con confusión. Ese tipo estaba loco y no sabía lo que decía, ¿cierto?
Siguió avanzando, pasando de él y sintiendo un poco de pena. Era obvio que después de eso iba a desaparecer, como todos los que decían blasfemias del proyecto lo hacían.
Daniel estaba seguro de que quienes hacían eso eran las personas que apoyaban el proyecto, lo hacían porque no les gustaba que su salvación fuera insultada.
Regresó a su casa e ingresó, dejando la bolsa con la comida sobre la mesa y quitándose su chaqueta para dejarla colgada en el perchero.
Caminando hacia la cocina, se quedó de piedra cuando vio que todo se encontraba desordenado y fuera de su lugar. Con su corazón latiendo con fuerza por el miedo de que alguien haya ingresado a su casa, se dio la vuelta, solo para volver a detenerse al encontrarse con alguien.
—Daniel, Dylan hizo un gran desastre, lo lamento—su prima Sarah se encontraba frente a él. Daniel tembló en su lugar, sintiendo el cuerpo débil de manera repentina—¡Te juro que traté de detenerlo! Pero el idiota es demasiado terco...
—Sarah...—Daniel trató de hablar, pero la chica lo interrumpió antes de poder hacerlo.
—Y David no es mucho mejor... ¡Él tuvo la idea de desordenar todo mientras no estabas!
El chico apretó los labios, sintiendo sus ojos llorosos ante la "presencia" de su fallecida prima frente a él.
Sabía que estaba alucinando, ya que eso se había vuelto constante desde que perdió a toda su familia, pero aún así le dolía mucho.
—Sarah.
—... ¿Sí?
—Es hora de que descanses.
Sarah abrió sus ojos en demasía al oír eso y abrió la boca para pronunciar unas palabras, pero no pudo, ya que comenzó a desvanecerse, combinando su cuerpo con el aire y desapareciendo en un abrir y cerrar de ojos.
Cuando ella desapareció, su cocina volvió a la normalidad. No había nada desordenado, todo estaba en orden.
Daniel soltó un largo suspiro, de pronto sintiendo pocos ánimos de seguir viviendo el día a día.
Si tenía una vida así de mierda, ¿para qué seguir viviendo?
"Debería haber muerto junto a mi familia" se repetía en su cabeza en cada oportunidad que tenía.
—Lamentamos interrumpir su día nuevamente—se escuchó la misma voz de siempre provenir del parlante.
—Joder, guarda silencio—se quejó Daniel entre dientes, aunque él no lo podía escuchar.
—... Pero hemos recibido reportes de gente que está teniendo alucinaciones.
El chico abrió sus ojos en demasía al oír eso y guardó silencio, sentándose para poder estar tranquilo escuchando lo que iban a decir.
—Aquello es algo muy normal dado a los eventos tan traumáticos que han pasado. Por eso mismo, queremos ayudarlos a que estas alucinaciones desaparezcan, ya que sabemos que no son para nada bonitas.
En nuestras instalaciones los ayudaremos a desaparecer las alucinaciones y cualquier tipo de trauma que quedó. Serán una persona nueva y renovada, feliz y sin preocupaciones.
¿Qué esperan para venir?
Daniel se quedó pensativo por aquellas palabras, tratando de procesarlas y ver si lo que estaba pensando en ese momento era la decisión correcta.
¿De verdad lo estaba si quiera considerando?
𖣔
Daniel se encontraba frente a las grandes instalaciones del proyecto C.O.U.N.T.D.O.W.N. Se sentía bastante nervioso, su corazón palpitaba con fuerza y sus manos sudaban un poco.
No tenía ni idea de como iban a hacer desaparecer sus alucinaciones, pero estaba ahí para descubrirlo.
—Buenos días—lo saludó una chica que se encontraba en la recepción—¿Estás aquí para registrarte?
Ella hablaba con un tono dulce, demasiado dulce para su gusto, tanto que parecía ser fingido.
Aún así, se obligó a sí mismo a sonreír de vuelta para no parecer grosero.
—Buenos días. Sí, me quiero inscribir en el proyecto.
—¡Excelente! Estamos felices de que hayas querido unirte a nosotros—habló ella bastante animada.
Luego de eso comenzó a hurgar entre los papeles que tenía en su escritorio y le extendió uno a Daniel—Por favor completa este registro y ya serás parte de nuestro proyecto.
Daniel miró el papel con atención.
Tenía que poner su nombre completo, su fecha de nacimiento, su rut, completar unas preguntas de porqué quería unirse y finalmente firmar.
Comenzó a rellenar la hoja, hasta que se quedó pensando en como responder aquellas preguntas.
—¿No sabes cómo responder?—le preguntó la mujer frente a él. Daniel asintió con la cabeza y ella soltó una risita—Tranquilo, la gente suele dudar en esa pregunta. Simplemente escribe que quieres ayudar a la humanidad y tu razón.
—¿Tiene que haber una razón para querer ayudar a la humanidad?—preguntó Daniel conteniendo una risa ahogada—Pensé que todos queríamos eso solo porque sí.
La mujer agarró un lápiz y comenzó a jugar con él, dándole vueltas con sus dedos de manera casi profesional.
—Me refería a tu razón de querer estar aquí, aparte de querer ayudar a la humanidad.
Ella volvió a reír al ver como las mejillas de Daniel se pintaron de un color rojo por la vergüenza de su confusión.
—No te preocupes, yo no me expliqué bien—dijo con diversión—Soy Sera Shin, es un gusto.
—Daniel Park.
El chico continuó rellenando el papel, escribió que la razón por la que estaba ahí era porque estaba teniendo alucinaciones y había escuchado que aquí podían ayudarlo con eso.
Al terminar, le entregó el papel a Sera, quien lo recibió y lo leyó. Su rostro se contrajo en una expresión de sorpresa al leer algo.
—¿Tienes alucinaciones?—preguntó sorprendida y Daniel asintió con la cabeza.
—Así es... Es un gran problema.
Sera asintió de acuerdo y dejó el papel sobre su escritorio.
—No he tenido alucinaciones debido a que soy parte de este proyecto, pero no me puedo ni imaginar lo horrible que debe ser—dijo ella con tono pasivo—De acuerdo, la haré llegar este papel a mi jefe. Mientras, otra persona te hará un tour por la facilidad, ¿te parece bien?
—Sí, me parece bien.
La mujer le sonrió y levantó la mano para hacerle una seña a alguien. Detrás de Daniel, un guapo chico de cabello castaño claro apareció, sorprendiéndolo un poco.
—Acompáñame—le dijo él y Daniel le hizo caso de inmediato.
"Es muy guapo" pensó el pelinegro observándolo de reojo.
A pesar de que su cabello castaño estaba desordenado, se veía muy bien. Tenía unas ondas y sus ojos extrañamente eran de distinto color.
O al menos eso parecía, uno parecía más claro que el otro, algo bastante extraño, ya que no parecía tener heterocromia.
—¿Cómo te llamas?—la pregunta salió de sus labios sin siquiera darse cuenta. El contrario volteó a mirarlo con una ceja alzada.
—¿Por qué quieres saberlo?
—Curiosidad.
El castaño resopló un poco, pero aún así respondió.
—Soy Johan—se presentó. No dio su apellido, pero Daniel pareció satisfecho al poder saber su nombre.
—Es un gusto, Johan. Yo soy Daniel.
—No te pregunté—la tosca respuesta de Johan hizo que Daniel lo mirara con diversión.
—Ya veo.
A Johan logró irritarle su actitud. Cualquiera se habría enojado luego de hablarle de esa manera, pero Daniel parecía más divertido e interesado que antes, cosa que lo fastidió.
Siguieron caminando por los pasillos del lugar, hasta que llegaron a un gran lugar lleno de puertas. Daniel se sorprendió al ver gente dando vueltas por ahí.
Gente en muy buen estado.
Estaban vestidas de buena manera, se veían limpios y, sobre todo, se veían alegres. Sonreían en grande y hablaban entre ellos, como si no tuvieran ninguna preocupación.
—Estas son las habitaciones de nuestras instalaciones—comenzó a explicarle Johan—Como puedes ver, la gente se encuentra muy bien, como si nunca hubieran pasado por una gran guerra.
Hay otras habitaciones por otros pasillos, pero como no es lo importante, solo te mostraré estas.
—¡Ugh! ¡Zack!—se escuchó un grito salir de una de las habitaciones. Una chica azabache se asomó de ahí—¡Eres un idiota! ¡Tienes toda tu habitación desordenada! ¿Y así quieres gustarle a Mira?
Johan hizo una expresión de fastidio ante eso. Él conocía a ese tal Zack, ya que habían compartido varias veces, y estaba seguro de que era un idiota.
Todas las cosas que hacía eran por la chica que le gustaba, Mira. Incluso había venido a las instalaciones solo porque ella lo decidió.
—Son muy ruidosos—señaló Daniel alzando una ceja—¿Es algo normal en este lugar?
—Depende de la persona, claramente—respondió Johan con obviedad—Generalmente los recién llegados lo son, luego se van calmando las aguas.
Daniel asintió al comprender y luego ambos siguieron con su camino. Llegaron a otra zona en donde también habían unas puertas que guiaban a otros lugares.
Una de ellas estaba abierta, así que Daniel se asomó con curiosidad.
Ahí había una chica de cabello ondulado y color crema, tenía unos lentes de color rosa para protegerse los ojos y parecía estar haciendo unos experimentos. Daniel alzó una ceja al ver eso.
—¡Hey! ¿Qué haces?—Johan lo llamó al verlo y se le acercó con el ceño fruncido—No seas tan metido.
Por la voz de Johan, la chica se dio cuenta de ambas presencias. Se mostró sorprendida, pero luego esbozó una gran sonrisa y se levantó de su asiento para caminar hacia ellos.
—¡Ah, Johan!—exclamó ella encantada—¿Trajiste a alguien nuevo? ¡Eso es increíble!
—Yo no traje a nadie, solo le estoy mostrando la facilidad—gruñó él como respuesta. Al parecer la chica no le agradaba.
—¡Un gusto! ¡Soy Vivi!—se presentó ella con entusiasmo—¡Eres muy guapo! ¡Podrías hasta ser modelo, actor o idol!
Daniel quiso decirle que con el mundo como estaba no se podría, pero prefirió no decir nada.
—Yo soy Daniel, el gusto es mío—respondió haciendo una reverencia hacia ella, quien observó con ojos brillantes.
—¡Eres un completo caballero!—exclamó Vivi sonriendo en grande.
Al parecer su lenguaje verbal era gritar todo el tiempo.
—No es necesario que grites—Johan le dijo lo que Daniel estaba pensando.
—Eres muy malo, Johan—le respondió Vivi haciendo un puchero, pero no tuvo nada de efecto en el chico, solo logró fastidiarlo aún más.
Gruñendo, Johan se dio la vuelta y le hizo una seña a Daniel para que lo siguiera, quien no dudó en hacerle caso. No quería quedarse solo con Vivi, se veía como una chica extraña y era demasiado energética, ese tipo de gente le incomodaba un poco.
—¡Adiós Daniel! ¡Visita mi laboratorio otro día!—escuchó que Vivi le gritó a lo lejos.
Daniel no se dio vuelta para mirarla, simplemente siguió a Johan como si fuera un perro y él fuera su dueño.
Ante esa comparación, Daniel no pudo evitar querer golpearse a sí mismo por su rara imaginación.
Luego de mostrarle bien cada lugar de la gran estructura, Daniel se sintió bastante bien. El lugar era muy bonito, definitivamente parecía de otro mundo y le sorprendía que alguien haya sido capaz de hacer algo así en el mundo de ahora.
Regresaron a la recepción, en donde Sera seguía en el mismo lugar de antes. Al verlos, ella sonrió.
—Daniel Park, fuiste aceptado en nuestra facilidad—anunció Sera con felicidad y Daniel no pudo evitar sonreír.
Una nueva etapa en su vida comenzaba.
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