𝟏𝟗 ⊹ 𝚌𝚛𝚢𝚋𝚊𝚋𝚢

Seúl, 3 de marzo del 2022
Yeonjun, 22 años. 

El rubio no sabe de dónde diablos sacó la energía cuando su cuerpo se encontraba débil debido a la desnutrición y los malos hábitos de sueño, pero corrió con todas sus fuerzas por la calle hasta entrar al edificio, donde también subió las escaleras igual de rápido, llegando incluso a ir de dos en dos. 

Las lágrimas caían por su rostro y cada segundo se sentía más revuelto que antes. 

Cuando vió que le faltaba el aire, hizo una pequeña pausa y, sin poder aguantarlo más, vómito ahí mismo, aunque al no tener nada en su estómago, solo fue bilis con el cuál manchó su pijama. 

Pero esto no le importaba, él solo quería regresar a casa para llorar sin interrupciones. 

Su cuerpo temblaba bruscamente de los escalofríos que le dieron al vomitar. No se sentía bien y su vista estaba empezando a fallar, pero logró dar un último esfuerzo para llegar a su apartamento y encerrarse de nuevo, dejándose caer al suelo completamente cansado luego de cerrar la puerta tras de sí. 

Ahora estando en su zona de confort, se dió el lujo de concentrarse en llorar, no pudiendo reprimir los sollozos ni los desgarradores chillidos que necesitaba sacar para calmar un poco sus emociones. 

Era 3 de marzo de 2022, estaba a un jodido día de cumplir 3 años desde que su amado abandonó este mundo. Habían pasado exactamente 1095 días desde el accidente, 1095 muertes que ha soñado si incluía la de Soobin. Los contaba porque creía que morir en un mundo tan lindo como el de los sueños era parte de su castigo, y no estaba dispuesto a dejar de morir hasta que la cantidad fuera lo suficientemente grande como para eliminar su cargo de conciencia. Pero ahora se está dando cuenta de que ese maldito contador realmente era la manera en la que su cerebro de mantenerlo consiste del pasar de los días.

¿Qué ocurrirá si duerme durante el 4 de marzo y soñaba con la muerte número 1096 ahora que ya es conocedor del tiempo en el que vive? Dormir en una fecha tan significativa no era una opción, principalmente porque le daba miedo no saber lo que podría pasar, y no estaba dispuesto a detenerse a investigarlo para saciar su curiosidad, así que se mantendría despierto durante al menos dos días. 

Sí, es un buen plan. 

Intentó levantarse pero no pudo. Al haber estado fuera, ahora su vista no estaba acostumbrada a la oscuridad, y no podía encender las luces porque no había electricidad. 

Sus padres pagaban la renta. Les había dicho que vendría a estudiar y que él se encargaría de los otros gastos con la beca de la Universidad, pero se trataba de una vil mentira. 

Yeonjun solo fue a Seúl para estar solo. Apenas salía de casa, únicamente lo hacía para ir a la tienda de conveniencia y comer algo esas pocas veces que realmente le daba hambre. Por lo demás, no tenía nada. Y al no entrar en la universidad, tampoco tenía beca alguna, así que no pudo pagar la luz. 

Realmente no le importaba mucho, menos ahora que estaba teniendo una batalla con sus pesados párpados, quienes le indicaban que la actividad física de hace un momento lo había cansado demasiado, y al no tener nutrientes que le dieran energía, su cuerpo le avisaba que debía recuperarla durmiendo. 

Pero no quería eso, por lo que optó por algo que seguramente le mantendría despierto: un baño. Así se quitaría el sudor y el vómito que tenía en ese momento. 

Sí, eso haría. 

Sin ganas de levantarse, se arrastró hasta el baño con algo de dificultad por no tener fuerzas en los brazos para cargar todo su peso.

La bañera estaba impecable, simplemente tenía algo de polvo en su interior, signo del poco uso que se le ha dado. 

Yeonjun se metió sin haberse quitado el pijama, quedando sentado al lado del grifo. 

En su lógica, bañarse con el pijama puesto significa ahorrarse la necesidad de poner la lavadora, la cuál duda que funcione, ya no solo porque no había electricidad, sino porque jamás la usó y se veía bastante antigua. 

Abrió el grifo. Sabía que solo saldría agua fría porque no pagaba la caldera. Realmente se conforma con solo tener ese hogar para resguardarse del mundo aunque viviera de esa forma tan deplorable. Total, no dejaría que nadie lo visitara (tampoco es que alguien fuera a visitarlo, sin contar a Hueningkai), así que la opinión de otros con respecto a su estilo de vida era algo que nunca tendría porqué escuchar. 

Nada más importaba, no necesitaba agua caliente, luz ni electrodomésticos, sólo él y su cómoda cama para dormir. Cualquier otra necesidad básica para un ciudadano normal, él la encontraba innecesaria. Podría aguantar y adaptarse a lo que tenía.

Dejó que el agua fluyera poco a poco por la bañera mientras se acomodaba, rodeando sus piernas con los brazos para quedar en la misma posición de ovillo que tenía antes de ver a Hueningkai, una que le hacía sentir extrañamente seguro. 

Cerró los ojos al notar como el nivel del agua iba subiendo lentamente hasta sus tobillos y notó como las lágrimas amenazaban nuevamente con desmoronarse por su rostro. No, de hecho nunca dejaron de salir, solo que ahora lo hacían con tanta calma que hasta Yeonjun podía notar como se acumulaban. 

Es solo un baño, Choi, se intentó animar a sí mismo para dejar de llorar. 

Pero no pudo evitarlo, el frío líquido le traía muchos recuerdos. De repente, sintió la fuerte necesidad de mandar el baño a la mierda, pero su cuerpo se sentía lo suficientemente abatido como para no poder mover ni un músculo, y la fuerza de voluntad la había gastado al decidir meterse en la bañera a sabiendas que eso le causaría cierto malestar. 

Al final se rindió, respiró profundo e intentó calmarse de nuevo, dejando caer su cabeza un poco hacia atrás, quedando recostado en el borde de la bañera. El techo de ahí era igual de monótono que el de la habitación, pero en este caso había unas leves manchas de humedad. 

Cuando se quiso dar cuenta, el agua ya estaba por encima de su cintura. Dejaría que la bañera se llenara un poco más y cerraría el grifo, con eso sería suficiente. 

No tiene gel ni champú por lo que solo podría darse un remojón. No es mucho, pero al menos se quita un poco el sudor. 

Tú puedes, Yeonjun, se dijo. Un tanto curioso teniendo en cuenta que nunca pudo realmente. Le seguía teniendo pánico al agua aún si se trataba de una bañera, lugar donde en teoría está seguro.

Cerró los ojos de nuevo, dejándose llevar por sus pensamientos. El sonido del agua saliendo del grifo le recordaba demasiado a cuando Soobin salpicaba bastante al tratar de tomar aire... 

Soobin... ahí estaba de nuevo, invadiendo su mente como siempre hacía. 

Yeonjun sabe que todo acabaría si pudiera eliminar al menor de su vida. Pero incluso si este ya no estaba, el recuerdo de ese quien era su todo seguía viviendo en lo más profundo de su corazón, torturándose a seguir recordándolo como el chico lindo y cariñoso que era aún después de lo que le hizo. 

¿Cómo podría seguir viendo con cariño a Soobin? No lo merecía, no merecía el amor que este le daba siendo su hadita de los sueños. Yeonjun quería que Soobin lo lastimara, quería que lo matara de una vez para estar en paz. Eso sería lo más justo. Pero el menor solo le daba cariño y lo seguía tratando tan bien como cuando vivía. Ni una de esas 1094 veces que Yeonjun había muerto las causó el pelinegro. 

¿Acaso ese era su verdadero castigo? ¿Debía soñar con Soobin amándolo para recordarle lo buen chico que era, aumentando así la culpabilidad por haberlo asesinado dos veces? 

No podía superarlo, jamás lo haría, y se niega a creer que este haya desaparecido luego de morir en sus sueños, porque Yeonjun estaba condenado a soñar eternamente con Soobin, ese adorable chico de cabellera rubia al cual le hizo prometer estar siempre a su lado, promesa que técnicamente estaba cumpliendo, pero no de la forma que Yeonjun quería. 

El timbre lo sacó un poco de sus pensamientos, pero al momento lo ignoró sabiendo que probablemente se trataba de Hueningkai. 

No sabe si es por el agua, por lo ocurrido con su viejo amigo o por pensar en su amado novio, pero por mucho que tuviera los recuerdos tan vívidos en su mente, se estaba dando cuenta de que con el tiempo se habían distorsionado mucho debido a sus ganas de ser castigado por sus actos con el fin de remover su conciencia.

Sin embargo, ahora estaba recordando con lujo de detalles todo tal cual ocurrió, sin fantasías ni auto castigos, algo que le hizo llorar de impotencia por pensar en esos hipotéticos "¿Qué hubiera pasado si...?" donde Soobin seguiría vivo. 

Es un llorón. Se siente muy inútil y patético. Durante y después del accidente no ha hecho nada más que llorar y huir, siendo su único lugar seguro ese maldito mundo de los sueños que solo lo llevaba lentamente al miserable Choi Yeonjun que es ahora, un Yeonjun que vive en constante agonía atrapado en un bucle de pesadillas del cuál no puede escapar.

Por culpa de su miedo es que Soobin estaba muerto, y mientras pensaba en ello, de un momento a otro dejó de escuchar el fuerte sonido del chorro de agua saliendo del grifo y las timbradas de la entrada finalmente cesaron. 

¿Acaso Hueningkai se había ido y ahora también le cortaron el agua? 

Aunque esa pregunta rondaba por su cabeza, lo que realmente ocurría es que aquel chico de hoyuelos dejó una nota debajo de su puerta diciéndole que volvería mañana y que, por favor, le permitiera formar parte de su vida de nuevo mientras el agua seguía saliendo sin parar.

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