8. ➷ ❝Lᴀ Dɪғɪᴄɪʟ❞

Lᴀ Dɪғɪᴄɪʟ❞ –
Corina Smith.

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Pᴀʀᴇᴊᴀ: Haggy
Dᴇᴅɪᴄᴀᴅᴏ ᴀ: KarelitadelValle
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Advertencia: Ninguna. ★

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M̬̂argaret Rogers estaba oficialmente muerta de aburrimiento en su clase. 

No la podían culpar, historia era una de las materias más tediosas para la rubia y justo tocaba luego de tener varias horas libres en las cuales aprovecho para entrenar, por lo tanto su cuerpo estaba inquieto todavía, demasiado como para soportar la larga charla del profesor que se hacía más insoportable a cada segundo que pasaba.

Lamentaba no haberse saltado la clase, pero cuando el maestro era tu padre mejor seguir comportándose como la alumna incapaz de cometer una falta. Era horrible escuchar la emoción con la que daba la lección mientras ella quería saltar por la ventana, así estuvieran en uno de los pisos superiores.

Suspiró entre dientes y se pasó una mano por el cuello para liberar tensión. El movimiento le dio la oportunidad de ver de reojo a los demás estudiantes a su alrededor, todos prestando atención a la palabrería del adulto, con excepción de uno que la observaba sin discreción.

La sonrisa de Henry Lang no se hizo esperar al ser descubierto por la rubia. 

Era un gesto ligero y casual, que podía pasar por inocente o hasta amigable, sino fuera porque Maggy sabía los sentimientos del chico hacía ella desde un par de meses atrás.

Volvió el rostro al frente esquivando su mirada, sin haber demostrado que le importaba, y es que no estaba interesada en el muchacho.

Por más que fuera comprensivo, que la hiciera reír o que se ayudaran uno al otro en las clases, sus prioridades estaban claras desde el principio y una relación no entraba en sus planes mientras fuera alumna en la Academia.

La menor de los Rogers-Romanoff no era la típica chica dulce como las demás estudiantes, su forma de ser directa y sincera no le agradaba a muchos, por eso no entendía la razón por la cual le gustaba a Henry.

Su compañera de escritorio, Jeanine Barnes, le codeó un poco, llamándole la atención para que leyera una pequeña nota en el extremo del cuaderno ajeno. La caligrafía de su prima era algo torcida, pero lo entendía bien.

«Deja de alejarlo. Terminara perdiendo interes»

Maggy hizo una mueca, Jean siempre estaba al pendiente de ella. 

Tomó su lápiz y escribió las tildes faltantes a «Terminará» e «Interés», luego deslizó la libreta otra vez, sin quitar la vista del pizarrón, para dejarla frente a Jeanine. La castaña le pateó debajo de la mesa un momento después y la rubia hizo un esfuerzo para no reírse. Su prima odiaba que la corrigiera, más aun si esquivaba un tema romántico en el proceso. 

La voz de Steve aún explicaba alguna fecha importante en la historia que Maggy ya no sabía ni que era, si le tocaba hacer un examen después estaría bastante perdida. Jeanine desplazó nuevamente el cuaderno para que ella leyera otra nota torcida en la esquina, más arriba de los apuntes del día, que eran bastante escasos.

«Rechazó a Dani hace unos días. Ya corre el rumor que todo es por ti. Dale la oportunidad»

La rubia arqueó una ceja. No estaba al tanto de todos los chismes adolescentes, y menos sobre amoríos tontos, pero no iba a negar que eso si le llamaba la atención, puesto que era algo ilógico.

Henry podía enfocar todas sus intenciones de noviazgo en cualquier otra chica y estaba segura de que le seguirían el juego gustosas al obtener una cita. Para que negarlo, el menor de los Lang era atractivo, varias estudiantes lo decían y un par coqueteaban de forma tonta buscando llamar su atención, Danielle Cage era una de las principales. 

Maggy no sabía cómo con exactitud, pero el chico seguía rechazando a una y otra, lo que no tenía sentido si nunca le había dado ninguna señal para que tuviera esperanzas con ella. 

¡Vamos! Que Terence Rand había desistido de convencerla para salir luego de unas semanas de intentos fallidos, y de que su hermano lo amenazara para que la dejara en paz. ¿Por qué Henry no hacía lo mismo?

Jeanine dejo de hacer notas cuando Steve le preguntó a otro alumno sobre la clase. Incluso Maggy se tensó, no estaban atentas y ninguna quería terminar siendo reprendidas frente a todos.

Prestaron atención al resto de la lección de historia, o al menos lo intentaron. Fue una tortura completa cuando el tema se trataba de fechas y nombres a lo largo de la historia, que se vio interrumpida por el ensordecedor sonido del timbre. 

Maggy pudo suspirar aliviada, no era su última clase del día, pero al menos podía evitar esforzarse en entender algo que desde el principio perdió.

— Te lo digo, Mag. Terminarás sola por hacerte la difícil —comentó Jeanine, luego de que el profesor de turno saliera del salón.

— ¿No tienes botón de apagado?

— No. —Maggy le sacó la lengua de manera infantil. Jeanine ni le dio importancia—. Sólo quedan unas semanas para que lleguen las vacaciones de verano. ¿Qué pierdes al darle una oportunidad? No lo veras en meses.

La respuesta de la rubia fue un encogimiento de hombros sencillo que hizo bufar a la joven Barnes. No quería, ni tenía la paciencia para soportar eso, así que le pidió a su prima que cuidara sus cosas y siguió el ejemplo de otros estudiantes para salir un instante del salón.

Poseía unos minutos antes de que empezara la siguiente clase, por lo que no podía ir muy lejos sin arriesgarse a llegar tarde. Sus demás compañeros no parecían afectarse demasiado por eso pues varios se iban con rapidez en medio de risas.

Maggy apoyó la espalda en la pared a un lado de la puerta del salón, le venía bien la tranquilidad del pasillo casi vacío y eso era lo que necesitaba para relajarse un poco, terminando de pasar la inquietud de su cuerpo por el entrenamiento. 

Las últimas semanas de clases eran las peores y mejores, no veía el momento de poder volver al departamento en Brooklyn e intentar tener una vida familiar relativamente normal.   

— Ey —le llamó la atención quien menos quería ver—. ¿Todo está bien?

— Sí, Henry —respondió la chica, suspirando. 

Tenía muchas otras cosas en su cabeza como para prestarle atención, pero la curiosidad le gano más que la idea de volver al salón y enfrentar a Jeanine con su insistencia de conseguirse un novio. Sin pensarlo demasiado soltó;

— ¿Rechazaste salir con Cage-Jones?

— Directa al punto. —El pelinegro encogió los hombros, tras reír—. Lo hice. No me pareció correcto darle falsas esperanzas cuando no me gusta. 

Maggy arqueó una ceja, reprimiendo las ganas de asomarse por el marco de la puerta para ver si Danielle aún estaba en su asiento. 

Seguía sin comprender a Henry.

El chico parecía tan relajado a su lado que le hizo imaginar por un momento acostumbrarse a hablarle sin tener que fingir desagrado, en realidad sería lindo, pero ella no estaba dispuesta a dar el brazo a torcer.

— Así que si alguien te dice que no le gustas ¿La dejas en paz?

— Sí. —Henry sonrió, otra vez ese gesto que pretendía ser inocente—. Pero tú no me has dicho que yo no te gusto. Así que lo sigo intentando. 

La muchacha se alejó de la pared, encarándolo, sin embargo lo que estaba a punto de decirle no abandono sus labios nunca pues vio sobre el hombro del pelinegro como la siguiente profesora se acercaba por el pasillo.

Le sonrió a Henry y sin más lo dejó allí, dándole la espalda para entrar al salón. 

Era algo infantil puesto que el muchacho también tendría que volver a su asiento. Claro que no lo pensó hasta que ya estaba tomando volviendo a su escritorio y el menor de los Lang pasaba a su lado para ir a la fila de atrás, guiñándole un ojo divertido por su actitud anterior.

¿Qué se creía ese? Se preguntó a sí misma y de forma contradictoria quiso reír. 

Si no lo hizo al final fue porque Jeanine soltó un sonidillo emocionada a su lado, apenas cubierto por el resonar del timbre y los demás alumnos que volvían al salón.

Maggy ignoró a su prima, enfocándose en la clase que recién empezaba, eso era de mayor importancia que el breve intercambio de palabras con el joven Lang, aunque su mente no dejaba de recordarle la sonrisa del chico y su aire relajado al asegurarle que no dejaría de intentarlo. 

La rubia tomo una decisión para sí misma; si quería insistir, pues que lo hiciera, al final terminaría alejándose como todos los demás antes que él.

L̬̂as últimas semanas de la Academia acabaron en un chasquido de dedos. 

Demasiado rápido para algunos y un verdadero alivio para la mayoría. Las habitaciones estaban vaciándose conforme los estudiantes retiraban sus pertenecías para llevarlas a los vehículos que los alejarían de la instalación.

El estacionamiento estaba lleno de grupos despidiéndose y prometiendo mantener el contacto a través de redes sociales normales, ya que la Red sólo funcionaba dentro de la Academia y no existían planes de extender su alcance.

Maggy no se preocupaba por pedirles nombre de usuarios a sus amigos, en realidad a Jeanine ya la tenía agregada por ser familia y Madison Fury carecía de cualquier perfil en internet así que sería imposible contactar con ella durante las vacaciones.

— ¿Cómo vives así? —preguntó James Rogers, dejando su maleta en el camaro azul de su padre.

— Te acostumbras.

— Una agente desde nacimiento —intentó elogiar Maggy, aunque la sonrisa que le dio la morena no era de felicidad.

Torunn Thorsdottir salvó el momento al ofrecerse acompañar a Madison hasta su automóvil asignado, y aunque los tres invitaron a la menor a acompañarlos, Maggy prefirió quedarse apoyada en el coche revisando por última vez las publicaciones en la Red.

Daba cierto aire nostálgico imaginar que todo se quedaría allí, que se había acostumbrado a ver a sus compañeros por los pasillos y haciendo alborotos en la sala de descanso o en los dormitorios.

No lo diría en voz alta, pero extrañaría a algunos durante las vacaciones. Y, como si lo llamara con el pensamiento, Henry apareció entre los alumnos que la ignoraban, acercándose a ella con su sonrisa habitual y las manos escondidas tras la espalda.

Para que negar que lo de seguir intentándolo era cierto. El menor de los Lang no dejó de tratarla bien incluso si ella le esquivara la mayor parte del tiempo y las veces en las que compartían algún momento era porque la convencía. 

En realidad, eso último se volvió una broma habitual entre los dos. Su amistad tenía muchas burlas de por medio y todavía eso no terminaba de eliminar los sentimientos del pelinegro por la Rogers-Romanoff.

— Esto se está volviendo acoso.

— No es acoso —objetó el muchacho, sabiendo que sólo estaba jugando—. Quería despedirme. 

Con un escogimiento de hombros, una pequeña maraña oscura salió detrás del chico. A Maggy le tomó un instante comprender que eran las avispas mascotas de Henry, básicamente el tiempo exacto en el que se agrupaban para formar una palabra en el aire; «Adiós» era legible a pesar el movimiento de los insectos.

La chica aguanto la risa, aunque sus labios se curvaron un poco en una sonrisa.

— Lindo.

— ¿Enserio? Lo practique una semana para que digas «lindo».

Maggy se encogió de hombros. Era un poco impresionante, pero no estaba dispuesta a elogiarlo tanto, además agradecía que nadie estaba interesado en verlos pues daba algo de vergüenza el gesto.

Mientras las avispas volvían al contenedor de cristal que Henry escondía en su espalda tras decirle que era cruel, la rubia imaginó cómo hubiera sido si el muchacho usaba ese mismo truco para invitarla a salir. 

Supuso que sería igual de vergonzoso que ahora.

No había pasado para su suerte, de hecho, desde que supo los sentimientos del Lang, ella le pidió que no mencionara siquiera una cita, asegurando que no iba a pasar en la Academia. 

Esa fue la razón por la que iniciaron ese juego, que se acababa justo en el momento en que salieran de las instalaciones y el peso del final parecía reflejarse en la expresión de Henry al preguntarle;

— ¿Puedo llamarte al menos? 

— Hazlo si quieres. 

A diferencia del muchacho, Maggy fingía con facilidad, por lo que externamente estaba como si le diera igual hablar con él en las vacaciones o no, al menos fue así hasta que Henry acortó la distancia. 

Fue tan rápido que la rubia apenas dio un paso atrás, pegando la espalda a la puerta trasera del automóvil de su padre. A pesar de su movimiento, Henry logró alcanzar su mejilla para presionar sus labios durante un segundo antes de retroceder.

— Espero que te diviertas en las vacaciones —le deseó el muchacho, mientras se iba con una sonrisa orgullosa y su frasco de avispas en las manos. Claro que Maggy apenas lo escuchó sobre el salvaje latido de su corazón. 

Nunca se había atrevido a besarla, abrazos sí, un par de juegos de manos, pero nunca un beso, aunque fuera en la mejilla, se había quedado sin saber cómo reaccionar y Henry lo tuvo que notar para irse con esa expresión triunfante.

¿Por qué no lo empuje?

El eco de una risa la sacó de su aturdimiento. Observó el mercedes plateado de Alex Summers, que estaba estacionado al lado del auto de su padre, Laura Logan estaba colocando su bolso en el asiento trasero. Era la única allí, puesto que los demás habían formado un grupo apartado para tomarse las últimas fotos, por lo tanto era posible que hubiera visto aquello.

Maggy le gruñó antes de abrir la puerta del camaro para refugiarse dentro, agradeciendo que las ventanas estuvieran tintadas, impidiendo así que alguien la viera. 

Se supone que no caería tan fácil, y con un simple beso en la mejilla ya estaba sin saber que decirle. Quería gritar.

Eso le pasaba por no haberle asegurado que no le gustaba, pero el problema era que le agradaban los intentos del chico por llamar su atención, aunque fingiera lo contrario. 

Bufó. Aquello se acababa allí. Henry no le importaba, no quería ni necesitaba un novio y las vacaciones la harían alejarse de él.

Ahora sí se haría la difícil.

Û̬n mes de vacaciones, Maggy había podido resistir todo ese tiempo sin apenas hablar con Henry. Es más, ni falta le hacía y el momento del beso en la mejilla ya no era importante en sus recuerdos.

Estaba bastante entretenida pasando tiempo con su familia, de vez en cuando hablando con algún estudiante que se había hecho amigo de su hermano y decidían salir a pasar el rato por las calles de Nueva York. Entrenaba king boxing en un gimnasio cerca del departamento donde vivían y también logro tener una mejor relación con James, al menos ya podían mantener una conversación sin terminar discutiendo, aunque lo de pelearse todavía pasaba de vez en cuando.

Todo era como Maggy deseó, pero de manera ilógica sentía que algo le faltaba.

Al principio lo atribuyo al cambio de rutina de las vacaciones, aunque después de un mes sabía que no era eso. 

Lo segundo que paso por su cabeza fue el no tener a Jeanine a su lado para pasar el tiempo o a Madison para hablar de espionaje, sin embargo terminó comprendiendo que eso tampoco era la razón.

Lo entendió un día, mientras limpiaba el almacenamiento de su teléfono, y fue tal el golpe emocional que la rubia se quedó tendida en su cama mirando el techo pintado de celeste de su habitación, evitando pensar.

— ¿Esta interesante el techo? —interrogó James, desde el marco de la puerta. Maggy le gruñó.

— No me hagas golpearte.

No sabía cuánto tiempo estuvo así, pero la risa de su hermano le decía que quizás ya era bastante. 

Movió levemente la cabeza para ver el momento en que James se alejaba del marco, son embargo antes de que desapareciera por el pasillo Maggy le pidió que esperara, haciendo que el pelirrojo retrocediera extrañado. Era más común que la menor lo alejara de su habitación a que lo invitara a quedarse.

— ¿Sabes algo de Henry? —preguntó Maggy, tragándose el orgullo. Mirar el techo no le daría respuestas. James tal vez sí, después de todo, ambos muchachos eran amigos—. No me ha llamado desde hace unos días.

— No sueles contestarle las llamadas.

James se encogió de hombros, intentando disimular la sombra de sonrisa que se apoderaba de sus labios. Eso fue suficiente para hacerla arrepentirse de preguntar. Tenía razón, aunque no lo admitiría en voz alta. 

Maggy no solía contestar el teléfono cuando veía que era Henry, usualmente lo dejaba sonar un par de veces antes de decidir hablar con él, alegando que no había notado la llamada entrante y fingiendo que su corazón no saltaba cada vez que oprimía el botón de responder. 

Las primeras semanas de vacaciones ni siquiera contestaba, era mucho mejor escribirle, pues podía pensar con astucia que responderle. En las llamadas todo tenía que ser mucho más rápido y de manera extraña ya no podía actuar tan bien como al principio, al menos no cuando se trataba del joven Lang. 

— Te gusta ¿No es cierto? —supuso James, aun de pie en el marco de la puerta.

— No voy a tener esta conversación contigo —aseguró, atravesándolo con la mirada.

¿Por qué iba a admitir sus sentimientos con su sobreprotector hermano mayor? Es más ¿Por qué James seguía sonriendo con esa mirada que insinuaba que podía leer sus pensamientos?

No. Ni siquiera le iba dar el gusto. Pero su cabeza no dejaba de pensar en que finalmente Henry desistió en sus intentos por conseguir algo más que una simple amistad con ella, y tras esos días sin recibir llamadas se daba cuenta que el menor de los Lang se volvió importante en su vida. 

Por más que no quería ceder a sus propios sentimientos, deseaba que la volviera a llamar.

De pura coincidencia, su teléfono sonó de improvisto y Maggy se levantó con mucha rapidez para tomarlo de la mesita al lado de su cama, pero cuando observó la pantalla no era la llamada que quería.

Miró hacia la entrada de la habitación molesta. James seguía allí, con su teléfono en mano y una sonrisa que delataba que obtuvo la prueba que necesitaba. La rubia maldijo entre dientes, se delato sola y de manera demasiado vergonzosa.

— Si te gusta. 

Con el ceño fruncido y bajo los atentos ojos azules divertidos de James, Maggy tomó el brazalete platino que también estaba en su mesita y se lo colocó. El mayor fue más inteligente en ese momento, huyó por el pasillo antes siquiera que la rubia se levantara de la cama. 

La chica no hizo el esfuerzo de seguirlo, en su lugar cerró la puerta de su habitación evitando un sermón de sus padres por iniciar una pelea con su hermano. Al menos logró alejarlo sin ninguna necesidad de activar el arma.

Suspiró al apoyar su espalda contra la puerta. Sacarlo de su habitación no cambiaba el hecho de que perdió, aunque aún no lo reconocía en voz alta, esa señal era su confesión de que le agradaba el tiempo en que hablaba con el chico.

Aunque ahora no importaba demasiado, fue algo pasajero que simplemente superaría con el tiempo, sólo debía acostumbrarse otra vez a no tener sus mensajes, nadie moría por alejarse de otra persona y así debía ser.

Volviendo a interrumpir sus pensamientos, su teléfono sonó por la llamada entrante. Maggy gruñó y contestó sin mirar quien era, su hermano estaba provocándola para que rompieran esta vez una de los muebles del departamento con sus peleas.

— James, deja de llamarme o volveré a lanzarte el escudo holográfico.

— ¿James? 

La muchacha se cubrió los labios con su mano libre para ahogar la maldición que estaba a punto de soltar. Ese no era su hermano.

— ¿Por qué te llamaría James? Pensaba que habían vuelto a vivir juntos.

— Sólo… Me está molestando —se excusó, sin ganas de entrar en detalles. De repente se sentía emocionada y patética al mismo tiempo—. ¿Cómo estás, Henry?

Una pequeña conversación normal, como esas que el chico siempre solía iniciar y que ella fingía que le desagradaba, esas que si extrañaba y que hacía que su corazón volviera a latir de prisa como con el beso en la mejilla en el estacionamiento de la Academia. Aunque fuera de lo más estúpido, se preguntaba en qué momento sucedió aquel cambio tan repentino.

— Oye, estoy en Nueva York —comentó el muchacho, de improvisto, logrando captar la curiosidad de la rubia, claro que ella contesto con un simple «ajá» para que continuara—. Mamá tiene una conferencia de ciencias y le pedí que me trajera. Me preguntaba si estabas libre para salir… Como amigos, si no quieres ponerle etiquetas.

Otra vez el salto en su corazón y la necesidad de cortarle la llamada eran un conflicto interno que la hizo morderse el labio. Fingió que lo pensaba, pero a decir verdad, sí reconocía que quería volverlo a ver y por alguna casualidad del universo él había llamado una vez más. 

— No sé —respondió por fin, sonriéndole aunque no pudiera verla—. Convénceme.

La risa de Henry no se hizo esperar al otro lado de la línea, recordando las bromas en la Academia, y de alguna forma la Rogers-Romanoff podía vislumbrar en su cabeza el gesto habitual que siempre le daba mientras comentaba sus ideas para la salida a la que iba a terminar aceptando.

De acuerdo, por más que le gustara un poco el chico, Maggy siempre se haría la difícil, o al menos fingía serlo, cuando en realidad Henry ya parecía saber que sus sentimientos eran mutuos.

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Fin del octavo One Shot 🙈

No sé si cumple con la canción, pero me gustó el resultado, así como me gusta la pareja... Aunque los haga sufrir mucho en la historia principal 😅

Como siempre ustedes son mis jueces y tienen la decisión final.

No olviden dejar su voto y sus comentarios si les ha entretenido.

Hasta la próxima, bye bye 😘

༺♡Mel♡༻

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