𝘎𝘰𝘮𝘶 𝘎𝘰𝘮𝘶 𝘯𝘰 𝘔𝘪 (One Piece)

Fandom: One Piece.

¿Contiene spoilers?: Sí.

¿Contiene escenas +18 o escenas violentas?: No.

¿A qué género pertenece?: Fantasía / aventura (relato corto)



Ese pequeñajo enclenque.

Se echó a reír a carcajadas, acordándose de todo. A quién se le ocurriría comer una Fruta del Diablo de esa forma tan descuidada. Encima, para después obtener de ella esa habilidad tan rara.

¿Un hombre de goma? ¿Qué sentido tenía eso? ¿Qué conseguiría con una habilidad semejante?

No podía imaginárselo entonces. En ese momento, había estado completamente seguro de que él sería quien llegaría más lejos, de que sería el mejor y más grande pirata de todos los mares. Y durante mucho tiempo estuvo creyendo que así sería.

¿Y él? ¿Ese niño debilucho quería ser también un pirata? ¿Y qué sería lo que haría? ¿Estirarse como un chicle? ¿Acaso eso podría impresionar a alguien?

Ace revolvió el pelo de Luffy una vez más, de forma amistosa y cariñosa a partes iguales. Después siguió caminando, dejándole esa enorme e infantil sonrisa dibujada en la cara.

Luffy no tardó en seguirle. Estaba tan contento de volver a verle que no quería separarse de él. No ahora.

Ace no se opuso, al contrario. Ambos caminaron durante un rato, casi en silencio. Un silencio que decía mucho más que cualquier palabra. No obstante, esos silencios no duraban para siempre. Ace sonrió.

¿Un poder capaz de convertir a un hombre en un ser elástico como la goma...? No dejaba de pensarlo. ¿De qué podría ser capaz con semejante poder...?

Ace volvió a mirar a su hermano. Luffy se había echado los brazos hacia arriba, entrelazando los dedos por detrás de la nuca. No parecía nada preocupado y, en efecto, no lo estaba. Siempre le fascinó la seguridad que destilaba ese chico.

Le fascinó también la respuesta que le daba siempre a esa pregunta.

Ace se lo preguntó un par de veces durante ese tiempo, hasta que la insistencia de la respuesta de Luffy acabó por convencerle del todo.

Ace siempre le preguntaba si no estaba triste. Si no se acordaba de ellos. Si no sentía lástima.

Luffy, contrariado, siempre había respondido lo mismo. Que por qué debía estarlo. Por qué debía sentirse triste por algo, si había vivido todo cuanto quería. Su vida había sido una aventura en sí misma y estaba orgulloso de ello.

Su vida había sido la travesía que él siempre quiso recorrer. Un viaje incierto lleno de tragedias, caídas, contratiempos, pero sobre todo, alegría, risas y buenos amigos.

Ace se sorprendió una vez más de su seguridad. Las primeras veces había vuelto a insistir en el tema. Pero Luffy había seguido diciendo lo mismo.

Él no estaba triste por ellos, y sus nakama tampoco debían de estarlo por él.

Vivió todo lo que quiso y arriesgó lo que fue necesario para vivir como siempre soñó desde que era un niño. Nadie debía de estar triste habiendo logrado cumplir su sueño. Nadie debía estar triste habiendo tenido y compartido la mayor aventura de su vida.

Ace no había dicho nada. Luffy únicamente añadió una última frase, como si quisiera que su hermano se sintiera más tranquilo. Y Ace sólo pudo responder con otro largo silencio.

Por qué debía estar triste por sus nakama, le dijo Luffy. Si algún día ellos llegarían hasta allí para volver a encontrarse, dentro de mucho mucho tiempo, y él les esperaría. Les esperaría el tiempo que hiciese falta, pues ahora tenía toda la eternidad para hacerlo.

Por qué sentirse mal si algún día podrían volver a navegar como una tripulación, por siempre, juntos en ese lugar que sigue tras el fin de todas las cosas.

Pese a los años que pasasen, Luffy los seguiría viendo como a sus nakama, los mismos.

Ace no había sido capaz de decir nada. Sólo se quedó pensativo una vez más. ¿Qué poder era ese que convertía a un hombre en goma...?

Ace le dio un pequeño empujón a Luffy y después le pasó el brazo por los hombros, acercándole más a él. Siguieron caminando por esa tierra un rato más, esa tierra antinatural que sigue tras el fin de todas las cosas.

Estuvo seguro un tiempo de que él sería el mejor y más grande pirata de todos los mares, pero se había equivocado. Y se alegró de equivocarse, como nadie en el mundo sabía mejor que él mismo.

El mayor pirata de los mares estaba junto a él y no podía estar más orgulloso de ello.

Luffy, el hombre de goma, no dejaba de sonreír.

El hombre de goma cuya fama se estiró casi tanto como él mismo.

Qué gran habilidad aquella que le permitió llegar a Raftel. Qué gran habilidad era esa que le ayudó a conseguir el One Piece y a convertirse en el Rey de los Piratas. El mejor y más grande pirata, con una habilidad que ahora muchos querrían tener y que sería eternamente recordada, como él y su tripulación.

No había que estar tristes, pensó Ace. Sus nakama siempre se acordarían de él, hasta el día del fin de todas las cosas. Dentro de mucho mucho tiempo, la tripulación se reuniría.

Mientras tanto, estarían juntos. Y Ace se volvió a reír. Cuánto le había echado de menos.

Paciencia. Solo era cuestión de esperar. Algún día, Luffy, pensó Ace. Algún día tus nakama nos alcanzaran y nunca os volveréis a separar. Cuando eso pase, jamás dejaréis de navegar. Pero eso necesitaba tiempo y de tiempo ambos disponían, de todo el que hubiera en el mundo.

 Todo el que hiciera falta esperar.

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