ೃ✭ Capítulo 7 ೃ✭
Aquel mismo día, el jefe de seguridad de Jin, Chen Siwon, fue a verlo después de la cena. Se mostró tenso, algo poco habitual en él.
—¿Te preocupa algo? —le preguntó Jin con el ceño fruncido.
—Tal y como pediste, uno de mis hombres ha estado vigilando al señor Min y ha charlado con una de sus vecinas —le contó Siwon—. Por casualidad, se ha enterado de algo que, seguramente, tú ya sabes, pero…
—¿De qué se ha enterado? —preguntó.
—De que el señor Min tiene un hijo.
Seok Jin lo miró sorprendido.
—La mujer con la que vive tiene hijos.
—Al parecer… cuando el señor Min llegó a vivir aquí estaba embarazado. El niño más pequeño… es suyo.
De repente, se sintió como aturdido y no pudo pensar con claridad.
Parpadeó rápidamente para intentar concentrarse. YoonGi tenía un hijo, un hijo de otro hombre. Había estado con otro hombre. Seok Jin pensó que no tenía que haber ido a verlo antes de haber recibido el informe de Park. Aquel era el resultado de su ridícula impaciencia. Enfadado, se dijo que lo mínimo que podía haber hecho el era contárselo.
Apretó los labios y después llamó por teléfono a Park Jimin, que le confirmó sin dudarlo que YoonGi tenía un hijo, pero que todavía no había conseguido una copia de la partida de nacimiento y que, por ese motivo, no podía darle más detalles.
¿Por qué no le había contado YoonGi que era padre? Al fin y al cabo, había tenido la excusa perfecta para no reanudar su relación, ¿por qué no la había utilizado? ¿No se le había ocurrido pensar que él no querría volver a su lado si tenía un hijo? Seok Jin se puso en pie. Estaba furioso porque YoonGi había conseguido algo casi imposible: ponerlo en ridículo.
Jamás habría vuelto a acostarse con el si hubiese sabido que tenía un hijo. ¿No estaría planeando volver a atraparlo utilizando el sexo para después confesar que era padre?
YoonGi se metió en la bañera y pasó las manos por las burbujas que había sobre la superficie del agua. Era su noche, en la que se dedicaba a hacer lo que más le gustaba. Los niños estaban en la cama, la cocina estaba limpia. Iba a acurrucarse en el sofá a ver una película romántica y a comer mandarinas. Aunque ya no creyese en el amor, tenía que reconocer que era un género que todavía le gustaba.
Se estaba secando cuando oyó el timbre. Hizo una mueca y se puso la bata para bajar las escaleras, descalzo, con prisa para que no volviesen a llamar y despertaran a los niños. Jihun tenía el sueño ligero y si se despertaba tendría que dejarla ver los dibujos animados un rato antes de que se volviese a dormir.
Abrió la puerta y se puso tenso. Era Seok Jin, vestido con unos vaqueros y una chaqueta de cuero. YoonGi no estaba acostumbrado a verlo sin traje, pero en vez de fijarse en su ropa, pronto le llamó la atención la expresión de su rostro. Tenía los ojos muy brillantes y las mejillas encendidas.
—¿Por qué no me has contado que tienes un hijo? —inquirió con brusquedad.
YoonGi palideció y abrió la puerta para dejarlo pasar, consciente de que aquella era una conversación que no podían tener allí.
—Será mejor que entres.
—Por supuesto que voy a entrar —replicó, avanzando por la casa con paso decidido y abriendo la puerta del salón como si estuviese acostumbrado a estar allí.
«Lo sabe», pensó YoonGi consternado. «Lo sabe y está furioso».
Seok Jin, que estaba justo delante de la ventana, se giró y lo fulminó con la mirada, como si se sintiese muy ofendido.
—¡Jamás te habría tocado si hubiese sabido que habías tenido un hijo con otro hombre!
«Un hijo con otro hombre». YoonGi se relajó un poco al oír aquello, ya que su secreto seguía a salvo. Como era evidente, a Jin no se le había ocurrido pensar que el niño podía ser suyo.
—Sí, tengo un hijo —le confirmó—, pero no me parece que sea asunto tuyo…
—Por supuesto que es asunto mío, ¡te he estado pidiendo que regreses conmigo! —le espetó.
Así que no lo quería si tenía un hijo.
Aquello tampoco le sorprendió. Tal vez hubiese querido un hijo legítimo de Hana, pero solo porque tenía que preservar su linaje y porque quería tener un descendiente que heredara su imperio. Que el supiese, no le gustaban ni le interesaban los niños. Tenía sobrinos y sobrinas, porque al menos dos de sus hermanas estaban casadas y tenían familia, pero nunca había hablado de ellos de manera positiva. YoonGi solo lo había oído quejarse de que hacían mucho ruido, que planteaban problemas y eran indisciplinados cuando los mayores se reunían.
—No tenía por qué informarte de que tenía un hijo, ya que no quería volver contigo —contestó con naturalidad, ya no se sentía amenazado.
—¿Y lo de esta tarde? —le preguntó él.
—Te he dicho que había sido un error —le recordó YoonGi—. Un error que, evidentemente, no se volverá a repetir.
Seok Jin lo estudió con la mirada, tenía el rostro rosado, estaba despeinado y, sin duda, no llevaba nada debajo de aquella bata. Al moverse, la tela se le pegó al cuerpo y se le marco la curva de su trasero, y en cuestión de unos segundos Seok Jin volvió a enloquecer de deseo.
—¿Quién era él?
—Eso no importa.
Seok Jin seguía furioso. Respiró despacio, profundamente.
—¿Cuántos años tiene el niño? —volvió a preguntar, sin saber por qué, no tenía ningún motivo para querer saberlo.
—Un año —respondió YoonGi, quitándole un par de meses a Jeongguk para que Seok Jin no sospechase que podía ser suyo.
Él se quedó pensativo y apretó los labios.
—Supongo que estuviste con él de rebote cuando me dejaste a mí.
—¡No eres el centro del universo! —replicó YoonGi, poniéndose a la defensiva.
—Pero es evidente que no sigues con él…
—No todos los hombres están hechos para ser padres —le dijo.
—Lo mínimo que puede hacer un hombre es mantener a sus hijos —declaró Seok Jin—. Es la obligación más básica.
—Bueno, pues no es el caso…
YoonGi estuvo a punto de recordarle a Seok Jin que su propio padre no lo había hecho, pero prefirió no enfadarlo todavía más.
—En cualquier caso, tenías que haberme contado que tenías un hijo nada más verme. Eso lo cambia todo, no lo puedo aceptar.
No pudo evitar sentirse culpable, un niño no era un trofeo ni una forma de venganza. Un niño era solo un ser humano pequeño, al que, tal vez en unos años, no le gustaría la decisión que había tomado su padre.
El día siguiente empezó con una sorpresa para Seok Jin, cuando le llegó por fax la copia de una partida de nacimiento.
Min Jeongguk, un varón de quince meses, hijo de Min YoonGi. Jeongguk era el nombre de su propio abuelo y la edad del niño señalaba la fecha en la que había sido concebido.
Seok Jin esperó a que se imprimiesen las demás páginas del informe que le acababan de enviar. Le temblaban las manos de la rabia. Estaba tan enfadado, tan sorprendido, que quería romper algo.
Había confiado en YoonGi y este lo había
traicionado. Intentó tranquilizarse para poder ser objetivo con los hechos. Ningún método contraceptivo era completamente infalible, eso lo sabía. No obstante, siempre había tenido cuidado para no verse atrapado en aquella red por algo tan básico como la biología.
YoonGi había estado tomando la píldora, pero los efectos secundarios habían hecho que la cambiase por un implante en el brazo. En resumen, Seok Jin le había confiado la responsabilidad de la contracepción, y que era posible que el también hubiese sido víctima del margen de error. Dejó el informe, se metió en la ducha y, debajo del chorro de agua caliente, intentó hacerse a la idea de que tenía un hijo.
Un hijo ilegítimo. Eso no le gustaba. En absoluto. En ese aspecto era muy rígido, y era consciente de lo mucho que había sufrido su hermanastra por no haber tenido padre y por no haber sido aceptada en la familia. Los tiempos habían cambiado y el mundo en general era mucho más abierto, pero en la familia Kim, todo lo relativo a las herencias, el estatus y el honor seguía siendo muy importante.
Lo que más lo sorprendía era que YoonGi le hubiese mentido. Terminó de leer el informe, en el que se enteró de que habían tenido que operar a su hijo, de cómo se organizaba YoonGi para cuidar de él y del mal carácter que tenía la mujer con la que convivía, y decidió llamar cuanto antes a su equipo jurídico en Londres. Una vez terminada la conversación, Seok Jin supo cuáles eran sus opciones, muy pocas, y se sintió como un volcán a punto de estallar. Estaba en una situación que él jamás habría elegido y, lo peor de todo, en una situación que no podía controlar.
Lucharía sucio si hacía falta. YoonGi lo había tomado por sorpresa, pero Jin sabía cuáles eran sus prioridades.
Esa misma mañana, YoonGi se sentía fatal porque no había pegado ojo en toda la noche, y estaba sentado en la cocina, tomándose un té, cuando bajó Suran bostezando.
—He hecho algo horrible —le confesó a su prima, dándole todos los detalles—. Ya lo sé, no tenía que haberle dicho a Seok Jin que Jeongguk era hijo de otro hombre…
—¿Cómo se te ha ocurrido?
YoonGi gimió.
—Me sentí arrinconado y amenazado. Así que lo dije sin pensar, pero sé que Jin se va a poner furioso cuando se entere de la verdad. Le voy a mandar un mensaje para que venga a hablar conmigo.
—Será lo mejor. Quiero decir… que tenías que habérselo dicho desde el principio. ¿Y si no se lo cuentas y, con el paso del tiempo, Jeongguk decide que quiere conocer a su padre? —le preguntó Suran nerviosa—. Sé que Kim te hizo mucho daño, pero eso no significa que no pueda ser un buen padre.
Suran no le estaba diciendo nada que no hubiese pensado ya durante la noche. La vuelta del pelinegro a su vida lo había cambiado todo. Ya no podía ocultarle la verdad y fingir que Jeongguk era hijo de otro hombre. Avergonzado por su cobardía, tragó saliva y tomó su teléfono móvil.
Esperaba que Seok Jin no hubiese cambiado de número.
«Tengo que hablar contigo hoy mismo. Es muy importante.»
Seok Jin le respondió:
«A las once en tu casa.»
Era evidente que YoonGi iba a contarle la verdad. Jin sonrió, pero no se sintió impresionado. La verdad llegaba con más de quince meses de retraso.
Tengan buen inicio de semana. ( ◜‿◝ )♡
Besos y cuídense mucho. ♥
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