=》Capitulo 22

Los Haitani se habían ido a la cámara de Sacerdotes para saquear absolutamente todo.

Tu tenias total libertad en aquel departamento en el que te habían torturado.

Pero no salías de la habitación y mucho menos de tu cama, tenías miedo. Demasiado.

En el pasillo fuera del departamento habían guardias de seguridad que tomaban turnos para cuidar el lugar.

Te habían asignado a una señora que te hiciera tus tres comidas al día, y tenías ropa como para hundirte en ella

Pero no querías salir de aquellas cuatro paredes que te rodeaban.

No lograbas dormir bien, por tu cabeza pasaban miles de escenas de aquellos hermanos haciéndote lo peor de lo peor.

Si antes deseabas estar junto a ellos, ahora te daban asco.

Entra la señora del aseo a dejar tu comida en la pequeña mesa de la habitación.

—Señorita _____, lleva desde ayer no ha comido nada... —murmura la mayor

—No tengo apetito

—Pero debe cuidar su alimentación, no es bueno que una jovencita como usted no coma apropiadamente —dice la señora tratando de hacer que comas algo.

Y no se equivocaba, siempre que entraba para dejarte un plato de comida ahí estaba el anterior intacto.

—Disculpe pero a usted no debe importarle si como o no

Le dices a la señora dándole la espalda esperando a que se vaya la de habitación.

—Los señores me mataran si usted no come —confiesa con miedo la señora

Te mira directamente a los ojos, lograste notar un gran miedo en sus ojos y sinceridad en sus palabras.

—Bien, comeré...

Murmuras bajo, algo que no querías hacer es causarle problemas a los empleados, ya que aquel par no tendría piedad con ellos.

Mientras tanto los Hermanos Haitani's ya estaban llegando al lugar, listos para matar a cualquiera que les atravesara en sus camino y robar absolutamente todo.

Te habías hecho amigos de las empleadas de limpieza, les ayudaba a cocinar y a limpiar.

Fue algo que te ayudó para despejar tu mente.

Aquella niña de casa que nunca fuiste con tus padres lo eras ahora. Y te arrepentias totalmente.

Si antes solo estabas en el teléfono desde que te levantaba, ahora te levantaba a preparar tu desayuno y a limpiar la casa.

Hacías tus cosas y te pusiste un proposito, aprender algo nuevo.

Y gracias a las señoras que te cuidaban empezaste con el hermoso arte de la pintura.

Te dedicaba más tiempo a ti y cuidarte, dejar de tomar tanto y empezar a hacer las cosas bien.

Aquella vida que tanto odiabas era la que estabas viviendo, y no era tan mala como parecía.

—Señorita _____ —te llama una de las empleadas de la cocina —Le parece bien que le traiga mañana nuevas pinturas para terminar su cuadro

Pregunta la mayor con una sonrisa en el rostro, verla tan amable contigo te hizo recordar a tu madre.

Y que si tal vez no hubieras sido tan grosera con ella pudiste haber tenido una relación madre e hija igual de bonita.

—Se lo agradecería mucho

Respondes con una sonrisa, al día siguiente te sientas frente al gran ventanal de cristal con vista hacia la ciudad para empezar a pintar un poco.

Llevabas poco más de mes y medio empezando con esto, y poco a poco ibas mejorando. Y también como dos meses sin ver a los Hermanos.

Ese día estabas empezando tu pintura y el lugar era absoluto silencio como de costumbre.

Pero era un silencio incómodo para ti.

Cuando por detrás de ti llegan los hermanos, y al escuchar sus voz hizo que soltaras el pincel y quedaras totalmente quieta por el miedo.

—Volvimos —te susurro Ran

—Que hermosa pintura —musito Rin

—Si querías lienzos mejores y mejores pinturas que estas les hubieras dicho a mis hombres —dice Ran

—No... era necesario —murmuras con la cabeza baja

—Buena chica~ —Te dicen Rin al oído.

Te sentías atrapada por ellos dos, eran dos depredadores cazando a su presa.

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