Estabas llegando a tu casa, eran las dos de la mañana, metiste la llave de la puerta despacio.

Abriendo lo más cuidado posible para que tus padres no escucharán el ruido.

Cuando cerraste la puerta, viste como la luz de la sala se encendió, tus dos padres estaban en la sala cruzados de brazos, regañandote con la mirada.

Rodaste los ojos al saber lo que vendría.

— _____, que son estas horas de llegar — regaña tu madre

Los dos te vieron de pies a cabeza, tenías el cabello desarreglado, el labial corrido y tu blusa mala puesta, sin contar la cantidad de chupetones  y mordidas que tenías en la clavícula, hombros y cuello.

— ¿Otra vez? — pregunta tu padre

— Ya ya, si siguen enojados se quedarán calvos — dices con burla

— _____, te estamos hablando, esto no es un juego — reclama la mayor

— Lo siento, pero realmente no me importa sus opinión, ahora si me disculpan, necesito un baño

— ¡_____, vuelve aquí! — escuchaste la voz de tu padre.

Rodaste los ojos caminando de mala gana hacia el sillón que estaba enfrente de tus padres.

— Ya escuche sus sermones, que mas piensan decirme — dices de mala gana

— Cuántas veces te tenemos que decir que nos hables con respeto — dice tu padre tratando de calmarse — Sabemos que ya eres mayor de edad, y que quieres saber sobre el sexo

— Pero mientras vivas bajo nuestro techo, no harás lo que tu quieras — interrumpe la mayor

— Si quieren me voy a la calle, fácil puedo buscar con quien pasar la noche — dices tranquila

— _____, mañana es domingo, te quiero a primera hora levantada — responde tu madre

Te quejaste, no te gustaba levantarte temprano.

— Aquí cerca hay una iglesia, así que te quiero presentable por qur iremos los cuatro juntos, tu hermana menor también vendrá — dice tu padre

— No quiero, que voy a hacer a una iglesia — te quejas

— No te estoy diciendo si quieres ir, te estoy diciendo que vas a ir, y te quiero con un vestido, tu ves como te cubres esas marcas

Te regaña tu madre apuntando a los chupetones y mordidas bastabas visibles en tu piel.

Sin decir nada más, los dejas con la palabra en la boca para ir a bañarte y dormir.

Lograste dormir seis horas, te terminaron levantando a las ocho, lo primero que hiciste fue arreglarte.

Ya te habías bañado la noche anterior, no lo harías otra vez solo por seis horas, te pusiste un vestido blanco que te quedaba arriba de la rodilla de tirantes.

Y con maquillaje ocultaste las marcas en tu piel, al igual que ocultaste las ojeras, te viste en el espejo, te gustaba tu cuerpo, tu figura. Eras segura d ti misma.

— _____, ¡ya nos vamos! — escuchaste la voz de tu hermana menor.

— Ya voy Irene — le dices.

Tu hermana menor, llamada Irene de tan solo 15 años.

Emprendieron camino hacia el lugar la iglesia, era una reconocida, y grande por supuesto.

Estaban entrando, todo estaba vacío, cuando visite a dos personas acercarse a ustedes.

— Buenos días, mi nombre es Ran y el es mi hermano Rindou, ¿se les ofrece algo? — pregunta

— Si... ¿De casualidad no había hoy misa?

— Disculpe eso, pero tuvimos que cancelarla por problemas, lamento que hayan venido hasta aquí por nada ¿por que no pasan a tomar algo? — sugiere Rindou.

Tu desde atrás de tus padres no prestaba atención, solo estabas en el teléfono.

Pero, Ran y Rindou se habían fijado en ti.