Cuentos para dormir
Era un día soleado en Yokohama. La brisa movía los árboles en los parques, el ruido de los motores de los diferentes vehículos sonaba como una música de fondo no deseada, opacando el canto de los pajaritos y las voces de los transeúntes. Un día más como todos los demás.
No obstante, nadie se imaginaba que toda esa normalidad se vería opacada en un instante...
El suelo tembló intermitentemente, como si grandes pisadas hicieran eco como golpes a un tambor. Se escucharon gritos colectivos y pronto sucedió lo inimaginable: un enorme dragón azul apareció, más alto que las torres más altas de Yokohama, incluso más alto que las oficinas de la Port Mafia. El inmenso monstruo escamado abrió sus fauces con la intención de rugir y pronto apareció otro dragón, rojo como la sangre, que se subió sobre la espalda del primer dragón y ambos abrieron sus fauces y escupieron fuego sobre toda la ciudad, cuando...
— ¡Osamu, Chūya, es hora de la siesta!
— ¡Pero estabamos a punto de destruir la ciudad, señorita Agatha! —la mujer rio en voz baja cubriendo su boca con su celular, con el que acababa de tomarles una foto a ambos niños en sus pijamas de dinosaurio, rodeados de edificios de cartón y legos, los cuales simulaban a la ciudad en la que estaban. Afuera se iluminó brevemente; un relámpago seguido de otros dos y luego, cayeron varios truenos asustando a los pequeños que corrieron gritando a esconderse tras su falda.
— Vamos, vamos. ¿Les gustaría escuchar una historia para dormir? Entonces cuando despierten, tal vez no haya más truenos —ambos nenes la miraron con sus grandes ojos esperanzados y luego se miraron entre sí con complicidad, tomando cada uno una de las manos de la rubia y siguiéndola a la habitación.
— ¿Habrá dragones? —dijo Chūya brincando sin soltar su mano.
— Puede haber uno.
— ¿Y un hombre tigre? —añadió Osamu, agitando a la mujer por la mano a la que este se sostenía.
— Está bien. ¿Algo más?
— ¡Yo quiero ser el héroe que no es villano, pero que parece villano y se une a los malos, hasta que venga su compañero héroe a buscarlo! —insistió el castaño.
— Entonces, ¡entonces yo seré el héroe que lucha con dragones! —agregó Chūya.
— Claro que sí, mis pequeños —ya en la habitación, acomodó a los niños en sus bolsas de dormir con sus peluches. Ellos acomodaron a los peluches como si fueran un público listo para escuchar el cuento. Había un peluche de tigre blanco, un perro negro y tres pequeños ratones cosidos juntos comiendo manzanas—. Érase una vez en la ciudad Portuaria de Yokohama, ocurrió un conflicto al que se denominó "cabeza de dragón"...
De esa manera, Agatha le narró a los pequeños a su cuidado, la historia de la "manzana muerta", haciendo que al final, cayeran rendidos al mundo de los sueños envueltos en un abrazo el uno al otro, con sus peluches rodeándolos y una cálida manta cubriéndolos del frío, mientras la lluvia por fin caía apacible a través de las ventanas.
Fin.
*la historia está inspirada en el arte de @gabbage en twitter, disponible al inicio en la galería.
**la imagen en la galería vendría siendo similar a la foto que toma Agatha al verlos jugar.
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