━Capítulo Trece



















❝ 𝐓𝐎𝐃𝐎𝐒 𝐇𝐄𝐌𝐎𝐒 𝐒𝐈𝐃𝐎 𝐄𝐆𝐎𝐈𝐒𝐓𝐀𝐒 𝐀𝐋𝐆𝐔𝐍𝐀 𝐕𝐄𝐙 𝐄𝐍 𝐋𝐀 𝐕𝐈𝐃𝐀 ❞































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〘 ✰.༄☼︎ 𝐂𝐚𝐩𝐢𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟑☼︎༄.✰ 〙

–— familia —–

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22 de Diciembre, 1976
V

ACACIONES.
Sexto Año.

LAS VACACIONES ERAN LAS PEORES, SEGÚN ADELAIDE. Odiaba tener que ir de nuevo a su "hogar" porque volver allí era volver a su infierno personal. Tenía que soportar los malos tratos tanto de su madre como de su padre y el odio de su elfo doméstico Kreacher solo por seguir frecuentando a su traidor hermano.

Todo eso la hacía odiar irse de Hogwarts, preferiría vivir allí el resto de su vida que en esa horrible mansión.

Como todos los años, los hermanos
Black iban en la parte trasera del tren. Tal vez Adelaide se sintiera más cómoda si solo fueran ellos dos pero, para su desgracia iba toda la pandilla del menor de los Black. Después de todo ellos támbien tenían que estar a tiempo para el gran anuncio de la familia Black.

Obviamente los comentarios de mal gusto no faltaron. Todos se le quedaban viendo de mala manera, o simplemente la molestaban con sus amigos.

Ella solo los ignoraba y miraba por la ventana con la mirada perdida. Tenía tanto en la cabeza como para ponerles atención a todos esos idiotas.

—¿Entonces pensaron en la oferta que se les ofreció?

—Mis padres dijeron que iba ser un honor servirle a él —respondió Adrian Avery con una sonrisa orgullosa —. Sin embargo, dijeron que el próximo año estaría bien hacerlo. ¿Y los suyos?

—Estuvieron de acuerdo pero támbien dijeron que al menos esperaba cumplir los diesciseis —siguió Regulus teniendo un ligero asentimiento por parte de su amigo —. Para mi es un honor poder ser parte de algo tan grande.

—¿Qué dices tú, Evan?

El rubio solo veía embelesado a la pelirroja frente a él, completamente en su mundo. Realmente Adelaide Black era  preciosa en todos los sentidos, lastima que tuviera un cáracter algo fuerte.

—Lo haré junto a ustedes —respondió volviendo en sí sin perder de vista a la Black —. El señor no le dara gusto que nuestra familia se una a su bando, ¿o tu que dices, cariño?

La pelirroja se giró confusa lo único
que distinguió fue el apodo tan meloso con el que Evan se refirió a ella.

—Si me disculpan, necesito ir al tocador —comentó Adelaide con una sonrisa fingida levantandose para después irse por el pasillo.

Como si de flash se tratará el rubio ya se encontraba de pie dispuesto a seguirla a no ser porque Regulus sin proponerselo lo tomó con fuerza del brazo frenandolo.

—¿A dónde crees que vas?

—Solo quiero ir a charlar un poco con mi prometida —argumentó Evan con una sonrisita ilusionada, antes de tener el asentimiento del pelinegro —. Es hora de que nos vayamos conociendo, ¿no lo crees, cuñadito?

Luego de eso el rubio continuó por el pasillo hasta que llegó a la parte que estaba en el fondo, un compartimiento pequeño donde estaba el tocador tanto de hombres como el de mujeres. Unos minutos después salió la pelirroja.

Instantaneamente unas manos la obligaron a quedar atrapada entre la pared y Evan. Literalmente la tenía aprisionada contra él y ella no podía hacer nada que no fuera pelear.

—¿Eres conciente de que estás acosandome, no?

—¿Acosando a mi propia esposa? —cuestionó haciendo una mueca de burla, rodando los ojos —. Yo creo que no hay nada de malo en eso, amor.

—En primera no soy tu amor, en segunda eso claramente es acoso y en tercera no estamos comprometidos ni nada —exclamó molesta, golpendo su pecho para que se quitará de encima suyo —. Ahora quitate antes de que le grité a Regulus que estabas acosandome.

—No sabes cuanto me encanta que pelees siempre eso te hace ver más sexy, mon amour —comentó Evan con una sonrisita coqueta acariciando con su pulgar la comisura de sus labios rojizos —. Que suerte tengo de ser tu prometido, eres demasiado para ese mestizo.

Tomando valor de cualquier parte la pelirroja le soltó tremenda cacheteada a Evan. Nadie le iba a estar coqueteando sin su consentimiento y menos un gran imbecil como Rosier. Y mucho menos iba  a permitir que hablara mal de Remus.

—Mestizo o no es mejor novio que tú.

—Creo que es hora de que vayamos dejando las cosas claras, Adelaide —empezó a decirle con la mirada algo oscurecida antes de tomarla de las muñecas con fuerza —. Me gusta tener el control, crel que ya lo sabes. Yo voy a ordenar y tú me vas a obedecer. Ahora yo soy tu esposo así que olvidate de tú estúpidito noviecito, ¿me oíste? ¿Qué te parecen unos besos para empezar?

—¿Qué? ¡No, dejame! —exclamó Addy sintiendo los labios de Rosier recorrer su cuello dejando chupetones —. ¡Evan!

—Bueno, me esperare a la boda —comentó con aburrimiento a la vez
que se separaba de ella y se iba en la dirección contraria.

Addy sintió que el alma le regresaba al cuerpo y cuando menos lo esperó ya se encontraba en el suelo del tocador con el rostro escondido entre las rodillas y su espalda apoyada en la puerta.

Empezó a llorar y odiarse a si misma, ¿cuando dejarían de verla los hombres como un jodido objeto para usar? Talló su rostro una y otra vez sintiendose una inútil por no poder defenderse y evitar que él pudiera besarla como si nada.

—Remus, te extraño...


















































































































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Volver a Grimmauld Place 12 no solo
era volver al infierno en la tierra si no támbien era volver al mundo muggle.

Cuando bajaron del tren con sus maletas lo primero que vieron fue a la familia Black. Walburga y Orion Black estaban a unos pocos metros esperando que sus hijos se acercaran a saludar. La mujer se abanicaba molesta con un gran abanico.

—Madre, un placer volverla a ver —comentó Regulus con una sonrisa de oreja a oreja besando la mano de su madre y haciendo una reverencia a su padre —. Padre, un gusto verlo.

Adelaide solo hizó una reverencia sin tantas ganas para ellos. Walburga hizó un gesto desinteresado, estaba molesta con su hija por lo que Regulus le había comentado anteriormente. De hecho esa fue la razón por la que quisieron que los planes del compromiso se adelantaran.

Al encontrarse con la mirada de su madre, Addy supó que no le iría muy bien al llegar a su casa y que tendría un regaño de esos que Walburga le daba.

—Evan, ¿cómo has estado? —preguntó Orion al ver acercarse a su futuro yerno, rápidamente estrecharon sus manos —. Me alegra volver a verte muchacho, que grande estás.

—Muchas gracias, señor Black —respondió el rubio tomando a Adelaide de la cintura sin avisarle —. Addy y yo estamos muy contentos por nuestro compromiso. Resulta que ambos somos el uno para el otro, ¿no, linda?

—Claro que sí, Evan —soltó ella con
una sonrisa fingida que logró convencer a su padre —. El uno para el otro.

—¿Tus padres vinieron a recibirte? —preguntó Walburga mirando espectante al chic rubio —. Me gustaría que nos acompañaran a nuestro hogar para tener una animada charla antes de hacer el anuncio del compromiso.

—Por supuesto, están por allá.

Walburga hizó un asentimiento de agradecimiento y sin importarle que
su hija estuviera frente a ella con una expresión melancolica en su rostro le sacó la vuelta y se encaminó junto a su esposo para ir con sus consuegros.

—¿Quisieras darnos algo de privacidad, Regulus?

El pelinegro rodó los ojos molesto y
se dirigió con otros de sus amigos para perder el tiempo en lo que sus padres charlaban con los padres de Evan.

—Por fin se fue...

—Dejame tranquila, Rosier —pidió Adelaide separandose un poco de él —. Sabes que lo nuestro no funcionara, no te amo y eres una basura de hombre. Ni siquiera tú quieres casarte, solo lo haces por tus padres.

—Te equivocas, preciosa. No me
importa casarme tienes razón, no soy buen marido pero al menos te voy a tener para mi solito —respondió con una sonrisa socarrona poniendose enfrente de ella para tomarla de la cintura —. Contigo de esposa no quiero nada más. Una lastima de lo que se perdió ese pobre idiota. Manjar me tocó a mí...

Después de eso empezó a acariciar su cabello, poniendo uno de sus mechones rebeldes tras de su oreja para luego acariciar la comisura de sus labios.

La mirade odio que le daba Addy no
era normal, basicamente quería matarlo a apuñaladas con él pero támpoco era como que pudiera rechazarlo si sus padres los estaban viendo. No quería que su madre la regaña más por hacer un desplante a las muestras de cariño
de su futuro esposo.

Asi que solo dejó que sucediera lo que tenía que suceder. Evan se inclinó un poco para estar a su altura y rozó sus labios contra los suyos. Ella apesar de que no quería hacerlo se obligó a imitar sus movimientos respondiendo al beso.

Sentía la agresividad con la que Evan movían sus labios y su mano estaba en su cuello obligandola a continuar.

Al separarse la chica tenía los ojos llorosos, respiraba con díficultad y sus labios estaban rojizos.

—¿Ves? No era tan díficil besarnos —comentó Evan alzando sus hombros con aburrimiento antes de tomarla de la mano y obligarla a caminar —. Ahora es momento de que conozcas a tus suegros.














































































































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Adelaide solo se abstenía de hablar a menos que lo ameritara. Nada mejor
que hablar con sus futuros suegros, los Rosier. Al igual que Walburga, amaban el dinero por su puesto, la pureza de la sangre y pensaban unirse al bando del que no debe ser nombrado en unos años más tal vez.

Ni idea de lo que estuvieran diciendo solo movían los labios y Addy veía a otra parte con la mirada perdida agotada de ser tratada como una muñeca que solo servía para estar en un aparador. Era una muñeca preciosa de colección que casi todos los coleccionistas querían.

A su lado tenía a Evan Rosier, rodeando su cintura con uno de sus brazos de forma posesiva. Simulando ser solo dos jovenes que se amaban sin más.

Decidida a irse de ahí se pusó de pie para sorpresa de sus padres y de los Rosier por la brusquedad de sus actos.

—Si me disculpan quisiera ir a descansar, el viaje fue largo —se
excusó la pelirroja haciendo una reverencia a los presentes.

—Te acompaño, cariño.

Addy no dijo nada ante la sugerencia de Evan, solo empezó a alejarse de la sala seguida del rubio. Las miradas por parte de sus padres no faltaron, para aquella mujer era obvio el desinteres que tenía la chica Black al joven Rosier.

Al llegar a su habitación Adelaide sintió que estaba a salvo dentro, aunque no del todo. Ese lugar mantenía en secreto todo ese dolor y contenía sus gritos.

—Ya me acompañaste, vete —pidió
ella de mala gana mirandolo con odio al rubio que estaba husmeando.

—¿A si? ¿Sin un besito de despedida?

—Largate de mi habitación, imbecil —exclamó empujandolo fuera del lugar antes de encararlo —. No te basto con besarme y tocarme sin mi permiso en la estación. Maldito degenerado sin pudor.

Y después de eso le cerró con todas sus fuerzas la puerta en la cara.

Le importaba poco si sus padres hubieran escuchado el portazo, ahora solo quería encerrarse en el baño y no salir de ahí jamás. O tal vez que la tierra se la comiera y la escupiera lejos.

Unos aleteos inquietos cercanos llamaron su atención. Kyora, su lechuza se removía inquieta en su jaula. Tal vez estaba asustada, aunque siempre que volvían a casa estaba asustada o solo era que tenía algo de hambre.

—¿Qué pasa, ojitos tristes? —preguntó Addy acercandose a la jaula con una sonrisa triste —. ¿Tienes hambre? Te daré de comer no te preocupes.

La pelirroja rebuscó en su maleta hasta que encontró las semillas de su mascota. Las pusó en su cacerolita y ella empezó a comerlas.

—Alguien estaba hambrienta por lo visto.

Después de eso pensó que un baño de agua caliente le ayudaría a calmarse así que rebuscó en su armario una prenda comoda. Entre tanto encontró una sudadera holgada, regalo de todos los Merodeadores del año antepasado. Tenía dibujados a un ciervo, un perro negro, una rata y por supuesto un lobo seguido de la frase:

"Te amamos, no dejes de pelear".

Abrazó la prenda con amor y lamentó que su amistad se viera interrumpida por algo como esto. Seguramente Sirius ahora la odiaba, por ser desvergonzada y salir con su amigo asi como por ser una traidora y dejar que sus padres hicieran con su vida lo que quisiera cuando claramente ella había dicho que ya no dejaría que la maltrataran así.

Minutos de escoger su ropa se metió a
la ducha y estuvó en la tina un buen rato disfrutando del agua caliente y dejando que su mente vagará.

¿Qué le esperaba de su futuro? ¿Con que cara volvería a Hogwarts? Claramente sus amigos no querían juntarse con ella y menos si estaba comprometida con un Slytherin. Probablemente después de su boda querían que de uniera al bando de Voldemort junto a Evan Rosier.

No se imaginaba una vida de ese modo.

Después de varios minutos salió ya más tranquila y limpia para recostarse en su cama metida en las cobijas. El sonido del viento helado goloeando las ventanas le resultaba tranquilizador y luego de estar  sollozando por lo que ahora era su vida se quedó profundamente dormida.
























































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Cuando se despertó la habitación estaba sumida en la completa oscuridad siendo sutilmente iluminada por las velas que tenía colocadas en las esquinas. Aunque ni eso mitigaba el frío de aquel lugar.

Al ver el reloj en la pared descubrió que eran las ocho de la noche.

Sentía los ojos pesados y unas tremendas ganas de dejar de existir de ser posible. Los Black ya deberían estar en la cena así que se dirigió a su tocador para lavar su rostro y cubrir cualquier imperfección que arruinara su rostro.

Después de todo Walburga siempre quería ver a su hija en condiciones de perfección porque los Black lo único que irradiaban era perfección.

Una vez estuvó arreglada se dispusó a
ir al comedor. Al bajar las escaleras vió retratos de las antiguas generaciones de la familia hasta los miembros recientes de esta como lo eran Regulus y ella, del mayor de los Black no se hablaba en esa casa. Luego de que huyera Walburga se encargó de no dejar rastro de Sirius.

Al llegar a la sala los Black estaban todos sentados en sus respectivos asientos degustando sus alimentos. Era gracioso que la mesa era bastante grande para cuatro personas. Walburga y Orion se sentaban a ambos extremos mientras que Regulus y Addy se sentaban el uno junto al otro por costumbre.

—Buenas noches —musitó Adelaide tomando asiento a un lado de Regulus, pero nadie le devolvió el saludo.

—Kreacher, sirvele su cena a Adelaide —ordenó Walburga con su tono mandón para seguir cortando su carne.

—Claro, ama —respondió el elfo antes de susurrar con malhumor al pasar por un lado de la pelirroja —. Kreacher debe obedecer a su ama, aunque su hija sea una sucia traidora. Kreacher odia a los traidores...

Adelaide se tragó sus palabras y se concentró en otra cosa que no fueran sus padres, mientras esperaba su cena jugueteaba nerviosa con sus manos.

—¿Qué crees que lograras con esa actitud de niña caprichosa? —espetó Walburga con molestia dejando de lado su plato para concentrarse en su hija.

—¿Disculpa?

—No te hagas la que no sabes de lo
que hablo Adelaide Calypso. Más te vale que le des una buena impresión a los Rosier, es una alianza poderosa y no voy a perderlos solo porque tú no quieres casarte con su hijo.

—Practicamente estás decidiendo por mí...

—Es mi casa, eres mi hija, te dí la vida
—exclamó Walburga realmente enojada señalandola acusadoramente con su dedo —. Eres una malagradecida. Deberías agradecerme por esto, si no fuera por mi terminarías casada con alguien inferior, muggle o mestizo. ¿Qué dirían de nosotros si pasará eso?

Orion y Regulus estaban concentrados en lo suyo. Ellos nunca intervenían en las discusiones de ambas mujeres, si no querían que se desquitara con ellos era mejor dejar a la mujer tranquila. Ellos solo hacían como que no pasaba nada.

—Me diste la vida pero no puedes decidir por mi, entiende que no soy un juguete —reclamó ella mirandola de mala forma, desafiandola con la mirada —. Yo no soy mi hermano para que hagas lo que se te plazca. No puedes vivir mi vida por mí, esta mal.

—Creeme que si lo harás, no querras que a tu mestizo lo expulsen de Hogwarts —respondió Walburga con tranquilidad volviendo a tomar asiento —. Creeme que hare lo imposible para mantenerte conmigo. Tú no nos dejarás como ese.

—Ahora veo porque Sirius se fue, vivir contigo es vivir con Satánas —comentó Adelaide con odio, hiriendo de cierta forma su impenetrable corazón —. Si él se fue eran por tus malos tratos y esa maldita manía tuya por querer vivir nuestras vidas porque la tuya fue tan desgraciada que no lo superás...

Después de eso Walburga se levantó hirviendo de colera dispuesta a alzar su varita y lanzarle un malefico. Para este punto le daba igual a la pelirroja, tal vez se podría decir que no era nuevo.

Sin embargo antes de que pudiera hacer algo Regulus se interpusó entre ambas mujeres pues no soportaría ver como su madre torturaba a su hermana justo en su cara sin importarle nada.

—Madre, lamento que todo sea de este modo —empezó a decir el pelinegro haciendo una reverencia de disculpa —. Adelaide se equivoco pero, un error lo comete cualquiera. Aún no procesa lo que esta pasando. Comprendela todo esto es nuevo para ella, no de un día para el otro procesas un compromiso.

Walburga rodó los ojos cansada de que siempre Regulus defendiera a su tonta hermana, quien siempre buscaba estar en desacuerdo con ella en lo que fuera.

Ella solo dejó su servilleta en la mesa
y sin decir nada más se retiró de la sala, seguida de su marido dejando a ambos hermanos Black solos en esa solitaria y enorme mesa.

Vivir ahí era un infierno y no se iba a cansar de decirlo.

—Lo tenía bajo control —refunfuñó la pelirroja por lo bajo ligeramente molesta tomando asiento —. Solo que...

—¿Bajo control? Si no intervengo te habría torturado hasta desfallecer —exclamó Regulus dandole una mirada dura y de hermano mayor —. Creo que no mides tus palabras. Addy si algo debes de aprender es cuando quedarte callada, ¿sí? No es alguien con quien puedas hablar a la ligera.

—Ciertamente lo ha echo tantas veces que no siento nada...

Después de eso solo hubó silencio
hasta que llegó el elfo domestico con
una bandeja de plata en la que estaba
la cena de la pelirroja.

—Kreacher trae su cena, señorita Adelaide —informó el elfo dejando la bandeja justo enfrente suyo con desden —. Kreacher espera que la disfrute.

—Gracias, Kreacher.

No hubó más reclamos, Addy se sentó a cenar tranquila frente a su hermano. El menor de los Black no quiso irse puesto que no quería dejar sola a su hermana en ese inmenso comedor.

—¿Sabes cuando es lo del compromiso?

—Por lo que escuché, planean anunciarlo la noche de Navidad —informó Regulus recordando vagamente una vieja conversación —. En dos días basicamente.

El ceño de la pelirroja se frunció y
luego pensó en todo el tiempo que ambos habian perdido y en lo mal que se trataron ese año escolar de Hogwarts.

—Lamento ser tan mala hermana e ignorarte a veces —susurró Addy con la mirada en el suelo avergonzada, cosa que sorprendió al pelinegro.

Regulus estaba a punto de responderle pero, comenzó a recordar que él le debía más disculpas de lo que pensaba. Fue él quien la separó de Remus, fue él quien le dijo a su madre que salía con un chico y fue él quien le comentó a Walburga que su hermana quería irse con Sirius lejos de Grimmauld Place.

¿Aquello tenía perdón? La respuesta era simple, no.

Estaba siendo egoista lo sabía a la perfección, pero no quería que uno de sus hermanos lo abandonara de nuevo
y lo dejaran podrirse en esa mansión.
La excusa era patética, pero no estaba dispuesto a que ella lo abandonará.

—Addy, lamento tantas cosas —
empezó a decirle con culpa sintiendo las lagrimas acumulandose en sus ojos —. Lamento ser un mal hermano, lamento separarte de Lupin, lamento que no te puedas ir de aquí por mi culpa. Espero y un día puedas perdonarme y sepas que te quiero. Nunca me abandonarías, ¿verdad, Addy?

—Reggie apesar de lo que pase entre nosotros, nunca vas a dejar de ser mi hermano —respondió casi en el mismo estado melancolico que él, abrazandolo —. Te quiero y eso nunca cambiara. No te abandonare, pero debes entender que  estar aquí solo me daña.

—Soy tan egoista contigo, perdón...

—Aw, Reggie —exclamó Adelaide con tristeza dandole palmaditas de aliento en su espalda —. Todos hemos sido egoistas alguna vez en la vida. Somos humanos y no podemos evitar sentir.
















































































































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CAPÍTULO TRECE PUBLICADO

HOLAAA MI GENTE BELLAAA,
¿cómo están? Espero y bien. Si me lo preguntan yo estoy a reventar de felicidad. Es gratificante volver a escribir después de un largo periodo de no poder hacerlo por la prepa o por falta de inspiración pero aquí estamos al pie del cañón 💪

Me propuse terminar a como diera este fic y eso intento hacer. Al menos ya le avanze un buen. AVISO que ya estamos a pocos capitulos del final del primer acto y se nos vienen cositas no tan buenas. Es aquí donde entran las advertencias del primer apartado *cofcofmaltratoyesocofcof*

Tengo otro fic de twd al que me gustaria que le dieran apoyo porque enserio lo amo "The Great War". Anyway, voten y comenten (amo sus comentarios). Ya saben que es opcional agregar el fic a sus listas de lecturas y pues si gustan seguirme en mis redes sociales en mi bio las encuentra. En tiktok siempre ando activa, me encuentran como @.twilxght_

Los leemos prontito, recuerden
que lxs amo y gracias a ti bella personita que apoyo leyendo y votando. Tamo, besos <3









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