𝐎𝐓𝐑𝐎 𝐓𝐑𝐀𝐆𝐎 𝐀𝐌𝐀𝐑𝐆𝐎. || 5

Dejé de llorar cuando escuché pasos y risas acercándose al baño. Me limpié las lágrimas con el antebrazo para, al menos, salvar algo de mi orgullo.

Traté de hacer el máximo silencio posible, ya que esas risas eran de Leiko, Aide y Shina, y no quería que me vieran aquí.

—Ese saco de depresión debería estar aquí llorando como siempre— dijo Leiko en un tono que denotaba burla.

—Ja, sí— respondió Aide—. Es tan divertido molestarla— empieza a reírse.

—¡Ayyyyy, Diooooos que me hagoooo!— dice Shina.

—Pues entra.

—¡Sal de ahí, Gumi!— golpea desesperadamente la puerta del otro cubículo.

Me tapo la boca para evitar llorar. ¡Odio a esas chicas! ¡Siempre me hacen algo horrible, y yo jamás les hice nada!

Cómo desearía volver a la vieja clase de estos dos años. Con Ohana, quien ahora es la amiga más cercana que tengo...

Y también tenía a Kamiko en la clase... ¡Lo que daría por estar con ella ahora!

¿Acaso podrá verme desde el lugar en donde esté? ¿Me seguirá queriendo a pesar de lo que pasó? ¿Me extrañará? ¡Tengo un lío en la cabeza!

Sin darme cuenta, ya estoy empezando a llorar.

—¿Huh?

—Sabía que estaría aquí dentro— dice Aide—. ¡Sal de ahí, error, que me estoy meando!— golpea desesperadamente la puerta.

—Si no sales ahora, lo que pasó en la clase de Matemáticas no va a ser nada, mi amor— dice Leiko.

Ellas son capaces de todo. No cabe duda. Entonces me levanto, me vuelvo a pasar el antebrazo por mis ojos y salgo del cubículo.

—Ja, mírala cómo llora, la perra— dijo Aide.

—¡Hazte a un lado!— Shina me empujó, haciendo que caiga al piso, y se mete en el baño.

Las risas de Leiko y Aide, combinadas con los clicks de sus celulares que captaron mi imagen en el piso, hicieron que mi rostro quemara y que las lágrimas amenazaran con salir.

—Bueno, ya vámonos de aquí, Aide— dijeron y salieron del baño.

—¡Eu, espérenme!— Shina salió del cubículo y me pasó por arriba, haciendo que pegara un grito de dolor—Ayyy, perdóname, e-r-r-o-r— dijo deletreando ese insulto que me decían todos los días, y se fue dando una gran carcajada.

Yo quedé tirada en el piso, intentando levantarme y volver al salón, donde aún se estarían burlando de mí. En eso, la puerta del otro cubículo se abre dejando ver a una chica de cabello marrón, casi rojizo, por los hombros y unos lentes de montura negra y gruesa. Pasó por al lado de mí, y antes de salir, me miró atentamente. Busqué en sus ojos algo de compasión.

—Gumi, ¿te quedas con el error o te vienes con nosotras?— Leiko prácticamente escupió la pregunta, con una mano en la cintura.

Verla a los ojos es muy aterrador. Esos ojos me provocan temblores cada vez que los veo. Leiko es bonita, pero esa mirada hace temerle.

Yo, por otra parte, volví a mirar a la chica (que ahora sé que se llama Gumi. Sí, recién estamos a mitad del primer mes de clases, no conozco a todos aún), esperando a que dijera que se quedaba conmigo y me ayudara con todo este dolor que sufro...

—Voy con ustedes, OBVIO— sentenció, y se fue de una vez con las demás chicas.

Quedé sola con las lágrimas retenidas a la fuerza, haciendo un enorme esfuerzo por regresar al salón.

Regresé a casa queriéndome morir.

Ahora estoy haciendo la tarea para intentar tener buenas notas en la siguiente entrega de carné. Realmente intento hacer un esfuerzo porque me vaya bien, pero con todo esto que sufro, me es muy difícil concentrarme.

Con la muerte de Kamiko, mi abuso, las agresiones que sufro por parte del grupo, algunas pequeñas peleas de parte de mis padres por el trabajo... Todo eso influye. El ambiente en el que uno vive influye demasiado.

Me acuesto en la cama una vez que terminé la tarea, y me pongo a pensar en mi frase de cabecera: «Sólo porque tenga techo, comida, abrigo, familia..., la gente piensa que soy feliz». ¡La gente dice tanto pero saben tan poco! Eso es una cosa que me enoja.

Al día siguiente, en el colegio, yo era una bolita triste, temblorosa, asustada, en el suelo. Ohana no vino hoy, así que estoy sola, con temor a que las chicas aparezcan y empiecen a hacerme cosas horribles...

—Disculpa...

Una voz me hizo asustar aún más. Volteo a un costado y me encuentro cara a cara con un chico de mi clase (que creo que se llama Teppei Kisugi), quien me miraba preocupado.

—No te asustes. No voy a hacerte nada malo. Sólo quiero hablar contigo.

Su voz es tranquilizadora, y suave...

¿Alguien de mi clase se me acercó sin siquiera hacerme daño? ¡Ni yo me lo creo!

Lo miro a sus ojos y espero a que me diga lo que tiene que decir.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top