10. Bonnie

Capítulo diez:

Bonnie



Era sábado en la noche y Damian se encontraba atrapado en una reunión de emergencia que había solicitado Edward de último momento. No tenía cómo escabullirse pues Esme le había hecho prometer que se quedaría a escuchar lo que tenía que decir su hermano.

Damian estaba sentado junto a Jasper en la sala; extrañaba mucho su casa de Canadá e incluso pensó en irse un tiempo de no ser por Esme y sus hermanos, sobretodo los dos rubios que lo cuidaban tanto.

Edward apareció por la escalera seguido, cómo no, por Bella. Rose no tuvo recato en expresar su disgusto y el neófito solo pudo suspirar y fingir que no estaba ahí.

— He convocado a esta reunión para expresarles mi más profundo deseo— comienza Bella mientras todos se ponen de pie excepto Damian, quien se recarga en su codo y el rostro en su mano—, todos saben lo que quiero y sé que es demasiado. Lo único que se me ocurre para que sea justo para ustedes es que voten.

— No sabes que estás diciendo— interrumpe Edward desde las escaleras tratando de no mirar a su hermano adoptivo que se encontraba sentado.

Bella lo ignora y sonríe con dirección a su aliada más leal en la familia Cullen — ¿Alice?

La nombrada se acerca a ella y la abraza fuertemente para después depositar un beso en la mejilla—. Claro que digo que sí, eres mi mejor amiga.

— Yo voto sí, así no querría matarte todo el tiempo— interviene Jasper y Bella le dedicó una suave sonrisa.

— ¿Emmett?— el nombrado ladea su cabeza mirando a la humana y se encogió en hombros—. Sí, me da igual.

— Todos saben lo que pienso sobre nuestra existencia, así que digo no y siempre diré que no— dice Rosalie acariciando el cabello de su hermano favorito quien hasta el momento no había dicho nada.

Bella ya esperaba esa respuesta, así que no pierde el tiempo discutiendo y pregunta a los padres de su novio.— Por último, ¿Esme y Carlisle?

— Uhm... Olvidaste a Damian— Esme frunce la frente.

— A él no le pediré su voto, no creo que deba opinar— sentencia Bella sorprendiendo a todos. Damian alza las cejas y se encogió en hombros.

— Perfecto, ni siquiera quería estar aquí en primer lugar—, el muchacho se levanta y está a punto de saltar por una de las ventanas de la sala cuando Esme interrumpe.

— Tú no vas a ningún lado jovencito—, el lado maternal de la hermosa mujer sale a la luz y se gira para mirar a Bella de manera severa—, no sé por qué hiciste ese comentario pero Damian es un Cullen, es mi hijo y si él no puede opinar sobre este tema entonces mi respuesta es no.

Todos quedaron sorprendidos que el silencio reinó durante varios segundos.

— Esme...— jadeó Bella y después bajó la cabeza avergonzada.

— Lo siento Bella...— se disculpa Edward y Damian con el rostro apacible levanta la mano. Edward trata de no mirarlo pero la fuerza de atracción que siente hacía él es más fuerte.

— Yo apoyo a Esme, Damian es parte de esta familia y merece ser escuchado— intervino Carlisle, mirando al menor de sus hijos.

— Si a alguien le importa yo hubiera dicho que no—, interviene totalmente calmado—, creo que todos en esta sala sabemos lo que implica ser lo que somos y estoy seguro que tú ni siquiera te imaginas lo que significa morir y renacer en esta condición. No es un juego, ni es un cuento de hadas, va más allá de ser joven por siempre. Simplemente no puedo formar parte de esto, lo lamento.

Damian va hacia su madre para darle un beso en la mejilla y sale con dirección al bosque, lugar que se estaba convirtiendo en su refugio permanente.

—¡Hola Damian!— saludó Ángela Weber cuando llegó a la primera clase del día, Cálculo.

— Hola Angela, ¿Cómo estás?— preguntó amablemente.

Ángela había sido la primera persona que se había acercado a él en sus primeros días de clases. Carlisle lo había convencido para fingir ser un adolescente normal. Le afectó el hecho de que Rosalie y Emmett ya no cursarán la preparatoria, pero su consuelo fue que Jasper estaba en el mismo grado y materias que él. En cuanto a Edward, Damian no iba a ceder, lo quería lo más lejos posible; cuando estaba la parejita en casa él prefería salir de caza, salir al bosque o simplemente ponerse a leer cualquier cosa para distraerse.

— Estoy muy bien, quería invitarte a mi fiesta de cumpleaños— Ángela deslizó una pequeña hoja de papel—, la está organizando Jess pero no quería dejar de invitarte personalmente, será la noche del sábado en casa de Mike Newton, tiene un lindo patio trasero. Puedes invitar a tus hermanos si ellos quieren.

Damian no estaba para fiestas, habían pasado solo un par de semanas de la muerte de su madre pero tampoco quería rechazar a su única amiga humana. Podría ir un par de horas y retirarse con sigilo.

— Gracias, yo les digo pero te aseguró que yo ahí estaré— abrazó brevemente a Ángela.

Jasper y él se encontraban en la biblioteca adelantando un trabajo de filosofía. Damian le comentó de la fiesta de su amiga humana y Jasper rió al imaginarse a él mismo entre tantos humanos bailando esa música moderna tan rara y desastrosa.

— He olvidado cuando fue la última vez que bailé en una velada, creo que en los cincuentas— comentó mientras Damian lanza una risotada.

— Entiendo anciano, nadie una la palabra velada— respondió divertido mientras cerraba su libreta—, yo quiero ir, Ángela ha sido muy amable conmigo.

— Siento cierta incomodidad en ti, ¿Sucede algo?— preguntó el vampiro rubio.

— Invitó a "Señor y Señora Melodrama"— dijo el de cabello oscuro—, sabes que he estado evitándolos, en específico a Edward. Yo no sé qué va a pasar conmigo, no sé cómo voy a soportar verlo todos los días de mi vida con esa mujer.

— Hey...— Jasper palmeó su espalda y trató de influir tranquilidad—, ¿Qué dijo Samuel Beckett?— preguntó.

— No puedo seguir, seguiré— Damian respondió en automático, era una de sus frases favoritas del autor, Jasper le había regalado ese libro exactamente.

— No te digo que dejes de sentir lo que sientes por él, yo más que nadie sé que eso no es posible— Damian alzó la mirada y soltó un profundo suspiro—, solo sugiero que encuentres el camino. Eres más fuerte que esto y espero no equivocarme pero encontrarás a un compañero que no tenga miedo a aceptarse tal cual es.

— Estoy jodido, soy un maldito vampiro gay— Jasper apretó los labios para no reír pero sonrió al ver la expresión del chico negando divertido—, me pregunto si esta situación podría ser plasmada en un diagrama de Venn.

Jasper admiraba muchísimo la forma en la que el neófito afrontaba su identidad y sus sentimientos, es algo que tendría que aprender de él.

Damian la noche del sábado en verdad se esmeraba en buscar un atuendo adecuado para la fiesta.

De acuerdo con Alice, no habría un chico más apuesto que él. Su vestuario consistió en una camiseta azul oscuro, un pantalón negro, sneakers del mismo color y una chamarra de mezclilla. Era simple pero en él se veía fantástico.

Bella y Edward habían decidido no ir a la fiesta de Ángela pese a que la castaña podía considerarse una de sus mejores amigas. Estaban sentados en la sala de la casa Cullen viendo una película cuando escucharon la exclamación de asombro de Rosalie Hale.

— Cullen, que galán— Rose sonrió con picardía y abrazó a su querido hermano. Los demás chicos Cullen tampoco irían a la fiesta pero miraban encantados al muchacho de cabello rizado salvaje como león ahora peinado.

Emmett hizo un silbido que avergonzó a Damian y le lanzó las llaves de la Jeep.

Edward y Bella se giraron para mirarlo y ambos quedaron asombrados. Bella había admirado la belleza del más nuevo de los Cullen pero esa noche lucía como una verdadera estrella, se preguntó cuál había sido el color de sus ojos como humano pero por alguna razón lo imaginaba con ojos azules y de ese modo le parecía más arrebatador.

Edward sintió como su inerte corazón regresaba a la vida por una fracción de segundo. Damian sonreía y lucía radiante, como antes. Bella regresó la mirada a su novio y lo encontró mirando al pelinegro como si fuera un ciego viendo el sol por primera vez, arrugó la frente y lo llamó.

— Te quiero a las doce aquí— la voz de Esme sonó como la típica madre estricta, cosa encantadora.

— No me esperes despierta mamá— sonrió de lado y salió por la puerta con las llaves del Jeep de Emmett.

— ¡Destrozalos tigre!— gritó riendo Rosalie pero después rectificó el mensaje— ¡No literalmente!

La casa de la familia Newton era de las más grandes de Forks. Estaba atestada de adolescentes y no tan adolescentes.

Mike tenía un hermano mayor, él y sus amigos universitarios habían comprado alcohol que estaba embruteciendo a todos los asistentes.

Damian miraba divertido las tonterías que realizaban Mike y Tyler mientras sostenía un vaso de agua. Él no bebía nada, solo mojaba sus labios pero lo sostenía para disimular.

Después de saludar a Ángela y entregarle su obsequio, se había refugiado en el enorme patio trasero de la casa adornado de cientos de luces. Movía sus pies al ritmo de la música pero aún así se sentía incómodo y conteniendo la respiración. Caminó para meterse a la casa pero fue interceptado en las escaleras por Jessica Stanley.

— Hey Cullen, ¿Por qué tan aburrido?— la humana estaba claramente ebria.

— Nada de eso, la fiesta está muy buena— respondió Damian mientras alzaba su vaso rojo.

Aprovechó un momento de silencio y subió las escaleras para encerrarse en el baño. Dejó el vaso en el lavamanos y mojó su rostro.

Ya no sabía que estaba haciendo ahí, así que salió del baño dispuesto a irse cuando miró de reojo en una de las habitaciones de la casa estaban reunidos varios hombres riéndose como locos y tomando mientras empezaban a desnudar a una chica desmayada.

El neófito no lo pensó dos veces y entró a la habitación, empujó a los tipos que se empezaron a quejar y a amenazar al muchacho mientras tomaba a la menuda chica y la cubría con su chamarra.

Damian se fijó bien en la cara de los cinco y estaba seguro que eran alumnos de último año, a punto de irse a la universidad; iban a pagar por lo que le iban a hacer a esa pobre mujer y por lo que seguramente le habían hecho a muchas otras.

La sacó rápidamente de la casa y la metió en la parte trasera de la Jeep de Emmett; todos lo miraban sorprendidos. Mientras conducía al hospital marcó rápidamente el número del 911 para reportar que en la fiesta había menores de edad en peligro. No era mentira, si esos asquerosos estaban a punto de hacerle daño a la chica de atrás, podrían hacerlo a otra.

La adolescente balbucea y de un momento al otro comienza a ahogarse con su propio vómito. Damian detiene el Jeep a un costado de la carretera y trata de ayudarla con lo poco que sabe de primeros auxilios; sus intentos son en vano y decide utilizar su don sobrenatural para ayudarla, para curarla.

El vampiro sale del asiento del piloto para ayudarla, abriendo la puerta trasera. La rubia y pálida chica empieza a volver en sí abriendo los ojos, levantándose poco a poco, estaba hecha un lío con la ropa revuelta y el maquillaje de los ojos corrido. Cuando quiere decir algo su estómago da un vuelco y no puede evitar volver a vomitar, esta vez manchando a Damian.

— Tranquila, no te preocupes. Estás a salvo—. Damian le soba la espalda mientras que la bella chica trata de calmarse.

— ¿Quién eres? ¿Dónde estoy?— pregunta desorientada tratando de limpiar su boca.

— Soy Damian Cullen y estamos en camino al Hospital y después iremos a la policía— responde tranquilo, tratando de no asustarla.

— ¡No! ¡A la policía no por favor!— responde angustiada, sus padres ni siquiera sabían que estaba afuera. Comienza a reflexionar qué es lo que había pasado y llega a la conclusión de que su bebida fue adulterada por los tipos que le sirvieron su trago.

Damian trata de calmarla pero ella dice una y otra vez que no quiere ir a ningún nado.

— Ok, está bien. Entonces déjame llevarte a casa, por favor.

La aturdida rubia asiente y Damian la ayuda a subir al Jeep en el asiento de copiloto. Le indica por dónde ir y en unos cuantos minutos están delante de su casa.

— Gracias— la rubia agradeció a Damian—. Yo... no sé qué decir pero por favor no le digas a nadie lo que viste, no quiero más ojos sobre mí.

Damian quería convencerla de denunciar o tan siquiera hablar sobre lo que esas inmundas ratas intentaron hacerle pero entendía que ella tenía que tomar esa decisión y no presionarla.

— Hay cosas que es mejor ignorarlas o callarlas para que no hagan más daño—, la rubia tragó saliva a punto de llorar—. Me llamo Bonnie—, alzó su mano con dirección a Cullen, éste la aceptó pendiente de su reacción al sentir su piel fría pero ella pareció no sentirla o importarle.

— Cuídate mucho, descansa.

— Lamento lo de tu ropa, te veías genial, lo siento mucho— la rubia señaló el atuendo sucio del moreno, quien se encogió en hombros y negó sin importancia.

Damian esperó a que Bonnie entrara a su casa por la puerta trasera con sigilo y escuchó como el agua de la ducha empezaba a caer.

Regresó a casa y contó todo lo que había vivido a Jasper y a Rose, quienes aunque temían que la acción de su hermano menor despertara interés innecesario en su familia estaban orgullosos de él, sobre todo Rosalie.

Lo que no sabía era que Bonnie Aldrin era vecina de Isabella Swan, y que su hermano Edward había presenciado todo desde la ventana lateral de la casa Swan.

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