Capítulo 10: Lo siento tanto, Inori...

NARRA INORI

Ya son las doce. Es hora de que vaya a casa.

─Por favor, no mires a otro lugar que no sea adelante─ le volví a decir a Sawaki una vez que entré al auto.

─Sí, tranquila─ me hizo un ademán con la mano, restándole importancia a lo que le dije─. De noche siempre estoy en alerta, ya que no se ve nada.

─La otra vez arrollaste una comadreja.

─¡No fue mi culpa que ese bicharraco se me metiera delante!

─Date prisa y conduce a mi casa, que quiero llevarle estos brownies a mamá─ le dije mostrándole un tupper con brownies.

─¿Me das uno?─ preguntó intentando poner una mano sobre ellos, pero yo le di una palmada para que la apartara.

─No. Si llegamos bien y SIN NINGÚN INCONVENIENTE, te daré uno.

─Pero si me dieras uno ahora, podría conducir mucho mejor.

Bueno, ya qué. Diciéndolo de esa forma...

─Ten─ le di uno. Se lo devoró como si fuera Sorimachi, y enseguida arrancó el auto.

─¡Ahora sí tengo suficiente energía!

─Suficiente energía para no dormirte y llevarte puesto algún árbol o animal.

─¡CÁLLATE! ¡Mejor te dejo irte caminando sola!

─¡No, no, no! Era broma─ dije sacudiendo las manos a la altura del pecho─. Eres el mejor chófer del mundo, Noboru-kun─ le di un beso en la frente. Quedó embobado por esa muestra de afecto, y casi nos desviamos de la carretera─. ¡Mira para adelante, idiota!─ giré el volante para que no choquemos con una señal de tránsito.

Dios, con Sawaki no puedes tener la guardia baja en un auto. Uffffff.


NARRA SORIMACHI

Mamá estaba haciendo la cena cuando llegamos. Yo fui a darme un baño con Kenny. Papá trabajaba hasta la una hoy, y Kei fue a una piyamada a lo de Nayuki, así que no hay nadie que nos ocupe el baño. Oyuki fue al "escondite secreto", que no es secreto, jaja, a leer sus libros y a dejar a Goro junto con el dinosaurio, al que llamó Piro, y toda la Familia Dango. A veces Hisao trae a su tigre, al que llamó Tora, a jugar con todos ellos. ¡Esta familia nunca deja de crecer!

─Oye, Kenny, ¿me pasas el patito de goma?─ le pregunté, señalando el patito junto con el champú y las cremas de enjuague.

─Toma─ me lo da─. ¿No estás muy grande para patitos de goma?

─No seas cascarrabias con la edad, Kenny. Alguien tiene que sacarle provecho. Kei prefiere poner la tele y ver la Gran Familia Dango─ señalé la plasma en frente de nosotros─, y esta niña con el cerebro más grande que una casa dice que los patitos son para bebés─ bufé─. A veces quisiera tener su cerebro, pero le quita la diversión a muchas cosas sólo por ser brillante─ empujé el patito en el agua hacia Kenny─. Como su madre, le voy a enseñar a ser menos aburrida.

─Hablando de "madre", Kazuki, creo que deberías dejar de ser menos infantil, y ser más protector con ella─ me volvió a pasar el patito.

─¿Tú también? ¿Qué tiene de malo ser un poco infantil?─ se lo volví a pasar.

─Es que una madre no puede pensar solamente en jugar. Pareciera que todo el tiempo quieres jugar, pero ya no eres un niño, ya tienes veintiún años, Kazuki. Yo soy el que le cocina, el que va a las reuniones de padres, el que hace todo lo que ella necesita, que no es mucho porque ella puede hacer casi todo sola, pero a lo que voy es que tú te enfocas más en jugar con ella como si fuera tu amiga, y no tu hija. ¿No se supone que querías una hija?

─S-sí, pero ella no necesita de nuestro cuidado... Por eso la veo como a una amiga─ lo que me dijo Kenny me atravesó el corazón. Soy tan inmaduro, que no me doy cuenta que esa niña que siempre me alegra los días es mi hija, que no es de sangre, pero es mi hija, y en lugar de hacerme el nenito, debería cuidarla como lo hace Kenny─. Soy un asco de madre─ solté.

─No lo eres, Kazuki─ me tomó de los cachetes─. No digo que nunca juegues con ella, pero al menos ayúdame con las cosas que hago, por ejemplo cocinar.

─Prometo no ser tan cabeza dura. Daré lo mejor de mí para que Oyuki sea feliz─ lo miré con determinación.

─Además, no olvides esto: si no fuera por ti, Oyuki no tendría familia. Quién sabe, pudo haber sido adoptada por otras personas que ni siquiera la tratarían bien.

─Oye, ¡es verdad!

─Debe estar muy agradecida de tener a una madre como tú─ sonrió y me besó la frente.

─Gracias por esas palabras, Kenny─ sonreí─. ¿Me puedes dar leche de Kenny?

Él suspiró.

─Bueno, pero sólo un poco, ¿eh?


NARRADOR

En la residencia Asahi, Kiyoko, la madre de Inori, preparaba agua caliente en la caldera. 

─Es un alivio saber que Inori no está en casa en casi todo el día. Me puede dejar vivir mi vida en paz. Hay nuevos bares abriendo, ropa con descuento en las mejores tiendas de la ciudad... ¡Dios, mañana será un gran día...!

Se oyeron unos pasos detrás de ella.

─¿Ino...?

Un cuchillo grande se enterró en su espalda baja. Kiyoko cayó al piso con muy pocas fuerzas para moverse. Perdía mucha sangre, y su celular estaba a unos centímetros de ella. Estiró su mano lo más que pudo para alcanzarlo y llamar a su hija, para decirle que no venga a la casa, pero otra persona pisó el celular, rompiéndolo en mil pedazos.

─No llamarás a nadie porque este es tu fin─ dijo esa persona con una voz tenebrosa. La persona que la apuñaló se puso a su lado y la miró con esos ojos rojos que le provocaron un temblor. Ambos salieron por la puerta, dejando a Kiyoko tendida en el piso sin poder moverse.

─I-inori... Lo siento tan-tanto...─ tartamudeó─Debí haber sido una mejor madre todos estos años. Fuiste mi única familia desde siempre─ sus ojos comenzaron a aguarse.

Recordó momentos de la niñez de Inori en los que no le puso atención, como ese día en el parque que ella caminaba a paso rápido, y una Inori de unos tres años corría intentando alcanzarla, pero terminó tropezándose con una piedra y cayó. Kiyoko se detuvo y la miró de reojo. La niña sonreía forzadamente con lágrimas bañando sus mejillas. O el día en que ella le trajo un dibujo de la guardería donde estaban ellas dos tomadas de la mano. Kiyoko le mintió diciéndole que le había encantado el dibujo, pero lo arrugó y lo tiró a la basura una vez que Inori fue a su cuarto. Y también la vez que Inori cantó una canción en la escuela a fin de año a todos los padres, pero ella no había ido a verla.

─Lo siento tanto, Inori... Me hubiese gustado haberte amado con todo mi corazón...

Inori y Sawaki arribaron en la casa. Desde afuera se escuchaba la caldera haciendo un ruido fuertísimo.

─¿Por qué mamá no la apagó?─ se preguntó Inori. Subió los escalones y abrió la puerta, caminó hasta la cocina, y se encontró con lo último que quería ver en su vida...

Dejó caer el tupper con los brownies, y retrocedió unos pasos, temblando.

─¿Qué pasa?─ le preguntó Sawaki detrás de ella.

─¡M-m-ma-MAMÁ!

─¿Eh?─ se asomó a la entrada de la cocina, y vio a Kiyoko sin vida en el piso, en medio de un gran charco de sangre─¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!─ el grito se escuchó en todo el vecindario.

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