Capítulo 1: Cómo conocí a Kenny
NARRA SORIMACHI
Nací siguiendo el estereotipo de "hombre y mujer se enamoran". Cuando era niño no tenía idea de que una mujer podía enamorarse de otra, o al revés: los chicos también pueden enamorarse entre ellos.
Ese es mi caso.
Descubrí que estoy enamorado de mi compañero de equipo y amigo: Ken Wakashimazu, al cual le digo Kenny de cariño. Al principio solía pensar que me iba a gustar una chica (hubo una época en la que me gustaba un poco Hoshiko, mi compañera de clase desde la primaria), pero lo que sucedió hace un año y medio me hizo cambiar de parecer.
Todo comenzó en un día normal. Habían terminado las clases, y mi primer año en la secundaria. Estábamos en verano, y yo solía salir mucho a caminar un rato por la ciudad. Vivo en una casa enorme a las afueras de la ciudad, pero tampoco es muy lejos.
Voy caminando todos los días al colegio. En otoño me encanta caminar y que las hojas de tonos amarillentos y rojizos lluevan sobre mí. La razón de por qué tengo una casa tan grande es porque mi madre es dueña de una nueva empresa de automotora: Hakusai. ¡Los autos son maravillosos!: Tienen calentadores en el asiento para los días que hacen frío, los cinturones se ponen solos apenas te sientas, hay espacio para cuatro personas atrás (usualmente los autos comunes y corrientes sólo tienen espacio para tres en el fondo), y algunos modelos tienen silla de bebé en el medio, además viene con un GPS debajo de la radio que te dice hacia dónde estás yendo, cuántos kilómetros faltan para tu destino... Literalmente no puedes perderte. Y lo mejor de todo: hay una especie de alarma en el auto que te avisa si hay otro vehículo muy cerca de chocar contigo, por ejemplo, los típicos autos que chocan en las esquinas, ahí la alarma sonará a unos cien metros de la esquina, y te dará el tiempo suficiente de frenar.
Gracias a estos autos, los accidentes de tráfico son menos frecuentes, y felicitaron a mi mamá por su excelente trabajo. Logramos conseguir esta casa, y para mis cumpleaños hacemos viajes a Europa, Australia y Nueva York.
Mi padre es uno de los mejores policías de la ciudad. Esta semana atrapó a dieciocho delincuentes (y armados). ¡No hay nada que pueda frenar a mi papi!
En fin, me desvié del tema de Kenny. Yo caminaba por la ciudad, hasta que vi a un hombre tirando un balón de fútbol a la basura.
─Ja. No entiendo cómo es que les puede interesar este deporte a los niños. Es una pérdida de tiempo, y los desconcentra de sus estudios─ dijo el hombre, y se fue.
Yo me acerqué al contenedor, y metí la cabeza a mirar.
─Está en perfectas condiciones. ¡No puedo creer que desecharan un balón como este!─ expresé en un tono enojado. Cosa que me molesta que tiren objetos en perfecto estado solamente porque sí.
Me metí adentro para intentar sacarlo y llevármelo a mi casa. Grave error...
Sentí un sonido extraño afuera. "Pi...Pi...Pi...", como un vehículo retrocediendo.
Entonces sentí como que el contenedor dejó de tocar el piso, y de repente todo en el interior, incluyéndome, se sacudió. ¡Estaba cubierto de basura!
Para el colmo, me di cuenta de que era el camión de la basura, y de a poco comenzó a alejarse y alejarse. ¡Si no salía de ahí, me iba a convertir en esos cubos de basura triturada!
En ese momento vi a un chico alto de cabello negro por los hombros doblando la esquina. Con toda la fuerza de mi voz, le grité:
─¡AYUDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA!
Logró verme agitando el brazo dentro del camión, y me respondió:
─¡NO TE PREOCUPES! ¡YA TE SALVO!─ emprendió una carrera hasta el camión. Yo quería salir de ahí rápidamente. ¡Creo que había una rata cerca de mí!
El chico ya estaba cerca de mí, y me extendió los brazos.
─¡SALTA! ¡YO TE ATRAPO!
─¡TENGO MIEDO!─ dije abrazando el balón.
─¡CONFÍA EN MÍ! ¡VAS A ESTAR BIEN!
Asentí inseguro, y me arriesgué a saltar del camión, y caer encima del chico.
─¿Estás bien?─ me preguntó con un tono suave.
─S-sí...─ respondí, perdido en sus ojos color avellana─Gra-gracias...
─De nada─ dijo con una sonrisa─. Tenía que salvarte, o sino te triturarían, y no quiero que se repita eso. A mi perro Michio le pasó eso...─ bajó la mirada.
─Yo... lamento tu pérdida...
─De todas formas estaba muerto, pero me dio pena tirarlo a la basura.
─Mis padres dicen que cuando un animal muere es mejor tirarlo a la basura porque si lo enterramos con el tiempo se va a sentir el olor a podrido del cadáver.
─Mis padres dicen lo mismo─ rió─. Son muy estrictos y exigentes, más que nada mi padre...
─Oh, los míos un poco─ reí─. Por cierto, ¿cuál es tu nombre?
─Ken Wakashimazu, ¿y tú?
─Kazuki Sorimachi─ sonreí.
─Todavía tienes un poco de basura en el rostro─ sacó un pañuelo de su bolsillo, y lo pasó por mi rostro. Hice de todo por evitar que se me notara el rojo en mis mejillas. Ese gesto por parte de Wakashimazu hizo que mi corazón comenzase a latir muy rápido─. Listo.
─A-arigato.
─Lamento no poder hacer nada con tu ropa, pero al menos tu cara está limpia.
─No te preocupes por el resto. Cuando llegue a casa, me cambio y listo. Lo más importante es que no seré triturado─ volví a reír.
─Bueno. Menos mal que llegué a tiempo. Un niño tan lindo como tú no merece eso.
No pude retener más el sonrojo. ¡Me dijo lindo!
Volví a casa a la tarde, y mi madre me retó:
─¡¿QUÉ HACÍAS METIDO ENTRE LA BASURA COMO UNA RATA?! ¡ESE CAMIÓN PUDO LLEVARTE MUY LEJOS Y TE HUBIERAN TRITURADO! ¡TODO POR UN BALÓN DE FÚTBOL! ¡TÚ YA TIENES UNO!
Apenas la pude tranquilizar diciéndole lo que pasó con Wakashimazu.
Fue ahí que comprendí que una persona puede enamorarse de otra del mismo sexo.
Pero... ¿una persona define su sexualidad cuando nace, o cuando se enamora de una persona de cualquier orientación sexual? Eso es lo que yo quiero saber.
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