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Sir Pentius se encontraba en el baño de su cuarto, estaba tomando una ducha rápida intentando quitarse los restos de comida del cuerpo y la cara.

Aquella pequeña junta había sido un fiasco; se había servido Jambalaya para comer, y pese a tener a Charlie como mediadora, aún así hubo una batalla campal, o bueno... en realidad, una discusión que escaló a una pelea de comida infantil.

¡Ni siquiera podía recordar por qué había empezado! Solo podía recordar que en un momento Alastor lo sacó de quicio y golpeó la mesa. Al golpearla, su cuchara con un poco de aquella comida asquerosa salió volando, manchando el traje del demonio de la radio.

Este último iba a responder con violencia, pero al estar Charlie ahí, simplemente se limitó a hacer lo mismo pero de una manera intencional.

(En aquella cena)

"Lo siento mucho, no quería que eso pasara" se disculpó falsamente el demonio serpiente, dado que estaba frente a la princesa del infierno.

"-No hay problema," respondió el venado mientras soltaba un chirrido horrible que sonaba a radio descompuesta y el sonido clásico del animal molesto.

"-Está bien, solo fue un pequeño incidente. ¿Qué tal si... ahora?" Charlie paró de hablar en el momento que vio un pedazo de comida volar frente a sus ojos y caer directamente en el rostro del demonio serpiente.

"-Ups, lo siento querida, se me resbaló," se disculpó sonriente el demonio mientras dejaba caer la cuchara; esta estaba doblada como si le hubieran hecho presión.

Y así... empezaron a lanzarse comida de la manera más infantil posible mientras fingían que todo era un conveniente accidente.

(En el presente)

Sir Pentius dejó que el agua caliente terminara de hacer su trabajo sobre su piel; sentía la calidez y el vapor (y el jabón que regalaban en el hotel extrañamente olía a manzana; era agradable).

Salió de la ducha mientras se secaba con una toalla sus escamas. Además de la dichosa pelea de comida, se encontraba un sentimiento de vacío peculiar; quería impresionar a las V porque en el fondo sabía que las palabras de Alastor eran ciertas.

'[Dependes únicamente de tus máquinas, sin ellas no serías nada. ¡Ni un simple muro pudiste arreglar!]'

Su ego no le dejaba demostrar lo mucho que esas palabras le afectaron en el fondo.

Se tiró sobre la cama y miró el techo; siempre que se sentía dolido, intentaba pensar en su amada, o su amada...

Cuando era humano, conoció a una mujer, una bella mujer. No podía recordar mucho su rostro ni su nombre, pero la huella que había dejado en él era tan grande que... a veces pensaba en ella para intentar ir a su lugar feliz como la única persona con la que había sido vulnerable alguna vez...

Se recostó en su cama y abrazó su cola mientras cerraba sus ojos.

(Separador)

"-¡Gracias por los suministros #####!" dijo el peli negro mientras tomaba una caja llena de tuercas. "Con esto me convertiré en el mejor inventor de todos; eres la mejor."

"-Nah, solo soy la ayudante del señorito pretencioso," dijo ella con una leve burla mientras le sonreía.

(Separador)

Serpentius se quedó dormido pensando en ella; estaba en una posición vulnerable abrazando su propia cola mientras se cubría con las sábanas e intentaba dormir un poco. Ignoró por completo cómo la puerta de su cuarto era abierta y por esta entraban... ¡Sus Egg Bois!

Literalmente, Sir Pentius fue despertado por sus creaciones, a las cuales empezó a abrazar con ojos llorosos de pura felicidad mientras que al mismo tiempo les ordenaba que mañana arreglarían el muro.

"-¡Sí, jefe!" dijeron los ayudantes al unísono, lo que le permitió al demonio serpiente ignorar la presencia del demonio de la radio, quien lo miraba por el rabillo de la puerta.

La mirada de Alastor era... complicada de explicar; era la mirada de un cazador que miraba a una presa en un momento vulnerable, pero en vez de mirarla en menos, sintió hasta cierto punto lástima. Sabía de la existencia de Serpentius desde hace años; los antiguos overlords lo trataban como un mal chiste. Desde que llegó, intentó llamar la atención de aquellos más fuertes con el fin de suplir ese sentimiento de inferioridad...

Le daba una lástima enorme y al mismo tiempo amaba burlarse de eso porque el ciervo ignoraba que ambos eran similares en ese sentido, pero diferentes en una sola cosa.

Sir Pentius usaba sus propios métodos para llegar a tener poder; usaba máquinas, sí, pero eran sus propios métodos. Alastor, por otro lado, había emancipado su alma para conseguir su objetivo.

El demonio de la radio se quedó en silencio mirando, intentando explicar esa extraña sensación de lástima y burla.

"-¿Y a qué sabía el Jambalaya?" preguntó uno de los huevitos.

"-Eh... no sé, pero sabe mal," dijo el demonio serpiente tranquilamente, pero asustándose al escuchar ese chillido característico del demonio de la radio. "C-creo que estoy alucinando..."

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