! Capitulo 15

La invitación llegó de manera inesperada. Bonten, en su particular estilo, decidió invitar a la menor de los Donovan a una de sus exclusivas y peligrosas fiestas.

Era parte de su juego, una especie de test de confianza.

Estas fiestas no eran solo reuniones sociales, sino un despliegue de poder, una muestra de quién dominaba el submundo criminal.

Y _____, con su aguda inteligencia y su capacidad para navegar en estas aguas turbias, aceptó la invitación sin dudarlo.

— _____ más te vale regresar en una pieza — amenazó con algo de burla su hermano mayor. Azkeel.

— Claro, tal vez regrese con una cabeza u otra — respondió ella sarcástica

La fiesta se celebraba en un lujoso club clandestino que Bonten utilizaba como centro de operaciones.

Un lugar rebosante de excesos: luces neón, música ensordecedora, y la presencia de las figuras más poderosas del mundo criminal.

La tensión siempre estaba latente en estos eventos, donde alianzas podían formarse o romperse en un instante, y donde las sonrisas ocultaban intenciones mortales.

Ella llegó con la confianza que la caracterizaba, vestida con un elegante traje negro que resaltaba su figura, sin perder la sensación de poder que transmitía.

Sabía que todos los ojos estaban sobre ella desde el momento en que cruzó las puertas del club.

Los miembros de Bonten estaban dispersos por la sala, cada uno rodeado de su propio séquito.

Mientras avanzaba, saludó a algunos de ellos con una sonrisa enigmática.

Primero se acercó a Sanzu, uno de los más inestables y peligrosos del grupo.

Se recostó ligeramente en la barra, tomando una copa de vino y lanzando un comentario juguetón, uno de esos con doble sentido que hicieron que Sanzu riera con una mezcla de diversión y algo más oscuro.

— ¿Sanzu no? — pregunto ella y el asintió — Tan guapo cómo peligroso. Éso eh oído.

—Cuidado, Donovan —dijo él entre risas—, conmigo no deberías bromear tanto. Podrías terminar en un problema.

Ella le devolvió la sonrisa, sin intimidarse.

—¿Problema? —respondió, bebiendo de su copa con una mirada desafiante—. Me aburro cuando no hay problemas, Sanzu.

Luego pasó a Mochizuki Kanji, quien parecía más reservado pero no menos letal.

— Kanji, a la pequeña Donovan le gustan los problemas — soltó con burla y doblé sentido el drogadicto. Hizo que ambos se vieran entre risas.

Su conversación fue más moderada, pero no faltaron las bromas cargadas de tensión.

Él la observaba con una sonrisa leve, como si intentara descifrarla, aunque ambos sabían que en este juego nadie mostraba sus verdaderas cartas.

La noche avanzaba, y con cada conversación, la joven Donovan se movía como si estuviera en su propio territorio, utilizando su astucia para conectar con cada miembro de Bonten.

Sin embargo, mientras interactuaba con los demás, no pudo evitar sentir la mirada de Izana sobre ella.

Estaba sentado en un rincón de la sala, observando en silencio, con una expresión inescrutable.

No participaba en las bromas, ni se unía a las risas. Simplemente la observaba.

Cuando finalmente se acercó a él, Izana no sonrió ni le devolvió ninguna broma. En su lugar, habló en voz baja, sin desviar la mirada de la multitud.

—Te gusta provocar, ¿verdad?—dijo, su tono serio.

Ella levantó una ceja, sin dejarse intimidar.

—Es parte del juego, Izana. ¿O acaso prefieres que me quede callada y aburrida en una esquina?—replicó, con un tono juguetón.

Izana no respondió inmediatamente, su mirada seguía siendo fría y calculadora.

Se acercó un poco más a ella, lo suficiente para que solo ella pudiera oír sus palabras.

—Algunos juegos pueden costarte caro. —murmuró, dejando entrever un aviso.

— Creó que tengo lo necesario para pagar el precio — respondió ella juguetona

— Pequeña Donovan, ¿por qué nos cambias por esté amargado — se acercó Sanzu

— Jamás te cambiaría corazón — respondió ella con un tono coqueto.

— ¿Y a nosotros? — preguntaron los Haitani's — Que no se te olvide que nosotros también existimos

— Los hermanos Haitani's — musitó _____, y tomó un sorbo de la copa de Ran — Creó que puedo con todos.

Todo era risas y bromas, menos para Izana.

El sonido de cristales rotos y el eco de disparos resonaron en la sala, haciendo que el caos se desatara de un segundo al otro.

El club, que hasta hace un momento rebosaba de música y risas, ahora se había convertido en una zona de guerra.

Rokuro, una banda mafiosa que había sido un dolor de cabeza tanto para los Donovan como para Bonten, había invadido la fiesta con armas automáticas, disparando indiscriminadamente.

Todo sucedió en un instante. Los guardias de Bonten intentaron reaccionar, pero la emboscada los había tomado completamente por sorpresa.

Los asistentes comenzaron a correr, buscando refugio mientras el fuego cruzado llenaba la sala.

Todas las mujeres de la fiesta salieron corriendo, algunas les llegó a atravesar alguna bala y terminaron en el suelo inmóviles.

Instintivamente, la joven Donovan se lanzó al suelo, pero en lugar de correr, buscó con la mirada a Izana.

Lo vio en medio de la confusión, cubriéndose detrás de una mesa volcada, pero vulnerable.

El sonido de las balas silbaba en el aire, rebotando contra las paredes, y aunque todo en su mente le decía que debía priorizar su seguridad, algo más fuerte la impulsó a moverse.

Sin pensarlo dos veces, corrió hacia donde estaba Izana, deslizándose detrás de la mesa junto a él.

Su respiración era rápida, pero su mente estaba enfocada. Sacó una pistola que llevaba escondida en su muslo y le lanzó una rápida mirada.

—No voy a dejar que te maten aquí.—dijo, su tono serio, sin dejar espacio para discusiones.

Izana, por primera vez en la noche, pareció sorprendido.

—¿Por qué?—preguntó Izana, su mirada fija en la suya.

Ella no respondió de inmediato. En medio del caos, mientras las balas seguían lloviendo sobre ellos, no había tiempo para explicaciones largas.

—Alguien tiene que hacerlo, ¿no? —fue todo lo que dijo antes de disparar contra uno de los hombres de Rokuro que se acercaba.

No sin antes plantarle un beso a Izana, a la fuerza obviamente. Y se movió de lugar para disparar.

El tiroteo continuaba, y los hombres de Bonten finalmente comenzaron a contraatacar con fuerza.

Sanzu, quien había estado cerca, tomó la delantera, disparando con precisión y eliminando a varios de los invasores.

La sala se llenó de gritos y el olor a pólvora, pero la _____ permanecía concentrada, cubriendo a Izana y disparando cuando tenía una oportunidad.

Finalmente, después de lo que parecieron horas, pero en realidad fueron solo minutos, el fuego cesó.

Los hombres de Rokuro, diezmados y superados en número, comenzaron a retirarse.

Los sobrevivientes de Bonten permanecieron en alerta, asegurándose de que no hubiera más amenazas inmediatas.

Cuando todo terminó, _____ se levantó lentamente, ayudando a Izana a ponerse de pie. Ambos estaban cubiertos de polvo y sudor, pero estaban vivos.

Izana la miró, su expresión difícil de leer. No había palabras en ese momento, solo un silencio cargado de tensión. Finalmente, después de unos segundos, él habló.

—Te debo una. —dijo en voz baja, su tono suave pero lleno de significado.

Ella lo miró directamente a los ojos, con una leve sonrisa.

—Tienes razón, tendré que cobrar esté favor en un momento preciso — respondió ella con una sonrisa.

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