! Capitulo 14
Diez años habían pasado desde aquel fatídico enfrentamiento en el viñedo de los Donovan, y aunque las cicatrices de aquella noche aún perduraban en la memoria de cada uno, la familia se había reconstruido.
Los lazos rotos, las traiciones y los castigos no habían destruido su unidad, sino que, con el tiempo, los habían fortalecido.
La familia Donovan había aprendido a trabajar junta, a ser más estratégicos, más cuidadosos con cada movimiento.
Ahora, eran más poderosos que nunca.
La hija menor de los Donovan, quien una vez había desafiado a sus hermanos con furia juvenil, ahora era una figura clave en las operaciones familiares.
Era conocida por su inteligencia afilada y su habilidad para manejar situaciones complejas con frialdad.
A diferencia de hace una década, cuando actuaba por impulso, ahora era una estratega meticulosa.
Pero, a pesar de todo, nunca olvidó el incidente de Izana, el chico que había sido vendido por sus hermanos, una herida que aún no había cicatrizado del todo.
En esos diez años, la familia Donovan había extendido sus tentáculos en nuevos territorios, y uno de sus aliados más poderosos era Bonten, una organización criminal que controlaba gran parte del tráfico de drogas y mujeres en la región.
Era un negocio sucio, pero rentable, y como siempre, los Donovan sabían moverse en la oscuridad.
Ella había sido enviada para cerrar un importante acuerdo con Bonten.
— No metas la pata Aradia — Ordenó Vincet, su padre. Y por la forma en que la llamó habló muy enserio.
La reunión se llevaría a cabo en uno de los clubes clandestinos de la organización, un lugar donde el lujo y la ilegalidad se mezclaban a la perfección.
El lugar estaba repleto de luces de neón y humo de cigarrillos.
La música atronadora hacía temblar las paredes, pero a pesar del caos, ella avanzaba con paso firme, escoltada por dos de sus mejores hombres.
— Huele a puta. — musitó en cuanto entró al lugar.
El acuerdo de esa noche era simple: un intercambio de mercancía. Bonten proporcionaba un nuevo lote de drogas de alta calidad, y los Donovan facilitaban su distribución por los canales que controlaban en la ciudad.
Ambos grupos habían prosperado manteniendo esta relación, y esta transacción debía consolidar aún más su alianza.
La joven Donovan llegó a la sala privada donde la reunión iba a tener lugar.
Un salón de lujo, decorado con sofás de cuero negro, mesas de cristal y luces tenues que dejaban la mayoría de los rostros en las sombras.
En el centro de la habitación, sentados de manera relajada, estaban los miembros de Bonten. Entre ellos, uno llamó su atención inmediatamente.
Aunque había pasado una década desde la última vez que lo vio, lo reconoció al instante.
Izana.
Su corazón dio un vuelco, pero su rostro no mostró ninguna emoción.
Izana, el joven que había sido vendido por sus hermanos tantos años atrás, ahora estaba allí, sentado frente a ella como un miembro más de Bonten.
En ese momento, comprendió que el destino había decidido volver a cruzar sus caminos.
Izana no había cambiado mucho, aunque ahora su rostro mostraba la madurez que solo el tiempo y las experiencias brutales pueden otorgar.
Su cabello blanco, su mirada fría y distante, y esa aura de peligro que siempre había emanado, seguían intactos.
Se notaba que la vida con Bonten no había sido fácil, pero había sobrevivido, y no solo eso, había prosperado.
Ahora, estaba en una posición de poder, uno de los líderes de la organización, sentado en la mesa de negociaciones.
— Aradia — Mikey el líder de bonten, habló .— ¿O cómo prefieres qué te llamen? ¿_____? ¿La princesa de los Donovan?
— Aradia o _____ está bien — respondió calmada
La joven Donovan mantuvo su compostura. Si Izana la había reconocido, no lo demostró.
Se sentó frente a él, apoyando su espalda en el suave cuero del sofá, y esperó a que la conversación comenzara.
En su mente, las memorias de aquel día hace diez años revoloteaban, pero sabía que no podía permitirse mostrar debilidad.
Esta era una negociación importante, y su familia dependía de que todo saliera bien.
Uno de los hombres de Bonten, un subordinado de Izana, tomó la palabra primero.
—Es un placer hacer negocios nuevamente con los Donovan. —dijo con voz calmada, encendiendo un cigarrillo—. Como siempre, traemos lo mejor. El producto ya está en tránsito, listo para ser distribuido en cuanto cerremos el trato.
Ella asintió lentamente, manteniendo su atención en la conversación, aunque una parte de su mente seguía enfocada en Izana, observando sus gestos, buscando algún indicio de reconocimiento en su rostro.
—Perfecto. —respondió ella con tono profesional—. Los Donovan siempre estamos interesados en la calidad, y sabemos que Bonten la garantiza. Una vez que verifiquemos la mercancía, el dinero será transferido inmediatamente. No queremos problemas, y supongo que ustedes tampoco.
Hubo un breve silencio, y por primera vez en la reunión, Izana habló.
Su voz era profunda, suave pero cargada de una amenaza latente, como si cada palabra estuviera calculada para causar una reacción.
—Nosotros tampoco queremos problemas.*—dijo, su mirada fija en ella—. Pero los problemas siempre encuentran la manera de alcanzarnos, ¿verdad?
Sus ojos se encontraron por un breve momento, y ella sintió una corriente de tensión pasar entre ellos. Izana sabía.
— A mi me encantaría meterme en problemas con la pequeña Donovan — canturreo el drogadicto de Sanzu, pero _____ no le prestó atención.
Lo sentía en la forma en que la miraba, en cómo había dirigido sus palabras.
Pero, al igual que ella, no estaba dispuesto a romper el silencio sobre su pasado.
A pesar de todo lo que había sucedido, esta era una negociación entre dos organizaciones poderosas, y cualquier asunto personal tendría que quedar fuera.
— Sanzu vas a incomodar a nuestra pequeña invitada — dijo sarcástico Izana. Inquieto por la repuesta de ella
— No se preocupe, puedo lidiar con un drogadicto.
Y la respuesta fue digna de un Donovan.
La reunión continuó sin contratiempos. Ambos lados discutieron los detalles logísticos, los porcentajes y la seguridad de la operación.
Todo parecía desarrollarse según lo planeado. Sin embargo, debajo de la superficie, la tensión seguía presente.
Cada palabra, cada gesto, estaba cargado de un significado más profundo para _____
Izana estaba allí, vivo, y no había ni rastro de rencor en su rostro. Pero esa calma inquietante que lo rodeaba solo la ponía más alerta.
Cuando la reunión llegó a su fin, ambos grupos se levantaron de la mesa.
La transacción estaba cerrada, y en unas horas, el intercambio de drogas comenzaría.
Mientras se preparaban para salir, Izana se acercó a ella.
La tensión en el aire se intensificó de nuevo cuando quedaron a solas en el umbral de la puerta.
—Diez años es mucho tiempo,—dijo él en voz baja, solo lo suficientemente alto para que ella lo escuchara—. Pero algunas cosas nunca cambian, ¿verdad?
Ella lo miró, manteniendo su expresión neutral, aunque su mente corría en mil direcciones.
Quería responder, quería preguntar qué había sido de él durante todos esos años, pero en lugar de eso, simplemente asintió.
—Algunas cosas nunca cambian.—respondió, su tono tan enigmático como el de él.
Izana sonrió ligeramente, una sonrisa fría, antes de dar media vuelta y desaparecer por el pasillo, dejándola con la sensación de que este encuentro no era el final, sino solo el comienzo de algo más grande.
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