𝟬𝟭. visit to the metropolitan museum of art, 𝘴𝘱𝘰𝘪𝘭𝘦𝘳, doesn't end well
❛ GAME OF SECRETS ❜
❪ act one: capítulo uno ❫
❛ visita al museo metropolitano
de arte, spoiler, no acaba bien ❜
Afrodita es una de las deidades más importantes de la mitología griega, algunos dicen que incluso la más poderosa, ya que tiene poder sobre una de las cosas más deseadas por todos; el amor. Sin importar si eres mortal, dios o semidiós, todos anhelan ese tipo de afecto; lo buscan en las personas, deseando encontrar a la que llamar ‹‹alma gemela››, aquella a la que amar y que los ame incondicionalmente. El amor es un juego peligroso, y créanme cuando les digo que las personas son capaces de hacer cosas de las que no se creían capaces, sólo porque su corazón se acelera cuando cruza miradas con esa persona especial.
Afrodita es la diosa del amor, la belleza y la fertilidad. Nació de la espuma del mar, cuando Cronos castró a su padre Urano y arrojó los genitales de este al mar, donde surgieron las olas de espuma que dieron vida a Afrodita.
Uno de los mitos griegos más importantes en el que participó fue en el llamado ‹‹Juicio de Paris››. Verán, Eris, la diosa de la discordia, no fue invitada a la boda de Peleo y Tetis, y cegada de rencor, lanzó una manzana dorada con la inscripción de ‹‹para la más bella››, con la intención de conseguir una disputa entre Afrodita, Atenea y Hera, lo cual consiguió. Zeus, para no tener que elegir cuál de las diosas era merecedora de la manzana, encomendó a Paris, príncipe troyano, que se la otorgara a una de las tres —nada tonto Zeus, se lavó las manos y le pasó la pelota (o la manzana, en este caso) al pobre Paris.
Las tres diosas lo sobornaron cosas distintas y a la vez muy características de ellas. Hera, la diosa del matrimonio, le ofreció poder; Atenea, diosa de la sabiduría, le ofreció ser un gran estratega en batalla; y Afrodita, la diosa del amor, le ofreció el amor de la (en ese entonces) mujer más hermosa.
Paris, aunque no se sabe cuánto tiempo estuvo deliberándolo, escogió el soborno de Afrodita y secuestró a Helena para que ambos pudieran estar juntos. El pequeño problema de aquello fue que Helena estaba casada con Menelao, rey de Esparta, y este, que no se iba a quedar de brazos cruzados, dio orden a sus soldados de recuperar a su esposa. Y así, básicamente, fue que comenzó la guerra de Troya.
Afrodita apoyó el bando troyano, defendiendo el amor que sentían Paris y Helena el uno por el otro, mientras que Hera y Atenea, llenas de resentimiento, apoyaron al bando de los griegos.
—¿Por qué siempre están desnudas?
Venus salió de sus pensamientos y observó el cuadro frente a ella. ‹‹El juicio de Paris, Peter Paul Rubens›› ponía en una pequeña placa de oro anacarado en un pequeño atril delante de la obra.
—Supongo que querían humanizarlas lo más posible —respondió a la pregunta de Victor en un murmuro, su voz salió monótona, mientras en su cabeza se preguntaba si lo que estaba diciendo tenía el menor sentido o sólo expulsaba estupideces—. Aunque es inútil, no se puede humanizar a un ser inmortal.
A menos que Zeus se enoje con alguno de sus hijos —y con esto se refería a Apolo— y, literalmente, lo volviera humano.
Claro que el cuadro frente a ella era una copia de la obra original, la cual se encontraba en un museo en Londres. Venus le había insistido a su padre para que la llevara al National Gallery solamente porque quería apreciar la pintura con sus propios ojos y no por una pantalla.
A Venus le interesaba todo lo que tuviera que ver con su madre. Puntualmente, el mito —no tan mito— de la manzana de la discordia, era uno de sus favoritos.
Por si aun se lo preguntan, Venus es hija de Afrodita. Sí, los dioses existen, y sí, los dioses tienen hijos con mortales —más seguido de lo que te imaginas. El que la madre de Venus fuera una diosa la hacía a ella una mestiza, o semidiosa, como era el término oficial para los de su clase.
Venus ciertamente no había pedido ser una semidiosa, pero con el tiempo aprendió a sacar lo mejor de la situación, como con todo lo malo en su vida.
—¿Sabes? —Venus despegó sus ojos de la pintura para fijarlos en Victor—. Hablé con mis padres y dijeron que me sacarán de aquí el siguiente semestre. Me enviarán a la escuela donde va Rachel.
—Es genial.
A pesar de ser primos, Victor y Rachel podrían pasar por hermanos; ambos pelirrojos con la cara salpicada de pequeñas pecas y unos intensos ojos verdes.
—¿Qué hay de ti? ¿Seguirás aquí el próximo año?
Venus negó.
—No, papá cree que esta escuela ya fue suficiente castigo.
Yancy era una escuela para “niños problema”, te sorprendería escuchar lo poco tolerante que son los padres a veces. Claro que, en el caso de Venus, Quirón se había contactado con su padre para que la enviara allí, con el fin de camuflar el olor de otro semidiós que estaban vigilando. Así que, como Venus supuso que debía estar a la altura de la situación, creyó que no le bastaba inventar una historia de por qué su padre la había enviado a aquella academia y, entonces, hizo algo digno de ser enviada allí.
Se robó un BMW.
Bueno, en realidad no lo robó, sólo se lo pidió prestado al dueño, y claro que el pobre hombre no tardó en caer bajo los encantos de las dulces palabras que salieron de los labios de Venus. Cuando se dio cuenta de lo que había hecho, fue a la policía y presentó una demanda.
Como si hubiera sido culpa de Venus que él le hubiera dado las llaves de su auto.
—Que bien —dijo Victor—. Tal vez puedas pedir que te inscriban con nosotros.
Venus sonrió.
—Sí, eso estaría bien.
A pesar de haberse conocido apenas hacía cinco meses —casi seis—, ambos habían formado una amistad en la que se sentían cómodos con su dinámica. Victor la ayudó a colocarse en la cima de la pirámide social, presentándole a sus amigos y dándole un recorrido por la academia, y Venus se encargaba de que Victor aprobase las materias. Las salidas por helado y tardes de películas de comedias románticas habían llegado por sí solas, y a ninguno le molestó eso tampoco.
—Oye, ¿podrías hacer el trabajo de latín con Grover esta vez? —le preguntó Venus, batiendo sus pestañas como alas de mariposa.
—Claro —no tardó en responder—…, pero no sé quién es Grover.
—Oh.
Venus recorrió el museo con la mirada hasta que dio con una cabellera rubia en la cafetería y le señaló con el mentón a Victor en aquella dirección.
—Allí, en las mesas —dijo Venus—. Junto al rubio.
—Ah, el amigo de Percy, hubieras empezado por ahí —dijo Victor y luego frunció el ceño—. ¿Vas a ser compañera de Percy?
—El señor Brunner quiere que lo integre al grupo —mordió su labio inferior con cierto nerviosismo—. Te veo al rato.
Comenzó a caminar hacia la cafetería, dejando a Victor de pie junto al atril. Mientras avanzaba, Venus se preguntó cual sería la mejor manera de comenzar la conversación, pero la frase siempre le quedaba a medias. Cuando se percató de que ya estaba junto a la mesa en la que Percy y Grover estaban inmersos en un juego de cartas, carraspeó, llamando la atención de ambos.
—Mitomagia, adoro ese juego—dijo para romper el hielo—. ¿Está bien si me siento con ustedes?
—Lo siento, está ocupado. Esperamos al resto de nuestros amigos —le dijo Percy.
Era mentira. Aun así, Venus, que había hecho el amague de sentarse, se levantó y pidió disculpas.
—Él solo bromea, no tenemos más amigos —se apresuró a decir Grover, y Venus mordió más fuerte su labio—. Siéntate, está libre.
—Emm, gracias… —murmuró, sentándose a la derecha de Percy.
—¿Te sientes bien? —le preguntó este—. Puede que tengas una contusión. Si te golpeaste la cabeza debería decirle a alguno de los maestros.
—¡Percy! —lo reprendió Grover—. Discúlpalo, no siempre es así.
Percy lo miró ofendido; él no pensaba disculparse.
—Déjalo —Venus le mostró a Grover una de sus sonrisas practicadas y luego volteó hacia Percy—. ¿Sabes? El sarcasmo suele ser un intento de disimular la propia ignorancia.
—También lo es el creerse más inteligente que los demás.
—No me creo más inteligente que el resto, sólo los considero más idiotas.
—Es lo mismo —dijo con tono obvio.
—No lo es.
—Claro que s… un segundo, ¿me llamaste idiota?
El sonido de Grover siendo golpeado por una mochila los sacó de su discusión. Ambos observaron a Nancy Bobofit hacerle una burla al chico. Percy estaba dispuesto a enfrentarla, ya cansado de las constantes burlas, pero Grover lo detuvo.
—Ya estás en periodo de prueba —le recordó—. Sabes a quién van a culpar si pasa algo.
Nancy le sonrió con burla a Percy y este apretó los puños debajo de la mesa.
—Aburres, Nancy —dijo Venus, dejando sorprendidos a ambos niños de la mesa—. La próxima vez que te robes algo, que sea una mejor personalidad.
Nancy iba a lanzarse contra ella, pero fue detenida por dos de sus amigas. Venus le sonrió de la manera más falsa que pudo y agitó sus dedos como despedida, mientras observaba como la cleptómana era arrastrada lejos de allí.
—¿Por qué hiciste eso? —le preguntó Percy.
—Porque me agradas.
—¿Te agrado?
—¿Sorprendido?
—Sí.
Una sonrisa bailó en los labios de Venus mientras sus uñas de color celeste pastel, que hacían juego con su uniforme, repiquetearon en la mesa.
—Eso me gusta.
Percy no entendió a lo que se refería, pero tampoco preguntó.
—¿Qué haces aquí?
—Pensaba que podíamos hacer la tarea de latín juntos.
—No —dijo, y luego se dio cuenta de que había sonado muy seco—. Grover es mi compañero.
—Victor se ofreció a ser compañero de Grover esta vez —dijo Venus sin perder la sonrisa, y señaló en la dirección en la que su amigó estaba, ahora rodeado de algunos chicos del equipo de básquet y de Stacy, que también era amiga de Venus. Cuando Victor se percató de la mirada de Venus, sonrió en su dirección ella lo imitó—. Grover está de acuerdo, ¿no es así, Grover?
—Ehm, yo… claro —balbuceó, dándole a Venus una sonrisa boba.
—Perfecto —la sonrisa de Venus se ensanchó cuando volvió a mirar a Percy—. Entonces somos compañeros.
Percy seguía sin mostrarse del todo convencido, por lo que Venus se inclinó más cerca de él para poder hablar en un tono más bajo.
—Escucha, Percy, tengo notas que mantener y tu eres como, bueno, un friki de la mitología griega —le mostró una sonrisa—. Prometo ayudarte a pasar inglés si accedes, eh. ¿Qué me dices?
Percy suspiró. Venus, una de las chicas más populares, y sin mencionar la más linda de la escuela, lo había defendido y quería ser su compañera de trabajo. De él, que estaba después de la caca de ballena en la jerarquía social. Y Percy en serio necesitaba ayuda con inglés.
‹‹Este día no podría ponerse más raro›› pensó Percy.
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El Museo Metropolitano de Arte albergaba una gran cantidad de obras de arte: cuadros y esculturas tan actuales como a la vez antiguas. Y según en señor Brunner, el lugar ideal para una excursión escolar.
El señor Brunner era un tipo de mediana edad que iba en silla de ruedas motorizada. Le clareaba el cabello, lucía una barba desalineada y usaba una chaqueta de tweed raída tan pasada de temporada que hacía que los ojos de Venus quisieran llorar.
Él iba delante, en su silla de ruedas, guiando a toda la clase por las enormes y resonantes galerías, a través de estatuas de mármol y vitrinas de cristal llenas de cerámica roja y negra súper vieja.
—Lo que ven aquí… —El señor Brunner había frenado en una galería repleta de estatuas de mármol—. Ellos no son ficción. No son fantasías. Lo que ven aquí son las más sinceras y profundas partes de ustedes mismos. Amigos, los dioses, los monstruos, los héroes que ven en esta habitación son recordatorios de nuestras propias capacidades. Ahora, en sus hojas de ejercicio, quiero que elijan a uno de los personajes que están aquí y que lo describan —y como si fuera profesor de filosofía en lugar de impartir latín, extendió los brazos hacia adelante y añadió—. Además de su apariencia, cómo los hace sentir. Recuerden que es una actividad en grupos de dos, deben ponerse de acuerdo al elegir el personaje. —Dio dos aplausos cortos—. Okey, mucha suerte.
Venus se recostó en la base de la escultura que había detrás suyo mientras ojeaba la hoja de ejercicio, rellenó su nombre y el nombre de su compañero y antes de escribir el nombre del personaje, alzó la cabeza y observó a Percy con la mirada fija en la estatua de su tocayo.
—¿Percy? —lo llamó.
Percy se sobresaltó y miró a los costados para orientarse.
—¿Mamá?
Se oyeron risas.
Venus atrapó su labio inferior entre sus dientes para contener la suya propia, pero no pudo disimilar la sonrisa divertida que se deslizó por sus labios.
—Aquí estoy bebé, mami está aquí —dijo Nancy junto a un grupo de chicas al pie de otra estatua, causando más risas entre sus compañeros de clase.
Las mejillas de Percy se tiñeron de rojo enseguida y deseó que la tierra se lo tragase.
—Señor Jackson —lo llamó la señora Dodds desde una esquina, con los brazos cruzados y una mirada de reproche. La señora Dodds era una profesora de matemáticas procedente de Georgia que siempre llevaba cazadora de cuero, aunque era menuda y rondaba los cincuenta—, debe aprender a comportarse adecuadamente —Percy intentó protestar, pero fue interrumpido—. ¿Si logró comprenderme?
—No es su culpa, señora Dodds —habló Nancy en un fingido tono condescendiente—. Percy es especial.
—Al menos no es cleptómano —dijo Venus, sonriendo falsamente hacia Nancy.
Las risas volvieron a oírse. Nancy bufó con la cara tan roja como su cabello y avanzó hacia Venus, pero casi fue atropellada por la silla de ruedas motorizada del señor Brunner.
—Oh, lo lamento —se disculpó con un tono de fingida pena, como si no lo hubiera hecho a propósito—. Debería mirar a ambos lados antes de caminar, señorita Bobofit.
Nancy suspiró hastiada, pero se contuvo de rodar los ojos. El señor Bruner parecía ser el único profesor que la sorprendía metiéndose con los demás estudiantes.
—No les prestes atención —se dirigió hacia Percy cuando las ruedas lo dejaron a medio metro de distancia—. Cuando estés listo para oír lo que los dioses te tienen preparado, ellos te lo dirán.
—Claro —murmuró Venus a su otro lado—, la estatua cobrará vida y te dirá que debes hacer algo peligrosamente estúpido para ganarte el favor de tu padre.
Se refería a la película de Hércules, era la favorita de ambos cuando eran niños, aunque cuando Venus se enteró que era una semidiosa y se propuso aprender más sobre el mundo de su madre, se decepcionó de que la peli no fuera en nada como la realidad. Aunque no dejó de ser su favorita.
‹‹No hablaré de mi amor›› se cantaba en la tina a todo pulmón y sin discusiones por decreto de Venus.
A Percy se le escapó una risa por sus palabras, pero bajo la penetrante mirada del señor Brunner, la disimuló bajo una tos falsa para que el profesor no pensara que se estaba riendo de él. Era el único profesor al que le agradaba Percy, no quería tenerlo también en contra.
—Yo creo en ti —siguió el señor Brunner, como si no se hubiera percatado de nada—. Y también creo que necesitarás esto. —De su abrigo sacó un bolígrafo y se lo tendió a Percy—. No lo pierdas, es un poderoso instrumento.
El señor Brunner desapareció del lado de Percy para seguir vigilando al resto del alumnado, y sólo entonces, cuando se aseguró de que no iba a ser escuchado por este, Percy se lo enseñó a Venus.
—Es un bolígrafo —dijo incrédulo—. ¿Qué piensa que haré con esto además de escribir?
—Tal vez apuñalar a Nancy.
—¿Puedo hacer eso?
—No —Venus lo miró con el ceño fruncido—. ¿Te sientes bien, Percy? Puede que tengas una contusión. Si te golpeaste la cabeza deberías decirle a alguno de los maestros.
Percy bufó por lo bajo y tamborileó en boli sobre la hoja de ejercicios.
—Lamento eso —dijo con la mirada fija en la estatua frente a él.
—¿Lamentas haber sido un idiota?
Percy volteó su cabeza para mirarla.
—Entonces si me llamaste idiota.
—Sí.
El seño de Percy se frunció y apretó los labios.
—Mejor hacemos el ejercicio, ¿no te parece? —dijo Venus, e inconscientemente sus ojos fueron a parar en la estatua de su madre. La Venus de Milo era una de las esculturas más famosas de la antigua Grecia. Cuando le compartió sus intenciones a Percy, su respuesta no le gustó.
—¿Por qué? Ni siquiera tiene brazos.
Venus rodó los ojos y se dijo a sí misma que Percy simplemente no sabía apreciar el arte. Estaba rodeado de piezas históricas y para él eran meros bloques de mármol tallados.
—Ya estaba así cuando la encontraron, en la isla de Milos. Se cree que la construyeron allí porque Afrodita envió al primer habitante a aquella isla —explicó—. Cuando la trasladaron a Francia, a la estatua, ya no tenía brazos; no se sabe que pasó con ellos. Además, la Venus de Milo es una de las estatuas más representativas del periodo helenístico de la escultura griega y… ¡Percy! No me estás prestando atención.
—Tengo THDA —se excusó rápidamente.
—Yo también tengo THDA y no voy por la vida paspando moscas… ¡Percy! —Venus chasqueó los dedos frente a la nariz de su compañero para que este la escuchase.
—¡Lo siento, lo siento! No es apropósito. Lo juro.
La respiración de Percy se aceleró por un instante, se sentía tan tonto, ¿por qué no podía concentrarse ni por un minuto? ¿Sería muy raro si le echara la culpa a Venus? El perfume que estaba usando lo hacía desprenderse de esta realidad.
Venus metió la mano en el bolsillo de su chaqueta y sacó algo que Percy no supo identificar que era. Con el seño fruncido, Percy tomó el objeto en sus manos, se trataba de un globo transparente lleno de orbes dentro de una red negra.
—Es un juguete anti estrés —le explicó Venus—, pero funciona para mantener a raya el déficits de atención… a veces. Prueba apretarlo. —Percy lo hizo y se asombró. Por los huecos de la red se asomaron pequeñas burbujas del globo lleno de orbes, lo mejor de todo; eran azules—. Quédate con ese, yo tengo más.
—Gracias.
—Entonces, ¿Perseo?
A Percy le tomó un momento entender que no hablaba de él sino del héroe que le daba nombre a la estatua.
—Claro, fue un héroe.
—¿Eso crees?
Percy dudó un momento.
—Sí. Hizo cosas heroicas.
—¿Cómo qué, decapitar a una viejita mientras dormía?
—A un monstruo que convertía a la gente en piedra.
—A los hombres —corrigió.
Percy la miró sin entender.
—¿Conocer el mito de Medusa? Me refiero a, antes de convertirse en Medusa —Percy negó—. Para empezar no es un mito griego, como la mayoría piensa, es romano. Los romanos prefieren la versión griega para dejar mal parada a Atenea.
—¿No son lo mismo pero con distinto nombre?
—No exactamente. Las características no varían mucho, pero sus actitudes y representaciones sí —explicó—. Afrodita y Venus son prácticamente la misma, pero Poseidón y Neptuno no lo son.
—Ah.
—Como sea, en sí el mito de Medusa no es tan desacertado. Una sacerdotisa que tuvo relaciones que con Poseidón en el templo de Atenea, que al ser una diosa virgen, se tomó aquel acto como una gran ofensa y castigó tanto a Medusa como a sus hermanas, quienes la habían ayudado a entrar al templo. Esa en la versión griega —dijo—. La versión romana es que Neptuno violó a Medusa y Minerva, se dice que en un acto de misericordia, la convirtió en un monstruo capaz de convertir en piedra a todo aquel que la mirase a los ojos, para que así pudiera defenderse de aquellos que intentaran hacerle daño.
—¿Convirtiéndola en un monstruo horrible?
Venus se encogió de hombros.
—Si te pones a pensar en el las razones de cada cosa que hacen los dioses, te va a doler el cerebro, ya que no está acostumbrado a que lo uses seguido…
Percy bufó y Venus lo codeó juguetonamente, robándole una sonrisa.
—Eres una completa nerd.
—Yo prefiero el término ‹‹más inteligente que tú››.
—Si sabes todas estas cosas ¿por qué querías ser mi compañera?
—Eso es un secreto, Percy —la diversión se vio reflejada en los ojos de Venus—. Mis secretos tienen un precio muy alto.
—Okey, entonces hacemos la actividad sobre tu estatua sin brazos. —Venus rodó los ojos con diversión—. Ponte filosófica y dime que piensas cuando la ves.
Arrugó la nariz por un segundo, era algo que hacía de manera inconsciente y que Percy creía que la hacía ver adorable.
—No estoy segura —murmuró, golpeteando el bolígrafo en sus labios—. Supongo que es la representación más cercana a la mujer más hermosa que el ojo humano haya visto. Me refiero a que, todos los escultores o los pintores representan a Afrodita, Venus, de maneras distintas porque es imposible que todos tengan la misma percepción de belleza.
Percy notó como sus ojos grises se iluminaban mientras hablaba, como pasaba cada vez que hablaba de algo que la apasionaba mucho.
—Supongo que el mensaje es que la belleza es subjetiva y que todos somos hermosos vistos desde los ojos de la persona correcta, o algo así.
Percy estuvo de acuerdo, porque vista desde sus ojos, Venus era la chica más hermosa que hubiera visto.
Si les gustó el capítulo no se olviden de votar y comentar y guardar esta historia en su biblioteca para no perderse ninguna actualización, yo en mi youtuber mood, pero en fin. MUAK
XOXO, Aria
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