❁ཻུ۪۪🔖ꦿ 𝗣𝗔𝗥𝗧𝗘 𝗖𝗔𝗧𝗢𝗥𝗖𝗘.

❝ꓸ᭄ꦿ⃔𝐅𝐑𝐄𝐄𝐃𝐎𝐌 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐑𝐀𝐌𝐏𝐀𝐑𝐓𝐒 ━━━━ 𝐞𝐫𝐞𝐧 𝐣𝐚𝐞𝐠𝐞𝐫. 
ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴄᴀᴛᴏʀᴄᴇ: ᴘᴀᴢ. 
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— ¡Esas galletas son mías! —la azabache corrió en busca de los niños que acababan de tomar el canasto para huir fuera del edificio.

“¡Las hice con Eren para nuestro picnic en la noche!” chilló en sus adentros y siguió correteandolos.

Orlando y Olympia miraban divertidos la escena de Artemisia siguiendo a los niños que reían a carcajadas en medio del pasto. Ambos ayudaban a ordenar las cosas que se estaban trasladando a la casa para niños huérfanos de la ciudad subterránea.

— ¡Artemisia! —Sasha gritó—. ¡No seas mala y comparte de tus galletas, loca!

— Tiene una gran debilidad por la harina, con razón es tan energética y se lleva muy bien con Eren. —dijo Connie, acomodando un costal.

— ¡Sí! ¿Te acuerdas cuando le mordió el hombro a Jean porque le quitó su ración de galletas? —se quejó Sasha entre risas.

— No hay mucha diferencia entre tú y Artemisia, Sasha. —opinó Mikasa, pasando a los lados, a lo que Sasha exclamó indignada, mientras que Connie se reía.

Olympia dejó de ver a su prima, para ver a los demás.

“Se divierten bastante... Ojalá fuera así en Caria.”

El mellizo posó una mano en el hombro de la alta, esta lo miró con sorpresa y sonrió desganada.

— Supongo que extrañas estar en casa. —habló en voz baja.

— ... No mucho. Allá todo era aburrido, tenía que estar atenta a toda hora para ejercer mis funciones como ayudante real de Caria. —acomodó su cabello de lado—. Acá son liberales, a pesar de todo el odio que reciben por parte de los demás países.

Orlando enarcó una ceja, esperando una explicación de ello. La chica se dio cuenta, así que bajó sus orbes al pasto.

— Tu cortada en el rostro es genial, ¿cómo te la hiciste? —evitó el tema.

— He... -

— ¡Olympia! —llegó Connie a sus lados—. Ya que eres prima de esos dos raritos, ven a hablar con nosotros. Todos debemos ser amigos.

— ¡Vamos, vamos! —apareció Sasha.

Orlando rió sin prestar atención a lo que dijo anteriormente la fémina, le dio una palmada en la espalda, a la cual no sabía cómo reaccionar, aunque terminó dejando que los otros dos la tomaran de los brazos para guiarla a donde Mikasa y que ahí pudieran charlar a profundidad.

El ojiazul aprovechó para supervisar a su hermana. Estaba sentada en el pasto acompañando a los niños mientras comían las galletas por las que tanto lloraba.

Sonrió y después posó sus orbes en otra persona; Historia. Le agradaba bastante desde que la conoció en sus tiempos de reclutas, pero ahora era muy importante para él después de lo de Ymir.

Artemisia por su parte, miraba al cielo anaranjado con su mano dirigiendo una galleta a su boca, la mordió y saboreó el dulzor del chocolate abundante. Aún permanecía preocupada por sus memorias, pero estaba en proceso de acostumbrarse a la verdad que manejaban sus padres.

“No es algo que me ponga triste, porque entiendo a mamá y sus intenciones. Pero lo que me deja abrumada es lo que está tramando papá... Por algún motivo deseo que no esté en Marley, y prefiero quedarme con la noticia de que desapareció en la recuperación de la muralla.”

Los niños salieron corriendo, gritando un “gracias” hacia Artemisia. Ella sonrió alegre y los despidió con un leve movimiento de su mano.

A unos metros de ella, pudo notar como Jean y Armin iban caminando de regreso al edificio, y en eso, Arlert hizo contacto visual con Artemisia, por lo que sintió un escalofrío rodear su cuerpo. Jean lo miró preocupado, así que dirigió sus orbes a donde mismo, y enseguida también se asustó.

— ¿C-crees que se moleste al ver a Historia sonrojada hablando con Eren? —preguntó el rubio al alto.

— No lo sé, Armin. Pero no me sorprenderia por parte de la melliza del loco obsesionado Orlando. —se burló.

La ya mencionada miró detrás de ellos, logrando captar como Eren e Historia iban hablando tranquilamente, sin embargo, la reina mantenía un sonrojo y facciones de timidez.

“No, Artemisia. Sería muy inmaduro de tu parte hacer un escándalo por algo así. Solo es Historia hablando normal con Eren...

... Al diablo con eso.”

Llegó hasta ellos a paso firme y acomodando su blusa ajustada. Historia la vio con una sonrisa incómoda, pero Eren al verla vestida así, se sonrojó.

— Se ve que necesitan ayuda... —sonrió falsamente—. Eren, debes seguir cansado. Vamos, te ayudaré.

Le quitó los costales de los brazos, y cargó con ellos fácilmente, dejando perpleja a la reina.

— ¡No me trates como un anciano! Además, seguro deberías estar igual de cansada. —exclamó el castaño.

— No seas llorón. —lo miró de reojo y adelantó el paso.

— ¡¿Llorón?! —la persiguió con una gran sonrisa en sus labios.

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Ya en la noche, todos descansaban dentro del edificio por el día de hoy.

Eren y Artemisia aprovecharon para salir al aire libre en el pasto y observar las estrellas que tanto esperaban ver.

— Me quedé sin galletas... Se las di a los niños cuando huyeron con ellas. —Artemisia jugó con sus dedos.

Eren sonrió sin despegar sus labios al notar la fragilidad de la menor. La cargó en sus brazos, recibiendo así una expresión de asombro por parte de su enamorada, la cual se abrazó a él de su cuello.

— Las galletas son lo de menos cuando te puedo comer a ti, Artemis.

— ¡Eren! —se tapó el rostro rápidamente.

La cargó hasta quedar a la vista de la luna y el cielo nocturno. Artemisia estaba algo nerviosa, pero lograba controlar sus emociones. Se empeñó en acomodar las mantas y unos aperitivos que también habían preparado en la tarde a parte de las galletas.

Se acostaron en las telas, y Eren pasó un brazo por la cabeza de Artemisia hasta su hombro para abrazarla y darle calor, ella se dio media vuelta colocando la pierna derecha sobre la zurda de Eren, quedando ambos entrelazados.

Artemisia cerró los ojos, sintiendo la respiración calmada que desprendía el pecho de su acompañante, junto a unos leves latidos.

Ambos se sentían increíblemente en paz, algo que sólo podían conseguir al estar juntos, nadie más podía brindarles esas sensaciones tan cálidas como las que se regalan mutuamente ellos dos.

— ¿Ves? Son hermosas. —habló la joven en voz baja y adormilada—. Una lástima que no hayan constelaciones.

Eren sonrió enternecido.

— Me gustan bastante, pero no más que tú... —tomó su mentón con sus dedo índice y pulgar apoyados ahí, la hizo que lo viera directamente—. No sé cómo explicar la cantidad de emociones que tengo por ti.

Artemisia se avergonzó, y acarició la mano que la tomaba suavemente.

— Con que compartamos tiempo juntos me lo demuestras todo. —besó la mano del castaño.

Eren se sonrojó, — No quiero perderte.

— No pasará.

Artemisia se colocó una manta encima que traían como extra si les comenzaba a dar frío, Eren la ayudó a taparla por completo, y sacó unos sándwiches de la canasta.

— Debes cenar. —se lo entregó, y la de ojos azulados agradeció.

Comieron tranquilamente, entre unas cuantas risas y temas variados que solo trataran de ellos mismos, pues no querían preocuparse por ahora de lo que sucede a su al rededor últimamente.

— Artemisia.

La fémina miró curiosa al de zafiros verdes.

— Mm...

De repente, la tomó de las mejillas y la atrajo hacia él, dejando reposar sus labios sobre los de la azabache, la cual no tardó en corresponder. Ese beso no era como los anteriores, no se asemejaba a nada dulce o tierno, no, se fundian en un beso deseado, y que ellos no terminaban de comprender, pero sabían más o menos por dónde iban las ramas.

Eren introdujo su lengua en la boca de Artemisia, ninguno de los dos se quejó por la posición o el beso, lo disfrutaban gustosamente. Y eso era demostrado, con la mirada lasciva que le mandaba el castaño a la de orbes azules.

El moreno estaba sentado con un mano apollada en la manta, y con la otra acariciando los cabellos de Artemis, quien yacía sentada sobre las piernas de él y con sus brazos rodeando su cuello, con tal de aferrarse al joven.

Ambos sentían un cosquilleo en sus partes bajas, pero hicieron la vista gorda. Aunque Artemisia comenzó a darse cuenta de un creciente bulto por debajo de sus piernas, a lo que paró rápidamente y lo miró directamente a los ojos intentando mantener su respiración correctamente.

— Eren... —un color carmín se apoderó de sus pómulos—. Estamos al aire libre... Alguien podría vernos.

— Pero... —sus mejillas tomaron el mismo calor al notar lo que había debajo de su pantalón—. Disculpa.

Se miraron mutuamente aún acalorados por la situación, y Eren esperaba a que bajase aquél bulto, mientras que Artemisia seguía sentada en él abrazándolo.

— Artemis... Será imposible que esto baje si no nos movemos. —habló apenado.

— ¡Oh! —jugó con sus cabellos de manera entorpecida.

La chica se quedó unos segundos pensando.

— Eren...

— ¿Sí?

— ¿Quieres intentar algo?

Eren se sorprendió con la pregunta, pero al captar la intención, sonrió de lado y asintió juguetón.

— Con gusto.

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