ℭ𝔞𝔭 9. 𝔢𝔩 𝔯𝔢𝔰𝔠𝔞𝔱𝔢 ゞ 🍃

─Erika, mi instinto me dice que algo le pasó a Ichika. Günter se la llevó a su casa, en las montañas.

─¡No puede ser! ¡Tenemos que ir a rescatarla!

─Maldito Günter...─ dice, en un tono de voz que hace que a la rubia le dé un escalofrío. La voz de Deuter es aterradora cuando está enojado, con razón mucha gente lo confunde con el verdadero monstruo de Renania─Se llevó a Ichika para que yo vaya a buscarla y me obligue a volver con él... ¡MALNACIDO!

─Deuter...

─Busquémosla por todo el bosque, si no la encontramos, iremos a su casa a recuperarla.

─Hay que decirle a Liesel para que llame a la policía.

─Sí, vamos. No te separes de mí─ comienza a caminar, dando grandes zancadas. Cabe resaltar que las pisadas de Müller son muy pronunciadas.

La germana entiende que es una situación que por supuesto altera mucho al gigante, pero ha estado tan acostumbrada al verlo tranquilo, que el hecho de que esté así de molesto le produce mucho miedo. Agradece que lo tiene de su lado, porque no le gustaría discutir con él.

─Ichika, no te preocupes, amiga, vamos a ir por ti.


Unos cuarenta minutos después de buscarla desesperadamente, y sin tener éxito, volvieron a casa para comunicárselo a la tía de Erika. Liesel se cayó del sillón al recibir la noticia del rapto de la japonesa.

─¡¿CÓMO QUE ICHIKA FUE SECUESTRADA POR ESE VIEJO?!

─Estábamos jugando a las escondidas, hasta que Deuter tuvo un mal presentimiento de que Günter se llevó a Ichika, la fuimos a buscar y no la encontramos por ningún lado...

─Ese hombre es un perverso, ataca a las personas a pedradas, roba cosas, rompe cosas, se cree el dueño de las montañas y hasta secuestra niños, ¡y nadie tuvo el valor de pedir ayuda para que lo saquen a patadas de la pocilga donde vive!

─Es terrible─ dijo la alemana.

─Ya basta, llamaré a la policía─ tomó su celular y marcó el número de los oficiales.

─Yo voy a ir a buscarla─ Müller caminó hacia la puerta para irse.

─¿Eh? ¿Estás seguro, Müller?

─Le prometí a Ichika que la salvaría de todo aquel que intente hacerle daño, y eso haré. Yo ya conozco a Günter, así que puedo hacerme cargo del rescate yo solo. Llamen a la policía para reportarlo, pero nadie se va a interponer en mi plan de rescate─ miró a la señora Werner con seriedad.

─... Eso es muy hermoso de tu parte, tesoro─ le dijo, mirándolo totalmente cautivada─. Bueno, no te voy a detener, pero ten mucho cuidado. No sé qué tan peligroso sea Günter, solo quiero que no te pase nada.

─No va a pasarme nada, se los prometo─ les juró con una sonrisa.

─Yo voy contigo─ Erika caminó hacia Müller.

─No, Erika, lo voy a hacer solo...

─¡NO, VOY CONTIGO!─ exclamó, sorprendiendo a su tía. Deuter se mantuvo serio─¡Ichika es una de mis mejores amigas! ¡Yo vine a este viaje con ella para que pudiéramos disfrutar juntas, y le prometí a su familia que la cuidaría mucho! Está bien que quieras tomar la responsabilidad de salvarla tú, pero yo también tengo que hacerlo, yo soy la que la está cuidando─ tomó una de las manos del titán entre las suyas, y lo vio a los ojos con suplicia─. Por favor.

─Pero Erika...

─Te prometo que no voy a estorbar. No le tengo miedo a ese viejo.

─...

─Por favor, Deuter. Quiero salvar a mi amiga, contigo─ le sonrió, con los ojos brillosos.

Esas palabras lograron tocar el corazón del gigante, haciendo que una pequeña sonrisa se dibujara en su rostro.

─Muy bien. Ven conmigo─ se zafó de su agarre para ser él quien le tomó la mano a ella. La sonrisa de Erika se ensanchó, y sus ojos brillaron aun más.

─Ustedes dos son un amor─ comentó Liesel─. Se ven como una pareja, e Ichika parece que fuera su hija pequeña.

Los dos tenían un rubor muy pronunciado.

─¡No digas tonterías!─ exclamaron.


Erika y Deuter están caminando hacia las montañas con una linterna en mano porque ya está bastante oscuro. Antes de que ellos se fueran, Liesel radicó una denuncia a la policía por el secuestro de una menor a manos de un señor mayor que ya ha generado varios disturbios en ese pueblo cercano a las montañas. Cuando los dos vuelvan con Ichika, la policía se hará cargo de Günter.

─No traje la bicicleta porque no quería hacer ruido al acercarnos─ le dice la germana─, aunque con la bici podríamos huir más rápido.

─No te preocupes. Ahora tenemos que pensar en una distracción para que pueda entrar y sacar a Ichika. Él es muy astuto.

─Tengo una idea. Tú dijiste que si le tiran piedras a la casa es razón suficiente para atacar a alguien, ¿no?

─Sí.

─De eso me hago cargo yo. Le tiraré piedras para que salga a perseguirme, y tú entras y buscas a Ichika.

─¿Segura de que quieres hacer eso?

─¿Günter es rápido?

─Corre como una persona promedio de su edad, no es que sea Usain Bolt corriendo.

─Claro, entiendo. Mira, yo pienso esto: Ichika es mucho más bajita que él y no es muy rápida, seguramente por eso la pudo capturar, pero yo soy alta y soy bastante rápida (al menos en la clase de Gimnasia, jeje), así que no me va a atrapar.

─Bien pensado...─ se detiene al ver que la casa está a la vista, a unos pocos metros de ellos─Ahí está. Escóndete─ se ocultan detrás de unos árboles, y se quedan mirando la casa pequeña del hombre de cabello blanco. La están mirando de costado, y no tienen ninguna ventana para ver qué ocurre ahí dentro.

─¿Ahí te quedabas con él?

─Así es, pero la casa de Liesel es mucho más cómoda.

─Obvio, jaja... Shh, escucha.

Ambos se quedan en silencio para escuchar lo que está pasando adentro de la casa.

─¡Eres un viejo horrible! ¡Tienes la cabeza rara!

Los dos resisten las ganas de reírse por esas palabras de la nipona, pero un enorme estruendo los asusta y los pone todavía más en alerta.

─¡DEJA DE PROVOCARME, MOCOSA!

Adentro de la casa, Ichika está temblando de miedo al escuchar a Günter gritándole, y más porque antes de eso había dado un fuerte pisotón al piso que causó un temblor medianamente fuerte dentro de la casa, además que se cayeran algunas cosas.

─¡¿Acaso quieres quedarte aquí toda la noche, en ese cuarto oscuro y sin comida?!

─¡No, yo me quiero ir a mi casa, y sé que Müller y Erika van a venir por mí! ¡Vas a ver!

─¿Ah, sí? Pues en ese caso tendré que quedarme aquí contigo haciendo guardia.

─¡Qué asco! ¡Prefiero que no haya nadie a tenerte a ti!

El hombre la mira con algo de seriedad. Ichika se arma de valor y le echa la lengua con expresión de desagrado.

─Mmmm... Los niños son tan desagradables, por eso los quiero fuera de mi bosque. Agradece que a todos los niños que mantengo cautivos los libero luego de un par de horas, porque llega un momento en el que no los soporto─ le cuenta, pero inmediatamente dice unas palabras que a Ichika le produce terror─. Si yo fuera una persona cruel, los hubiese degollado a todos con la cuchilla de cocina que tengo...

─N-no...

─¡Dame las gracias porque no te voy a matar!

─¡T-tú...! ¡No importa, aun así no tienes derecho a robar, a atacar personas a pedradas y a secuestrar niños! ¡Este bosque no le pertenece a nadie más que a la Madre Naturaleza!

─¡SILENCIO!─ grita, y acto seguido sale de ese cuarto para caminar hacia la cocina. Diez segundos después, regresa con la antes mencionada cuchilla, con manchas rojas...

─... ¡AAAAAAAAAAAAAAAAH!─ grita, totalmente horrorizada.

─¡No te alteres, enana! Esto no es sangre, es salsa de tomate, pero si no te callas harás que pierda la paciencia y tome medidas más extremas.

La japonesa decide callarse para evitar una desgracia.

Müller tenía razón, Günter está lejos de ser la persona más despiadada del mundo, solo quiere asustar a la gente para hacerse ver, pero se está pasando de la raya.

─Cuando llegue Müller te liberaré, sin embargo, al momento de que eso suceda, ¡te quiero fuera de aquí!─ apaga la luz. A Ichika le da escalofríos ver su silueta─Pensándolo bien voy a preparar algo de comer, pero tú tendrás que quedarte sola. Espero que no le tengas miedo a la oscuridad, mocosa─. finalmente se va, dando un portazo, y dejando a la pobre niña a oscuras en ese cuarto frío.

La pequeña solloza de miedo.

─Amigos, por favor, sálvenme.

Mientras tanto, afuera.

─¿Q-qué fue ese grito? ¡Müller, ¿qué fue ese grito?! ¡Fue Ichika! ¡¿Qué le hizo ese señor?!

─Contrólate. Seguro le mostró la cuchilla de cocina...

─¡¿QUÉ?!

─¡SHH! ¡Baja la voz!─ susurra.

─Perdón─ se disculpa en voz baja.

─Solo lo hace para intimidar, nunca ha atacado a ningún niño con ella. Pero de todas formas es horrible intimidar a la gente así. Menudo miserable.

─¿Entonces cómo hacemos para salvarla?

─Ichika debe estar en el cuarto oscuro donde mantiene encerrados a todos los niños que secuestra. Tú rómpele las ventanas con las piedras que recolectaste, cuando yo vea que él sale y te persigue, yo entraré y la sacaré de ahí. Ve al bosque y después da vuelta para volver a casa. Te estaré esperando con ella en la base de la montaña.

─Entendido.

─Por favor, ten mucho cuidado.

─Cuidado es mi segundo nombre.

El gigante sonríe divertido.

─Tú y yo hacemos gran equipo, en eso Liesel tiene razón─ la toma de las mejillas y se acerca para unir sus labios con los de ella. Esto dura solo tres segundos porque Müller se separa─. Y algún día quiero que seamos más que un gran equipo.

La germana asiente con la cabeza, aun embobada por el beso.

─Bueno, ve, recuerda que Ichika está muy asustada.

─S-sí, sí, claro─ sale y se acerca al frente de la casa. Tiene las piedras en la mano para llevar a cabo este vandalismo tan necesario para rescatar a la rehén que está ahí dentro.

Müller espera detrás del árbol. Erika está a unos metros de la puerta de entrada, y comienza a tirar piedras a las ventanas, haciéndolas pedazos.

─¡VIEJO DE MIERDA! ¡SI NO LIBERAS A ICHIKA AHORA, TE QUEDAS SIN VENTANAS!─ le grita.

Dentro de la casa, Günter está en la cocina preparándose algo de cenar, pero escucha los gritos de la rubia y los vidrios rotos. Deja lo que está haciendo para ir a la puerta y abrirla. Se encuentra con una Erika totalmente diferente a la que uno acostumbra ver.

─¡¿QUÉ DEMONIOS HAS HECHO, TONTA?!

─¡Deja ir a mi amiga, o te tiro piedras como ayer!

─¿Crees que una mujer imbécil como tú puede amenazarme así?

─Sí, porque te anuncio que la policía va a venir pronto por ti. No vas a vivir en este bosque nunca más.

─¡¿CÓMO QUE LLAMASTE A LA POLICÍA?! ¡NIÑA INSOLENTE!─ le enseña su tan preciada cuchilla. El rostro de Erika se pone azul, y pega un grito que denota pavor.

Y sin pensarlo dos veces, empieza a correr. Con todas sus fuerzas, pensando que su vida podría depender de ello ahora mismo. Günter va por ella, no es tan rápido como la germana, pero tiene que alejarlo lo más que pueda de esa casa para darle tiempo a Deuter de salvar a Ichika e irse de ahí.

El titán decide que ya están a una distancia considerable de la pequeña casa. Se mete rápidamente y corre al cuarto donde suele encerrar a los niños. Ya conoce esa casa de memoria, y afortunadamente es muy poco espaciosa. Tiene un baño, la cocina, el cuarto donde dormían ambos en un colchón cada uno, y ese cuarto que sirve como una especie de "depósito", o como cárcel para los niños, se podría decir también. Todas estas habitaciones son bastante reducidas de tamaño.

Deuter patea la puerta para abrirla y se encuentra con ella, amarrada a una silla, con el rostro húmedo porque ha estado llorando.

─¡MÜLLER-SEMPAI!

─Tranquila, te sacaré de aquí─ se coloca detrás de ella e intenta quitarle las cuerdas.

─¡¿Qué le pasó a Erika?! ¡La escuché gritar!

─Está distrayendo a Günter para que yo te pueda liberar, no te preocupes.

Apenas termina de desatarla, la pequeña se lanza a los brazos de su amor platónico y llora desconsoladamente en su pecho.

─¡Tuve mucho miedo, Müller-sempai! ¡Ese señor es más aterrador de lo que parece!

─Ya, ya─ le acaricia el cabello y la espalda, tratando de consolarla─. Todo va a terminar ahora, denunciamos a Günter con la policía, y ya están en camino.

Ichika lo mira a los ojos, con una sonrisa temblorosa.

─Gracias a Dios.

─Bueno, ya habrá tiempo para llorar. Tenemos que irnos. No sé cuánto tiempo podrá resistir Erika.

─Tienes razón─ se pasa el antebrazo por los ojos para quitarse las lágrimas.

─Vámonos─ la carga para llevarla a upa. La nipona queda asombrada al ver lo alto que es su amigo.

─El mundo se ve tan distinto desde aquí.

─Jaja, no exageres.


La rubia alejó bastante a Günter, que no ha dejado de seguirla.

─A esta altura Deuter ya debió haberla rescatado. Voy a dar la vuel...─ se tropieza con una piedra y cae─¡Maldición!─ intenta levantarse, pero un fuerte dolor la detiene. Se raspó las rodillas, y por poco se esguinza el tobillo.

─Sí que eres rápida, muñeca. Corres como una gacela─ se escucha la escalofriante voz de Günter, detrás de ella─. Pero adivina qué: llega un punto en el que el león logra atraparla, y ahí se termina todo para ella.

La germana lo mira con mucho miedo. Según Deuter no es tan peligroso como parece, pero si trajo la cuchilla para perseguirla debe ser por algo.

─¿V-vas a atacarme?

─Yo no suelo matar personas, no soy tan extremo, pero atacaste mi casa, y si realmente llamaste a la policía, no puedo dejar que te escapes así como si nada─ le enseña la cuchilla manchada.

─N-no...─ comienza a temblar y sollozar del miedo.

─Además, por tu culpa Müller decidió abandonarme y abandonar su entrenamiento, todo para irse con ustedes─ levanta su cuchilla por arriba de su cabeza─. No creas que por ser mujer te tendré lástima. Si no me dieran tanto asco las mujeres, diría que eres una lindura.

─S-si no hago algo, me cortará un brazo o una pierna─ piensa, temiendo lo peor.

Müller e Ichika ya están en la base de la montaña, esperando a la rubia.

─¿Por qué está tardando tanto? Esto no está bien.

─Erika... ¿le habrá pasado algo?

Günter está decidido a atacar a la germana.

Pero en ese instante ínfimo, Erika le lanza una piedra directamente a la entrepierna del mayor, haciendo que grite de dolor y caiga arrodillado en el suelo, agarrándose sus genitales.

─¡MALDITA MUJEEEEEER!

Erika se levanta, toma la cuchilla y la arroja lo más lejos posible. No es capaz de hacerle daño con un arma tan peligrosa como lo es la cuchilla, no es de ese tipo de persona. Con todo su esfuerzo, se va corriendo, aunque no tan rápido luego de tropezar así.

De todas formas, Günter no la va a seguir luego de recibir un fuerte golpe en esa zona tan delicada.

─Soy tan fuerte─ piensa con orgullo, mientras corre con todas sus fuerzas.

Y es que con lo que acaba de hacer, todo ha terminado para ese ser tan despreciable. Deuter ya es libre.

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