El de bufanda se encontraba boca abajo, acostado en su cama, llorando mientras la puerta de su cuarto estaba cerrada, parecía que nadie pudiera hacerlo parar de llorar.

- Dust, ya ábreme, por favor- decía su esposo, el cual estaba atrás de aquella puerta, esperando a que su amado le abriera.

- ya no, Sans.- dijo mientras más lágrimas salían de sus cuencas, mojando cada vez más aquella cama.

- sí me perdonas... Te construiré una casita, con mis propias manos, y tendremos gallinitas... Y un perro llamado "el ingeniero", y luego que nuestros niños me digan... "¿¡Ya comió el ingeniero!?"-

-. . .- no pudo evitar reír por el apodo del perro y lo de las gallinitas-. - no sé si me gustaría tener niños, ¿Y sí me enojo y los mato?-

- no va a pasar eso... Yo te voy a cuidar, a tí y a los niños.-

- ¿Ya no seremos solo tú y yo, dándonos cariño a cada rato, verdad?- aquella parte, de tener que prestarle más atención a sus niños antes que a su esposo no le convencía mucho.

- el ingeniero los va a entretener, vamos a tener mucho tiempo para darnos todo el amor que quieras.-

- . . . Bien...- se levantó, retirando con sus puños las lágrimas que se habían quedado sin salir, para acercarse a la puerta y abrirla, viendo a su contrario unos momentos, para después ser abrazado por su esposo.

- te amo mucho, y lo sabes...- acariciaba la espalda contraria con cariño para calmar a su contrario, aunque pareciera un mounstro intimidante y sin sentimientos, podía ser un... "Bombón".

-... Yo también te amo mucho... No quiero que me dejes nunca...- . . .