ii. el dulce sonido del sufrimiento.


(...)

ESA NOCHE DURMIÓ EN LA HABITACIÓN junto a la monja que acompañaba a Uhtred, ella no se negó a la compañía de Eivor de hecho estuvo feliz de saber que tenían una acompañante femenina, durante la mañana siguiente se levantaron temprano para abandonar Eoferwic. Todos subieron a sus caballos mientras Uhtred caminaba para verificar que todo estuviera listo para partir, Eivor lo seguía y cuando ambos se acercaron a un hermoso caballo negro, Uhtred subió para montarlo.

—Nos vamos—Aviso una vez arriba del caballo, le tendió una mano a la joven rubia para que está subiera y ella la acepto sin dudarlo.

Cuando cruzaron las puertas de Eoferwic sintieron el aire frío del norte, las cosas por ahí estaban complicadas debido a los daneses que se habían asentado en diferentes zonas de Northumbria.

—¿Si hueles el mar del norte hijo?—Hablo uno de los padres que montaba junto a Uhtred y Eivor, Beocca se llamaba—el aire de Northumbria.

—Lo huelo y puedo sentirlo, padre—Respondió Uhtred complacido por este viaje—huele a casa.

—Asi es.

Eivor sintió un escalofrío en su espalda, miro de reojo ligeramente hacia la derecha notando que había una persona mirándolos desde las montañas, entre los árboles.

—Nos están vigilando—Susurro la rubia lo suficientemente fuerte para que Uhtred la escuchará, el de cabellos castaños se limito a bajar su cabeza para darle a entender que la escucho.

Se detuvieron a dejar que los caballos descansarán unos minutos al lado de un río, Eivor se encontraba alimentando al caballo de Uhtred con manzanas, el padre Beocca rezaba mientras Halig orinaba no muy lejos de ellos.

—Nos están siguiendo, supongo que estás consiente de eso—Hablo el padre Beocca acercándose a Uhtred.

—Lo estoy, Eivor me lo dijo—Respondió apuntando a la rubia, Halig dejo de orinar y se giro un poco sorprendido por la revelación.

—Ah sí, ¿y quién?.

—Hombres de Kjartan, son los pastores y nosotros las ovejas.

—¿Es una trampa?—Pregunto Halig curioso.

—Asi es. Entraran solos al mercado de esclavos.

—¿Nos matarán?—Cuestionó Halig.

—Yo los seguiré—Intento tranquilizar Uhtred. Eivor miro de reojo como todos se colocaban alrededor del castaño—ire con los leprosos.

—¿No estarás a nuestro lado?—Cuestiono Beocca confundido, Uhtred negó.

—Tu propósito aquí es protegernos—Hablo el otro padre en un tono preocupado.

—¿Saben montar?—Pregunto Uhtred mirando a los leprosos.

—¿Deseas saber si los leprosos montan?—Pregunto con incredulidad—yo no tengo idea. Beocca, ¿Que es esta idiotes?.

—Si vamos a salvar a Guthred y vivir para verlo coronado rey, entonces el dueño y quién se sienta con el debe temerme—Aclaro—no van a negociar y yo solo soy un hombre. Entonces deben temerme y yo elegiré como. Beocca necesitaré que hagas tu parte.

La rubia se acercó al castaño, mirándolo fijamente.

—¿Quieres decir algo?—Cuestionó Uhtred sin mirarla, comenzaba a prepararse para su misión colocándose un pedazo de tela en la cabeza, sostenía el cráneo de un animal en su mano.

—Dejame ir contigo, te seré de ayuda.

—Te necesito con los padres, si Halig o Hild no pueden protegerlos a ambos estoy seguro de que tú si.

—¿Con una daga?—Le cuestionó incrédula.

—Asesinaste a ese hombre en los establos. Protegelos, por favor—Pidió colocando su mano en el brazo de la rubia. Ella suspiro y asintió.

Cuando la noche llegó todos emprendieron su camino hasta el asentamiento de esclavos, Uhtred tomo un camino diferente con la promesa de que estaría observando desde lejos. Eivor montaba junto a Hild se había colocado una capa que cubría la mayoría de su ropa, sería mejor si no descubrían que era danesa. Apenas llegaron un hombre se planto frente a ellos, se veía imponente pero no tanto como otros hombres que Eivor llegó a conocer.

—Hola, es mi amigo el monje de la plata—Saludo el hombre se veía mayor—con invitados, una niña y una mujer que agradable.   He olvidado tu nombre monje de la plata pero no nuestro precio. ¿Si lo tienes?.

—¿Tienes a nuestro hombre?—Le cuestiono el padre—Guthred.

—Claro que tengo a tu hombre.

—Quiero verlo entonces.

—No, tu me darás la plata ahora—Dijo seriamente su mirada fue a dar hasta Hild—se ve fuerte, eso me gusta mucho.

—La mujer no está en venta.

—Con piernas fuertes para sujetarse a mis nalgas—Ante sus palabras Eivor sintió repulsión.

—Quisiera ver a Guthred—Pidio el padre nuevamente—¡Guthred, aparece ante nosotros. Guthred de cumberland!.

—Yo decidiré cuando veas a tu hombre—Una tercera voz masculina se unió a la conversación, era un hombre rubio con una tela alrededor de su ojo izquierdo—nos darás lo que cuesta y nos lo darás ahora, y vas a hacer todo lo que te diga. Ustedes bajarán de su caballo, lindas.

Hild fue la primera en deslizarse para bajar del caballo, luego ayudo a Eivor quien se colocó detrás de la monja con cuidado. Cuando el tuerto se acercó a ambas este acaricio la mejilla de Hild, la joven rubia colocó su mano sobre su daga la cuál reposaba sobre su cinturón.

—Usted es viejo—Hablo mirando de reojo a Beocca, volvió su mirada a Hild—quitate la túnica.

—No haré eso.

—Lord, faltan unos jinetes.

—¿Que dijiste?.

—Faltan jinetes, conte cinco caballos más de los que están—Aclaro un hombre calvo con tatuajes de puntos en toda su cara—deben estar ocultos, lord.

—Monje, ¿Tiene razón?—Cuestionó el tuerto calmadamente—¿Hay más caballos?.

—Tiene razón, lord—Respondió Beocca—pero esos jinetes aparecieron de la nada, nos preguntaron hacia donde viajabamos, les pedimos que nos dejarán y se fueron.

—¿Querían desecharlos? Dígame—Preguntó el tuerto.

—Creame esto que le diré, lord. No eran hombres de este mundo, no eran como usted y yo—Beocca se notaba nervioso, eso le daba más dramatismo a su farsa, termino persinandose.

—¿Cómo que no eran hombres?.

—¿Eso por qué lo hacen, es señal de su dios?.

—Es solo para pedir protección ante los jinetes—Respondió Beocca sonando seguro.

—Si no son hombres, ¿Entonces que son?.

—Por favor, solo hablar de ellos los invocaria—Hablo Beocca fingiendo estar asustado.

—No me dices nada.

—Podríamos solo darles la plata y irnos de aquí, por favor.

—No hay nada que temer, más que por la vida de los padres—Hablo el tuerto danés quien no creía la palabra de Beocca.

Unos murmullos resonaron en la niebla de la oscura noche.

—Lord.

—Ay santo dios, es el—Beocca volvió a persinarse, está vez su tono de voz fue más preocupante.

—Deberias temerle—Murmuro Eivor, el tuerto la miro brevemente antes de observar como el  fuego de unas antorchas se acercaban al igual que el sonido del galope de los caballos—Odin lo envío.

Los leprosos rodearon al grupo de daneses, Uhtred hizo acto de precedía con una capucha cubriendo su cabeza y un craneo de algún animal cubriendo su rostro.

—Soy el mensajero de Odin—Hablo fuertemente—y vengo por sus cuerpos, ¿Tu eres Sven Kjartansson?.

—¿Que es lo que quieres con Sven Kjartansson?.

—He venido a llevarme las almas tanto de Kjartan como de su hijo.

Sven ordenó un ataque pero al intentar siquiera acercarse a Uhtred varios hombres terminaron muertos, el castaño bajo de su caballo y persiguió al tuerto hasta dejarlo en el suelo, colocando su espada sobre su cuello.

—¡Nadie se mueva o el hijo de Kjartan muere!. ¡Todos deben escucharme, ahora salgan de este lugar, largo!.

Cuando todos se fueron Hild asesino al hombre que vendía a los esclavos, mientras que Uhtred parecía tentado a asesinar a Sven pero el padre Beocca logro hacerlo entrar en razón, encontraron a Guthred por lo cual ya habían logrado su mision en ese lugar. Eivor observo como Uhtred noqueaba a Sven dejándolo inconsciente, después de eso lo enviaron a vagar por los bosques amarrado de los brazos y con una venda cubriendo su ojo bueno.

(...)

Su llegada a cumberland fue placentera al menos para Uhtred, quien disfrutaba ser confundido con el rey Guthred incluso el Abad confundió a ambos tornando la presentación un tanto incómoda y desagradable para el gusto de Eivor quien se encontraba detrás de Uhtred sobre el caballo. En ese mismo instante el Abad declaró que coronaria a Guthred en ese momento, las personas del pueblo festejaron y siguieron a todos hacia la iglesia donde aparentemente jurarían al nuevo rey sobre el cadáver de un santo, Uhtred los siguió al igual que Eivor.

El padre Beocca estaba totalmente estupefacto al ver el ataúd de san Cutberto, mientras que a Eivor le parecía un poco extraño el hecho de que ain conservaran un cadaver y lo consideradan santo.

—Uhtred, eres el comandante de mi Reino vas a estar a mi lado—Pidio Guthred quien se encontraba arrodillado junto al cadáver.

Uhtred camino hasta llegar al lado del nuevo rey y se quedó mirando a las demás personas.

—Uhtred, arrodillado—Reprocho el padre Beocca quien se encontraba haciendo una reverencia. El castaño rodo los ojos para después arrodillarse.

—Tome su mano, lord—Pidio el Abad.

Después de tomar la mano del cadáver y jurar ante el, las personas se pusieron de pie para canar al unisono por su nuevo rey mientras que Eivor solo se quedó de pie cruzada de brazos. La noche fue solo de celebración, Halig bebió hasta quedarse dormido y Hild se preparó para descansar en la habitación de la hermana de Guthred. Eivor se encontraba descansado en una pequeña habitación donde tuvo que arrastrar a Halig, momentos después Uhtred entro y se sorprendió de verlos a ambos.

—No sabía que tendría compañeros de cuarto—Aseguro el castaño dejando su espada apoyada contra la pared.

—Nos dieron la opción de este cuarto o los establos—Respondió la rubia—a Halig no le hizo mucha ilusión casi vomita sobre el Abad.

Uhtred río.

—Te ví un poco sería durante la coronación.

—Intento adaptarme, es raro estar cerca de una religión y cultura que no se parece en nada a la mía—Revelo la rubia jugando con su daga.

—Se como se siente eso.

—¿Me contarias?—Pidió.

—¿Por dónde empiezo?—Eivor se acomodo sobre la cama de madera, sabía que sería una historia larga pero aun así quería escuchar—naci en Bebbanburg, en ese entonces tenía otro nombre y una familia. Los daneses llegaron y mi padre creyó que podía manejarlo, envío a mi hermano a espiarlos y lo mataron llevaron su cabeza hasta la entrada de mi hogar, mi padre reunió a lords para pelear una guerra contra el danés que mato mi hermano. Ragnar el temible era su nombre, la guerra fue un desastre ya que mi padre fue vencido y asesinado, mi tío tomo el control de Bebbanburg y a mí me secuestraron los daneses, viví como su esclavo hasta que mi tío quiso dar una recompensa por recuperarme ahí el padre Beocca me reveló que si mi tío me compraba me mataría para quedarse con Bebbanburg, por suerte Ragnar me compro y me adoptó como su hijo haciéndome danés, aprendí sus costumbres y cultura, me enseñaron a usar la espada como lo haría un danés, viví ahí hasta que Kjartan asesino a mi familia, secuestraron a mi hermana y mi propósito es encontrarla y rescatarla ahora que se que está viva, por ahora mi única familia es Ragnar el joven hijo del hombre que me adoptó y quién me ve como un hermano.

—Entonces, por eso quisiste atacar a Sven—Recordo la rubia—tu rabia era real.

—Si, una vez que mate a Kjartan y su hijo, recupere a Tyra y la lleve con Ragnar, tomaré Bebbanburg y Guthred me ayudara.

—¿De verdad confías en el?.

—¿A qué te refieres?.

—Las personas suelen traicionarte cuando menos te lo esperas—Aclaro la rubia—ademas el Abad no me da buena espina. Su mirada oculta cosas.

—Esta bien, si ese hombre se atreve a hacernos frente lo asesinare—Revelo tratando de tranquilizarla, Eivor no respondió y lo ignoro—sabes, cuando me acerque a Guthred durante la coronación no sabía que olía más feo, si el cadáver o el Abad.

Eivor rio inconscientemente, luego Uhtred se unió a carcajadas contagiando a la rubia de reír más fuerte.

(...)

Conforme los días pasaban el ejército que habían planeado formar comenzaba a crecer, Uhtred se encargaría de prepararlos e instruirlos con demostraciones al aire libre, tanto sajones como daneses se unían a las filas del ejército del rey Guthred, pero mientras más llegaban para Uhtred era difícil notar las intenciones de los daneses que se unían.

Una gran multitud de gente, tanto pueblerinos como el rey disfrutaban de una demostración, Uhtred peleaba con espadas de madera contra un grandulon calvo.

—Clapa es como un oso—Se burló Halig un poco preocupado por su lord.

—Uno muy enojado—Completo Eivor se encontraba parada en medio de Hild y el padre Beocca.

—¿Debería detenerlos?—Pregunto Halig.

El padre Beocca negó.

—Deja que revolotee sus plumas—Contesto mirando a Uhtred quien le daba miradas coquetas a la hermana de Guthred, lady Gisela.

—Yo creo que ella lo disfruta—Murmuro Hild con una pequeña sonrisa en sus labios.

Uhtred logro esquivar a Clapa, lo golpeó en las rodillas haciéndolo caer y colocó la espada de madera sobre el cuello de este para luego depositar un beso en la calva del grandulon, dando por finalizada la pelea y demostración. Mientras Uhtred explicaba que no había que hacer en batalla el sonido de varios caballos acercándose llamo la atención de todos, Eivor miro por curiosidad y vio algo que no le sorprendió pero que sin duda había que desconfiar.

Daneses.

—Disculpen—Hablo quien parecía ser el lider—buscamos a Uhtred comandante del ejército real.

Halig se puso de pie y se acercó junto a los demás a su lord, Eivor se colocó al lado de Uhtred quien bebia un poco de agua.

—Vinimos a ofrecernos a el.

—¡Excelente!—Exclamo el rey Guthred con emoción—¿Y a quien pertenecen?.

—A un danés el conde Brinia—Respondió bajando de su caballo.

—Lo conozco—Aclaro el hombre con una gran sonrisa—yo soy Guthred rey de cumberland.

—Lord—El danés hizo una reverencia—disculpeme.

—No, no, no. Si vinieron a unirse no hay nada que disculpar.

—¿Su conde no viene con ustedes?—Pregunto Uhtred cruzando sus brazos.

—Mi lord ya es un hombre viejo.

—¿Y los envío solo a ustedes?—Esta vez pregunto Eivor, la tensión de la desconfianza abrumaba el aire.

—Le preocupa que Kjartan le quite sus tierras, el rey Guthred es su adversario, estamos con el.

—Es una excelente noticia.

—¿Tu eres Uhtred?—Cuestionó el danés.

—Ese es mi nombre—Respondió el castaño comenzando a caminar—hay comida y cerveza en el carruaje si quieren.

Eivor miro disimuladamente como Uhtred y el rey se alejaban para hablar entre ellos, ella no tuvo más remedio que acercarse a Hild y comer un poco antes de que la comida se terminara. Durante la noche hubo una pequeña celebración, casi todos los días había una donde servían comida deliciosa y todos bebian hasta vomitar por la nariz, Uhtred desapareció hacia la capilla cuando vio a Gisela entrar ahí con su dama de compañía, Eivor sabía que ese enamoramiento no terminaría bien o al menos era algo que presentía.

Después de unos minutos lo vieron salir hacia los establos, se veía apurado. Los daneses que llegaron en la mañana estaban comiendo en la mesa de enfrente, la rubia noto como un joven flaco de cabellos oscuros llegaba a susurrarle algo a quien parecía ser el lider, todos se pusieron de pie y se fueron. Eivor supo inmediatamente que algo andaba mal.

—¿Y los daneses?—La voz de Halig la saco de su trance, veía hacia la mesa vacia—Clapa, ¿A dónde fueron?.

—Estaban ahi—Respondió el grandulon, estuvo más preocupado por comer y beber cerveza.

—Y ahora ya no están—Regaño Halig.

—Van por Uhtred—Hablo Eivor poniéndose de pie. Hild y Halig la siguieron, Clapa se levantó pero primero se bebió rápidamente su tarro de cerveza.

Al llegar a los establos los daneses tenían sometido a Uhtred. Clapa lanzo su hacha golpeando la espalda del que sostenía a Uhtred de su brazo izquierdo, cuando fue liberado golpeó su cabeza contra la del danés frente a el y luego noqueó al restante que sostenía su otro brazo. Eivor fijo su vista en el joven danés que había avisado a los demás, la rubia se abalanzo contra el sometiendolo en el suelo, su daga ya rozaba levemente el cuello provocándole una herida.

—¡No!—Grito Uhtred—¡Necesito uno con vida!.

Eivor bufo y miro al danés quien ya se encontraba desarmado y un poco preocupado por su vida.

—Buenas noches—Dijo para después noquearlo.

Después de unas horas otra celebración se presentó en cumberland, apesar de ser madrugada. El rey Guthred estaba agradecido por la demostración de poder, Uhtred les pidió a Clapa y Halig que cortaran las extremidades de los muertos para hacerle un regalo a Kjartan ya que estos daneses pertenecieron a el en primer lugar, el nuevo prisionero se encontraba despierto y con un pequeño hematoma en su frente, Halig creia que lo vigilaba mientras se preparaba para mutilar los cuerpos de los daneses, pero en realidad era Eivor quién vigilaba al prisionero mientras le sacaba filo a su daga.

—Quisiera hablar con lord Uhtred—Hablo el joven quien tenía sus manos y pies cubiertos de una resistente cuerda.

—No puedes—Le negó Halig mientras bebia de su cerveza.

—Me gustaría servirle.

—Tampoco puedes—Ataco nuevamente, está vez acercándose al prisionero—y cierra la boca antes de que te meta ahi mis botas.

—Halig—Reprocho la rubia mirándolo seriamente.

—Debes aprender a tratarlos, mocosa—Volvio a hablar esta vez mirando a Eivor.

—Aun así ten cuidado—Le sonrió levemente—si se llega a liberar, ¿A quien crees que atacará primero?.

Halig miro al prisionero con más odio que antes. La primera cabeza fue cortada por cortesía de Hild quien quería el cuero de los daneses y creía que se lo debía ganar haciendo lo que ellos. Al día siguiente los lores de Northumbria se reunieron en cumberland con el rey Guthred para hablar sobre el siguiente paso que era marchar hacia las filas de una batalla en Eoferwic y aunque muchos no estaban de acuerdo, el Abad usó su lengua venenosa y logro convencerlos poniendo a Uhtred en una situación un poco incómoda, pasando las horas y con la partida de el padre Beocca a Wessex, los demás se preparaban para partir hacia Eoferwic.

—Lord—Llamo Hild, Uhtred se acercó y la miro encantado al verla usar cuero como armadura.

—¿Que le paso a Hild la monja?—Cuestiono el castaño en broma.

—Sigue aqui—Respondió con seguridad. Uhtred sonrió y luego miro a Eivor.

—¿Lista para una batalla de verdad?.

—Mas que nunca.

Halig se acercó a ambos para susurrar.

—¿El cadáver de san Cutberto nos acompañará?.

—Si, sobre los hombros de los monjes—Respondió Uhtred—peticion del Abad.

Todos subieron a sus caballos, Eivor se encontraba detrás de Uhtred un poco desanimada ya que esperaba robar algún caballo de los establos para hacerlo propio. El viaje fue largo hasta llegar al primer punto de campamento y descanso, en el lugar Eivor ayudaba a Halig a preparar madera para la fogata.

—Halig, el prisionero requiere atención—Hablo Hild quien cargaba un saco. Halig miro al prisionero y luego miro a la rubia.

—Adelante Halig.

El mencionado junto a otro hombre tomaron al joven danés y lo llevaron no muy lejos del campamento para que pudiera defecar, Eivor se quedó recargada en el tronco de un árbol solo para vigilar que ambos hombres no fueran tan duros con el pobre danés. La rubia bufo cuando vio como lo lanzaban al suelo, no con mucha fuerza pero aún así era algo que no podía aceptar.

—Halig si tiene un solo rasguño te arranco una oreja—Regaño la rubia—Uhtred podría usarlo en cualquier momento, no lo arruines.

—No eres mi jefa—Susurro Halig un poco molesto por la situación.

—Te escuché.

—Creo que lord Uhtred quiere que le hables sobre la fortaleza de Kjartan—Le hablo Halig al prisionero.

—Es alta—Respondió mientras cavaba un pequeño agujero en el suelo con sus manos.

—Si le dices eso, te mata—Se burló Halig.

—Dejenme hablar con el.

—El hablara contigo cuando esté listo—Respondió seriamente—es un buen hombre.

El prisionero los miro para que le dieran privacidad, ambos se giraron dándole la espalda, incluso Eivor quien estaba a la distancia corrió la mirada hasta que escucho un estruendo y al girar vio como el otro soldado que acompañaba a Halig terminaba en el suelo, el prisionero pateo el torso de Halig y luego golpeo al otro soldado cuando este se levantó, la rubia rio con ironía y se acercó a los tres. El otro hombre terminó sin espada y el prisionero la uso para pelear contra Halig en espada contra espada, no sirvió de mucho ya que logro poner a Halig de rodillas y colocar su espada en su cuello.

—Suelta tu espada—Le ordenó el prisionero—¡trae a lord Uhtred, dile que tengo a su hombre!.

—Matame y ambos moriremos—Amenazo Halig—Eivor.

La mencionada solo lo miro, luego miro al otro soldado quien corría a avisarle a Uhtred.

—Te dije que fueras más amable, Halig—Le recordó la rubia.

En menos de un minuto Uhtred junto a Hild llegaron corriendo y sosteniendo la funda de sus espadas.

—¡Pude haberlo ejecutado, lord!—Hablo el prisionero—y pude escapar pero no lo hice.

—Matalo y morirás despacio—Amenaso Uhtred.

—Te lo dije—Hablo Halig.

Eivor miro de reojo como el rey y el Abad junto a sus monjes se acercaban.

—Le dije a ese hombre que te llamara, lord. No quiero matarlo deseo negociar.

—Una vida por otra, ¿eh?.

—Mi vida por mi espada—Corrigio el prisionero—deseo servirte, lord. Pude matarlos a ambos pero quiero servirte.

—Eres un sicario de Kjartan—Le recordó Uhtred.

—No, soy un hijo bastardo de Kjartan criado por una esclava—Respondió. Eivor alzo una ceja definitivamente eso la sorprendió—y tu eres Uhtred Ragnarsson y quiero servir a un guerrero y a un lord, a uno genuino.

—Si en verdad crees que soy todo eso, baja tu espada.

—¿Garantizas mi vida?.

—Baja la espada, niño—Repitió Uhtred.

—Liquidalo—Ordeno el Abad, Eivor le lanzo una mirada de desprecio.

—No—Respondió con voz fuerte—tu espada, niño. El prisionero miro a todos los presentes.

Tiro la espada y Halig se levantó demasiado rápido, estaba molesto.

—Puedo ser de buen uso, lord.

—No es más que un pagano, ejecutalo—Ordeno el Abad nuevamente.

—Dije que nadie se mueva.

—¡Ya matalo!.

—¡Dije que nadie se mueva y no quiero que nadie hable además de mi!—Grito Uhtred.

—El prisionero ya demostró que puede ser de buen uso, Abad—Hablo la rubia ganando la atención de todos—logro someter a dos soldados y si su intención realmente hubiese sido matarlos seguramente ya estarían muertos, quiere servirle a tu rey y a su comandante, no merece morir sería un desperdicio. ¿No lo cree lord Guthred?.

El mencionado se notaba conmocionado, miro a la rubia y luego pareció reaccionar.

—Claro, puede ser de ayuda.

Uhtred dejo de mirar con odio al Abad y se giro para mirar al prisionero, este último se encontraba nervioso.

—Dime tu nombre.

—Me dicen Sihtric, lord—Respondió calmadamente—por favor, no soy leal a Kjartan eso jamas pasará.

—¿Juras que tu espada es mia?.

El de cabellos oscuros agarro con fuerza el colgante que llevaba un martillo.

—Por el martillo de Thor. Lo juro—Dijo para después ponerse de rodillas.

—Tendras mi protección—Respondió Uhtred formando una pequeña sonrisa en sus labios.

—Lord, gracias.

Uhtred se giro para mirar al rey Guthred y ver si este aceptaba al nuevo miembro, el rey asintió repetidamente.

—Sihtric ya está con nosotros y sirve al ejército del rey Guthred—Declaro Uhtred.

(...)

Al día siguiente Uhtred y varios de sus hombres salieron junto al rey para marcar terreno, en esa salida se dieron cuenta que los hermanos habían regresado de su viaje, Eivor se enteró cuando regresaron al campamento y una vez ahi Guthred convoco una reunión junto a los lores.

—Los hechos son estos, Sigefrid y sus hombres no están lejos, en realidad estan cerca de nosotros—Aseguro Guthred.

—Pero no son un ejército, tenemos diez veces más hombres—Hablo Uhtred.

—Liquidemoslos—Hablo Ulf un conde de Northumbria.

—No los liquidaremos—Aclaro el rey—debemos considerar las batallas que habrá en un futuro. Delante de Sigefrid están Kjartan y delante de Kjartan está Aelfric.

—Lo que debe hacer lord es ganar la primera—Recalco el castaño—y eso debe ser está noche.

—He decidido que sería inteligente negociar.

—¿Un trato?—Cuestionó Ulf—¿Con ese ejército pequeño?.

—Los hermanos y sus hombres serían muy útiles para nuestros números.

—¿Por qué insiste en invitar extraños a nuestra guardia real?—Pregunto Uhtred en un tono de fastidio.

—Yo ya tomé mi decisión.

—Entonces no hay plata—Recalco Ulf decepcionado.

—Habra más plata, lord—Hablo el Abad—de Eoferwic, Kjartan y de Bebbanburg.

—Bebbanburg y lo que hay dentro no le pertenece a otro hombre más que a mi—Aclaro Uhtred.

—Solo ves tus intereses muchacho—Reprocho el Abad.

—Gisela te quiero a mi lado en la negociación—Hablo Guthred—Uhtred la mía será la única voz que los hermanos escucharan.

—Eso cree mi lord—Hablo Eivor en un murmullo que fue aún así escuchado—los hermanos harán de su negociación, suya. Le harán creer que usted es la otra voz pero al final harán el trato con quién más cómodos se sientan y a quien menos repudien.

—¿Cómo lo-.

—Eivor fue secuestrada por los sajones de Eoferwic cuando los hermanos se fueron—Aclarp Uhtred—ella sirvió a ambos al menos durante unos meses antes de terminar conmigo y mis hombres.

—Me gustaría que estés con nosotros en las negociaciones—Hablo Guthred—tal vez ver una cara familiar los ponga de buen humor.

Eivor rio inconscientemente.

—Mis disculpas—Dijo terminado de reir—acepto, lord. Pero creo que ellos no estarán muy felices.

La reunión terminó con Uhtred algo molesto por como el rey pareció ignorar su consejo, al día siguiente durante la mañana comenzaron las negociaciones y los hermanos llegaron con un par de sus hombres escoltandolos.

—Mira, pero si es el pequeño cuervo—La rubia sintió un pequeño escalofrío al escuchar a Sigefrid llamarla de esa forma—pensamos que estabas muerta, Haesten parecía más emocionado al contar toda la mierda de Eoferwic.

—Me alegra decepcionarte—Respondió la rubia gustosa por sus palabras.

—Aunque es bueno ver que sobrevives a pesar de todo—Esta vez hablo Erik, el unico de los dos que le desagradaba menos—yo soy Erik y el es mi hermano, Sigefrid.

—Hola, soy el rey Guthred.

—¿Disfrutaron su guerra contra los escoceses?—Hablo Uhtred su tono parecía un poco burlón—se ven cansados.

—¿Tienes un nombre?—Pregunto Erik.

—Soy Uhtred de Bebbanburg, los daneses me conocen como Uhtred Ragnarsson.

—Eres el hombre que liquido a Ubba—Hablo Sigefrid, Uhtred asintió—gracias, nos beneficiamos mucho con la muerte de Ubba, no lo echamos de menos.

—Daneses del norte, sajones, padres y pagamos pero que extraña mezcla.

—Tal vez no sepan esto. Pero en su ausencia todos los daneses de Eoferwic fueron asesinados o huyeron—Menciono Guthred—Eoferwic será mío, no habrá batallas. A no ser que la haya con Erik y Sigefrid. Yo podría enfrentarlos y al final ganaría.

—Entonces para que hablas—Ataco Sigefrid.

—El rey es un hombre de un solo dios, su preferencia es que ambos lleguemos a un acuerdo viable—Entro el Abad en la conversación.

—Necesitaria ser un acuerdo muy atractivo—Reto Erik.

—Si a cambio de la paz y las perdidas en Eoferwic, les ofrecere una fortaleza en Dulhom.

—Kjartan está en Dulhom—Respondió el rubio confundido.

—Lo se, pero juntos tomaremos esa tierra, lo de Kjartan se volverá de su propiedad—Ofreció Guthred.

—¡Tu no ofreces nada, Dulhom es muy fuerte no sería invadida!—Atacó Sigefrid poniéndose de pie.

—Lo que estoy ofreciéndote a ti Sigefrid es vida, vida siendo un conde.

—La única estrategia para vencer a Kjartan es negandole alimento y libertad—Aclaró Erik—nosotros, mi hermano y yo hemos considerado mucho eso. Necesitarían rodearlo con hombres, con defensas y negarle lo que requiera para vivir.

—Si, tus hombres necesitan alimento y permanecer sobrios durante meses.

—Seria demasiado tiempo y demasiados hombres, varios cientos de hombres—Hablo Uhtred.

—Pero, ¿Puede lograrse?—Pregunto Guthred.

—Solo si es viable, si—Respondió Erik.

—Entonces es lo que haremos.

—Lord—Reprocho Uhtred—este no es un plan que pueda decidirse sin pensarlo hay alternativas.

—Uhtred como el rey lo explico antes tu aquí no tienes vo-

—¡Yo voy a decir lo que estoy pensando con toda honestidad!—Hablo Uhtred interrumpiendo al Abad—este plan no funcionará hay otras maneras de vencer a Kjartan.

—Tal parece que todos están mal menos tu, Uhtred Ragnarsson—Murmuro Sigefrid sonriendo—¿Tenemos un plan?. Rey. Guthred.

—Si, tenemos un plan—Respondió el rey decidido—y ya tenemos un acuerdo, ¿O no?.

—Hecho—Hablo Sigefrid—y además de Dulhom nos ofrecerán, ¿Cuántas mujeres?.

Su mirada fue a parar a lady Gisela quien estuvo callada toda la negociación como un hermoso accesorio para antojar.

—Ni una, lord—Respondió Gisela—defintivamente no.

—Tu cabello está suelto, señorita—Acuso el pelinegro en un tono seductor—no tienes esposo.

—Y tu no tienes cerebro—Esta vez hablo Eivor, la sonrisa de Sigefrid se borró.

—Mi hermana contraerá matrimonio en el futuro—Aclaro Guthred volviendo a hacer sonreír a el danés pelinegro—espero que nos mantengamos unidos un largo tiempo.

Cuando las negociaciones terminaron tanto los hombres de Guthred como los de los hermanos marcharon hacia Eoferwic dónde fueron bien recibidos por los monjes del lugar, Eivor tuvo que ayudar a Hild a preparar comida para los hombres leales a Uhtred y darle de comer a los caballos mientras que Uhtred desapareció todo un día para ir a la fortaleza de Dulhom a dejarle a Kjartan una advertencia, cuando volvió al día siguiente ya era de noche y tuvo una plática con el rey.

—Detesto compartir habitación con Halig—Se quejo la rubia cuando Uhtred volvió de su reunión con Guthred.

—Si, yo igual—Uhtred respondió mientras reía y se retiraba su armadura de piel—¿Cómo estuvo tu recorrido de ayer?.

—¿Bromeas?—Preguntó incrédula—este lugar es un asco, solo vivía aquí por supervivencia.

Uhtred río.

—Entonces tu y lady Gisela.

—Ella y yo, pero nuestro querido rey no está muy contento con eso—Respondió el castaño recostandose en su cama, no muy lejos de la de la rubia—no me tratan como un lord de Bebbanburg, me tratan como un danés cualquiera.

—Sinceramente prefiero ser tratada como danesa que como una boba sajona—Aclaro la rubia—escuche que harán que se case con algún lord, se que tú no lo permitiras.

—No, no lo permitiré.

—Uhtred si tú mueres, tendré que irme—Lo amenazó—o si te vas, debo seguir mi camino y no quedarme como con los hermanos o como con mi madre.

Uhtred suspiro.

—No pienso irme, eres la única persona que está aquí que no me trata de lord—Se quejo—y eso me agrada, me recuerdas a mi hermana Tyra.

—Apuesto a que es hermosa.

—Lo es, tiene un hermoso cabello rojo y una piel palida—Respondió en un tono nostálgico—y Ragnar es un tonto pero tiene personalidad.

Eivor soltó una pequeña carcajada.

—No puedo esperar para que Kjartan caiga y tú reúnas a tus hermanos—Respondió antes de caer dormida placenteramente.

A la mañana siguiente unos gritos y forcejeos la despertaron, unos hombres tomaban a Halig y Uhtred de los brazos y boca. Eivor abrió sus ojos y se puso rápidamente de pie agarrando su daga y tratando de analizar la situación, su rostro se contorsiono en una mueca de odio al ver al Abad. Salieron de la habitación llevándose a ambos a rastras y Eivor corría detrás de ellos, luego vio a Hild hacer lo mismo su espada estaba desenfundada.

—¡Lord, dime que hago!—Pidio la monja.

—Hild, suelta tu espada—Ordeno Uhtred entre quejidos.

—Tu no harás nada—Hablo el Abad—y tu tampoco o haré que te ejecuten.

Dijo entre dientes mirando a la rubia quien solo bufo con rabia.

—Hild trae mi espada, busquen a Gisela.

Hild se encargaría de encontrar a Gisela y Eivor corría detrás de la multitud de hombres que cargaban con Halig y Uhtred hasta llegar a la capilla de la iglesia de Eoferwic, dónde Guthred los esperaba junto a los otros monjes y el Abad.

—¡Guthred sin importar cuales sean tus planes, cambiamos!—Ordenó Uhtred.

—Serás vendido, Uhtred.

—¿A dónde lo venderán?—Cuestionó Halig—lord, somos tus hombres nosotros te salvamos.

—No olvidaré que mientras tu me dabas mi libertad yo te quitaba la tuya—Respondió Guthred con decisión—te convertirás en esclavo, Uhtred y Halig contigo.

—No tienes ningún problema con Halig, déjalo libre.

—No, lord siempre seguiré a tu lado—Grigo Halig. Eivor no sabía que hacer y si hacía algo sería ejecutada y muerta no ayudaría a nadie.

—Guthred, déjalo libre te lo suplico—Pidio Uhtred, el rey hizo una seña y los hombres que los sostenían comenzaron a golpearlos a ambos para después meterlos en una jaula.

—¡No!—Grito la rubia pero una mano la detuvo, era Sihtric quien con una mirada le dijo todo, si intervenía las cosas se podrían peor.

Pero si no hacia nada, Uhtred se iría.

—Lo ves, por esa razón estarás en una jaula—Aclaro el rey—les inspiras lealtad, mucha lealtad a mis hombres.

—Guthred yo te di mi palabra y mi espada.

—Pero necesito doscientas y doscientos hombres es lo que vales. Doscientos cristianos valientes de Bebbanburg.

—Mi tío Aelfric—Murmuro el castaño cuando entendió todo.

—Pidió tu cabeza, pero la esclavitud será suficiente estoy seguro.

—Hubiera sido mejor asesinarme—La voz de Uhtred se quebró y sus ojos se llenaron de lágrimas más que de tristeza sentía coraje—pero no tienes el valor. ¡Mátame con una espada!.

—Mi hermana nunca podría perdonarme.

—¡Que me mates!.

—Buen viaje, Osberto.

Eivor no perdió tiempo y corrió hacia los establos topandose con Hild.

—¿A dónde irás?—Pregunto la rubia sintiendo un nudo en su garganta.

—Wessex, si alguien puede ayudarnos es el rey Alfredo, un verdadero rey—Respondió montando su caballo—¿Vienes conmigo?.

Eivor se giro para mirar la capilla de Eoferwic, recordó las palabras que le había dicho a Uhtred la noche anterior.

Si el moría, ella se iría

Si el se iba, ella también.

Pero algo dentro de ella le decía que no podía irse, su destino tenía que ser con Uhtred y no tuvo duda de eso cuando subió al caballo de Hild y ambas comenzaron con su viaje a Winchester. Eivor cambio su pensamiento.

Si el moría, ella también.

Si el se iba, ella esperaria.

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