𝟬𝟭¦↬ TRAGEDIA
════════ 6 AÑOS ATRÁS... ════════
Hace muchas lunas, una sirena perteneciente al clan de la Isla Mako se enamoró de un humano, y del fruto de su amor nació una bebe sirena, del cual su madre la bautizó como "Nerea", una niña hermosa de ojos azulados como el mar. La Sirena mayor acuno a su recién nacida entre sus manos. Un tesoro de mar del cual protegería con su vida.
La sirena mayor, abandono la manada por la seguridad de ella y de su recién nacida, alejándose de las costas australianas. Nadando sin rumbo hasta llegar a las costas japonesas, llegando a ubicarse en la prefectura de Hokkaido por un tiempo. Y en las concurridas calles de aquella ciudad, creo una falsa identidad para ella y su hija. Logrando fingir ser una ciudad extranjera por un tiempo extendido. Aunque había dificultades en comunicarse con aquellos que recibieron su llegada.
— Buenos días, Yamamoto-sama —saludo con respeto a la señora que la acogió. Con na sonrisa sincera en sus labios.
— Kate-Sama, Ohayo —la anciana le regreso el saludo a la australiana —, Musume-san mo issho ni kita yodesu (parece que tu hija también vino contigo) —señala la ancianaa la pequeña criatura que se mese en sus brazos.
— Nerea lleva hace rato despierta —la pequeña emite una ligera risita —, realmente mi hija te adora Yamamoto-sama.
— Kare wa anata no hitomi o uketsugi, soreha suna no naka no kaigara no yoda (heredó tus ojos, es como una perla en la arena) —dijo la anciana mirando los ojos azules de la bebe.
— Concuerdo contigo, Yamamoto-san —sonrió la sirena mayor.
— A veces me pregunto cómo terminaste en Hokkaido, una hermosa mujer como Katesama en este lado del país —la anciana miró a la sirena, mientras sirve el desayuno y un poco de té. Su inglés no era perfecto pero intento un poco hablarlo.
— Es una larga historia, Yamamoto-sama —dijo antes de probar un bocado del desayuno —, ¡Itadakimasu!
Ambas comieron el desayuno con mucho gusto, pese que la señora Yamamoto desconocía los motivos y que los vecinos la llamaron loca por hospedar a una mujer desconocida y de un bebé sin saber sus orígenes. A ella no le importo mucho porque había notado en aquella mujer, en esos ojos azules, una desesperación que rogaban ayuda sin importar mucho de su procedencia racial. No la juzgo y la invitación a entrar en su posada. Para la señora fue un tiempo agradable.
Ver aquella niña crecer poco a poco. Empezando a caminar y sus primeras palabras. Desde hace años, no sabía cómo era tener un adorable nieto.
Poniendo empalagoso sus días con aquella niña de ojos iguales a la madre, para ella fue un milagro que cayó del cielo. Y ella agradece no morir sola, sin haber disfrutado de una cálida compañía.
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Y al cabo de casi dos años a tres años después, la anciana cayó enferma de una enfermedad que pocos sabían, eso incluía a sus dos huéspedes. El cual poco a poco la ha llevado a estar postrada mayormente en la cama, entonces Kate regresa toda la hospitalidad de Yamamoto-san, haciendo de los quehaceres del hogar y cuidando de ella en sus últimos meses de vida.
— ¿Yamamoto-sama? —la nena de tres años pregunta a la anciana.
— ¿Nani ka mondai ga arimasu ka? —la anciana habla en su lengua materna.
— Yamamoto-san wa itsu mata o shibai ga dekiru yo ni naru nodeshou ka? (¿cuándo Yamamoto-san podrá jugar conmigo?) —aquella inocente pregunta rompió el corazón de la anciana.
— Quizás pronto —la anciana se sintió cruel al mentir a la pequeña.
— ¿De verdad? —la pequeña se le ilumina los ojos.
La anciana asiente con la cabeza, ver la sonrisa ingenua de aquella dulce niña le alegraba el día y sus débiles esfuerzos, y con el tiempo indicaba que pronto no estaría en este mundo.
La anciana recibe un poco de ayuda para comer, gracias a Kate que con mucho cariño le ayuda a darle de comer, teniendo paciencia en la anciana y todas las necesidades que ella requería.
— Kate-san —la anciana llama a ella.
— ¿Te encuentras bien? ¿Necesitas algo? —la anciana niega con la cabeza aquellos nterrogantes.
— No, Kate-san, quiero hablar contigo —la sirena adulta se detiene en alimentarla y decide darle su atención —, como Kate-san ya sabe, no me queda mucho tiempo, pronto me reuniré con mi esposo y mi hijo — miro al suelo —, mi vida fue un vacío tras el fallecimiento de mi único ser querido, hasta que Kate-san y Nerea-chan llegaron a mi puerta. Nunca creí ver algo de brillo estos últimos años, puedo decir que puedo morir en paz.
Kate se quedó oyendo, en silencio miró de reojo a la anciana, ahogando un sollozo tuve la valentía de hablarle: “¿te puedo contar algo, Yamamoto-san?”
La anciana asiática. Y por ello Kate respira hondo y exhala, preparada para contarle todo y responderle una vieja pregunta: “¿recuerdas la pregunta que Yamamoto-san me pregunto? ¿Cómo llegar a Hokkaido?
La anciana asiente con afirmación.
— Desde que nació mi hija, yo y ella somos perseguidas por alguien o por ellas, mi hija
nació con algo peculiar, ella no es consciente de ello, y esas personas la quieren lastimar —habló con la más calma —, ellos buscaron que entregaran a mi hija voluntariamente… yo me negué y por eso me persiguieron. Hace tiempo que puedo estar tranquila y he podido apreciar ver a mi pequeña crecer —un leve sollozos. Sale de sus labios —, tengo miedo de que esta tranquilidad no dure para siempre, y me toque huir nuevamente —sus lágrimas corren por su rostro.
— si el día de mañana yo muero, puedes vender mi casa si lo ves necesario. —este comentario puso los ojos en blanco a la sirena, quien quería protestar pero no pudo ya que la anciana siguió —, no tengo a nadie a quien heredar mis bienes, por ello Pensé dejarlo todo a ti ya tu hija, pero si necesitas dinero , puedes vender mis cosas. Y mi casa, así mudarte a otro lado.
— Eso es mucho... Yamamoto-san.
— Son mis últimas voluntades antes de partir, sé que podrás respetarlo. —sonrío la anciana mientras en sus ojos le caía lagrimas por su rostro.
Entre lágrimas, ambas mujeres se abrazaron entre sollozos. Era desconsolador pero al mismo tiempo agradable, sin saber que pronto sería su último abrazo.
══════Pocos meses después═══════
La pequeña Nerea, lloro al enterarse que Yamamoto-san se fue, le costaba similar que aquella anciana que le agarro tanto cariño, no la volvería a ver más. La sirena mayor se puso en cuclillas a la altura de su niña, con el pulgar seca las pequeñas lágrimas.
— ¿Algún día volveremos a verla mamá? —la pequeña sollozo.
—probablemente, para ella fuiste alguien que le hice feliz hasta el último día —su madre la consoló, acariciando su cabellera negra.
Su pequeña se acurruco en sus brazos, y se ha quedado dormida. La sirena mayor la carga en sus brazos. Ambas estaban agotadas y querían regresar a casa, aunque no fuera de lo mismo. Entonces ella sintió que alguien la miraba.
Al voltear, no había nadie, pero su mal presentimiento no se abandonó por nada el mundo, no quería pensar que su seguridad empezara a deteriorarse lentamente y con la probabilidad de tener que mudarse a otro lado. Sus sospechas no empezaron hasta que oyó algo sin querer por las calles que ella suele transitar.
Aunque le costó entender algunas pronunciaciones de aquellos comerciantes, encontró la conversación de una mujer preguntando por ella, dando descripciones físicas sobre ella. Parece que aún no la habían encontrado ya su hija. Encendiendo sus alarmas. Lamentablemente le ha tocado ir de Hokkaido. Y con ello un ajetreado papeleo para la venta y de un milagro tener unos compradores dos meses después de haberlo dando de venta, que decidió al final comprar aquella casa por un valor aceptable un buen comprador.
Fue difícil para ambos despedirse de aquella casa, de donde fueron acogidas, pero ahora, se mudarían a la ciudad capital. Era un poco más complicado para que sean encontrados fácilmente. Así que, felizmente podía darle una vida normal a su hija.
Una mujer gruño con enojo: “se han ido” otra mujer volteo a verla y con la cabeza asiente con algo de rabia.
— ¿Qué haremos? ¡Necesitamos encontrarlas! —la otra mujer vio a su compañera pensativa, y una sonrisa brota de su rostro.
— Ella y su hija debieron haber ido a un lugar que nos sea difícil acceder —dijo pensando —, si es así, hay que ver nuestras posibles ciudades donde ellas se estén
e
scondiendo —juguetea con sus dedos, haciendo un pequeño remolino en sus manos —, hay que traerlas cueste lo que cueste —aplastando el remolino con la palma.
—Lo haremos.
— Conseguiremos nuestro objetivo.
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Aunque el departamento que pudimos comprar en Japón no era el más cómodo, cumplía las necesidades básicas de ella y su hija, siendo agradable para ellas. Compartiendo más recuerdos lindos.
— ¿Cuándo volveremos a ir a la playa mamá? —Nerea juguetea en la bañera, mostrando su cola anaranjada.
— Cuando nos instalamos mejor en la ciudad, podremos ir nuevamente —La sirena estaba también en la bañera junto a su hija.
La pequeña chapotea su cola, y voltea a ver a su mamá: “¿podremos ir al arrecife cuandoeso suceda?”
— Claro mi perla, nadaremos por todo el arrecife y ver las hermosas bellezas marinas.
Sonrió, y abrazo a su madre con todas sus fuerzas: “te quiero mucho” “te quiero mucho mami”
Aquellas palabras hicieron sonríe y ahogar un sollozo de la sirena mayor al oír las lindas palabras de su pequeña sirena y sin dudarlo le respondió: “también te amo mi perla, mi Nerea”
Los momentos entre ellas, cada milisegundo, cada segundo, cada minuto, cada hora, ya fuera día o las semanas. La sirena mayor deseo darle una vida normal a su hija. Al final no lo logró.
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—¡Mamá! ¡Mamá! ¡Mamá! —exclama asustada la pequeña, sintiéndose que alguien la agarra — ¡Mamá ayúdame!
— ¿Creíste esconderte para siempre? —otra sirena pregunta con burla.
— Es una pena, el consejo de sirenas de la manada te dio la oportunidad de remedar tu error —dijo con lastima.
— ¡Mi hija no es ningún error! —usa su mano, creando una ráfaga de viento empujándolas.
— ¡Has roto las reglas! —Grito furioso.
— ¡ha engendrado a una mestiza!
Aquellas sirenas que perseguían a ellas, por fin dieron por el desfile y lograron agarrarlas en su departamento. Ahora Nerea se aferra a su madre lloraron. No sabía exactamente que querían de ellas.
— Tardamos mucho tiempo en entender los motivos del consejo —dijo mirando con fascinación a la pequeña —, ¡Su canto es único! ¡Ninguna sirena ha logrado esta hazaña!
— Tu hija es única, ella nos servirá, será útil para nuestra manada.
— Sobre mi cadáver —La sirena mayor hace una ráfaga una vez, logrando escapar del departamento, sin saber que había más sirenas escondidas para atraparla, siendo esta la dificultad de una enorme ciudad.
— Mamá… ¿acaso fui una mala sirena? —pregunta entre sollozos —no quiero que ellas nos separe, no quiero estar lejos de mamá.
— Lo sé cariño, no quiero que nadie me separe de ti —acaricia su cabeza —, es lo único que me queda, y te protegeré siempre.
La pequeña sollozo nuevamente, no sabía porque las sirenas querían de ella y su mamá. Hasta que vio a lo que se refería. Nerea vio como terminaron acorraladas cerca de un muelle donde iban a escapar. Varias sirenas estaban cubriendo cualquier posibilidad de escape.
Una de ellas dio un paso al frente, mirando con seriedad a la otra sirena. Ambas miraban penetrantemente. Y entonces ella exigió: “entreganos a la niña”
La sirena mayor niega con la cabeza: “ella no ira con nadie”
— No lo hagas más difícil, ya no hay forma de que puedas huir, fueron tres años difíciles por tu culpa.
La pequeña sirena miraba de reojo, inconscientemente sus pequeños labios brotaban una tierna melodía pero sus letras eran unas penumbras. La madre se tapó los oídos, sabía que iba a ocurrir.
La voz inocente y cada palabra inquietante del canto de sirena. Tan ingenuo el canto de sirena, que para los oídos de sirena fue una tortura, hasta que sus mentes quedarán en blanco, quietas y sin retorcerse de dolor. Eran como zombies parados e móviles. El canto de sirena paró. La nena miro nuevamente. No sintió remordimiento y en sus labios pequeños dijo: “Caminen y piérdanse en las calles de la ciudad”.
Las sirenas hipnotizadas siguieron sus órdenes sin pensarlo, caminaron sin dudar, alejándose de ellas en poco tiempo. La madre no estaba del todo orgullosa pero era lo mejor.
Nerea miro a su mamá con una mirada tranquilizadora: “¿nos vamos mami?” señalo su dedo al mar.
La sirena miro a su hija, y quien regreso con la misma mirada: “claro cariño”
Madre e hija caminaron al muelle y se sumergieron en el mar. Le pequeña sonriente a su madre cuando por fin podía nadar libremente. Un sentimiento que momentáneamente pudo disfrutar de su herencia. Hasta que sintió como sus ojos se cerraban quiso llamara su mamá pero no pudo.
Entonces dos sirenas salieron de la superficie con la pequeña sirena en sus brazos inconsciente.
—Por fin tenemos a la niña. —dijo con satisfacción una de ellas.
— ¿Qué haremos con ella? —preguntó la otra sirena a su compañera, refiriéndose a la madre.
— Lo que el consejo crea mejor —dijo con indiferencia —, nosotras tenemos que regresar, hemos podido cumplir con nuestra misión.
Ambas sirenas volvieron a sumergirse llevándose a la nena con ellas, con destino a unas islas cercanas a Australia donde pondría a prueba a la pequeña Nerea. El comienzo de un sufrimiento.
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