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Por otra parte, nuevos oficiales están en la casa de Darvid entrevistando a Rachel. O intentándolo porque esa chiquita se niega a hablar tras la mesa del comedor posando con brazos cruzados en una silla que la hace ver aun más pequeña. Una Chihuahua brava es lo que es. Sus ladridos son mortales pero subestimados por muchos. Espantaría a los más grandes depredadores convirtiéndolos en presa.
Ojos aborrecidos carga mientras los dos guardias sentados frente a ella carraspean por enésima vez. Dos hombres peor aún. Uno de ellos con una libreta abierta en la que apuntes no ha podido hacer. Bolígrafo en otra mano mantiene.
—No hablaré sin un abogado. — Entona Rachel sin mirarlos.
—Si su hermano realmente es inocente debería ser fácil para usted contestar por qué ha huido y ocasionado un accidente con dos de nuestros policías.
—Sin pruebas suficientes ¿me creerán?
Probando que ella tiene razón los guardias carraspean inseguros dándose una mirada incómoda. Ella bufa una risa.
—Y dicen ser policías. Qué chiste.
Avergonzados e humillados los guardias se levantan. —Muy bien, le damos seis días para conseguir un abogado de lo contrario; volveremos y tendrá que hablar o--
—¿O preferirá que ponga cámaras a ocultas y les muestre a todos en vivo como fuerzan a una joven indefensa como yo a hablar? — Ella pucherea mostrando desde abajo el teléfono. Apuntando justo hacia ellos. Estos vuelven a tragar grueso mientras ella ladea la cabeza como toda una Barbie bonita parpadeando rápido con una sonrisa mezquina.
—La contactaremos. — Asegura uno con lo poco que le queda de sus pelotas y se van.
Justo cuando se retiran cerrando la puerta principal ella vuelve a consternarse. Mirando abajo al teléfono esperando que su hermano le dé una llamada o al menos un mensaje. Tan solo, señales de vida e bienestar. Le preocupa demasiado. A un nivel que incluso comienza a morderse las uñas de la mano izquierda sin dejar de mirar el teléfono.
—Dios.— Tira el teléfono en la mesa y deja las uñas masticadas atrás para mirar el alrededor. —Debo también buscar. No puedo quedarme de brazos cruzados. ¿Por qué alguien intentaría incriminar a mi hermano, que no le hace daño a nadie?
Se pone a pensar. —También debo buscar un abogado. — Otra preocupación la agobia al nivel de sujetar sus cienes con dos puños. Cabizbajandose.
Se vistió con una chaqueta, una camisa negra bajo tal, una mini-falda cuadrada blanco y negro y botas cortas. Con ayuda del Google-Maps en su teléfono dentro del Toyota que conduce, llega al pequeño restauran Pollitos Rilly. Se estaciona afortunadamente entre dos autos. Aunque a la hora de salir debe abrir ligeramente la puerta e deslizar su cuerpo en diagonal para afuera. Poniendo sus pies en puntillas.
—Sí. Ya casi. — Ella misma refunfuña deslizándose como más puede. Haciendo su boquita un cuadrado perlado. —Maldición.— Gruñe.
Finalmente, sale del auto. —Dios, las cosas que hago para no hacer un rasguño en el auto de un desconocido. Genial, Rachel. — Se auto-mutila haciendo una sonrisa labial sarcástica seguido a cerrar la puerta por la que salió. El lugar no es muy elegante, por algo anda en un suburbio mercadero (farmacias, electrónicas, etc. ). Solo tiene dos enormes ventanas tintadas en negro, una puerta dividida en dos maderas y un letrero enorme con su logo acompañado de un bonito gallo picoteando el "Rilly".
—Aquí va nada. — Suspira ella subiendo unos escalones primerizos hasta llegar a la puerta y entrar.
Adentro es casi tan oscuro como un club, con lámparas colgando sobre cada mesa. Al lado de la entrada hay un enorme tocadiscos tragamonedas multicolorido.
Dónde ahora mismo se reproducía una lenta canció country, pero ritmeada. Dando vibras a un ambiente familiar y relajante. Hay familias juntas comiendo e incluso parejas más al fondo pero todas parecen divertirse. ¿Su hermano siempre trabajo en un lugar con tan buenas vibras? ¿Por qué jamás le dio con visitar este lugar?
Sonríe tantito mientras camina hacia adelante distraída con los familiares ajenos. Se siente como en un sueño nostálgico. Hace mucho sus padres también solían estar con ellos justo así, pero esos son recuerdos muy dolorosos de un ayer traumático. Mejor enterrar lo que te apuñala que revivir la estacada.
Decide mejor mirar hacia adelante neutralizando su rostro como más puede y llega a la barra donde una bonita chica está atendiendo. Tal usando un gorro sobre su recogido cabello y una camiseta amarilla con el logo en el centro.
—Buenas, ¿qué se le ofrece?
—Buenas tardes, disculpa, ¿Se encuentra el dueño del lugar?
—Ouh, disculpa, me temo que el dueño no está.
—Mierda. Sí, bueno, si fuera jefa tampoco estaría en mi lugar de trabajo todo el tiempo, debí suponerlo,— Chasquea labios tras apretarlos en cuadrar su boquita. —¿tiene su número--?
—Oh. ¡Ahí está! Suerte para ti. — La chica simpatiza sonriendo a las puertas más atrás de la pequeña cliente. Rachel es obligada a darse la vuelta y ve a un hombre vestido en ropas cotidianas caminar hacia ellas sonriendole únicamente a la empleada.
—Buenas tardes, Atena, ¿Cómo va todo? — Se dirige únicamente a la empleada ignorando a la pequeña clienta que no deja de mirarlo como una psicópata obsesionada de algún ex. Si esto fuera una historia de atracción fatal, Rachel sería una perfecta antagonista, pero incluso sin ser una historia sobre eso obtendría el premio a mejor actriz dramática.
—¡Todo bien hasta ahora, señor! Aunque una chica aquí está preguntando por usted. — La empleada amablemente señala a la clienta. El hombre finalmente voltea a verla sin dejar de sonreír amable.
—Oh. Hola, disculpa, no sabía que querias verme.
—Sí, mm, estoy aquí para que hablemos de Tae Darvid.
Él agranda los ojos. —T--T-- ¿Tae? — Tartamudea.
Rachel entre cierra los suyos sospechando nada bueno. —S--S-- ¿Sí? — Imita el tartamudeo como burla y seguido le alza una cejita.
—Él no trabaja con nosotros. Debió confundirse. — Ríe el jefe queriendo hacerse el tonto mientras hunde sus manos en sus propios bolsillos.
—Es mi hermano.
—Ay, mierda. — Confiesa cabizbajo. Sabiendo que lo han pillado.
—¿Va a decirme por qué intenta actuar como si no lo conociera o va a seguir actuando como un tonto?
—Mm, mejor acompañeme.
La agarra de una muñeca para comenzar a jalarla consigo hacia la derecha pero ella se suelta de su agarre retrocediendo.
—¡¿Qué--?! No. Oiga, ¿Qué le pasa?
—Escucha, lo que sea que quieras saber sobre tu hermano te lo diré pero aquí enfrente de todos no es un buen lugar así que acompañame afuera por favor.
—Bien. Pero iré por mí misma.
—Como quieras.
Él brinca una ceja entonces se dirige a las puertas del lugar. Rachel, indignada, se arregla las mangas de la chaqueta para seguirlo toda recta.
Los chicos se han detenido bajo un puente para descansar pero están sentados hombro-a-hombro revisando el móvil. La bicicleta reposada contra la pared del puente. Ya no visten ropa de ancianitos. Visten como siempre.
—Es cierto. No hay imágenes de los tipos, — Tee bufa deslizando para arriba para ver los mensajes de los anónimos incriminadores. —solo órdenes de qué hacer.
Tae, sosteniendo el teléfono a disposición de ambos, suspira consternado mientras ve esa pila de mensajes demandantes. En ningún momento hay pistas de quiénes puedan ser esa gente.
—Mierda.— Baja el teléfono negando con la cabeza. —Esta mierda es demasiado jodida. Quisiera decir “ojalá le sucediera a otro” pero quizás sea algo muy cruel. Capaz esa persona no hubiera llegado tan lejos como nosotros y estaría ahora mismo vistiendo un traje anaranjado siendo la perra de alguien en las rejas. — Forma un cuadrito con su boca arrugando la nariz al hacerse toda una película de terror respecto a la prisión.
—Eres demasiado bondadoso. — Bufa Tee. —Yo sí lo hubiera deseado. Es lo que todos hacemos cuando algo nos sale mal. — Se cruza de brazos el estudiante agarrándose la masa muscular en cada lateral. Ojos perdidos en el suelo delante ellos.
Tae ríe también mirando delante ellos. —Sí, supongo que es normal.
La brisa es fresca. Los árboles se mueven alientandose los unos a los otros. La vida natural vuela pequeños pajaritos de aquí a allá mientras el suelo permanece tranquilo bajo ellos. No llega el sonido del tráfico ni la ciudad hacia ellos. Solo un tranquilo canto de gorriones en unísono a los aullidos del viento. Respirar jamás se sintió tan bien como aquí. Casi se siente fuera de contaminación. Es un espacio dónde quién quiera puede sentarse a ver el panorama.
¿Acaso había algo más tranquilo que esto?
—Así que, tu primera vez, ¿huh? — Tee incita, sonriendo.
Tae bufa una risa negando con la cabeza. Cierra los ojos por un momento al tener que recordar y vuelve a mirarlo. —Sí, mi primera vez.
—¿Fue doloroso?
—Sí. O bueno, un poco. Mi amigo se aseguró que no doliera.
—Oh~.— Va asintiendo Tee mientras desvía la mirada. —Solo por curiosidad: ¿Quién fue arriba...?
—Él.
—¡¿Él?! — Ríe.
—Pero no te creas, — Tae golpea su hombro con el de Tee por lo que ambos ríen. —estoy muy seguro que en cualquier otra situación yo iré arriba. Lo que pasa es que con ese hombre..., entenderías si lo vieras. Y, mi situación no favorecía mucho.
Tee brinca las cejitas ante el dato mirando abajo a sus zapatos sin que Darvid le remueva la vista juguetona.
—La primera vez que llegue a casa... ¿Tú me estabas mirando por la ventana?
Darvid deja de sonreír por unos momentos. Se avergüenza tanto que un rubor hace cobrar vida sus mejillas.
—¡Ah! Eso..., mi hermana te estaba espiando primero. Yo cogí los binoculares para mirar a Bonnie pero ella no estaba y cuando te miré te estabas... Mm, te estabas--
—Desvistiendo.
—Sí, eso. — Ríe tímido mirando al suelo.
—Qué oportuno momento, ¿no crees? Pero tranquilo. Retractare mis pensamientos en que eras un pervertido.
—Oye, ¡¿pensaste eso de mí?! ¡¿En serio?!
Juega Darvid cerrando la cabeza ajena bajo la axila para "asfixiarlo" con su antebrazo y desmoronar su cabello. Tee se aferra al antebrazo soltando un par de carcajadas traviesas.
—¡Era broma, fue jugando! — Se retracta el estudiante luchando con empujones por salir de su agarre cuando en uno de los empujones, teclea a Darvid en el suelo y por inercia gravital queda encima de él.
Ambos quedan obligados a mirarse en cámara lenta. Él con sus manos a los lados del ciclista para no caerle encima por completo y sus partes bajas unidas aunque no lo sienten como un roce sexual. Están demasiado perdidos en los ojos del uno al otro.
Se enciende el foco de Tee con una idea no relacionada a la situación.
—Mi maestro. — Murmura.
—¿Huh? — Darvid mucita confundido.
—L--Lo siento. ¡Me refiero a...!
Se quita de encima para quedar arrodillado. El ciclista también se sienta, mirándolo súper confundido casi traumado.
—Mi maestro. Él dijo que cuando adolescente era un hacker. Podemos ver si puede hackear el número celular de estos malditos.
—¡¿De verdad?! — Se emociona Darvid.
—¡No sé cómo no se me ocurrió antes! Vayamos.— Sonríe ese blanconieves bonito.
—¡Vayamos! Aunque, me dices a dónde ir, ¿sí?
—Por supuesto.
Tae se levanta y corren ambos a la bicicleta. Justo al llegar a la bici, dos hombres aparecen desde arriba en el monte.
—¡Alto ahí! — Grita uno.
Los chicos se congelan en seco mirando los amenazantes vagabundos en la cima. —Tu, el alto, ¡salió en las noticias esta mañana! Si te entregamos a la policía, podríamos recibir algo.
Habla un hombre de dientes molidos.
—Tae.— Tee llama asustado que les pueda pasar algo.
—Tranquilo. No nos pasará nada.
—¡A por ellos! — Grita el vagabundo bajando la cima junto a su compañero.
Tae agarra la bicicleta y le mete a uno en la cara con las gomas de esta. El hombre desvía el rostro escupiendo unos dientes amarillos. Cae al suelo y su compañero intenta golpear a Tae, pero Tee le mete una patada justo en las bolas.
El hombre se cubre ahí abajo con dos manitas y chilla.
—Sí que te gusta golpear en las bolas, ¿no? — Tae lo interroga sobre un hombro.
—Se ha convertido en un hábito. ¡Cuidado!
Tae voltea para enfrente viendo como ese hombre le lanza un puño, pero el ciclista lo golpea desde el mentón para arriba con la bici. Volando al hombre fuera del suelo por unos segundos hasta caer deslizado por el terreno. Noqueados.
—Ahora sí. Sigamos. — Tae conecta la bici al terreno y Tee se monta detrás suyo para que comiencen a irse.
Llegan a la casa del profesor y como niños buenos están parados bien atentos a que abran. Efectivamente abren la puerta y el profesor está justo detrás vistiendo una camiseta azul, pantalones cortos, pantuflas de ardilla.
Su casa es sencilla e blanquita como las demás con un jardín bien podado.
—¿Tee? No me avisaste que vendrías. — Sonríe lento e grato. Mirándolo con ojitos brillositos. Mira al ciclista entonces se incómoda. —Hola.
—Hola.— Se incómoda el ya introvertido, haciendo una pequeña reverencia hacia él.
—Siento no avisarte pero es que mi amigo y yo estamos en problemas. Necesitamos tu ayuda.
—Claro, sí, ¿Qué sucede?
—¿Sigues siendo hacker? — Sonríe esperanzado Tee. Tae copia la sonrisa alzando sus cejitas incómodo.
—Eh... — Se lo piensa el profesor.
𝙋𝙧𝙤𝙣𝙩𝙤 Tee está sentado junto al profesor. Ambos frente una computadora hablando como amigos cercanos que ya son. Pero demasiado juntos. Si no fuera por sus cabezas no habría espacio entre ellos. Están sentados en el suelo con la computadora apoyada en el sofá.
Teléfono desconocido conectado por USB.
—Me tomará alrededor de una hora para conectarme al teléfono de los anonimados,— Teclea rápido el profesor. —pero pueden tomar un baño, comer o lo que sea. Incluso pueden pasar la noche aquí.
—Muchas gracias, profe. — Tee sonríe bien lindo hacia el profesor. Tal no puede evitar mirarlo. Una vez lo hace se le dificulta remover la mirada. Ver esa sonrisa tan bonita e ingenua de cerca, hacen mariposas calidecer su estómago.
Tras unos minutos de quedarse silencioso, recupera la cordura e vital consciencia de que no debe ser obvio. Regresa a su “yo” normal: —No hay de qué, Tee.
Blanconieves ríe tierno descruzandose de piernas para ponerse de pie. Mira alrededor buscando con la mirada a Tae.
—¿Tae? — Llama yendo a buscarlo.
Se ingresa a un pasillo oscuro. —¿Tae? — Pregunta temeroso. Intenta encender el interruptor pero por más que suba-y-baje no se enciende.
—La luz no funciona. Debo arreglarla, perdón, Tee. — Se disculpa desde la sala el profesor.
—Oh, no, esta bien, claro. — Deja de jugar con el interruptor y reúne valores para seguir por el oscuro pasillo.
—Amigo, ¿dónde estás?
Se abraza así mismo temeroso. Mirando alrededor incómodo. Es como caminar en una cueva llena de espantos cuando solo hay puertas abiertas sin uso.
—Tae, esto no es divertido. — Se sigue espantando el amigo.
—¡Rawr! — Brinca Tae desde una habitación usando una máscara Africana tribal.
—¡AHHHHHHHHH! — Tee grita totalmente espantado retrocediendo.
—¡Tee! ¿Estás bien? — El profesor corre desde la sala de estar, recuperando al estudiante en un abrazo desde atrás.
Tae va riendo mientras se quita la máscara pero al mirar enfrente... Ve a Tee mirándose con el profesor. Ambos en una posición muy romántica... Un abrazo desde atrás. Blanconieves mirándolo como una damisela apurado.
Se miran con falta de aliento como en esas películas ochenteras.
«Un momento, Tae, te gusta Bonnie. Así que, por qué...
Por qué...
Te asusta lo bien que se ven juntos?»
*N/A: AHHHHHHHHH❤ Tuvimos un capítulo algo largo pero espero les haya gustado. Nuestros chicos han tenido varios encontronazos a lo largo del camino~ 😍 ¿Sabrá Rachel la ocupación de su hermano? Y, ¿sentirá Tae celos del profesor?*
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