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CAPÍTULO SEIS
DARK CUPID
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EL AMOR LO PUEDE todo, y la mejor manera de mostrar que amas a una persona por la que darías todo por ella es con un beso dándole todo tu amor. Creía que ese era el propósito de beso de amor en los cuentos e historias fantásticas, dar a entender que el amor puede vencer a cualquier hechizo o mal.
— En la mayoría de cuentos, el príncipe rompe el hechizo con un beso. — Explicó la señorita Bustier — ¿Alguien puede decirnos por qué?
Y así casi de forma inmediata Rosita dio un brinco en su lugar con una expresión soñadora.
— Porque solo el amor conquista el odio. — Respondió de manera adorable haciendo que Isabelle se tocará el corazón.
Realmente no creía que hubiera alguien más pura que la pequeña rubia. En cambio Kim la observó con una ceja alzada quedando pensativo, tenía ciertos planes para ese día más no estaba cien por ciento seguro de ejecutarlos, Chloé le daba terror pero a su vez podía hacer que su corazón latiera desenfrenadamente.
— Técnicamente este razonamiento solo se muestra en un ochenta y siete por ciento de los cuentos y- — Antes de que Max siguiera con su explicación quitándole la magia al asunto la profesora lo cortó.
— Gracias Max, es suficiente. — sonrió amable y el nombrado volvió a tomar asiento.
Luego la campana de fin de clases sonó despertando a algunos de su sueño en plena clase de literatura. Los estudiantes comenzaron a salir del salón pero antes la pelirroja les recordó su tarea la cual era leer La bella durmiente de Charles Perrault.
Antes de llegar a la puerta de entrada Isabelle tuvo que ir al baño por lo que se separó momentáneamente segundos de Chlöe la cual después de acompañarla a este se enfrascó en una plática nada amistosa con Marinette.
La pelinegra en cambio salía de un cubículo y acto seguido se hacerlo al lavamanos sin darse cuenta de la persona que la observaba con las mejillas sonrosadas.
— Hola... — Por fin tuvo valentía saludándola sorprendiendo un poco a la ojiazul la cual no la había escuchado entrar.
— Oh, hola Juleka. — Sonrió en su dirección mientras que la nombrada hizo un pequeño saludo con su mano.
— Y-yo... — Se cubrió el rostro con su cabello hasta terminar por suspirar hondo — Ya se tu secreto.
Isabelle frunció el ceño y la miró extrañada por pocos momentos hasta que su cambio a una preocupada ¿Y si sabía sobre Dean?
— ¿Cuál secreto? — Preguntó aparentemente calmada sin perder su tono amable.
— Sobre lo tuyo con Chloé. — Dijo en un susurro y con una mueca cómplice mientras que Isabelle solo pudo abrir los ojos asombrada — Pero ¿Por que ella? — La de mechas moradas pregunto curiosa y algo confusa — Quiero decir, es bonita pero no parece muy tu tipo...
Isabelle se contuvo las ganas de soltar una fuerte carcajada.
— Un segundo — La paro en seco — ¿Yo y ella? — comenzó a negar — Solo somos amigas.
— No debes fingir. — Dijo amable — Nadie te juzgará por ello. — Isabelle ahora si no pudo evitar reír aunque fuera levemente.
— Escucha, te digo la verdad, ella y yo solo somos amigas, hermanas podría decir. — Se encogió de hombros — ¿Qué te hizo pensar lo contrario?
Juleka aún poco convencida de sus palabras quedó muda unos segundos no queriendo exponer a Marinette por lo que asumió la responsabilidad, no quería ser chismosa.
— Las vi besándose... — Se cruzó de brazos abrazándose a sí misma.
— Ou... No, no, no. — Comenzó a negar — Eso no significó nada más que puro cariño. — Rió nerviosa, era consiente de que no todos comprenderían su forma de expresarlo y debía afrontar mal entendidos como este. — Es igual a dar un beso a la mejilla, o cuando ciertos padres besan a sus hijos en la boca... — Intentó explicar en tanto Juleka comenzó a sonrojarse de la vergüenza.
Y pensar que acudió a ella para hablarle de sus sentimientos buscando un apoyo con alguien que supiera un poco de ello pero por lo visto Marinette malinterpreto la situación.
— Y-Yo amm perdóname. — Sin más la chica de vestimenta oscura salió casi corriendo del baño dejando con la palabra en la boca a la otra pelinegra.
Solo esperaba que no le haya dicho a nadie. Sino sería otro problema, ya tenía suficiente con que la fotografía del momento en donde besaba a Adrien estuviera en todos los periódicos. Suspiro, debía hablarlo con su padre y buscar una solución a ello.
Al mismo tiempo en las afueras de la preparatoria un chico bajo le entregaba una pequeña caja de color roja a otro muy alto.
— Gracias Max, — Sonrió agradecido — Seguro le va a encantar. — Pensó en su adorada rubia.
Siguió admirándola sin darse cuenta que un par de amigas observaba la escena curiosas. Y Alya al percatarse de la joya en las manos de Kim sonrió emocionada y jalo a su amiga de dos cometas hacia el par de chicos.
— Que linda — Alagó posicionándose a su lado — ¿Es para moi? — Preguntó burlona.
— Negativo Alya, la receptora de esta gema ya ha sido determinada, es para Chloé. — El más alto miró molesto a su amigo por revelar la identidad de la chica que le gustaba y Max se encogió en su lugar al darse cuenta lo que había hecho.
Mientras que las chicas frente a ellos lo miraron asombradas y con un pequeño deje de lastima.
— ¿Le dices tú o le digo yo? — Susurró la de lentes hacia Marinette la cual le dedicó una mirada nerviosa.
— ¿Decirme que? — Preguntó de repente el castaño frente a ellas dejándolas sin más opción que confesarle que el corazón de la rubia ya tenía dueña.
La azabache suspiró.
— Kim, no queremos destruir tus ilusiones pero... — Miró dudosa a la morena a su lado la cual le da una mirada alentándola a decirle — Chloé e Isabelle están juntas.
— Espera — La detuvo el moreno de lentes — ¿Juntas juntas? Ó ¿Juntas así? — Señaló al par las cuales subían a un elegante auto negro mientras platicaban animadamente.
— Juntas... Juntas. — Se encogió de hombros temiendo la reacción del más alto el cual no dijo nada por un largo rato hasta que segundos después lanzó al aire un suspiro triste.
— Gracias por avisarme. — Respondió abatido y sin mirar a nadie los pasó de largo yéndose del lugar.
El trío observó preocupados al castaño irse cabizbajo.
En tanto, un par de bicolores charlaban animadas en un elegante auto en dirección a Le Gran Paris.
Isabelle calmó su risa por algo dicho por Chloé poniéndose seria al recordar el incidente con Lumbard el día anterior, tenia que resolver eso antes de que fuera demasiado tarde.
— ¿Cuánto me amas? — Preguntó repentinamente haciendo a la rubia alzar una de sus cejas.
— ¿Quieres más flores?
— No... — Rió leve — Quería saber si... Tú papá podría... No se... — Fingió estar pensativa — ¿Hacer que un periódico deje de circular una noticia u obligarlos a desmentir una nota?
La rubia la miró despectiva.
— Parece que me haz subestimado — Tomó su teléfono y estaba por llamar al alcalde pero se detuvo abruptamente ante la extraña pregunta de su amiga pelinegra. — ¿Por qué?
Isabelle sin más le dedicó una mirada apenada y entró al link con la nota que evidentemente hablaba de ella y su otro amigo rubio con un titulo amarillista. Chloé la miró con asombro y antes de que la pelinegra pudiera reaccionar le arrebató su teléfono poniendo inmediatamente play al video que venía adjunto y de no ser porque su mandíbula está pegada a su craneo esta caería directamente al suelo. Miró aún con estupefacción la pantalla hasta que segundos después de salir de su pequeño shock observo a su mejor amiga ofendida.
— No puedo creer que no me hayas contado. — Devolvió el teléfono a una confundida Isabelle — ¿Por qué mantenerlo en secreto? Entiendo lo de la prensa ¿¡Pero de mi!? — Se llevó una mano al pecho — ¡Inaceptable!
— ¿Qué? ¡Pero si no hay nada!
— Las imágenes hablan por si solas. — Señaló obvia.
— ¡Fue un malentendido, un error de ángulo!
— Uy, claro ¿Cómo ocurrió? — La rubia siguió dramatizando — "Perdón, Adrien por accidente me tropecé y caí sobre tus labios para intercambiar saliva". — Isabelle apretó los labios al no saber cómo explicar cómo fue el error, ya que ni ella tuvo en cuenta cómo fue — Por favor, no nací ayer y aparte todo sabíamos que eso. — Señaló en celular en manos de su amiga — Iba a pasar.
La ojiazul la miró con los ojos entrecerrados indignada.
— ¡Claro que-! — Se interrumpió a sí misma al recaer en las palabras de su amiga terminando por fruncir el ceño — ¿Por qué dices eso?
Chloé solo se encogió de hombros simple.
— Era muy sospechoso que salieran solamente los dos ¿No crees? — La acusada se encogía de hombros, no veía nada de malo en ello — Las fotos que publicaban, las muestras de cariño, chistes internos con doble sentido... — Enumeró — El brillo en los ojos que tienen cuando se miran. — Exclamó con un sarcástico tono soñador.
Isabelle rodó los ojos cruzándose de brazos mirando hacia la ventana molesta.
¿Por qué nadie comprendía que solo eran amigos?
Isabelle rodó los ojos por milésima vez desde que llegaron al hotel de Chloé, la cual, no dejaba de dar pequeños brincos a su alrededor.
— ¡Esto es fascinante! — Sonrió yendo de lado a lado — Adriboo con mi Bella, Adribella, me gusta el nombre.
— Hay algo llamado amistad — recalcó la palabra mientras aún miraba molesta el teléfono — ¿Lo sabias?
— Ambas sabemos que eso no entra en este caso. — Le sacó la lengua — Y.... — Se acercó ansiosa hasta allí y sentarse con las piernas cruzadas frente a ella — ¿Cómo comenzó?
Isabelle fingió una sonrisa tierna.
— No ha comenzado nada Chloé. Olvida eso.
La chica frente a ella bufó cansada.
— Si como no. — Rodó los ojos para después darle un leve empujón en su hombro — Vamos, cuéntame.
La ojiazul la observó cansada.
— Chloé, de verdad, te pido esto como amiga, deja de insistir con esa loca idea de qué hay algo entre Adrien y yo. — Dijo seria.
— Yo solo jugaba... — Habló extrañada por su repentino cambio de humor — Pero ¿Por qué te molesta? El es lindo.
— Pero es mi amigo, — Siguió con el mismo tono — y entre más lo dices más incomodo se vuelve y es lo que menos quiero ahora... — Suspiró quedando pensativa en sobre si decirle sobre su otro asunto — Y... — Calló nerviosa
— ¿Y qué? — Insistió.
— Es que... — Jugó con sus manos ansiosa, no es que no confiara en Chloé, compartían todo, pero este no era sólo su secreto, involucraba a alguien más y bueno, no es como que estuviera haciendo algo bien. Pero conocía a la rubia y no dejaría de insistir con el tema y si recurría a otro de sus métodos extremistas no terminaría bien — Hay alguien más. — Soltó de golpe.
La rubia abrió de par en par los ojos y labios.
— ¡¿Qué?! ¡¿Cuando?! ¡¿Dónde?! ¡¿Por qué?! — Explotó en un bombardeo de interrogantes.
— Pues... ¿Recuerdas el día del simulacro? — Asintió frenética — Bueno, ahí lo conocí y-
— O sea, que es mi culpa. — Soltó brusca.
— Si lo dices así parece algo malo. — Bufó mirándola mal — Como sea, nos conocimos, nos gustamos y podría decirse que ¿salimos? — Intentó restarle importancia y no verse muy obvia — Mira, es complicado para darle un nombre y no es nada serio, no hay que hacer un drama por todo esto ¿Okey?
— Okey — Dijo resignada y cruzándose de brazos
— Tampoco le puedes decir a Adrien.
— ¿No lo sabe? — Murmuró asombrada.
— No, entre menos personas lo sepan, mejor. — Hizo un intento de sonrisa — Eres la primera y tal vez la única que lo sabrá.
— Está bien, no dire nada sobre ustedes... — La miró de forma sospechosa — ¿Y lo conozco?
— No, no, no... — Negó rápidamente — Es de otro grado.
Ambas se quedan calladas en su propio mundo. Isabelle nerviosa de cualquier reacción de su amiga mientras que está igual pensativa procesaba toda la información.
— Mmm ya... Entiendo. — Hablo insegura pero igual de dio una gran paz a Isabelle, la cual se lanzó a abrazarla y soltándole y sonoro beso de la mejilla.
— Gracias gracias gracias.
La pelinegra le dedicó una sonrisa que la rubia regresó algo incomoda, pero Isabelle ajena a ello se puso de pie y comenzó a hacer millones de llamadas esperando poder contactar con su padre en busca de que este pudiera hacer algo para quitar esa nota. Acababa de arreglar las cosas con Adrien para que ahora ambos sientan la presión de los medios y todo el mundo con algo que nunca va a pasar.
Por el contrario de Chloé que miraba a su amiga volverse loca con una ceja alzada de brazos cruzados. No dijo nada antes para no incomodarlos o presionarlos, era más claro que el agua que había algo ahí, pero no era asunto suyo y no podía intervenir, debía darse por si solo, pero ahora viendo la terquedad de su amiga supo que debía meter su cuchara, Adrien era muy manso y sabía que con él no habría problema, Isabelle era el verdadero reto.
Eran sus dos mejores amigos, las personas más buenas y nobles que conocía, eran la pareja perfecta y quería ver felices a ambos, y cuando estaban juntos irradiaban chispas, tenía que hacer algo.
Además sabía que Isabelle le hacía bien a Adrien y su amistad con ella. El rubio siempre fue tímido y cerrado debido a su encerramiento de... pues, toda la vida, básicamente, pero desde que Isabelle llegó logró notar algo distinto en él, era más abierto con sus emociones y más natural, sobre todo en su amistad con ella. Siendo sinceros desde que Isabelle se fue ellos no volvieron a ser los mismos, Adrien estaba más tiempo tras las frías paredes de su hogar y Chloé con suerte y lo veía, eso si es quería también, porque aunque le dolía pensarlo aveces creía que aún sin Isabelle en Paris el rubio no le prestaría atención, ahora —más porque la pelinegra quería tiempo de calidad con ambos que por otra cosa— lograban volver a unirse. Incluso ocurrió algo que jamás creyó ver: Él le pedía consejos, como una verdadera amiga y ella encantada lo escuchaba y aconsejaba queriendo verlo bien, pero eso jamás había ocurrido antes.
De alguna forma Isabelle lo estaba ayudando y a crecer.
Y fue tanta la concentración de Chloé que ni siquiera se dio cuenta cuando su amiga había cortado la llamada con quien sabe quién, pero lucia ansiosa.
— Tengo que hablar con mi padre y Adrien sobre el video, nos vemos en la noche, ¿Si?
— Sip, perfecto — La chica Bourgeois salió de su trance y forzó una sonrisa viendo cómo su mejor amiga caminaba hacia la salida
Al marcharse definitivamente volvió a su rostro serio nuevamente pensativa sin notar la pequeña presencia que salía del panal en su balcón
— ¿Podría comer miel, majestad? — Preguntó en su tono amable de siempre pero al ver a la chica inmóvil frunció levemente el entrecejo — ¿Sucede algo?
Chloe le dio una mirada de reojo
— ...Su alteza — Terminó bien la frase haciendo sonreír a la portadora.
Suspiró.
— No se si oíste algo pero Isabelle "tiene a alguien"... — La kwami de la abeja asintió.
— ¿Y cuál es el problema? — Cuestionó inocente.
— ¡Que no es Adrien! — La criatura ladeó la cabeza confundida.
No era de los miraculous más usados como Plagg y Tikki, por lo que comprender ciertas actitudes humanas aún era complicado pese a que ya tenía poco menos de tres meses junto Chloé, aunque tampoco es como si su nueva portadora fuera muy sociable, ellas eran su única compañía, con excepción de una que otra vez que venía de visita Sabrina y ahora Isabelle, que recurría más por el lugar.
— No la entiendo, alteza.
Chloé soltó un leve bufido.
— Pollen, ellos son mis mejores amigos y los conozco bastante bien como para saber que harían la pareja perfecta y no lo sé... ¿Sabes? — Mordió una de sus uñas pensativa — Desde que Belle esta aquí, Adrien es más... feliz y volvió a hablar conmigo, como cuando éramos niños. — Sonrió recordando los viejos tiempo pero inmediatamente su expresión cambió a una molesta — Pero ahora este don nadie está arruinando lo que puede ser una relación perfecta... A futuro. — Terminó algo insegura aún mordiéndose la uña de su dedo índice.
— Pero... ¿Qué Isabelle no tiene pareja ya?
— Para nada, es ridículo. — Se levanto de un salto comenzando a caminar de un lado a otro hasta que se detuvo en el teléfono llamando hacia la recepción — ¿Hola? Si, una orden de pan con miel... Mmhh, a la cuenta de mi papi... No importa, uno de cada uno, de todos los sabores, ajá... No, no, no, quiero la mejor calidad, no cualquier puestucho... Bien, adiós. — Colgó y volvió a ver al miraculos que esperaba paciente y expectante sentada en una de las caras y suaves almohadas con una sonrisa — Como te decía... ¡Es ridiculo! Conozco desde hace mucho a Belle y te aseguro que no es nada serio, el tipo la debe tener apantallada quien sabe con qué cosas, se cómo es, le gusta salir y divertirse y eso... — Cayó en cuenta de algo — Eso no lo puede hacer con Adrien...
Mordió su labio pensativa.
— Y si no es su tipo, ¿Por que forzar las cosas? — Revoloteó a su alrededor sentándose en su hombro.
— Si es su tipo. — Atacó rápidamente — Solo que aún no se ha dado cuenta, — Habló confiada — pero el punto es que ella si es el tipo de él y tengo que hacer algo al respecto.
— ¿Usted cree que sea lo correcto? — Junto sus pequeñas patitas negras insegura — ¿Jugar con las vidas amorosas?
— Aveces eres tan cursi, Pollen. — Se dejo caer en su cama comenzando con su plan — No me interpondré... — La abeja la miró obvia — Tanto, solo es un pequeño empujón y además eliminó a la competencia, esto se dará solo, confía en mi.
— Si usted lo dice, mi reina.
— Intenté hablar con mi padre sobre esto. — Señaló la pagina de chismes desde su móvil. — Y mando a Nathalie a hacer una cita para arreglar el malentendido.
— Mi papá ha estado en juntas todo el día — Bufó dejando caer su cabeza hacia atrás — No atiende el celular.
— ¿Qué haremos? — Preguntó temeroso.
— ¿Qué podemos hacer? — Preguntó sarcástica — Esperar. — Suspiro — Solo esperar.
El rubio la miró extrañado mientras pasaba saliva algo sacado de órbita por su respuesta, y no fue lo que dijo realmente, sino cómo lo dijo. Nunca faltaba la enigmática sonrisa siempre que algo salía de su boca y ahora usaba el sarcasmo con una mueca irónica, hasta molesta podría decir. Y pese a que le extrañaba su actitud, puesto que la mayoría de ocasiones la chica solía verle el lado positivo a las cosas, también entendía su molestia, era tedioso y desagradable tener a un grupo de personas ajenos a tu vida opinando de ti como si fuera un rumor de mercado que se podían pasar como si nada.
Y luego, viendo que ambos tenían una imagen impecable fuera de escándalos y rumores, en cierto sentido era algo nuevo con lo que ninguno sabía lidiar, por lo que ambos rápidamente pidieron ayuda a sus progenitores pero hasta ahora no tenían una respuesta clara sobre lo que harían.
Él, a diferencia de Belle, estaba extrañamente intranquilo con ese asunto, no estaba molesto pero había ciertos nervios y revoltijos en la boca de su estómago cada que leía la nota y peor cuando veía el video, parecía explotar algo dentro de él. Incluso cuando ella le envió la noticia, junto con la petición de encontrarse urgentemente, tuvo que lavarse varias veces la cara con agua fría para quitar su sonrojo al ver el beso desde otro ángulo antes de reunirse con Isabelle.
Era cierta emoción que no podía explicar, como si de alguna manera le gustara que las demás personas creyeran que había algo entre ellos pero a su vez una vergüenza lo abrazaba sin dejarlo tranquilo, ya que, por lo visto, Isabelle no disfrutaba de que los emparejaran y eso lo tenía incomodo.
De igual forma, no le respondió a la pelinegra y solo se limitó a seguir caminando junto a ella sintiéndose torpe y con la sensación de que sus pies se enredaban y no entendía como algo tan simple y cotidiano de había vuelto penoso con Isabelle cerca.
— ¿Te molesta? — Preguntó repentinamente en un murmuró muy bajo haciéndola girar el rostro interrogante hacia él. — Es decir... ¿Te molesta que piensen que estamos juntos... así? — Intentó explicar con la vista gacha.
— ¿A ti no? — Soltó una risa seca, sin gracia — Un montón de personas que no te conocen opinando sobre tu vida privada y sentimientos como si se tratase del clima y sin tener idea realmente lo que ocurre... ¿No te molesta a ti? — Preguntó obvia.
Asintió no muy seguro.
— Pero, lo que quiero decir es que... ¿Te molesta que te relacionen conmigo, de esa forma?
Isabelle abrió los ojos de más ante aquella pregunta sin saber que decir realmente.
Adrien era su mejor amigo, y admitía que era un tipo apuesto, elegante, caballeroso y un montón de etcéteras que lo colocaban como el partido perfecto para cualquier chica, pero por alguna razón le resultaba embarazoso el que ya varias personas en las calles murmuraran sobre una relación inexistente entre ambos, sentía que si los rumores y la presión se hacían cada vez más fuertes podrían arruinar ese lazo de amistad con el que por mucho tiempo se miraron sin segundas intenciones. Le tenía un amor tan grande como amigo que el simple pensamiento de verlo como algo más era extraño, no desagradable, pero si sería raro.
Suspiro frotando sus manos pensando bien sus siguientes palabras.
— No lo veo como algo malo... — Inició lenta — Solo, descabellado ¿Entiendes? — Paso una mano por su cabello — Tenemos una amistad demasiado estrecha y bonita que no me gustaría perder, me reconforta saber que te tengo conmigo de esta forma y algo más, por culpa de solo suposiciones que nos presionen a algo que no es, es lo que realmente me... frustra.
El asintió aún ausente extrañando a la chica, la cual, golpeó levemente su hombro con el suyo.
— Hey... — Lo llamó — Igual, no se equivocaran del todo, tal vez.
Adrien frunció el ceño.
— ¿A qué te refieres?
— Ya sabes, si sigo soltera a los treinta y tú igual, hay que casarnos. — Propuso divertida haciéndolo reír.
— Dudo mucho que eso pase.
— Igual yo, pero, siempre hay que tener un plan b en la vida. — Levantó su dedo meñique en busca del de su amigo.
Adrien suspiro divertido y sello aquella promesa con Isabelle.
Juntaron sus meñiques haciendo que el tiempo a su alrededor se detenga por tiempo indefinido fijándose solamente en los detalles de los ojos del otro sumergiéndose en alma y piel.
— No estoy seguro de habértelo dicho antes... — Tomó aire — Pero estoy tan feliz de que estés nuevamente en Paris.
Ante lo dicho, Isabelle sonrío lentamente casi sintiendo un nudo en la garganta que la hizo saltar hacia Adrien rodeándolo por el cuello encerrándolo en sus brazos dándole un fuerte y significativo abrazo. Este, no se hubiera roto por nada ni nadie pero no mucho para para que la pelinegra sintiera una gota de agua en la punta de su nariz que la hizo fruncir levemente el ceño llevando la mirada hacia el cielo notando como grises y opacas nubes habían opacado al sol de la bella tarde.
Se separó del ojiverde y bitando que no estaban tan lejos del parque se encaminaron al lugar en busca de un refugio para las pequeñas gotas de lluvia. Finalmente tomaron asiento en una banca debajo de un frondoso árbol que apenas y dejaba traspasar el agua.
Así transcurrieron varios minutos en los que ninguno dijo nada, solo se oían los pasos apresurados de las personas entrando a sus hogares y a sus autos mientras que la lluvia caía no haciendo mucho estruendo al chocar con el asfalto y el olor a humedad tomaba terreno y ellos solo observaban a su alrededor con sus manos entrelazadas.
— ¿Te das cuenta que el plan b rompe nuestro anterior "trato"? — Hizo comillas en el aire aún sin soltarla.
— Las reglas del meñique dicen que en caso de fuerzas mayores, o sea otro pinky, se pueden ignorar. — Se defendió presumida a lo cual él chico rió.
— ¿Quién inventó esas reglas?
— Hay cosas que nunca sabremos. — Se encogió de hombros volviendo su vista al frente.
Nuevamente se perdieron en vidas ajenas observando a los demás existiendo. Ningún detalle se pasaba por alto, desde la ejecutiva con una cartera sobre su cabeza mientras hacía una llamada con la otra mano, el panadero invitando a personas a entrar para que estas no se mojaran, los aves igual buscando refugio o los niños jugando en los charcos que comenzaban a formarse. La Paz podía sentirse alrededor de la pareja hasta que ella decidió romper el cómodo silencio.
— ¿No te da miedo?
— ¿El qué? — Alzó su ceja interrogante mirando su perfil.
— La vida. — Comenzó a juguetear con la mano del Agreste — Todo ya está establecido, es un ciclo que nunca termina pero inicia de nuevo todos los días y que no puedes hacer nada al respecto porque... Porque así funciona el mundo.
Adrien suspiro pesadamente cayendo en sus palabras cayendo en un agujero sin fondo, pero iluminado.
— Es decir, aquel hombre, — Señaló a un señor trajeado — Tal vez cree que está en el éxito porque es su propio jefe pero en realidad sigue trabajando para alguien más... — Frunció sus labios pensativa — O como esa familia, — Señaló a un pareja paseando a su hijo en carriola mientras el padre cubría a la mujer con su paraguas — algún día ese niño crecerá e igual se reproducirá siguiendo el ciclo. O tal vez robe un banco, pero el banco le roba al pueblo así que el pueblo estaría recuperando lo suyo ¿No?
El rubio dejó caer hacia atrás su cabeza volviendo a soltar un suspiro pesado. Recordó fugazmente la ocasión en que se desahogó con Chloé sobre Ladybug y aquel sentimiento de satisfacción que lo llenó cuando dejó el hotel Bourgeois al finalmente abrirse y contarle a alguien cómo se sentía, como desapareció uno de los tantos nudos en su garganta. Quería lo mismo con Isabelle, ella parecía no tener problema alguno con contarle sobre ningún tema, quería soltarse igual que ella, ser igual de espontáneo y atrevido que Chat Noir siendo Adrien, quería verse más interesante frente a la ojiazul.
— Entiendo a que te refieres. — Ahora fue ella la que giró a verlo con atención — Y sinceramente, estoy cansado. — Isabelle aún atenta a cada palabra que salía de su boca subió sus piernas al regazo del chico en busca de una posición más cómoda — Siento mucho peso sobre mis hombros y aún no se como lidiar con eso... — Agachó la vista — He estado tan ocupado en ser perfecto para que mi padre esté orgulloso que tengo pánico a equivocarme en algo.
Giró a verla y seguía ahí, atenta, no buscaba un consejo ni mucho menos, era su vida y había aprendido a tristemente lidiar con ella, pero si no lo sacaba de su pecho explotaría.
— Es curioso, lo que dices, sobre el miedo al mundo. — Ella asintió sin querer interrumpirlo — No es el temor a los peligros en el sino a no estar preparado para lo que viene. — Trago duró — Mi padre saco a Félix de su testamento cuando huyó, si algo le pasara... Todo cae sobre mi y me aterra no saber que hacer cuando eso pase.
Isabelle lo miró de forma profunda esperando poder transmitirle algo de paz y ayuda, no la que necesitaba sino la que podía darle y eso él lo apreciaba bastante. La pelinegra recargó su cabeza en su hombro y lo abrazó por los mismos intentando reconfortarlo.
— Quisiera poder decirte algo muy sabio ahora. — Rió sin ganas — Pero igual que tú, estoy perdida en esto llamado: "Tienes que crecer para hacerte cargo del legado familiar". — Ahora fue turno de Adrien de recargar su cabeza en la de ella escuchándola con atención — Puedo no hacer nada y él ya está orgulloso. — Sonrió al pensar en su padre — Y tanta fe que tiene en mi me asusta porque no quiero defraudarlo, temo a no ser lo suficientemente buena como él cree.
— Así es la vida que nos tocó vivir.
— Habrá que llenar zapatos que no son de nuestra talla en el futuro, Adri. — Sonrió leve hacia su acompañante — Pero siempre me tendrás a mi para apoyarte cuando ya no puedas más. Desde el atardecer hasta el amanecer.
El ojiverde con aquella sensación revoloteando en su estómago y con las mejillas levemente sonrojadas apretó la mano de la chica regresándole el gesto.
— Y para esa promesa no hay ninguna regla que pueda sobrepasarla.
Isabelle expandió su sonrisa mostrando sus dientes y soltando una leve risa que pronto cambió a una cómplice al escuchar como un cantante callejero cerca del lugar afinaba su guitarra y voz.
— Vamos.
Se puso de pie comenzando a jalarlo hacia la pisa improvisada que estaba desolada aún por la lluvia.
— Nos mojaremos. — Advirtió pensando en la reacción de su progenitor al verlo llegar empalado y que posiblemente pesque un resfriado.
— Solo es agua, relájate.
Acto seguido una leve y tranquilizante melodía inundó sus oídos e Isabelle entrelazo sus manos con su acompañante sin subirlas más allá de su cadera pegó sus cuerpos sin dejar de mirarlo a los ojos con esa pequeña sonrisa que le decía que todo iba a estar bien mientras se balanceaba de un lado al otro guiándolo a continuar el ritmo de la música.
Y entonces sin saber porque exactamente, casi como un reflejo fijo su vista en los labios de su mejor amiga.
Había un magnetismo en ellos que los hacía querer acercarse y tan solo juntarse más a ella, sentirla. Y la sola idea lo hizo sonrojarse hasta las orejas mientras los nervios y remolinos en su estómago lo hicieron morderse el labio, y con tantos sentimientos encontrados, antes de poder hacer algo Isabelle lo abrazo acomodando bien sus brazos hacia arriba danzando como deberían sacándolo de su trance cuando deposito un beso en su mejilla.
— ¿Estas bien? — Preguntó sin saber porque.
— Si — Ella se mostró relajada — estoy perfectamente bien.
Ellos estaban bien y era lo único que le importaba, los rumores de podían ir al diablo.
— Y eso fue todo... — Terminó de contar el relato — Ella y Chloé no son pareja.
Marinette y Alya se miraron entre ellas nerviosas y la primera volvía a sentir la preocupación en su estómago.
— P-Pero se besaron, — Dijo tratando de buscarle la lógica a la situación — tal vez le gusta o no se... — Tomó sus coletas pensativa.
— Mari, — suspiro la de lentes — le dijo a Juleka que fue de cariño.
La azabache comenzó a tartamudear buscando otra explicación mientras que la pelimorada vio hacia la ventana encontrándose con una escena demasiado romántica.
Adrien e Isabelle bailaban lento bajo la lluvia. Acercó sus manos a su pecho y prontamente recordó a peliazul a sus espaldas entonces llamó a Alya la cual al ver igual a la ventana que daba hacía el parque abrió los ojos sorprendida y Marinette al ver a sus dos amigas mirar un punto en las afueras también dirigió su mirada al mismo lugar encontrándose una escena que le terminaría por partir el corazón.
Adrien rodeaba el cuerpo de Isabelle y esta lo abrazaba por el cuello. Sus ojos se volvieron aguados mientras se formaba un nudo en su garganta, se acercó a la ventana y cerró la cortina de golpe recordando el momento en que el rubio le dio su paraguas aquel día en que cayó enamorada de él.
Ya eran más de las diez de la noche y el par de mejores amigos miraba una película de terror mientras tomaban un té caliente y estaban cubiertos por una frazada dándose calor.
La mansión Agreste era la más cerca del lugar y lograron correr —tras varios tropezones y resbalones— hasta ella donde encontraron refugio. Tomaron una ducha caliente — por separado — y el chico le prestó una de sus camisas en lo que la ropa de la chica se secaba y antes de que pudieran pescar un resfriado Natalie les dio una pastilla, mantas y tés.
Adrien no era un tipo muy grande por lo que la camisa que le prestó a Isabelle apenas y lograba cubrir su parte trasera y juraba por todos los Santos que hacía su mayor esfuerzo por no voltear a verla cada que cambiaba de posición o se levantaba. Por lo que terminó obligándola a ponerse uno de sus pantalones de pijama. Aunque a ella no le daba vergüenza, era modelo a fin de cuentas y liberal en ese aspecto.
Se bañaban juntos de pequeños pero claro que las cosas cambiaban, ahora sus cuerpos se desarrollaron al igual que cierto sentimiento de desenfreno y temblor en su pecho cada que estaba cerca de ella. En fin, para cualquier adolescente sin tiempo de acción podía afectarle de cualquier forma.
Hace poco más de media hora estaban tan a gusto viendo películas y platicando que Isabelle llamo a su padre para preguntarle si podría quedarse a dormir con Adrien —con el permiso igual de Gabriel— y ambos aceptaron muy sospechosamente. Las anteriores pijamadas habían sido en Le Gran Paris junto a Chloé y cada uno en una cama diferente, aunque después de media noche las juntaban y por la mañana volvían a dejarlas en su lugar. Por lo que ahora el que la dejara tan fácilmente la extraño demasiado, incluso estaba preparada para llorar pero no fue necesario.
Al día siguiente igual tendrían clases entonces decidieron poner una película algo aburrida y así arrullarse un poco, además de que la pastilla comenzaba a hacer efecto. Por ello después de un par de minutos de acurrucarse Isabelle no pudo más contra el sueño y terminó dormida en el pecho de rubio. Adrien igual comenzaba a cerrar sus ojos cuando su alarma sonó alertándola y apagándola rápidamente antes de que despertara a la pelinegra.
Gruño cansado. Tenía que ir a patrullar.
Quito a Isabelle con cuidado de no despertarla y la recostó con cuidado nuevamente en el sofá para después ir al baño donde le había pedido a Plagg que estuviera escondido y que no saliera por nada del mundo.
— Psss Plagg — Lo llamó y la criatura de ojos verdes hizo aparición frente a él.
— ¿Ya terminaste de besarte con tu novia y recordaste que existo? — preguntó cruzado de brazos con un tono de indignación haciendo fruncir el ceño a Adrien.
Pero todo cobro sentido al ver la gran bandeja de queso que le dejó para que no se aburriera o le diera hambre vacía.
— ¡¿Te lo acabaste?! — Lo miró sorprendido.
¿Cómo cabía tanto Camembert en una cosa tan pequeña?
— Tengo dos horas sin comer... — Lloriqueo dramático — Ya me siento talla doble cero...
El rubio rodó los ojos ante su dramatismo.
— Es hora de patrullar. — Recordó — Plagg las garras. — Susurró esperando no despertar a la chica aunque lo dudaba mucho, siempre fue de sueño muy pesado.
Se escabulló por su habitación tratando de hacer el menor ruido posible y cuando por fin llegó a la ventana antes de salir le dedicó una mirada a Isabelle la cual estaba profundamente dormida y su rostro solo era iluminado por la luz de la luna. Se mordió el labio pensativo, luego se regresó a cargarla con cuidado y dejarla sobre su cama y cubrirla con una manta, antes de irse dejó un pequeño beso en su frente y sin más de fue para reunirse con Ladybug.
Definitivamente aquel día fue una montaña rusa de emociones. Primero sintió la fuerte necesidad de besar a Isabelle y nunca separarse de ella y ahora encontraba a su lady llorando en la punta de la Torre Eiffel.
Se sentó silenciosamente a su lado sabiendo que ella noto su presencia desde su aterrizaje.
— Ladybug ¿Estás bien? — Ella se sorbió la nariz y negó lentamente.
Chat Noir era su mejor amigo, su compañero, la única persona a la que le confiaría su vida con los ojos cerrados sin dudar.
— ¿Ya no soy Bichito? — Preguntó mirando las luces nocturnas parisinas.
— Me pediste que ya no te llamara así... — Dijo de forma delicada pues no quería lastimar más a la chica, que si bien, siempre ignoraba sus regaños sobre sus apodos y seguía llamándola de aquel modo solamente que ese día no le nació.
— Culpable. — Rodó los ojos molesta consigo misma.
— ¿Me dirás que te tiene así, Lady?
Aunque lo haya rechazado tantas veces le partía el corazón verla en ese estado, seguía en su proceso de superación pero no podía negar que aún había pequeños sentimientos por ella muy dentro de él.
— E-Es que... — Apretó sus labios y sin poder aguantar más el nudo en su garganta terminó sollozando — Soy una tonta...
Chat Noir inmediatamente la abrazó por los hombros recargando la cabeza de la peliazul en su pecho donde comenzó a llorar.
— El chico que me gusta... Ya tiene a otra... — No supo cómo sentirse con aquella noticia, solo pudo abrazarla más fuerte.
Creyó que estaría saltando de felicidad y cortejándola al siguiente segundo pero por alguna razón solo siento una profunda tristeza por ella y por él también.
— Es un idiota sino pudo ver a la grandiosa chica frente a él. — Acarició su cabello, tampoco sería un aprovechado sin sentimientos tratando de ganarse un lugar a sus ojos.
Cerró los ojos y recordó las palabras de Chloé, ninguno era el problema, con o sin otro chico él no estaría en su corazón.
Suspiro pesadamente sintiéndose decaído al caer en cuenta de ello, el otro tipo ya no era competencia y ni así ella saltaba a sus brazos, su destino era ser amigos. Aunque, también era muy pronto para saberlo.
Estaba por decir otra cosa pero de pronto vio a un gran ave o ¿ángel? con un traje de color negro y rojo. Achinó un poco los ojos y se dio cuenta que la extraña figura sostenía un arco y amenazaba con lanzar una flecha en su dirección por lo que cambio de posición con ella cubriéndola del ataque.
— ¡Cuidado! — Sintió un pequeño pinchazo en su espalda y después de eso todo se volvió negro.
— ¿Chat Noir? — Preguntó preocupada la chica vestida de catarina hasta que de repente sintió más fuerte el agarre de su compañero al punto de lastimarla.
— ¡Te detesto, Ladybug!
Lo miró como pudo y vio como ahora tenía una mirada malvada y labios negros. Ay no.
La batalla contra Kim, o ahora Cupido Negro, se volvió realmente dura al ser dos contra uno. Quería atacar a Kim pero Chat Noir no la dejaba acercarse, incluso estaba por usar su cataclismo en ella.
Estaba por pedir su Lucky Charm cuando recordó lo anterior visto en su clase dicho por Rosita.
"Solo el amor
conquista el odio"
Abrió los ojos teniendo una idea en mente. Eso era, recuperaría a su gatito con un beso. Él estaba enamorado de ella, debía funcionar si o si y aunque ella aún gustara de Adrien pondría todo su cariño en ello, debía salvarlo a como de lugar.
Estaba frente a ella a punto de darle un ataque con su vara de metal cuando ella cambió su rostro a uno coqueto.
— Ven gatito gatito... — Paró sus labios intentando juntarlos con los de él pero el chico asqueado y aterrado por el hechizo de Cupido Negro se alejó velozmente.
— Agh, será más difícil de lo que pensé.
Igual debía tener cuidado pues el Cataclismo seguía activado. Pronto una persecución se vio envuelta entre ambos solamente que ahora invertida, hace minutos el la seguía buscando golpearla con su poder especial y ahora ella lo perseguía para besarlo, un giro algo raro.
Minutos después ella quiso saltar cerca de una fuente cuando el la sorprendió por la espalda derribándola y terminando bajo de él a punto de ser tocada con el cataclismo por lo que aprovechando la posición en la que estaban lo tomó de las mejillas juntando sus labios con los de él en un beso. Ambos cerraron los ojos sintiendo los labios del otro perdiéndose por un momento.
Segundos después se separó y miró los ojos del rubio, hizo un intento de sonrisa nerviosa pero esta rápido se borró al notar que sus labios seguían negros.
Se alejó de él antes de ser tocada y aprovechando su desorientación por el beso lo lanzó hacia Kim, el cual sobre volaba arriba de ellos rompiendo con su cataclismo el gancho que sostenía la gema que el chico planeaba regalarle a su compañera de clase, lo tomó en el aire antes de que cayera en otras manos y así liberando el akuma y a su compañero del hechizo de Dark Cupid.
Aún algo desorientado regresó a su hogar teniendo pequeños recuerdos de las horribles cosas que le dijo a Ladybug, más no todo completamente. De igual forma ella le explicó lo que había ocurrido — exceptuando el beso — y el le pidió disculpas además de seguirla consolando por el asunto con el chico que le gustaba.
Ya casi era hora de despertarse y el sol estaba por salir, por ello decidió entrar por otra ventana y así no ser descubierto. Se destransformó y escondió a Plagg en su pijama antes de llegar a su habitación teniendo un pequeño infarto al encontrarse con Isabelle sentada en el sillón mirando hacia la ventana.
Ella al escuchar la puerta de la habitación del rubio giró para encararlo.
— ¿Dónde estabas? — Preguntó con voz adormilada.
— Fui a la cocina... Tenía sed... — La chica aún más dormida que despierta simplemente asintió sin cuestionarlo y regresó la vista a la ventana.
— Tu... ¿Por qué despertaste? — Se acercó a ella y se volvió a sentar a su lado.
— No te sentí a mi lado. — Bostezo y el soltó una sonrisa minúscula.
— ¿Y qué haces aquí?
— Quise ver el amanecer. — Se froto los ojos comenzando a despertar un poco más. — Y esperándote.
El igual soltó un bostezo y la abrazó por los hombros. Odiaba los akumas a mitad de la noche, estaría como un zombie todo el día.
— Perdón. — Soltó de repente la chica confundiéndolo.
— ¿Por? — Se tallo en ojo.
— Seguro estás cansado por dormir en el sillón, no debí haberte quitado tu cama.
En su mente el chico la llevo a la cama a mitad de la noche y el se quedó en el sofá para no incomodarla pero se preocupó un poco al no sentirlo ni verlo en la habitación por lo que decidió esperarlo pero no fue mucho ya que a los pocos minutos regresó.
— No te preocupes, estoy bien. — Le dio una sonrisa cansada.
No quería que se sintiera culpable pero tampoco podía destruir esa historia sino su identidad estaría revelada.
— Igual lo lamento. — Se recargó en su pecho y el recargó su cabeza en la de ella cerrando los ojos y quedando dormido pocos minutos.
No fue hasta que minutos después fue despertado nuevamente por unas palmaditas en su hombro.
— Hey... Hey... — Abrió uno de sus ojos encontrándose con la pelinegra más enérgica que antes tratando de reanimarlo.
— ¿Qué pasó? — Preguntó con voz ronca.
— Es hora. — Sonrió emocionada mirando hacia el horizonte observando como lentamente el sol iba saliendo.
El chico sin querer perderse el espectáculo parpadeó varias veces tratando de recuperar sus cinco sentidos igual deleitándose con el show de la naturaleza.
Por un instante giró a su lado y observó a Isabelle, los tonos naranjas y dorados abrazaban su rostro iluminando su alma. La pequeña ventisca que entraba por la ventana hacía volar pequeños mechones de su cabello. Sus ojos claros brillaban como el agua de las playas más hermosas, su piel parecía tener pequeños diamantes en ella por el brillo que resplandecía, su boca curveada con aquel sub tono rojizo lo hizo suspirar sin dejar de mirarla.
Sip, estaba totalmente jodido.
~ EDITADO
Si reprodujeron la canción de
multimedia mientras leían,
gracias.
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