04
— ¿A dónde vas? — Minjeong se giró para ver a Ningning con mala cara y después cruzando los brazos.
— ¿Tú lo sabías?
— ¿Qué cosa?
— Sabías que iban a hacerme esa broma ¿Verdad? — alzó un poco la voz, Ningning retrocedió un paso cabizbaja jugando nerviosa con sus manos.
— Lo... lo siento...
— Si lo único que vas a traerme son problemas entonces vete. —se dio la media vuelta.
— No, espera. —la detuvo del hombro, Minjeong volteó otra vez.
— ¿Qué?
— Sobre que Haechan es peligroso es muy cierto, por eso te lo dijo, pero no por qué yo haya tenido algo en que ver.
— ¿Entonces por qué el chico de los cabellos verdes dijo que tú no dirías nada? —Ningning ya no supo que responder, solo tragó saliva mirando al suelo.
— No... no puedo, no puedo decírtelo.
— Si creo que no importa, además no se ni por qué te estoy pidiendo explicaciones. —le dio la espalda y caminó hacia la cafetería.
Entrando en esta buscó con la mirada a Haechan y su grupito, sonrío victoriosa cuando les ubicó y ahora continuaría con lo que en su mente llevaba.
Mientras caminaba hacia la mesa de golosinas oyó una voz llamándole "bebé" desde lejos, rodó los ojos de mientras pagaba una bolsita de osos de goma y se dió la vuelta escuchando una y otra vez como ese apodo que se le había impartido desde el día en que lo vió. Notó como varios estudiantes murmuraban en sus lugares, ella pasó como si nada por las mesas hasta que miró como Haechan mantenía una firme sonrisa burlesca a su dirección. Le hizo una seña con la mano al aire y ella sin entender, no muy convencida caminó hacia ellos.
— Vaya te dejas ver por aquí, quería pedirte un favor.
— ¿Qué quieres? — a mala gana contestó y Haechan sacó del bolsillo del pantalón un billete que luego lo extendió hacia ella. Minjeong no lo tomó, sólo lo miró confundida.
— Quiero una Coca-Cola, puedes quedarte con el cambio si quieres. — después de que una risa se le saliera otras de parte de sus amigos se oyeron también.
— No, ve tú.
— ¿Qué has dicho?
— Dije que no, no soy tu gata. — Haechan le miró de abajo arriba y se levantó quedando frente a ella.
— ¿Quieres hacerlo más difícil? — la chica retrocedió sin quitarle la vista, apesar de que ya le había enfrentado pocas veces, esta vez no era la excepción. Haechan le arrebató la bolsa de gomitas tomando unas cuantas y llevandolas a su boca mientras Minjeong le miraba incrédula.
— Eso era mío.
— Tú lo has dicho, era.
— ¡Devuelveme esa bolsa! — intentó quitársela pero a la altura que Haechan alzaba el brazo con ellas era muy difícil.
— ¿La quieres? bueno. — volteó la bolsa dejando caer el resto de las gomas al suelo, haciendo un completo desastre. Todos en la cafetería observaban a Minjeong y algunos se burlaban mientras que otros hacian como que no han visto nada. Haechan ya la miraba con altivez — Vas a hacer lo que te diga ¿si o no?
Era imposible, no podía con él. Se resignó por completo mirando al suelo.
— Sí...
— No te escuché, dilo alto y que se te oiga — empezó a alzar la voz para llamar la atención de todos, Minjeong no respondió por unos segundos y entonces Haechan la tomó por el cuello de su camisa haciendo que le viera.
— Haechan, suelta...
— No hasta que todos escuchen lo que tienes que decir. — le susurró cerca de los labios. Su agarre era demasiado forzado por su mano en el cuello. Ella puso sus manos sobre las de él intentando quitarlas.
— ¡Haechan, basta!
— ¿Tú, qué? — contestó altanero mientras ella seguía intentando no ser ahorcada por su agarre. — Vas hacer lo que te voy a decir ¿Entendido? — sus ojos ya hacían cristalinos, pero no estaba dispuesta a soltarlas allí mismo. — ¡¿Estás escuchándome?! — gritó más alto y ella asintió varias veces, esta vez con mucho miedo. — ¡Pues dilo! — antes de poder hablar, con temor y con el corazón latiendo tragó saliva.
— Sí
— ¡¿Sí, qué?!
— ¡Sí, si te escuché! — gritó con la voz más aguda tanto que un nudo en la garganta se le formó. Haechan la soltó para que Minjeong se pasara la mano por el cuello sobando de el. Varias lágrimas salieron sin avisar y agachó la cabeza aún sin dejar de llorar.
— Ve a traerme lo que te pedí, ahora — repentinamente su voz había cambiado a una más dulce, le tomó la mano y plantó el billete cerrando su puño. Antes de siquiera apoyar un pie en el suelo el chico le tocó del hombro. — Antes de que te vayas recoge eso, que al fin y al cabo es tuyo —le indicó con el dedo hacia abajo, ella observó por un momento el suelo lleno de gomitas ya sucias, pensando si debía o no hacerlo. — ¡Minjeong por favor, date prisa! — le ordenó con burla y ella empezó a recoger una por una las gomitas. — Ten, usa esto —le tiró la bolsa donde venían empaquetadas y ella con mucha impotencia la tomó. Escuchaba las carcajadas de casi todos los que la veían haciendo eso, otra lágrima traicionera salió de su ojo y limpió esta sin importar que la mano ya estaba algo sucia. Terminó de rejuntar las gomas, las tiró a un basurero cerca y fue por la bebida de Haechan. Trajo de regreso consigo la Coca-Cola hacia su mesa y se la extendió. — Abrela — antes de hacerlo no se había percatado de que todo este tiempo Ningning estaba sentada allí con ellos, la pelirroja notó que le miraba y cabizbaja se mantuvo mientras que un sentimiento de odio y repulsión creció en Minjeong. Abrió la lata y no lo pensó por mucho que fuera luego a pasar; derramó el líquido sobre Haechan hasta quedando vacía, se levantó eufórico, mirándose a si mismo con la gaseosa escurriendo por su ropa.— ¡¿Estás demente?! — gritó llamando la atención de todos, que no sabían si callar o reír. Finalmente todos estallaron a carcajadas y eso le hizo enfadarse más con la chica — ¡Esto te va a costar muy caro, Kim!
— Dí lo qué quieras, que no me importa — con su puño aplastó la lata de metal y la arrojó a él. Salió a pasos largos sin perder más tiempo allí.
(...)
Cuando estaba regresando a clase encontró a Yuna y su grupito dentro del salón, ellas estaban formando un círculo mientras reían y susurraban mirando hacia el celular de la chica. Como si le importara simplemente pasó por de largo de ellas sin prestarles atención y sentarse a esperar al profesor.
La última hora quedó libre, por lo que todos estaban abandonando el aula para irse temprano y ella era la última en terminar de cerrar su mochila y colgarla en su espalda. A partir de que salió de clase se le venía a la mente las cosas que posiblemente estaban por suceder una vez que volviera a toparse con Haechan. Y vaya que tenía razón.
Se detuvo en seco y también sintió que el corazón dejó de latir cuando ya tenía a los cuatro chicos frente a ella. Todos tomando una postura recta y fría que la hicieron tiritar. Eso no era nada bueno, ya que Haechan fue el primero en dar un paso adelante.
— ¿Crees qué estoy jugando? — quedó a pocos centímetros de ella, y pudo notar que aún había rastros de la bebida sobre su ropa. Sus pies temblaban a medida que alzó la cara para mirarle y empezó a creer que el chico hablaba muy enserio, tanto que hasta ella sintió su estómago retorcer de miedo. No hizo más que quedar cabizbaja y pensar en blanco — ¡Mírame! —con una mano tomó su mandíbula apretando de ella hasta que las lágrimas amenazaron con salir. — Llorar no te servirá de nada, así que no pienses que tendré compasión contigo — la soltó, tronó los dedos al aire y ya tenía a sus amigos a su lado. — Vamos.
Jeno y Yangyang le sostuvieron de los brazos y la hacieron caminar con ellos, Minjeong empezó a gritar pidiéndo que la soltaran, aun sabiendo que no lo harían. Haechan abrió la puerta de un cuarto, apesar de estar obscuro se notaba con claridad un estante y una mesa con diversos productos de limpieza, Minjeong se dio cuenta que están en el cuarto del conserje. Cerró la puerta y Minjeong fue empujada a la pared, los ojos le lloraban y Haechan le quitó la mochila de un jalón dejándola por allí.
— Veamos que tan valiente eres ahora. — Minjeong no siquiera les miraba, no con tanto horror por dentro. — Ya saben — se dirigió a Yangyang y Jeno quienes volvieron a tomarle de los brazos obligándola a sentarse sobre el suelo. La chica empezó a sollozar y patalear con fuerza pero Yangyang le tapó la oreja y sus labios fueron a dar a su oreja.
— Si no te callas, te irá peor — susurró, aún así Minjeong no dejó de sollozar.
— Jaemin — ordenó nuevamente Haechan. — Quítale los zapatos.
(...)
Mientras ellos se burlaban, ella tenía una mueca de enojo en el rostro con los brazos cruzados. Que le hicieran pasar un susto no era nada lindo, pero que sus zapatos quedaran en el techo de la escuela tampoco lo era.
— ¿Cómo vas a recuperarlos ahora, Minjeong? — Haechan se rió en su cara mientras que ella le miraba mal desde la banqueta. Los chicos se dieron la vuelta para irse. Hacia algo de frío, miró sus pies con sólo las calcetas puestas y el frío le calaba en ellos. Ir a casa descalza por la calle era la cosa más vergonzosa del mundo que podía pasarle a cualquiera, seguramente llegando terminaría con una gripa pero también por los escandalosos y posibles regaños de su hermano mayor.
¿ustedes han pasado por una situación vergonzosa? porque yo sí. Pd: no es nada gracioso cuando les digo que también lo pasé. 😔 En fin, gracias por leer. 💚
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