12. Friends
— ¿Dices que tu padre no te apoya en absoluto?. — preguntó él. No quería meterse en los asuntos privados de Yeji, pero por alguna razón sintió la necesidad de querer saberlo, quizás para ayudarla o simplemente escucharla.
Ella luego negó a su pregunta.
— Él siempre ha apoyado a mi hermano mayor en todo, a él es a quien le ha dado todo. Además de su apoyo su cariño y su atención, y todas esas cosas yo nunca las he recibido. — ella habló con amargura, apesar de que ella no lo estaba mirando, sabía que Jeno la estaba escuchando. — Siempre ha tenido preferencia por mi hermano, y no lo culpo pero... a veces no lo soporto. Mi padre es de lo que dicen que el hombre debe ejercer y la mujer dedicarse a su casa. Lo cual me parece patético. — una risa cruda salió de sus labios.
— Creo que estoy de acuerdo en lo mismo. — Jeno admitió con sinceridad. Incluso para él, quien era una persona de prestigio, era absurdo pensar que una persona podía tener esa clase de mentalidad en la actualidad.
— También odia a las personas que se pongan en su contra, así él esté equivocado. Y creo que ese fue mi error.
— ¿Por qué un error? — Jeno frunció las cejas mirandola con la curiosidad llenando cada vez su interior. Pero las palabras que Yeji lo hicieron arrepentirse de ella.
— El día que recibí mi beca para la Universidad mi madre y yo estábamos muy felices. Mi padre no lo sabía así que no se lo dije, teniendo en cuenta que de todos modos lo sabría. Dejé la carta en el comedor y me fuí a mi cuarto. Ese, fue gran mi error. — Yeji hizo una pausa para respirar y continuar. — Esa noche mi padre me llamó en un grito a la sala, yo bajé toda temblorosa porque estaba segura que había visto la beca, y fue así. Él sostenía mi beca con furor mientras yo intentaba no acercarme demasiado. Me preguntó que si estaba loca por hacer la Universidad, yo no le dije nada ya que las palabras no salían de mi boca. Él continuó y dijo que ni de broma me dejaría salir si pensaba seguir estudiando, porque al final, yo no tenía porque hacerlo. Yo exploté y le grité lo que no era justo, que estaba cansada de de la forma en como pensaba de mí. Que yo ni siquiera le estaba pidiendo su opinión ya que él no había sido un buen padre de todos modos. — tomó aire y expulsó este con dificultad, porque las lágrimas ya estaban al borde de caer. — Me abofeteó y destruyo mi beca frente a mí. Quería golpearme otra vez pero llegó mi madre y lo evitó. Al final ellos discutieron mientras yo seguía allí, mi padre tomó la decisión de separarse de nosotras, y se llevó a mi hermano con él. Desde entonces, mi madre tiene que trabajar hasta el cansancio para traer dinero, pero aun así no es suficiente para pagar las facturas. — Yeji rompió un pequeño llanto mientras Jeno seguía a su lado, sin tener una idea de que hacer. Le parecía desgarrador escuchar todo aquello, pero tampoco sabía de que forma consolarla en ese momento.
— ¿Y... sigues viendo a tu hermano? — preguntó torpemente, Yeji se secó las lágrimas con el final de su manga absorbiendo su nariz.
— Él tiene prohíbido vernos. Mi padre lo amenaza diciendo que le quitará su ayuda para la Universidad. Solo a venido dos veces en los últimos veces pero mi madre le dice que sea cuidadoso y que lo mejor es que ya no venga.— la boca de Jeno se abrió hasta el suelo y su ceño se frunció.
— ¿Tan déspota es? — ella asintió y él negó la cabeza.
— Es peor de lo que puedes creer. — Yeji pasó su mano por su nariz al mismo tiempo que apoyó la cabeza sobre sus rodillas.
Jeno por su parte estaba atónito. No tenía idea de lo que estaba sintiendo ella, pero de solo verla, sentía una sensación desagradable. Si antes pensaba que burlarse de ella no era para tanto, ahora dejaría de hacerlo ya que sabía la verdad. No era del tipo que sentía ninguna clase de empatía por nadie. Pero justo ahora, era diferente.
— No puedo imaginar todo lo que has vivído. — acercó su mano hacia su hombro, pero las siguientes palabras de Yeji lo detuvieron.
— Tú no puedes imaginarte eso. — soltó con amargura y Jeno frunció sus cejas confundido.
— ¿Por qué? ¿Crees que tampoco me quejo?
—¿De que puedes quejarte? Lo tienes todo. — soltó con amargura, y como si un golpe fuese directo a su estómago, Jeno cerró la boca antes de decir algo. Sabía que la forma en como pensaba Yeji era incorrecta, pero también era cierta. Siempre ha tenido todo lo que un chico de su edad podía desear, sin embargo, las diferencias que habían entre él y su padre era otra realidad.
— Mi padre tampoco me apoya. — admitió encogiendo sus hombros con desdén. Yeji se volteó hacia él. — Al igual que el tuyo, creé que el ser modelo es algo estúpido, y lo único que tengo a mi favor es un concurso de modelaje en Nueva York. Si gano, aunque sea uno de los dos primeros lugares, podré convencer a mi padre, y él me dejará hacer lo que yo quiera.
— ¿Y sino ganas? —Yeji preguntó con cautela, mirando el rostro aflijido del castaño mirar hacia abajo.
— Me hará el dueño de su empresa por la fuerza, y eso es lo que no quiero. Yo no quiero ser como él.
— ¿Y tu madre que dice? — Jeno dejó escapar una risa amarga.
— No tengo madre, sino madrastra. — explicó sin emoción. — Ella... me apoya, pero yo no la veo como una madre.
— ¿Por qué no?
— Para mí el hecho de tener una madre no significa nada. — su frialdad causó que un escalofrio recorriera la columna de Yeji.
— ¿Por qué lo dices de esa manera? — preguntó con miedo, intentando ser cautelosa en sus palabras.
— Mi madre me abandonó cuando yo era un niño. — confesó sin vacilos, con el semblante duro. — Después de que se fue pasaba noche tras noche llorando e implorando por su regreso. Pero ella nunca volvió. Después me dí cuenta que rogar pot amor a quien no le importas solo te hace débil y daño. Y entonces dejé de llorar.
— Y-yo... no tenía idea... — la voz de Yeji se entrecortó, un hormigueo viajaba por su estómago haciendola tiritar mientras seguía mirando a Jeno.
— Las personas que más te importan son las que terminan decepcionandote. — Jeno se estremeció al sentir una mano subir por su espalda mientras esta le acariciaba.
— Lo siento mucho, Jeno. — soltó con aflicción pero Jeno no tenía la misma expresión sobre su rostro. Tal vez porque aprendió a no aferrarse en el dolor y ahora era algo que ni siquiera le importaba. Incluso Yeji lo llegó a comprender.
— No importa, es lo que hay. — encogió sus hombros.
— Al menos tenemos algo en común. — ella mencionó animadamente y fue allí cuando Jeno volteó de nuevo. — Nuestros padres son unos idiotas. — él no pudo evitar soltar una ligera risa por debajo.
— Y que también nos gusta The Weeknd. — añadió y ella asintió.
— Eso también.
(...)
— ¿Está bien si te dejo aquí? — preguntó Jeno al detener el auto a unos cuantos metros de la casa de Yeji. Ella asintió.
— Pero antes tengo que darte mi parte del trabajo. — Jeno asintió y ambos salierom del auto.
Iban caminando cuando una niña pequeña de pelo castaño y vestido rosa se cruzó en su camino, saludando alegre a Yeji.
— Hola, Yeji.
— Hola, Youngmin. — la chica agitó su mano con la misma alegría hacia la niña. La pequeña miró hacia Jeno con determinación y luego a la castaña.
— ¿Quién es él?
— Él es Jeno. — presentó. Jeno agitó su mano suavemente con una pequeña sonrisa hacia Youngmin al igual que ella.
— ¿Él es tu novio? — tanto Yeji como Jeno se miraron mutuamente perplejos. Yeji miró a Youngmin con una incómoda sonrisa.
— No cariño, él es...
— Somos amigos. — Jeno se volteó hacia Youngmin haciendo que Yeji lo mirara confundida.
— Oh, está bien. Debo irme. Adiós, Yeji. — Youngmin abrazó sus piernas mientras la castaña acariciaba su cabeza. — Adiós, Jeno. — agitó su mano cuando se separó de Yeji. Jeno se despidió cuando ella ya de había ido.
Se volteó hacia Yeji.
— ¿Qué? — preguntó cuando la vio cruzarse de brazos sonriendo de lado.
— ¿Enserio somos amigos?
— Bueno, si querías que le dijera que somos novios está bien... — Yeji rodó los ojos y le dio un puñetazo en el brazo.
Jeno se echó a reír enseguida.
— Eres un payaso. — espetó con desprecio, caminó primero y Jeno se fue detrás de ella. Sin dejar de reírse.
Al llegar Yeji abrió la puerta de su casa y en cuanto Jeno estuvo adentro quedó estático.
— Voy por el cuaderno, si quieres puedes sentarte. —ella ofreció.
— De acuerdo. — él asintió mientras la veía desaparecer por las escaleras
Miró a su alrededor, las paredes azules despintadas, los dos sofás color café y una pequeña mesita que había en medio de estos. Más al fondo había un comedor rojo y sus sillas, y de allí una puerta que supuso, era la cocina. Al lado de la puerta había un pequeño armario blanco y una percha roja. Y el piso era rojizo, pero algunos cuadros estaban un poco levantados en la entrada y otros por el lado lateral de la escalera. En definitiva, su casa era mucho mejor, pero en ese momento no sentía admiración de ello. Si su padre había sido capaz de dejarlas en esas condiciones, el hombre era un total monstruo entonces. Y de nuevo ese malestar en su pecho regresó.
Yeji bajó rápidamente y él fingió que no había hecho nada.
— Aquí está. — Yeji le entregó el cuaderno y él se lo recibió. — ¿Qué pasa? — preguntó al ver la expresión en su rostro.
— Tu casa es... — Jeno debatió para no decir lo que realmente pensaba, para no lástimar a Yeji. Pero antes de que pudiera decir algo, ella le dio un asentimiento.
— Sí, lo sé.— ella rió un poco y Jeno torció una sonrisa incómoda. —Supongo que no es tan malo cuando solo estamos nosotras. — ella se encogió de hombros mirando al suelo.
Jeno estaba apunto de decir otra cosa cuando unos golpes en la puerta tocaron con agresividad. Ambos miraron a la puerta y cuando Jeno volteó miró a Yeji asustada.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top