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¡nota!:  Hola, aquí Alex. Vengo hablar de un tema serio. Como autorxs  nos gusta  saber que opinan de nuestras historias, pues nos cuesta tiempo y esfuerzo y un mínimo comentario nos hace ayudar para segui adelante.

Votar y comentar no cuesta mucho, es gratis y de total libertad. Es ese empujoncito que nos ayuda a seguir haciendo esto. No les cuesta nada  votar  u comentar  sus opiniones y aunque parezca una tontería en la que no paramos de insistir nos motiva mucho y ayuda a seguir.

Las historias tienen detrás un duro esfuerzo y trabajo que no se consigue de la noche a la mañana. Pasamos horas, días e incluso semanas pensando en lo mejor para la historia que les pueda gustar a ustedes.

Por esto, ser lector fantasma debe quedar en el pasado. La interacción entre lectores y autorx debe de ser constante.

Digo esto, pues he estado viendo como muchas personas no votan en las historias u no comentan. Algunas personas que nunca vi que le dieran apoyo a esta historia votó en mis últimos capítulos y me hace cuestionarme  el por qué no voto en las demás.

Porfavor,  nunca les suelo pedir nada pero me ayuda mucho ver como comentáis sobre lo que pensáis de la historia, personajes, el desarrollo de la historia..etc. a
A veces un pequeño comentario es de gran ayuda. Al igual que un voto que nos ayuda a ser más conocidos.

Dicho esto, muchisimas gracias. Os leo siempre y cualquier cosa saben que mi chat privado siempre estará abierto para ustedes. Os dejo con el nuevo capitulo, perdón por la interrupción.

Los quiero  <3!





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Estaba hecho, tenían una cita para el día siguiente. No podía creerlo, todo lo que hizo por su hija se desvanecería en tan solo unas horas, por culpa de un inútil diario de su adolescencia, y la curiosidad de un hombre.

Puso en juego la felicidad de su hija, y no había cosa por la que más se arrepintiera. Tal vez, nunca debió aceptar ese maldito trato. Nunca debió volver a ver a los Weasleys. Pero nunca debió enamorarse profundamente de Fred Weasley.

Fred solo le traía problemas.

No exageraba si decía que su cuerpo temblaba, y que sus sollozos por más que deseaba y quería no frenaban. Se encontraba sentada en el frió suelo del cuarto de baño que poseía la enorme casa.

Se encerró, cuando su hija consiguió conciliar el sueño, al igual que su abuela pues no quería preocuparlas.

Se deslizó por la pared, una vez que entró y cerró la puerta. Cayó al suelo cerrando los ojos y derrochando las lágrimas que había estado aguantando todo ese tiempo, pero cuando recibió la llamada de George diciéndole que Fred había pedido cita, sintió su mundo desvanecerse.

Tenia una mínima esperanza de que al final entrara en razón, pero al parecer nada era posible.

Así paso la mayoría de la noche. Recostada en la pared,  con la cabeza entre sus rodillas, maldiciendose a si misma por haberse enamorado de tal hombre. Maldiciendole a él,  por ser un maldito idiota impulsivo que no pensaba antes de hacer las cosas.

Sus sollozos y respiración entrecortada resonaban en la habitacion, afortunadamente tuvo la sensata idea de conjurar un muffliato antes de entrar.

Desafortunadamente, su cerebro solo la traicionaba. Este, le mandaba a cada segundo, recuerdos de su relación con el pelirrojo.

Como se conocieron, sus primeros coqueteos, sus derrumbes delante suya, cuando comenzaron a salir, sus hermosas noches juntos, sus innumerables citas..., la guerra magica, sus noches interminables junto a el en el hospital.., su conocimiento de otro ser dentro suya y cuando la dejo..

Se odiaba a si misma.

●●●

Llegó con  prisa, con esperanza de que su esposa no estuviera en casa. Afortunadamente así fue.

Se adentró en su cuarto, rebuscando en las mesas de noche , donde la morena solía guardar la ropa interior.

Tras pensar e intentar buscar alguna solución que lo salvara de creer que su esposa se estaba acostando con otro llegó a pensar que alguien pudo enviar uno recién comprado, para fastidiar a la pareja.

Se aferraba a la idea de que una prenda  exactamente igual estaría aún en el cajón de su mujer.

Desgraciadamente, tras rebuscar infinitas veces entre todos los cajones y arrojar la ropa de estos al suelo por la frustración se dio por vencido, sentandose a la cama mirando fijamente el suelo pensando.

Lo había engañado, se estaba acostando con otro.

Ciertamente el había besado a otra mujer, dos veces. Ahora se preguntaba si la otra vez lo perdono porque ella estaba haciendo lo mismo con otro hombre.

¿Habia otro hombre en la vida de su esposa?—se preguntaba mentalmente.

En la mente del matrimonio había otra persona que no era su pareja. Su relación hubo sido tóxica desde el momento que pronunciaron esas dos palabras que cambiarían su vida "si, quiero", pensando que con eso todos sus problemas se solucionarían. Definitivamente no lo hicieron, pues George se casó con Angelina aferrándose a la idea de que Elizabeth Lupin saldría de su mente, y Angelina podría estara orgullosa de decir que se casó por amor, pues ella amaba al hombre y estaba dispuesta a todo por el. Pero ella no era tonta, pudo darse cuenta de cómo su relación cambió cuando la hija del Licántropo volvió a sus vidas, y cuando lo vio besándose con otra chica. Lo que Angelina necesitaba era amor, y ser escuchada, ser querida, por lo que lo tuvo que buscar en otros brazos que no eran el de su marido. Ambos hicieron que el matrimonio acabara rompiéndose lentamente, como una muerte vil y dolorosa. Ambos acabaron cavando hacia un pozo sin fondo, un callejón sin salida, un mundo sin aire. Su relación era toxica,  y si seguían juntos, nada bueno iba a pasar.

Angelina Jhonson y George Weasley debían dejar su relación, pero ambos se hablan acostumbrado estos cinco años el uno al otro, que les resultaba raro no estar juntos, o levantarse y no ver el rostro del otro cada mañana.

El sonido de la puerta de la habitación abrirse lo sacó de sus pensamientos.

—¿¡Por que toda mi ropa está en el suelo desperdigada?! —exclamó mientras las esquivaba para ponerse frente al pelirrojo, que se veía especialmente mal.

La miró a los ojos. Estaba adolorido y su rencor era más fuerte que cualquier mínimo sentimiento que habia sentido por ella en algún momento de su vida.

—¿Desde cuando Angelina?—intentó mantener la calma, y no romper a llorar. Le extendió su ropa interior y el sobre que venía con el paquete.—¿desde cuando me engañas..?—

El mundo de Angelina se derrumbó ante sus pies al ver la carta y su ropa. Ropa interior que utilizó hace pocos días con el chico Tanner.

Solo había una persona que pudo mandarle eso, el mismo Archie.

No sabía que contestar, el agarre en la carta se apretaba por el odio a si misma en esos momentos y por el odio en el hombre al cual creyó y se entregó aún estando casada.

—George, yo..—tartamudeo intentando encontrar las palabras, cuando se le escapó un sollozo que la delató.

—Solo quiero la verdad..—pidió con voz rota—por mucho que me duela.. —

—Unas semanas..—confesó en un sollozo.

Estaba dicho, le había engañado.
El solo asintió, y la habitacion se quedó en silencio por unos segundos, hasta que la morena volvió a hablar.

—Sé que amas a Elizabeth, siempre lo supe aunque no quise aceptarlo y de veras tenía la esperanza de poder hacerte cambiar de pensamiento.., de poder hacer que te enamoraras de mi..—aseguró con un sollozo—Pero siempre fue ella..—

—Lo siento Angelina...—se levantó, evitando el contacto directo de la mujer.—Iré a casa de mi madre.., al menos por unos días.—

Dicho esto, el pelirrojo salió directo hacia la casa de su madre. Ambos miembros de la pareja rotos. Angelina sollozando arrepentida, y con furia por no poder haber enamorado nunca al hombre que quería con cada parte de su cuerpo.

George sollozando por haberla engañado todos estos años, pensando que el la amaba cuando no era así. Odiandose por amar a una mujer prohibida, para el.

Su relación siempre fue complicada, pero creían que lo afrontarian todo junto. Pero las relaciones tóxicas no son tan bonitas como las pintan en los libros de romance adolescentes.

Las relaciones tóxicas son reales, y pasa en la vida real.

Ambos recordaban cada momento junto, ambos se torturaban a la vez pensando en el otro, ambos pensando en que harían y en que sería su relación tras todo esto.

Ambos sabían que debían ponerle un punto y final.

●●●

Al día siguiente

No entendia por que se encontraba allí. Parecía un hospital, como San Mugno pero no era el caso. Las paredes eran blancas al igual que el suelo, como una nube de algodón, pero una que no le gustaba.

Su padre también estaba a su lado con su madre, su tío algo más alejado cosa que la extrañaba pues el otro dia estuvieron todos juntos perfectamente. Ahora, su padre y tío no se hablaban.

—¿Papa, por que estamos aquí?—le preguntó agarrando con fuerza su brazo asustada.

—Nos haran unas simples pruebas para ver que estaremos bien,  nada que preocuparse.—le dedicó una tranquilizadora sonrisa, a pesar de sus nervios.

Fred tenía una expresión neutra, miraba al suelo ccomo si fuera tema de interés. Recargado en una húmeda columna, con sus brazos cruzados.

Elizabeth agarraba la mano de Jane, quien se ofreció a acompañarlas , con fuerza aferrándose lo más posible a ella.

Su abuela era su lugar seguro.

Una enfermera se acercó hacia la "familia" a paso rápido.

Optaron por realizar las pruebas en un hospital muggle. Más bien,optó Fred pues el se encargó de reservarla y asegurarse que se realizara en un hospital no mágico para que no hubiera posibilidad alguna de que las pruebas fueran alteradas.

—¿Señores Weaslet y señorita Lupin?—miró los papeles revisando los nombres, y cuando ambos hombres iguales se acercaron con una niña pelirroja, sus ojos se abrieron con sorpresa e incredulidad.—Bien, vengan conmigo.—

Con nervios, se dirigió con su padre hacia la sala donde le indicaron. Elizabeth vio como se perdían entre la multitud del hospital.

Primero, entro la pelirroja nerviosa pues no dejaron que su padre estuviera con ella haciendo que sus nervios se multiplicarán.

—¿Sabes por que estas aquí?— preguntó la médica mientras preparaba las cosas, y ella estaba sentada en una camilla.

La menor se limitó a negar con la cabeza, seña que tomó la mujer como para no decirle nada. Tras preparar y encontrar las cosas se se acercó a ella, transmitiendole una dulce sonrisa.

—Tranquila, no te dolerá nada. Solo necesito que me abras la boca ¿si?, acabaremos rapido—aseguró.

La niña nerviosa obedeció,y abrió la boca lo suficiente para que la mujer tomara una muestra de su saliva con un bastoncillo. Le resultaba incómodo, así que agradeció cuando lo tuvo fuera.

—Hemos terminado, puedes salir.—le dijo con una sonrisa la mujer mientras guardaba bien la muestra y la etiquetada para que no hubiera confusiones.

La menor se bajó para salir de la sala, donde la separaban su padre y tío quienes no mostraban señas de querer hablar entre ellos, preocupando a la chica.

Fred y George pasaron por el mismo proceso ambos, teniendo que tomar muestras de cada uno para confirmar la paternidad de la pelirroja que se encontraba extrañada pues no sabía el por qué de que se encontraban allí.

Una veces terminaron las pruebas de los hombres,George cargó a la niña en sus brazos y salieron los 3 de allí. Elizabeth los esperaba ansiosa.

—¿Estas bien cielo?—se acercó hacia donde estaba el gemelo menor, quien cargaba a la pequeña.—

—Estoy bien mamá—aseguró dejando un beso en su mejilla.

Tuvieron que esperar unos minutos más, hasta que la enfermera se hizo ver.

—Las pruebas ya han sido realizadas, lo único que falta es compararla. Confiamos en tener el resultado dentro de unos días, serán llamados.—

Dentro de unos días sabrían el resultado y Elizabeth sabía que dentro de esos días, los problemas  aumentarían y por desgracia la felicidad de su hija dependía de ello.

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