21

Se dirigió como cada dia hacia un supermercado muggle. Amaba hacer las compras ahí, pues tenía tiempo para distraerse. Necesitaba comprar alimentos para cocinar, lo que amaba hacerlo de manera muggle.

Caminó hacia un pasillo, más concretamente donde se encontraba el pan.

Fué a cojer un paquete alargado donde venían al menos tres barras de pan, cuando sintió una mano sobre ella.

—Oh, disculpa—retiró el hombre la mano rápidamente.—

Angelina alzó la cabeza para verlo, era un hombre atractivo, muy atractivo.

Tenia unos hombros anchos y fuertes, una camiseta blanca de mangas cortas que permitía ver sus musculosos brazos que dejaban volar la imaginación de Angelina. Sus orbes color café, su mirada coqueta y una sonrisa perfecta. La mandíbula parecía esculpida por los mismísimos dioses, y su cabello rizado le daba un toque que la volvió loca.

—Oh, no te preocupes —mostró su  mejor sonrisa.— No fue tu culpa.—

Pasaron unos segundos mirándose y sonriendole como dos adolescentes recién enamorados.

—Menudos modales..—se maldeció el chico a si mismo—Mi nombre es Archie Tanner—se presentó— Un placer conocerla ¿señorita..?—dejó caer las palabras en el aire, con la finalidad de que esta le dijera su nombre.

Claramente lo sabía, pero había que ser discreto y presentarse como mejor pudiera. Tenia que poner a prueba sus dotes de coqueteo.

La mujer pensó si debía decirle su apellido de casada u de soltera. Tras batallarlo internamente respondió.

—Jhonson, Angelina Jhonson—contestó sonriendo.

—Un placer, señorita Johnson— pasó por su lado con una sonrisa de lado. Colocó en su mano una tarjeta, antes de perderse entre toda la gente que rondaba por el supermercado.

La mujer la miró con curiosidad. En la tarjeta estaba escrito su nombre y numero.

¿Para qué lo querría? ¿Ella en verdad lo llamaría estando casada?

¿Seria capaz de selre infiel a George Weasley? El chico por el que estaba profundamente enamorada.

¿Estaba? ¿acaso ya no?—se preguntaba ella misma.

●●●

A

brió los ojos lentamente, al notar los rayos del sol que reflejaban en su rostro recién despertado. Se encontraba en un pacífico sueño, pues el día anterior fue un día verdaderamente cansado en el trabajo y por si era poco, Kailei fue a visitarla.

Se maldecía a ella misma de joven, pues ahora Kailei sabía todos y cada uno de sus secretos. En cualquier momento, si quisiera podía arruinarle todo lo que consiguió con su esfuerzo a lo largo de esos años.

Le costó tanto tener al hombre que amaba a su lado, que no permitiría que lo arrancaran sin piedad de su lado. Por eso, no debía decirle que no y si ella no finalizó su obsesión tapada por amor, por el gemelo menor a ella no le quedaba opción más que ayudarla a conquistarlo. Para suerte de la Lombrad, Jessica le tenía un fuerte rencor hacia la Jhonson, pues ella hubiera ido al Yulle Ball con su amado si  no fuera porque la morena se interpuso en sus planes arruinadolo todo. Al igual que cuando solía criticar su relación junto a los demás Weasleys, diciendo que no era buena para su novio.

¿Sabría ella lo que era bueno o no para Fred?—pensaba mentalmente.— Ella lo amaba por encima de su propia vida y jamás le haría daño.

Se giró y extendió el brazo para así alcanzar a abrazar el fornido torso de su novio. Se extrañó al notar un vació en la cama. Abrió los ojos y comprendió que no estaba allí.

Se incorporó, apoyando su espalda en el cabecero de la cama que ambos compartían. Le resultaba raro que no se encontrara a su lado, pues hoy no trabaja y el solía esperarla para despertarse juntos.

Aún extrañada, se incorporó buscando una camiseta y un pantalón cómodo para estar por su casa.

Salió de la habitación, dispuesta a buscar a su novio.

Al salir vio a Fred en la cocina.  Se encontraba bebiendo café en una de las taza que probablemente compraran en una tienda de Hogsmade o en alguno de sus viajes.

—Pensé que me esperaría para desayunar—se acercó a la cocina y sentó en uno de los bancos enfrente de la encimera para mirarlo de mejor manera.—

—Te encontrabas dormida, no quería despertarte—bebió un sorbo contestando sin más—

—Siempre nos despertamos juntos Fred—respondió, agarrando una de las tazas, para encender la cafetera que probablemente compararan en una tienda muggle.—

—Pensé que estabas cansada, Jessica.—zanjó el tema, dejando de beber el café.—

Se preparó el café una vez que su pareja lo terminó.

—¿Cual es el problema Fred?—inquirió, tras notarlo más serio y cortante de lo normal— Desde el hospital llevas unos dias muy raros y me estás preocupando.—

Fred que iba hacia el salón, se giró para encarar a su novia. Volvió a sentarse en la silla, pasó una mano por su centellante pelo pelirrojo que se encontraba despeinado al ser por la mañana y miró a su novia.

—Es normal que esté así, después de lo del hospital—rió irónicamente— Además, el trabajo me está matando George y yo  no podemos más.—

La mujer vio su oportunidad pasar por delante de sus ojos. Era el momento de darle a Kailei lo que deseaba y quitarsela de encima lo más antes posible.

—Ya es hora que contrateis al menos un empleado mas—agarro su taza entre sus manos—Os lo podéis permitir y George y tu solos no podéis sobrellevarlo todo solos.—

Fred suspiró negando, George y el habían trabajado mucho para que su negocio por fin funcionara. Su sueño estaba hecho realidad, pero no querían que nadie más interviniera en su trabajo, pues era eso el trabajo de los dos.

—No—negó— es nuestro negocio.—

—No os lo quitará, cariño.—bebió un sorbo del cafe— Simplemente os ayudará en las tareas básicas como reponer estantes, o vaciar paquetes.—explicó—Deberiais pensarlo, os vendrá a ambos muy bien y podréis tener más tiempo libre..—murmuró coqueta.—

Fred observó a donde quería llegar Jessica y se levantó de la silla.

—Tal vez, lo habe con el—afirmó—Iré a cambiarme.—

Se dirigió hacia la puerta de la habitación que compartía con la mujer, Jessica dejó el café a un lado y fue tras suya, pasando ambos brazos por su torso abrazandolo por detrás.

—¿Te acompaño?—dejó un rastro de besos por su espalda, sin mover sus brazos de su torso.

—No hace falta, será rapido— la separó lo más educada y respetadamente posible.

Jessica estaba harta de que su novio la ignorara, no sabía que estaba mal con el, nunca la habían rechazado de tal manera.

—¿¡Que es lo que te pasa Fred?!— exclamo furiosa y sin control.—¡Me alzas la voz, me ignoras! ¡Y por Gódric, ni siquiera me tocas ya Fred!.—

Sin darse cuenta la veela había derramado algunas lagrimas furiosa. Fred suspiró sintiéndose mal al escuchar todas y cada una de las palabras que decía su novia.

Se sentía culpable, pero no sabía que le pasaba desde hace unos dias. Solo se encontraba bien, calmado, y a gusto cuando estaba con.. ¿Elizabeth?.

—Linda.., me encuentro muy cansado no es que me pase nada contigo—intentó tomarla de las manos pero esta se apartó.

—No Fred, no puedes cambiar tan rápido de actitud.—

—Te prometo que te lo compensaré linda, pero de verdad estoy muy cansado..— insistió.

La mujer sin responder se dirigió hacia la cocina, y tras comprobar que este se encerraba en su habitación empezó a elaborar la amortentia.

Esta vez asegurándose de que la dosis fuera más fuerte.

Nadie la separaría de Fred Weasley.

●●●

18 de Junio del 2003

Agarró la mano de su hija con firmeza, adentrándose al cementerio. El día estaba nublado,  y el viento acariciaba su rostro a pesar de que se encontraban en pleno verano.

Ambas se encontraban vestidas con el color negro en sus vestidos. La menor algo incomoda por llevar vestido, pero no tenía nada más de ese color y tuvo que ponérselo por muy poco que le gustara.

—Es aquí.—

Anunció su madre tras caminar por cientos de tumbas donde reposaban antiguos magos que tristemente fallecieron por causas desconocidas o por la segunda guerra magica que se llevó a tantas vidas inocentes por delante.

Sirius Black fue peleando contra su prima, la mortífaga Bellatrix Lestrange que lo mató fría y vilmente hacía hoy siete difíciles años sin su presencia que contagiaba cualquier sala a pesar de lo que el animago tuvo que pasar en su vida.

Sirius Black, "su tio" era esas personas que por mucho más que no lo viera jamás podría olvidarlo.

Le dio tantos consejos y lecciones que nunca olvidaría. Le debía mucho y le hubiera encantado que se los diera a su pequeña hija que permanecía a su lado con un ramo de flores rojas.

—Te queremos, tío Sirius—dejó la menor las rosas en la tumba donde yacía plácidamente el animago. Besó la Palma de su mano antes de posarla en la tumba.

—Gracias por enseñarme tantas cosas en la vida que jamás podré olvidar—aseguró con ojos cristalizados Elizabeth.

Ojalá estuvieras también en mis sueños como el abuelo, y pudieras enseñarme las mismas cosas que le hiciste a mamá — pensó la menor apenada.

—Si supieras cuantas cosas te tengo que contar, en las que necesito tu presencia y consejos a cada momento—murmuró— Hecho de menos las noches que bebíamos whisky de fuego a escondidas de papá, las platicas interminables y los bailes de navidad a tu lado.—

La menor la veía con una sonrisa triste cada que su madre enunciaba las cosas que hacía con su tío.

Queria verlo al menos, también en sueños

¿Sabria el que quería decir su abuelo Remus?


¡Hola! ¡Les agradezco mucho que comenten y voten en las historia pues me encanta interactuar con ustedes!

Digan no a los lectores fantasma xd.

Decirlos que el drama está por llegar, lo interesante queda poco..;)

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