LA GRANJA
-Nos vamos, Riley- gritó mi padre desde el coche.
-Voy- le dije yo sin ganas.
Ya lo habíamos hablado mil veces, pero aún no me creía que mi padre me abandonara en ese estúpido reformatorio, manicomio o lo que sea.
Según él, ese basurero era un colegio para gente que necesita ayuda económica, ya que no teníamos dinero. Encima me prometió que cuando ganara un poco vendrá a por mí, y nos iríamos al cine a ver la nueva película de Peppa Pig,
Mi padre aún creía que era una niña, pero lo que no sabía es que ya no necesitaba dormir con la luz encendida, exacto, ya era toda una mujer.
Subí al coche (que por cierto, si nos falta dinero, ¿por qué tenemos un coche?, cosas que aún no entiendo) y sin decir nada, puse mi CD de Justin Bieber. Mi padre me miró con cara de sufrimiento, seguro que se sabía las canciones de memoria.
-Ya que arruinarás mi popularidad y no podré ver a mis amigos, déjame por lo menos poner un poco de mi precioso Justin- comenté mientras me miraba en el pequeño espejo que traía ya que hacía tarde. -
El hombre que me dio la vida me miró como si fuese una pancarta de un avión con la cara de Bob Esponja.
- No sabía que eras popular, ni que tenías amigos. Dime, ¿Cómo esta ese Mike que vino hace unos meses en casa? Si no recuerdo mal, no volvió a parecer, ¿Te lo has comido, Riley?. -me dijo serio, pero en el fondo se quería reír.
En ese momento quería ser adoptada. No me creo que mi padre mi insulte de esa manera, así que le respondí con los dientes apretados:
- ¿Te refieres al fontanero que llamé cuando estropeaste el baño? Porque si es así, normal que no volviese, te quedaste a gusto -respondí mientras sonaba la canción de baby (que por cierto, vaya temón)-
-Auch- fue lo único que respondió él. Eso significa que había ganado la batalla. Riley 3, papá 57. Estaba mejorando.
Miré de reojo al conductor, su pelo era marrón como el mío, pero ya le empezaba a salir unas cuantas canas, símbolo de la vejez. No teníamos mucho parecido, sus ojos eran grandes y bonitos, no como los míos, que eran todo lo contrario. Su cara era mas bien redonda y su nariz era pequeña y fina, tal vez la nariz fue lo único que heredé de él.
-Riley- dijo de repente llamándome la atención -Prométeme que te portarás bien. - dijo mientras paraba en un semáforo y me miraba a la cara -Y sobre todo si quieres volver, dímelo- añadió serio, y el semáforo se volvió verde, como si nos hubiese escuchado.
De verdad que yo alucinaba con este señor. - Bien, pues da la vuelta y volvemos a casa, hay un pastel de chocolate que me espera, no tendré amigos, pero me los puedo imaginar- le dije para que la conversación no fuese tan incómoda.
Observé cómo frenaba el coche lentamente y se giraba hacia mí con cara divertida -Tarde- me contestó rápido - Hemos llegado- Dijo mientras se quita el cinturón. Él es muy bromista, a veces hacía bromas que incluso daban miedo, muy en el fondo deseaba que esa fuera una de ellas.
- Que gracioso eres- le dije con tono irónico - si quieres que te pida perdón por romper tu disco de los Beatles, lo haré, te lo juro -añadí mientras subía el volumen del coche. -
Mi padre estaba serio, muy serio. Estaba muy enfadado por lo del disco, a mí realmente esos cantantes no me gustaban, no sé qué ve en su música. Pero me di cuenta de que no estaba serio por lo del maldito disco -Riley, tu hogar ahora es este-
Si antes quería ser adoptada, ahora desearía que me hubieran abortado.
Ese lugar, si se puede llamar lugar, era una granja vieja y sucia, muy grande y toda amurallada, como si fuese una prisión. En la entrada había un cartel que ponía Amantes de los animales. Ya lo entendía, por eso me dijo que iríamos a ver Peppa pig, porque me criaré entre cerdos.
-Anímate- dijo él para convencerme - Ya no tendrás que ver a tu profesora favorita de inglés- dijo irónico con una sonrisa muy falsa. Él sabe que odio a esa señora con cara de ardilla.
Ahora sí que prefería vivir allí antes que con mi padre, me conformaba con dormir en el medio de los cerdos para que no pasase frío. Iba a decir algo como que la vida de los salvajes no es tan difícil, que haría como Tarzán y montaría una mafia con gorilas que hablan, pero de repente un chico salió por la puerta principal con la cara muy pálida y de tener un día muy duro.
Automáticamente cuando nos vio, sonrió como si fuera mi primo Javi que vive en las montañas, y que hace años que no nos viésemos. Pero yo no tengo ningún primo que se llame Javi. Y odio la montaña, entre otras cosas.
Se acercó como si tuviese un poco de miedo, y mi padre bajó la ventanilla. El chico me miró directamente a los ojos. Parecía que se hubiese pinchado todo tipo de líquidos.
-Riley, bienvenida a este centro de acogida, aquí tendrás muchos amigos, te lo pasarás genial, y sabrás conocerte como persona. - No lo escuché mucho, se notaba que este discurso se lo decían a todos los que entraban, como cuando los profesores al principio de curso te dicen que aprender es muy divertido, y si tienes una duda, ellos alegremente te ayudarán a que no lo tengas. En resumen, mentiras.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top