𝑿𝑰. 𝑬𝑳 𝑷𝑨𝑪𝑻𝑶


Un día más en la Tierra, quién lo diría, haciendo mis diabluras. Un caso más con la detective, ¡qué divertido es castigar humanos!, y hoy en específico me convertí en San Lucifer, qué irónico, mi padre estaría furioso por ponerme la tutela de "santo", pero así soy siempre... desafiando al viejo.

Me preparaba para un evento de caridad, con mi ropa elegante y un vaso de whisky, pero desafortunadamente apareció un policía loco que quería matarme, a lo que yo le ofrecí un trato que no pudo desaprovechar, y así no me mató. Como sea, luego me disparó una tipa de alta sociedad, la asesina de nuestro caso, y con justa razón la castigué. Y para colmo, tenía la incógnita de mi vulnerabilidad, a veces la tenía y otras veces no. Por fortuna las balas de la asesina esa no me mataron, por lo que se me ocurrió una teoría muy rara, la cual era que la detective me volvía vulnerable, así que fui a su casa y yo mismo lo comprobé, y en efecto ella me volvía vulnerable. Sin más pensarlo me alejé de ella, tenía que estudiar más sobre que me hacía sangrar, ¿acaso eran los cuchillos de plata como los vampiros o una espada de hierro?, no lo podía saber con certeza.

Llegué a mi pent-house, y justamente cuando se abrieron las puertas del elevador, vi a una chica hermosa pero menor de edad, lástima. Seré un diablo pero no un degenerado, en fin.

Ella quería hacer un pacto conmigo, después de tanto tiempo sin hacer favores, esta era la primera vez que me sentía con necesidad de ayudarla, y no sé qué me pasaba, puesto que al lado de ella sentía una fuerza potente, como un calor abrasador, y no era algo sexual, esto lo puedo comprobar, sin duda esta fuerza se sentía muy voraz. Pero como sea, yo le pregunté lo que más deseaba, quería saber sus oscuros secretos.

—Y dime... ¿qué lo que más deseas? —la miré directamente, haciendo mi poder de los deseos.

Ella me miró fijamente, como todos los humanos hacen. Pasó un minuto y ella no me decía nada.

— ¿A qué juegas? —me dijo la humana—. Tal vez no me haya presentado, me llamo Scarlett Knight. Un gusto Lucifer.

— ¿Acaso tú también eres inmune? —me quedé boquiabierto, otra humana que era inmune a mis poderes—. ¿Qué eres?

—Ya te dije, una humana que quiere hacer un pacto contigo —ella respondió.

—Cierto, y qué favor necesitas —me serví un vaso de whisky para calmar toda la incertidumbre que estaba rodeando a mi mente.

—Sólo pido una cosa, algo sencillo, que castigues a unas chicas que me hacen daño —Scarlett dijo mientras tomaba mi vaso de whisky y le dio un sorbo. ¡Qué chica tan atrevida, genial!

— ¿Castigo?, por supuesto, a mí me encanta castigar —tomé otro vaso de mi mini bar y me serví una buena cantidad de whisky.

—Lo sé —sonrió la chica—. Te he investigado en muchos libros, y dicen que te tengo que dar mi alma a cambio de un favor, ¿es eso cierto? —añadió. Ante esas palabras yo sólo me quedé perplejo, ¿eso decían los libros?, ¡qué charadas! Pero la cuestión era si deseaba el alma de esta chica, ya que no era como las demás...

—No, así no funciona. Técnicamente si te hago un favor, tú me deberías uno, así es como funciona —expliqué.

—Y ese favor es.... darte mi alma —ella me miró a los ojos—. Porque eres el Diablo, y a la vez un ángel caído muy hermoso por cierto, y bueno algunos libros dicen que eres pelirrojo, otros dicen que eres rubio, y muchas descripciones más.

Cuando ella me dijo tales descripciones, me quedé sorprendido, por fin un humano a quien no le mostrado mi rostro cree que soy el Diablo, cool para mí.

—Sí, muchos libros dicen eso, pero no muestran lo fascinante que soy —dije sarcásticamente.

—Lo veo y lo creo. Pero Beelzebub te describió tal cual y... —Scarlett comenzó a decir, pero la interrumpí porque escuché el dichoso nombre de Beelzebub.

— ¿Beelzebub?, ¿acaso está aquí ese demonio?

—Sí y también Astaroth, yo los invoqué, y no fue algo sencillo, fue mucho tiempo de preparación —comenzó a explicar, y nuevamente me quedé sorprendido. Pareciera que hoy ha sido un día de sorpresas.

—Imposible —suspiré—. ¿Cómo lo has hecho?

—Un par de rituales de sangre, pentagramas, y bueno ya sabes —ella respondió—. Pero una cosa me dijo Beelzebub, y me dijo que tú tenías dos lados, uno normal, más bien angelical, y uno diabólico. Y sé que es algo atrevido, pero quisiera ver tu rostro diabólico —no podía estar más que impactado por la actitud de esta chica, ¿de dónde salió?

—No debería, te asustarías —le advertí.

—Hazlo —ella me incitó. Y bueno si es lo que ella desea, pues yo se lo concedo.

Dicho lo anterior, fijé mi mirada a sus bellos ojos, y poco a poco fui sacando mi lado oscuro, ella al ver mi cara diabólica por completo, se quedó pasmada unos segundos, y seguido de esos segundos sonrió, una sonrisa única e indescriptible.

—Excepcional —de sus labios surgieron esas palabras que ningún humano me ha dicho cuando tengo ese lado.

— ¿En serio crees eso?... Porque soy el Diablo —volví a mi cara normal—. Y eso como humana debe de asustarte.

—No soy cualquiera humana —esa respuesta me dejó pensando un buen rato—. He visto muchas cosas el día de hoy.

—Igual, ha sido un largo día, pero vaya manera de terminarlo... con una humana muy peculiar —me senté en mi sillón italiano, decidido a descansar un poco, así como quería charlar con la humana. No sé qué tiene ella, pero su actitud me parece muy acogedora, más bien bastante familiar.

—He pasado mucho tiempo estudiando este mundo de ángeles y demonios, y todo me pareció interesante —Scarlett se sentó junto a mí.

—Ese mundo es muy diferente a lo que dicen los libros e incluso internet —bebí un trago de mi licor.

—Bueno sí, pero gracias a diversos libros de magia negra pude encontrarte. Pero lo que pareció muy intrigante es que hice diversos hechizos para invocarte... y nada resultó —ella explicó.

—La respuesta a tu pregunta es que es muy difícil encontrarme —reí.

—Eso es cierto, por eso contacté a esos demonios. Y todo para que ellas me dejen en paz —dijo cabizbaja, lo que me puso a pensar qué fue lo que le sucedió a esta chica para que buscara ayuda infernal.

— ¿Quiénes son ellas?, digo para darles su merecido.

—Unas tipas llamadas Selina June y Judith Kane, unas tóxicas. Me quieren hacer la vida imposible, se robaron a mi mejor amigo, se burlan de mí en cualquier momento, y nadie hace nada, ¡nada! Y por eso nunca paran, nunca para esta tortura —ella se desahogó, y en verdad estaba muy afectada. Hasta podía sentir la rabia acumulada en sus labios...

—Scarlett, te juro por mí que te ayudaré —la tomé del hombro para darle mi más sincera simpatía.

—Lo sé Lucifer, y lo que no entiendo es que cuando te quise invocar no apareciste —sus ojos se tornaron confusos.

—La única explicación que te puedo dar es que no estaba en el infierno —dije sinceramente.

—Y entonces... ¿cómo has hechos otros pactos?, ¿ellos te invocan o tú apareces? —preguntó.

—Un poco de ambos, para invocarme, bueno es algo muy complicado, sólo algunos con energía fuerte pueden hacerlo, y en especial debe de ser en conjunto. Pero hay otra opción que es cuando voy a la Tierra, y si los humanos me encuentran de casualidad y me piden un favor, pues se los concedo —le expliqué a detalle, tratando de ser específico.

—Bueno eso resuelve mi duda —ella respondió—. Gracias —añadió.

—De nada —bebí el último trago de mi whisky—. Entonces... ¿cómo quieres que las castigue?, existe un sinfín de torturas, tanto físicas como psicológicas.

—En verdad, no lo sé... solamente pienso en darles un buen merecido, que sea épico, que sientan lo que yo sentí, que derramen cada lágrima que derramé, que tengan la impotencia como yo alguna vez la tuve, que se retuerzan en un millón de pensamientos negativos como yo lo hacía cuando ellas se burlaban de mí, que las traicionen como ellas alguna vez lo hicieron conmigo, eso y más... —ella dijo, y podía escuchar su tono de venganza, por lo que deduje que ella quería algo más que sólo un castigo, ella quería una venganza, pero no cualquiera, sino que tal venganza pareciera una obra de arte; lo cual a mí me fascinaba, ya que me veía reflejado en ella, porque justamente así quería vengarme de mi padre, lo cual yo lo disfrazaba de castigo, pero en mi interior yo quería más que eso.

—Una venganza quieres... no un castigo —le respondí—. Y eso es mucho más satisfactorio que un castigo.

—Tal vez así sea, tal vez la venganza es la justicia que nunca llegó a su debido tiempo, tal vez me hubiera defendido a tiempo... pero ya no más, ya no me van a hacer daño. Y cuando termine con ellas, iré por otras personas que me hicieron daño en algún momento, ellas no son las únicas que me han dañado, hay muchas personas en mi lista, a las cuales quiero darles su merecido —ella articuló, lo cual me hizo sentir impotencia y coraje que se mezclaba con la empatía.

—Suena bien tu plan, pero si quieres realizarlo a la perfección, debes de hacerlo con tiempo.

—Sí, pero ahora sólo necesito buscar un lugar para pasar la noche, puesto que... bueno... mis padres me echaron —Scarlett me dijo, a lo que yo sólo me quede expectante, y claro que me quedé así por algunos segundos, porque ella está sufriendo lo mismo que sufrí cuando caí, cuando me sentí desolado y traicionado por mi padre.

—En ese caso, te puedes quedar en mi pent-house, tengo una habitación de invitados en el fondo —le sugerí.

—Enserio —sonrió. Maldición su sonrisa me hacía sentir bien—. Me quedaré en los aposentos del Diablo, ¿acaso es una habitación secreta de tortura? —bromeó.

—Por supuesto, y claro no hay nada de raro en esa habitación —respondí, pero luego recapacité, y entonces le dije—: Excepto que a veces cuando hago orgi-fiestas, uno que otro humano se ha dormido en esa habitación.

— ¡Oh por Satán! —exclamó. Me quedé asombrado por lo que decía, cada cosa que ella decía me asombraba, hasta podía jurar que iba a exclamar el nombre de mi viejo, pero no, ella dijo uno de mis múltiples seudónimos—. Pero claro, así tú eres, los pecados están en ti —rio.

—No del todo, Scarlett. Sólo son deseos.

—Pues salve los deseos —ella dijo.

Me le quedé mirando, esa chica... aunque la conociera de sólo unos minutos, sentía que ella era especial, tal vez ella estaba a la altura de la detective.

—Sabes... para que este pacto tenga mucho más significado, debemos de hacer un pacto de sangre —propuse. Hace cuanto que no hacía este tipo de cosas, pero retornarlo en esta situación será algo particular e interesante.

—Hecho —Scarlett dijo.

—De acuerdo —respondí, para después pararme del sillón e ir hacia mi estantería de libros, en donde Maze solía guardar sus cuchillos.

Entonces agarré uno de los cuchillos y me corté un poco mi palma derecha, luego me acerqué a Scarlett y le dije:

—Es tu turno, con este cuchillo debes de cortarte.

Ella tomó el cuchillo forjado del infierno, y se sacó sangre, posteriormente yo le estreché la mano, y mientras hacíamos tal acción, dijimos al unísono:

—Trato hecho.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top