𝑽𝑰𝑰𝑰. 𝑪𝑼𝑬𝑽𝑨


Estábamos en una avenida principal en Los Ángeles, mi ciudad natal, una ciudad en donde se podían cumplir los sueños, ya sea ser estrella de cine o incluso cantante; pero el mío por ahora es conocer a Lucifer. Cuando me estaba documentando sobre los pactos con demonios, me imaginaba al Diablo como un tipo aterrador, loco, sediento de venganza por la humanidad, entre otras cosas; y también me lo imaginaba como alguien incomprendido, alguien que solamente quería ser como es. Solamente podía saber esa respuesta a tal incógnita, y qué mejor que preguntárselo a un demonio.

—Y entonces... ¿Cómo es Lucifer? —le pregunté a Beelzebub.

—Es un tipo genial... —me comenzó a decir.

No me contuve mi emoción por saber en detalle todo sobre él, así que lo interrumpí con una nueva pregunta:

— ¿Es verdad que él es malo?

—No es malo —se molestó, ciertamente esa pregunta fue muy descarada para un demonio—. Ustedes los humanos son los que llenan al infierno de maldad pura, con su avaricia, con su envidia. Asesinos, violadores, traidores y corruptos, esos son los verdaderos malvados.

—Entiendo. Lamento la pregunta, es que en toda mi vida me enseñaron que él era el malo —me disculpé—. Ya sabes, conocen a Lucifer por ser el príncipe de las mentiras, el rey de la oscuridad, el mal encarnado, etc. ¿Por qué le atribuyen eso?

—Los humanos siempre querrán culpar a alguien más por sus fechorías, nunca aceptarán que toda la maldad viene de ellos mismos. Por eso los detesto, siempre nos culpan a nosotros de ser los malos, cuando en realidad somos sus verdugos, sus castigadores y más mi querido rey. Pero tu pequeña, eres diferente a los demás, no me temiste, y eso es poco usual —dijo Beelzebub, estaba viendo el camino, podía percibir su odio a los humanos y lo comprendo, tal vez en mi momento le eché culpa al Diablo por las cosas malas que me habían pasado, y gracias al tiempo pude darme cuenta que yo era la culpable de todos mis desastres, todo por mis malas decisiones.

—Lo comprendo, y puede ser que si sea una humana diferente, con los años aprendí que los humanos son los malos, ya ves a las tipas que me hicieron daño —miré hacia abajo, por un mísero segundo recordé todo lo que me hicieron.

Beelzebub vio de reojo mi gesto, por lo que dijo:

—Te prometo Scarlett, que ellas tendrán su merecido, sólo tienes que ser paciente. Lucifer cumplirá su palabra, y no dudo que él mismo irá a escarmentarlas —volteó su mirada hacia mí, luego postró su mano en mi hombro como símbolo de empatía.

—Eso espero —suspiré—. Volviendo a cómo es Lucifer, ¿cómo es físicamente?

—Es un tipo alto, siempre usa traje de diseñador italiano, tiene el cabello negro, tiene barba y bigote perfectamente cortados, ojos marrones, piel ligeramente bronceada, elegante, usa un anillo muy peculiar, y por último tiene unas alas de ángel —lo describió detalladamente, aun así lo que me impactó fue que el Diablo tiene unas ¿alas de ángel?

—Lucifer tiene alas... ¿de ángel? —me quedé casi sin habla. Sabía que el príncipe de las tinieblas tenía alas, pero pensaba que eran de demonio, ya que él es un ángel caído. Nunca me imaginé que sus alas fueran de ángel, incluso si estaba en el infierno.

—Como lo escuchaste. Él posee unas alas de ángel, bueno cuando es Lucifer normal —hizo una breve pausa para pensar—. Y cuando mi rey se convierte en "Diablo" es otro, cuando se enoja es otro. Tiene ojos rojos como el fuego, alas de demonio enormes, su cuerpo es rojo con apariencia de quemado, su cara es perturbadora para las almas condenadas. Su rostro demuestra poder, ira, castigo.

—Vaya, él es genial —sonreí. No sabía el motivo, pero ya no le tenía miedo a Lucifer, no como antes—. Por tu descripción veo que no es una cabra, como en todos los libros ocultistas lo demuestran.

—No, ni se acercan un poco. Ni siquiera tiene cuernos ni cola. Además a él no le gustan las cabras, las detesta —rio Beelzebub.

— ¿Por qué no le gustan las cabras? —me sentí interesada ante la revelación.

—Por una historia muy estúpida, yo no me sé los detalles, pero cuando lo veas él personalmente te contará todo.

—Sí —respondí. Posteriormente por mis ojos se manifestó la imagen de un club muy alocado, lo cual me produjo un recuerdo—. El "Lux", es un gran club, algún día iré. Siempre quise ir ahí, pero mis padres no me dejaban salir ni para fiestas. Y mis amigos me decían que es un lugar estupendo, así como me decían que el dueño del lugar es un tipo increíble.

—Luego iremos, hasta podríamos ir con Lucifer —sus ojos se postraron unos segundos por la gran edificación de aquel club.

Ir de fiesta con el Diablo, eso es ir a otro nivel. Salir de tu burbuja para descubrir el mundo, era algo que quería experimentar.

—La primera vez que quise ir, era una fiesta privada, ya tenía mi boleto de entrada en mis manos, iba a ir con una amiga, pero a último momento mi hermano mayor apareció en mi casa y no me dejó ir, convenció a mi mamá para que no me dejara ir, porque según estaba en un lugar peligroso y que todavía no sabía cuidarme. ¡Puta madre!, mi familia piensa que soy una pendeja para cuidarme, para valerme por mí misma, de que me sirve ser inteligente si ellos no lo ven y me catalogan como alguien incompetente para cuidarse, para salir a la vida —estaba furiosa por recordar ese momento, lo bueno fue que pude sacar todo ese resentimiento contándole esa experiencia a Beelzebub.

—Tu hermano es un idiota —frunció sus cejas, estaba asqueado por la conducta de mi hermano—. Te tiene envidia, de seguro.

—Y sí es un gran idiota. Y sí tienes razón Beelzebub, él me tiene envidia, porque siempre me dice bromas que no son para mi gusto, chistes sobre mí, es muy castroso. No lo odio, pero lo aborrezco, y cuando estoy con él finjo estar bien para que no se haga un problema. Es tan un hijo de perra como mis padres, que cuando me tardo unos segundos para algo, se molestan y empiezan a gritarme. A veces quiero darles un buen golpe para que me respeten, puesto que nunca me toman en serio, hay días que quisiera dejarles en claro que yo soy alguien con la que no se pueden meter, mínimo que me respeten. Ellos a veces me agarran como su saco de boxeo, cuando están enojados arremeten conmigo, como odio eso. Y por eso, a veces, suelo contestarles; y quieren que yo los respete, cuando ellos no me respetan. ¡QUÉ HIJOS DE PUTA! —apreté fuertemente mis puños, la ira me estaba consumiendo, por suerte logré calmarme. Luego hablaría seriamente con mis padres.

—Darles un golpe sería bueno para que entren en razón.

—Luego me encargaré de ellos, primero tienen que ser esas perras de mi escuela.

—Que así sea —dijo finalmente Beelzebub.

Unos minutos de silencio nocturno bastaron para que mis ojos pesaran por el cansancio, eran las 4 am, hora ideal para irse a dormir en un fin de semana cualquiera.

Después de un tiempo, desperté debido a los rayos de luz que se postraban en mi rostro.

—Buenos días, pequeña —me dijo un Beelzebub quien estaba a un lado mío, leyendo un libro.

—Buenos días, ¿de dónde sacaste ese libro? —me quité una manta, rayos de dónde salió esta manta—. ¿Y de dónde sacaste esta manta?

—Estaban en la cajuela del auto —respondió.

— ¿Ya llegamos? —miré a mi alrededor, y sólo podía apreciar un terreno árido.

—Sí, por ahí están unas cuevas. Una de esas será suficiente para invocar a Astaroth —señaló Beelzebub. Mis ojos aún dormidos no percibieron un par de cuevas, las cuales estaban enfrente de mis ojos, qué ciega, literal.

— ¿Es tiempo de la invocación? —me estiré, saliendo del vehículo.

—Cualquier hora es ideal para contactar a mi hermano —contestó Beelzebub.

— ¿Acaso todos los demonios son hermanos? —alcé una ceja, quería corroborar ese hecho, el cual lo leí días atrás en Internet.

—Prácticamente sí —él salió del vehículo, fijando su mirada hacia una cueva—. Tenemos que adentrarnos hacia una cueva —añadió.

—Y después de eso qué... ¿cuál es el ritual, conjuro, símbolo o lo que sea? —cuestioné, seguido de un bostezo mañanero. Era una mañana soleada, una mañana perfecta para invocar demonios.

—Sólo es dibujar un pentagrama invertido con tu sangre, y luego tienes que sentarte en medio de éste y meditar un buen tiempo, mientras estés en trance tienes que recitar un conjuro en latín. Y en cuestión de segundos Astaroth estará en la Tierra —Beelzebub detalló, y al escuchar cada paso, pensé en que otra vez tendré que dar mi sangre, a este paso cuando llegue con Lucifer tendré anemia.

—Bien —asentí, no tenía otra opción. Astaroth era la clave para que salde cuentas contra esas pendejas—. Andando —caminé muy decidida hacía aquella cueva, mientras que Beelzebub fue delante de mí como mi guía.

Era una cueva muy oscura, no podía ver dónde mis pies pisaban, sólo tenía la guía de mi tacto para no tropezar. Beelzebub me tomó de la mano, cual niña pequeña para que no me perdiera entre la oscuridad. A veces pensaba, ¿cómo un demonio puede ser tan bueno con un humano?, podría ser una trampa, pero no tenía otra opción.

Al llegar a lo profundo de la cueva, me saqué una buena cantidad de sangre con una roca afilada, para después comenzar a dibujar en el suelo dicho pentagrama invertido. Luego me senté en medio de la estrella, posteriormente Beelzebub se acercó a mi oído y me susurró el conjuro. Después de saber el conjuro me dispuse a meditar, sacando cualquier mísero pensamiento para concentrarme.

Entré en trance, podía sentir mi alma saliendo de mi cuerpo, pero en vez de elevarse en el cosmos, ésta se iba hacia abajo, hacia el infierno, un lugar muy oscuro por lo que pude ver en unos escasos segundos, y cuando estuve lista, recité el conjuro: "Astaroth et venite ad me, et vocavi te Ducis inferos, relinquam vos protegant manifiestate. Venir ad me, et ego invocabo nomen Lucifer rex vester".

Y justamente cuando terminé, sentí una mano sujetar mi muñeca, por lo que en ese momento decidí salir de mi trance, para despertar y poder reportarle mi hecho a Beelzebub.

—Ya viene —dije, a lo que Beelzebub sólo me respondió:

—Muy bien hecho, pequeña.

Dicho estas palabras un frío inundó la cueva, seguido de una corriente de aire caliente, pude percibir un tornado de fuego que iluminó dicha cueva, y para rematar un olor a azufre impregnó mis fosas nasales. Era un hecho Astaroth estaba en la Tierra.

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