PRÓLOGO
Tranquila y serena estaba, dentro de un abismo profundo que me cubría extrañamente, no sentía nada más que mis pensamientos danzando al unísono del silencio eterno, el cual se hacía notar más y más conforme pasaban el tiempo... Me encontraba en una zona donde la vida no existía, sólo estaba ahí, divagando entre la nada... No poseía luz, así que no podía crear vida como "La Presencia", al contrario, sólo emanaba oscuridad, la cual me hundía más y más, como si se tratase de un agujero negro que todo lo consume... Por eso quedé sola y desamparada, en medio del silencio que ahora me atormentaba.
"¿Dónde estoy?" me preguntaba una y otra vez.
"¿Por qué no puedo vivir?" de nuevo me sofoqué ante la duda de la existencia misma.
"¿Fui castigada aquí?" alguna vez quise echarle la culpa a "La Presencia", y en cierta manera, le envidiaba que siempre estuviera acompañada por seres de luz como sus ángeles, arcángeles, serafines y querubines.
Misma luz que quería poseer, hambrienta de ella... Porque no puedo crear... Sedienta de ella, porque sola no quiero estar...
"¿Alguna vez le importé a él?" me pregunté si el portador de luz todavía me seguía extrañando, a pesar de haber caído juntos desde el reino de la luz, para parar en el abismo de las sombras.
"No veo nada" no me veía a mí misma, la tristeza me estaba consumiendo lentamente... No veía algún potencial en mí... Me sentía fatal, y por eso me hundía más y más.
"¿Por qué la oscuridad se siente como agua?" me dije, sintiendo como aquel cuerpo acuoso se hacía presente de repente.
"¿Por qué siento un impulso?" me cuestioné, mientras una fuerza sobrenatural me elevaba más y más.
"¿Qué está pasando?" podía ver al final del túnel oscuro una pequeña luz, una fuerza lumínica que se hacía más y más presente.
De un momento a otro, una mano tomó la mía y me impulsó hacia el exterior...
—Por fin te encontré, Lilith —esa voz... Esa voz tan melodiosa que nunca quisiera dejar de escuchar, y la cual siempre rondaba en mi mente en los tiempos de oscuridad infinita.
No dije palabra alguna, sólo me concentré en sus ojos, aquellos que emanaban una fuerza inquietante y un universo paralelo donde quisiera estar...
»—Creí que nunca saldríamos de aquí —dijo él ante mi quietud—. La caída fue espantosa, como siempre él es tan dramático, por eso realmente no quiero volver a pisar el vergel celestial... Nunca fue nuestro hogar, nunca lo sentí como tal, solamente soporté estar ahí porque estabas conmigo.
Ahora lo recordaba todo, antes fui un ángel... Pero ahora, por la oscuridad dentro de mí, era un demonio...
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