01

La historia no sé desvía a la original, está sucede cuando Eren se infiltra a Marley y está en el hospital.
*Puede contener escenas de violencia moderada, insultos.

Han pasado dos décadas desde que mi papá desapareció en ese accidente al llevar los restauradores de eldia al "paraíso". Aun recuerdo la última vez que lo vi entrar por mi casa, diciéndole a mi madre que algo había salido mal, y tenía que tomar otras medidas, mi madre al parecer sabía lo que eso significaba ya que al oír eso pareciera que le hubieran dictado a una sentencia de muerte.

-¿(T/N)? Eyy, ¿Carla?- La directora suspiro al ver que respondí a su llamado con mi segundo nombre.
Estaba tan inmersa en mis pensamientos que no logre escucharla, ¿a qué vendrá recordar algo como eso?

-Directora, por favor absténgase de llamarme así, no es un nombre que me guste.

-T/N, está bien y deja de llamarme con tanto respeto, hemos sido amigas desde la escuela media, deja de tratarme como si fuera una extraña. -Hizo un leve puchero.

Intente ladear una sonrisa al recordar mi infancia.

-Han pasado varios años para verte de nuevo Marta -mire hacia la ventana, notando a lo lejos los uniformes de los militares.
-Ya vienen -Dije. Marta imito mi pose y suspiro- Es hora de trabajar.

Marta es la directora de este hospital y yo soy la jefa de los enfermeros/as de los eldianos que trabajan aquí. Aquellos que nacidos en Marley tenemos más oportunidades de trabajo.

Entraron los militares y empezaron a entregarle los papeles a Marta, mientras cada uno pasaba dando su nombre yo registraba escribiendo señas particulares y en qué edificio se les asignaba. Al tener enfrente a cada uno de los hombres que ni siquiera habían tenido opción de elegir si querían ir a la guerra o no, sentí una pequeña punzada en el pecho, y el lapicero que llevaba en la mano temblaba al escribir, me daba una impotencia no poder cambiar el destino de los más débiles, pero quién soy yo, una débil eldiana se hace pasar por marleyana.

-Kruger

La voz masculina del último hombre habló, inmediatamente dirigí la mirada en aquel que lo había dicho.

-No recuerdo nada más, sólo de que me llamo Kruger.
Estaba hablando de manera tranquila cabizbajo.

Era claro que era una víctima de aquella guerra, empecé a escribir, tenía una venda alrededor de la cabeza tapando uno de sus ojos, ligera barba de días, con cabello largo, y le falta una parte de su pierna, y aunque estaba encorvado, su estatura era alta.

-Marta, yo me encargo de este y los otros de allá, tal vez solo es estrés postraumático. - Aquel no me daba buena vibra.

-Está bien, T/N- Marta lucio sorprendida ya que jamás me interesaba por los pacientes, solo me conformaba con los que me disponían- T/N me resulta emocionante cada que eliges por ti misma.

-Señor Kruger, y aquellos cinco puede seguir aquella señorita, estará a cargo de su cuidado. -Marta les hablaba de una manera estúpida como si se tratara de unos retrasados, es que ella no entendía que el estar como zombies se debía al trauma, no al estar tontos.

Camine en dirección al edificio del sur dedicado a los pacientes con trastornos psiquiátricos, había otros cinco pacientes y cinco del personal de enfermeros eldianos.

-Nos vamos a separa en dos, cada uno haga un diagnostico general de cada paciente, daños en el cuerpo, si aun son servibles para el regreso a la guerra, realizan un informe. -Aumenté el sonido de mi voz al dirigirme con los enfermeros.

-Si jefa Kuznet.-Los enfermeros dijeron al unisonó y tomaron a cada paciente al azar, se empezaron a meter en cada habitación.

-Kruger viene conmigo.- Camine a su lado para llevarlo a la ultima habitación al final del pasillo.

-Pasa -Mantuve abierta la puerta y verifique que cada enfermero estuviera en las habitaciones.

Cerré la puerta y mientras empecé a decir.

-Sabes, los eldianos siempre mantienen una mirada de temor cada que ven a alguien de Marley -puse seguro a la puerta, esperando que el volumen de mi voz disminuyera el sonido de la manija- pero parce que a ti no te diera alguna emoción estar vivo.

Kruger miraba el piso, y seguía sosteniendo su muleta ya sentado en la cama.
Se mantuvo en silencio por unos segundos y habló.

-Tú no sabes nada, no has vivido ni la mitad de lo que yo he presenciado- Seguia inmerso en el piso como si se tratara de alguna cosa fascinante.

-Tal vez no he vivido lo que tú, pero algo en ti no me da confianza- saque el lapicero de uno de los bolsillos del mandil de mi vestido, manteniéndolo entre la palma de mi mano para que no viera lo que planeaba.

-Incluso si alguien cómo tú supieras, al ser Marleyana culparias a los demonios- tomó su muleta y se levantó empezó a caminar a mi dirección.

-Mandan a hijos de eldia a la guerra, mientras los hijos de Marley están disfrutando su vida, sin saber lo que se vive allá afuera.- con cada paso que daba la atmósfera dentro de la habitación cambiaba.

Seguía recargada a la puerta como si mi vida dependiera de ello.

-Kruger es el nombre de mi padre, yo soy eldiana viviendo en Marley gracias a los contactos de mi padre, en cada examen con algo de dinero cambian los resultados, he estado viviendo así desde que tengo uso de razón.
No llevo el nombre de el porque mi padre así lo decidió, no supe dónde estaba, ni siquiera hay un lugar donde pueda visitarlo si está muerto, mi madre al parecer tampoco sabía mucho de él...

-Las ocultó para protegerlas. -Me interrumpió e inclino su cabeza para mirarme a los ojos mientras su mirada fría me atravesaba con cada parpadeo que daba.

Sujete con fuerza el lapicero y lo incline, era justo en esa posición en la que podía clavarle y matarlo.
Empezó a abrir la boca para hablar cuando se dio cuenta que puse el lapicero cerca de la yugular de su garganta.
Y con su mano libre al mismo tiempo que me dirigía a su garganta me tomó por el cuello.

-Eren, mi nombre es Eren.

-Por qué usaste el nombre de mi papá, ¿Quién eres? - La rabia me invadía, cómo ese andrajoso, se atrevía a manchar el nombre de mi padre usándolo para sus fechorías.

Mientras su larga mano me apretaba el cuello la otra se escabullia al interior de mi nuca desatando por la fuerza el agarre mi liga que sujetaba mi peinado, sentí como se enredaban sus dedos a mi cabello, jalándome hacia atrás.

-Dudo que seas lo suficientemente idiota para querer matarme y mucho menos con un lapicero -vi un vapor salir de él, mientras dejaba caer la muleta.

-Y tú qué sabes que no podré, además no has respondido a mi pregunta- mis manos empezaron a temblar por impotencia, incluso dejo de pararse encorvado y su barbilla estaba muy cerca de mi boca.

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