【veintiséis】
ᴛᴀʟ ᴄᴏᴍᴏ sɪ ʟᴀ ᴠɪᴅᴀ ᴍᴇ ᴀᴍᴀʀᴀ
La mañana era perfecta, fresca y con un toque de sol que envolvía en calidez el puerto de Liyue. Turistas se amontonaban en los puestos y los residentes mantenían sus rutinas, y Charlotte... Ella paseaba aquella mañana cerca de los tumultos en aquel lugar, casi presumiendo la paz que sentía pese al alboroto y luciendo sus ropas tradicionales que nada tenían que ver con su uniforme de trabajo, las que a decir verdad, eran bastante parecidas a las del señorito Xingqiu, porque además de compartir un poco el estilo, este mismo le había ayudado a conseguirlas; de cualquier forma, no eran muy diferentes a las que solía usar en Mondstadt.
A una semana del Rito de la Linterna, no quedaba más que comenzar a ayudar con sus tareas a Las Siete Estrellas de Liyue, sin embargo, más que sentirse obligada a ello por su castigo, parecía feliz por poder ser de ayuda a Ninguang, Ganyu y los demás. Por supuesto que la idea de que cada vez se acercaba más a su libertad nunca le abandonó la cabeza, y así fue como vivió otro medio año en aquella ciudad de los contratos.
Pero su tiempo ahí no había sido en vano.
Conservó su trabajo en la funeraria El Camino, ayudó al Equilibrio Celestial a buscar materiales para reconstruir la Cámara de Jade, también participó en diferentes eventos culturales de Liyue, y todo ello mientras no desatendida sus relaciones personales.
Hu Tao y ella eran inseparables, hacian de todo juntas y su amistad creció tanto, que le dolía saber que el rito era en una semana; en cuanto sus demás amigos, aprendió a cocinar y a sobrevivir a los platillos nuevos de Xiangling, leyó obra tras obra y compartió todo acerca de ellas con el señorito Xinqiu, y visitó distintos lugares de Liyue en busca de situaciones paranormales con Chongyun. Aunque no solo eso, porque habían tenido mucho tiempo para hacer innumerables actividades en compañía, que se sentían más unidos que nunca. Y ciertamente, la antes caballera jamás había sentido tanto apego por sus amigos, y juró que en cuanto volviese a Mondstadt, valoraría más su relación con Bennett, Bárbara y Albedo, alejando así su entera vista del trabajo para abrir paso a anécdotas que seguro disfrutaría mucho contar; incluso con Aether, el que no había vuelto tras tanto tiempo.
—Charlotte, buenos días, lamento decir esto tan temprano, pero ven aquí, necesito un favor —le llamó de pronto uno de los dependientes ocupado hasta el cuello y ella se acercó.
—Buenos días, y no se preocupe, ¿qué necesita? —inquirió de buena gana. Porque al igual que su tiempo ahí no había sido en vano con sus relaciones amistosas, tampoco lo había sido con los residentes de la ciudad.
Charlie ayudaba siempre que estuviese en sus manos, y gracias a ello se ganó una buena reputación entre sus conocidos, contribuyendo así como le habian impuesto desde el primer día, no obstante, no lo hacía por deber, sino por amabilidad. La señorita Ragvindr ya estaba acostumbrada a hacer uno que otro encargo y estar hasta las narices de ellos, sin embargo, sin el trabajo de caballera le era más fácil encargarse de los pedidos espontáneos que muchas veces le encomendaban, tal como ese día, que sin despeinarse cumplió su cometido y volvió a disfrutar de su día libre.
—¡Charlie, Charlie! —llamaron más tarde cuando se encontraba llegando al restaurante Wanmin. De hecho, la persona a la que iba a visitar salió enseguida y la recibió—. Tengo un desayuno perfecto para ti. ¡Ven, ven!
Xiangling le invitó enseguida a sentarse en la barra, la tomó de la mano y jaló hasta el lugar, mientras que la de la hebras claras colocaba un semblante intoxicado. Sabía que de nuevo su amiga había estado experimentando con sabores y ella había aparecido para ser el conejillo de indias perfecto, no obstante, cuando se sentó y probó el alimento, la calma volvió porque el sabor era exquisito. Así sin más, siguió comiendo mientras le daba sus comentarios.
—Estuvo delicioso, ¡gracias! —dijo al dejar los cubiertos sobre el plato vacío.
—Gracias a tí por probarlo. Ahora sé que puedo añadirlo al menú sin ningún problema —comentó la muchacha mientras cocinaba. Por el momento el restaurante estaba solo, pero los comensales no tardarían en llegar como ya había pasado antes.
—Ahora no merezco las gracias... —negó nerviosa la empleada de la funeraria, diciendo aquello casi en un suspiro. Era porque a veces, a Xiangling se le ocurria meter cada ingrediente en el caldero, que terminaba con la cara morada; otras y la mayoría de las veces, por supuesto, terminaba bien para ella.
La cocinera sonrió, se alejó de la hornilla y se acercó a la otra con la barra aún de por medio. Charlie seguía sentada, así que le miró y también sonrió.
—Está tarde los chicos y yo vamos a ir a buscar ingredientes. Cómo es tu día libre quería saber si querías acompañarnos, ya que casi no lo haces por el compromiso con tu trabajo, y claro, con el señor Zhongli —dejo saber y recalcó la última parte, haciendo que la dama de favonius se viera pensativa ante sus palabras.
—Ah, como lo siento, no puedo faltar al entrenamiento hoy —dijo y negó con sutileza, haciendo ver que en realidad lo lamentaba.
Hablando de ello, el entrenamiento con el asesor de la funeraria nunca se detuvo, mas había cambiado su rutina con el tiempo. Se veían dos días a la semana después del trabajo y Charlie se encontraba sola los demás, y justo ese día era uno en donde tenían que verse. En cuanto a avances, ciertamente no se podían contar con los dedos, pues la extranjera se volvió más diestra con el uso de la lanza gracias al buen maestro, sin embargo, en cuanto a Perforahielos se trataba quizá no era bueno hablar de los resultados con los demás.
—Chongyun y Xingqiu se pondrán tristes porque no vas, pero hemos de respetar tus responsabilidades —aceptó la peliazul enseguida y continuó—. Aún así pensábamos que tal vez como era tu última semana en Liyue... —se detuvo.
La aflicción fue notoria en su rostro.
—No pensemos en eso ahora —dijo la castigada—. Prometo que esta semana me haré un espacio para ustedes, pero hoy realmente no puedo faltar al entrenamiento. Sería una falta de respeto para el Maestro Zhongli.
No le dejaría plantado, nunca lo había hecho y solo porque estaba obteniendo su libertad lo haría; le había transmitido sus conocimientos y no deseaba decepcionarlo. Su deseo era ir a casa y seguir fortaleciendo sus habilidades, pero nunca dejar de lado aquel estilo único que sin duda había heredado.
—¡Bien! Quizá mañana podamos hacer algo remembrable, así Hu Tao puede estar presente. —Le volvió la emoción a la cocinera de solo pensar en el plan.
Charlotte asintió, pues por ese día la directora no se encontraba en Liyue, sino en Fontaine con un cliente potencial, y por ello tanto el asesor como su persona tenían tiempo libre por aquella víspera.
—Buenos días, ¿que tenemos hoy para desayunar?
Justo en ese momento, el señorito y el exorcista arribaron al lugar sonrientes y saludando los dos con cortesía. Y así, se sentaron frente a la barra tal como la que ya estaba ahí.
—Llegan en el momento justo. Le estaba diciendo a Charlie que... —Xiangling comenzó a contarles sobre su plan muy entusiasmada.
Mientras la joven hablaba, Charlotte veía a sus amigos escucharla con atención, y eso, más que nada, le brindaba una sensación de paz como ninguna otra, porque saber que ellos eran felices de esa manera, también le hacía feliz a ella. Por lo que ensimismada con la imagen de aquellos tres, también escuchó el plan para el día siguiente.
—Me gusta, me gusta. Claro que podemos posponer lo de hoy —atinó a decir el de cabellos claros, aceptando tal como decía la propuesta.
—También me agrada la idea, y siempre y cuando todos estemos de acuerdo, podemos llevarla a cabo —acompañó el de ropas oscuras.
Las conversaciones de aquel grupo de amigos siempre eran suaves y era bastante extraño que discutieran. Sin lugar a dudas a más de un residente en Liyue le encantaba verlos juntos, y por esa mañana no había cambios a lo que siempre acostumbraban, eso, hasta que Xingqiu hizo un comentario que dejó a todos en silencio.
—Charlotte quiere pasar sus últimos días a lado del Maestro Zhongli, y no la culpo, los dos van a sentirse muy tristes cuando tengan que separarse.
La mencionada no pudo decir nada, y su repuesta fue reír a la ligera para calmar su verdadero sentir.
—No hagas ese tipo de bromas, Xingqiu —regañó poco después sonriendo, logrando que los restantes también rieran después de no haber visto venir tal comentario, para luego burlarse con sarcasmo.
Sarcasmo porque todos ahí sabían que Zhongli y Charlotte no tenían una buena relación. Porque Charlotte se quejaba todos los días del asesor, y este lo había comenzado todo al solo expresarse en una ocasión:
—¿Por qué estaría contento de que permanezca en Liyue? Este no es su lugar y usted quiere marcharse en cada oportunidad. Realmente creo que fue un error el castigarle, porque no debería estar más aquí.
Ah, ¿qué sucede? Solo la estoy apoyando.
Le hervía la sangre de solo recordarlo diciendo tales cosas con ese tono sereno y al mismo tiempo duro que tanto le caracterizaba. ¿No podía solo se condescendiente por una vez en su vida? Si tanto le odiaba, bien podría haberselo dicho desde el inicio, y como Charlotte era terca, no desistía de pasar tiempo con él para molestarle, pero a simple vista aquello no parecía funcionar.
Fue así como su relación se volvió solo laboral y de fines propios, dejando de lado que incluso la dama había "visitado" su casa y abrazado en un par de ocaciones al mayor. Solo eran comentarios al azar, saludos y despedidas de cortesía, y los muchos vistazos que le daba Zhongli a su pupila para que mejorara en lo que tanto deseaba.
No amistad, no otra cosa...
—Bueno, tengo que ir a casa por ahora —avisó y se levantó—. He estado toda la mañana paseando por ahí y tengo que descansar, además más tarde tengo que ver a la señora Ninguang en la Camara de Jade.
—Oh, suerte, espero que tus tareas para el Rito de la Linterna no sean pesadas —deseó el exorcista.
—Sí, de cualquier forma, sabes que estamos aquí para ayudarte siempre que lo necesites —apoyó el señorito.
Justo cuando Xiangling se disponía a decir algo, se interrumpió a sí misma y guardó silencio por un rato mientras parecía afligida por algo. Poco después le miró a los ojos y dijo:
—Sí, ten mucho cuidado con tu salud, no te sobreesfuerces —advirtió con razones suficientes, pero siendo discreta ante su postura.
Charlotte se rascó la frente y de pronto se encontró muy nerviosa, pero luego asintió.
—No se preocupen, estaré bien. Nos vemos. —Se marchó tras despedirse.
Debía atender las palabras de su amiga quisiese o no, porque no eran a la ligera. Ciertamente, las pesadillas seguían siendo constantes cada noche y aquello le impedía conciliar el sueño, sin embargo, después de un tiempo lidiando con ellas la joven no parecía tan abrumada por la intensidad de estas mismas, pero ello no quería decir que estaba cómoda viviendo así.
Además del cansancio que a diario llevaba y parecía nunca querer irse, el cuál era visible en su rostro, a veces perdía la consciencia sin motivo aparente; era extraño y muy preocupante, mas Baizhu, el doctor de la cuidad, ya le había dicho que no tenía idea de qué estaba provocando tales desvaríos, pero que su salud seguían siendo tan envidiable como aquel primer día en que la diagnosticó, y que al menos por ello no debía preocuparse.
—Quizá lo mejor sea ir al doctor antes de comenzar con mis tareas. No quiero ser un incordio para los demás —lamentó de camino a casa.
No había mucho que hacer por su situación, pero le reconfortaba saber que pronto nadie más en esa ciudad tendría que preocuparse por ello, mucho menos Hu Tao que era la que más había visto estos episodios en la funeraria, los cuales, claro, no sucedían a diario, no obstante, el dato no le quitaba seriedad a su extraña condición.
—Bien, es hora de comenzar a despedirse...
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