【siete】
ᴄᴏɴᴅᴇɴᴀ ᴘɪᴀᴅᴏsᴀ
Charlotte despertó esposada y dentro de una celda a pesar de sus heridas, y lo primero que observó al estar consciente de nuevo, fue Aether y a Paimon poner un rostro de entero alivio al verle despierta.
—¿Q-qué está sucediendo? —cuestionó cuando encontró el suelo de roca sucio y las paredes tan oscuras que daban miedo a cualquiera.
Sus ojos se abrieron a tope y en consecuencia trató de acercarse a su compañero, pero una cadena que terminaba en una esposa alrededor de su tobillo no le dejó moverse más de la cuenta.
—Tranquila, Charlotte, te lo explicaré —habló el viajero, tratando de que ella se quedara quieta—. Estás prisionera, porque Nobile robó la gnosis y todo apunta a qué tú lo ayudaste.
Era una barbaridad, una completa mentira, pero la joven no pudo más que abrir la boca con miedo e intentar liberarse una vez más.
—¡Eso no sucedió, se los juro, no sabía nada acerca de sus verdaderos planes! —argumentó, pero Aether solo bajó la mirada.
—Lo siento, no podemos hacer nada por ti, incluso, el Equilibrio Celestial impidió que avisaramos a tus familiares y a los Caballeros de Favonius, no hasta que se compruebe que eres inocente —informó, decaído por ser inútil, cuando por supuesto, el sabía que la dama no hubiese sido capaz de romper las reglas por un Fatui.
Confiaba ciegamente en ella.
Era demasiado tarde para retroceder, y aun así deseó en ese momento haberse marchado cuando tuvo la oportunidad, sin embargo, sus pies le llevaron de regreso y ya no existía retorno. Tenía que aceptar las consecuencias como la persona madura que era, mas, ello no significaba que no tenía miedo de lo que pudiera pasarle por las mentiras que Tartaglia había infundado.
—¿Qué debería hacer? ¿Cómo puedo probar mi inocencia? —preguntó, más para ella que para sus amigos aún presentes. Se dejó caer en el suelo, sentándose sobre su trasero, para luego ponerse las manos en el rostro.
—Te ayudaremos, Charlie, no te preocupes —aseguró Paimon, sintiendo lastima por su situación.
—Claro, trataremos de hablar con el Equilibrio Celestial, ella definitivamente tiene que saber que no eres culpable...
—¿Y como harías eso, viajero? —interrumpió una voz detrás de ellos.
Charlotte levantó la mirada para encontrar a la espalda del rubio a una mujer de ropas elegantes y cabello tan blanco y largo que daba envidia. Era, además, muy bella y su porte intimidaba.
—¿N-Ninguang? —tartamudeó la chiquilla mientras Aether se ponía en guardia por la amenaza que representaba para su amiga extranjera.
No le conocían más que de vista y unas palabras, así que era comprensible, no obstante, la dama se acercó hasta ellos sin mostrar signos de peligro. Primero observó al viajero y a su compañera, y luego se acercó más a la rejilla para ver dentro a la prisionera que esperó a que ella tomara la palabra.
—He venido expresamente a visitarte, Charlotte Ragvindr, porque me es curioso tu caso —se dirigió a ella, sonando amable, algo totalmente diferente a lo que esperaban—. El Equilibrio Terrenal fue quien te atrapó, según su investigación había estado siguiéndote los pasos durante tu visita, y el incidente en la Casa Dorada fue suficiente para emitir una orden de arresto al confirmar que tu relación con el Onceavo Heraldo de los Fatui, iba más allá que una amistad, y que además, él mismo lo confirmó antes de marcharse. Creo, son suficientes pruebas para considerarte una amenaza, agregando el hecho de que eres una extranjera y pocos te conocen.
La contraria le escuchó con atención, sabiendo que era casi imposible comprobar que no estaba involucrada, pues se lo decían sus palabras, exactamente la parte que no entendió al inicio, aquello sobre que el pelirrojo lo había confirmado.
—En la Casa Dorada, cuando perdiste el conocimiento, Nobile agradeció tu ayuda —comenzó a explicarle el rubio—. Dijo que si no hubieras aparecido hubiese sido más difícil obtener la gnosis, pues a pesar de ser blanco de sospecha durante su estadía, tu presencia las dividía tratando de averiguar cuáles eran tus objetivos, y que en muchas de las ocasiones fuiste una excusa perfecta para tener una coartada.
Sus investigaciones, sus descubrimientos... En realidad, Charlotte recordó en ese momento que él estuvo muy interesado en su conclusión sobre que el cuerpo de la exuvia se encontraba en la Casa Dorada, todo, mientras parecía desinteresado y lo cubría como una conversación común y corriente.
—¡Pese a ello soy inocente! —exclamó la caballera. Bajando la mirada al saber que además de traicionar sus sentimientos, el heraldo le había enredado en sus problemas.
Ninguang suspiró en consecuencia y luego asintió.
—Te creo... —confesó, algo que nadie en el calabozo esperaba, por lo que los restantes se vieron contentos—. Pero no el resto de las Estrellas, en especial el Equilibrio Terrenal, y es mi deber aplicar tu sentencia. Es imperdonable lo que sucedió: se llevaron la gnosis de Rex Lapis y Liyue casi fue destruido por Osial.
Habían sucedido algunas cosas mientras estuvo inconsciente, en primera: la acusación de Tartaglia, y en como el mismo había invocado con sellos del permiso al monstruo marino que una vez el Rey Geo hundió. Osial había amenazado a toda la cuidad, pero Ninguang, los adeptus y algunas estrellas, lo devolvieron al fondo del mar, esto, con la ayuda imprescindible de Aether.
—¿Qué podemos hacer por Charlie entonces? —cuestionó Paimon.
—Definitvamente no puedo dejarle libre. Justo ahora, Keqing se está dirigiendo hacia mi oficina temporal en el Ministerio de Asuntos Civiles, quiere una resolución a su investigación y tengo que responder —explicó.
—Pero sabe que no es culpable, no pueden cometer una injusticia, incluso las demás Estrellas entienden que no se puede confiar en la palabra de los Fatui —alegó el Caballero Honorario, recordando a La Signora.
—Por eso he venido hasta aquí, daré mi respuesta, pero quiero que Charlotte esté presente —ofreció la dama.
La prisionera accedió de inmediato, ya que no podía perder la oportunidad de defenderse en persona frente a la Estrella más desconfiada de todas.
Así que le sacaron de la celda cuando Ninguang lo dictó y cambiaron la esposa de su pie a sus manos colocadas detrás de su espalda. Estaba herida aún, le dolía le cuerpo entero por la paliza que le había dado el pelirrojo, aunque no obtuvo más que el cuidado del viajero y su amiga por el momento.
El calabozo estaba debajo del Ministerio de Asuntos Civiles, como un gran laberinto lleno de celdas y nada de comodidad, por lo que subir fue fácil y no tuvo que mirar más que el rostro de la Geoarmada que los escoltaba, y una vez arribaron a la oficina provisional de Ninguang, ella fue detrás del escritorio.
—Estoy segura de que Keqing no tardará... —Mientras decía, la puerta fue abierta, haciendo de sus palabras una verdad.
Una joven entró a la oficina después de tocar y que se le concediera el pase. Llevaba un vestido volado y de falda corta en colores tan lilas como las coletas de su largo cabello; sus orbes, grandes y afilados, vieron enseguida a la que investigaba no hacia mucho tiempo, y en consecuencia, su rostro denotó molestia.
—Disculpe que la cuestione, señora Ninguang, ¿qué hace Charlotte Ragvindr en este lugar? La sentencia debería hacerse en privado debido a la naturaleza del caso —inquirió, severa.
La vista de la mencionada pasó a la de cabellos blancos al saber que Keqing no tenía un solo gramo de confianza en ella.
—La he traído hasta aquí, porque es necesario. Al ser una extranjera, no conoce nuestras leyes a fondo y debemos tener respeto por nuestros vecinos tal como Rex Lapis lo tuvo hacia Barbatos en su momento —explicó la mayor, luego sonrió—. Sobre todo, como el Equilibrio Celestial, mi opinión sobre lo que se le acusa es una diferente.
La joven del vestido negó, aunque incapaz de contrariarla por su estatus se quedó en silencio. Entonces la portadora de la visión geo comenzó a emitir los cargos de una manera objetiva. Aether, Paimon y Charlotte se quedaron en silencio mientras hablaba, hasta que se le pidió la opinión sobre su situación a la afectada.
—Es cierto que mi relación con No... Tartaglia era especial, pero no vine aquí a conspirar en contra de Liyue y su gente. Fui puesta en descanso en mi deber como Caballera y vine hacia aquí con otro objetivo, pero al final me quedé más de la cuenta en motivo de vacaciones. En este tiempo no hice más que disfrutar las tierras del Arconte Geo, sin saber que el Onceavo Heraldo de los Fatui me estaba engañándo; entonces sucedió el incidente de ayer en donde también traté de detenerlo al saber que estaba haciendo algo malo y en donde dijo esas mentiras.
La de los colores lilas negó su historia con su semblante, indignada de que tuviera la oportunidad de defenderse.
—Un Caballero de Favonius jamás dejaría de lado sus deberes, sin embargo, ayudar a la organización de Snezhnaya era su objetivo, por lo que desechó su orgullo como habitante de Mondstadt. —Era una mentira, por supuesto, pero Keqing estaba segura de ella.
Fue Charlotte quien negó en esa ocasión, sin decir absolutamente nada tal como el viajero. No discutirían cuando Ninguang ya les había dado su voto de confianza.
—Bien, entonces esta es la resolución —comenzó la albina—. Por la ausencia de pruebas contundentes, Charlotte Ragvindr tendrá libertad condicional; por ningún motivo deberá abandonar la cuidad hasta que sea comprobada su inocencia o su culpabilidad, además, tendrá que trabajar para Liyue, aportando lo mismo que un ciudadano a su sociedad.
No era eso lo que todos ahí deseaban, mucho menos la joven Caballera, que quería volver a su cuidad y no volver a pensar en Nobile y su traición.
—No debería ser de esta manera. Es culpable, las demás Estrellas están de acuerdo, una libertad condicional le dará la oportunidad de volver a atacar Liyue —renegó el Equilibrio Terrenal, pero cuando menos lo esperó, un guardia quitaba las esposas de las manos de la ya no prisionera.
—Es esto lo que he decidido, tendrán a su culpable cuando se demuestre.
Y así, el Equilibrio Celestial terminó con el asunto y la joven tuvo que marcharse, quedando en la oficina solamente la afectada, el viajero y su amiga.
—Voy a ser capaz de probar mi inocencia, lo haré y entonces me iré, pero por el momento agradezco la piedad que tuvo conmigo a pesar de no conocerme —dijo, siendo sincera al sentirse al menos libre de las cadenas.
—Bueno, Aether ayudó tanto a Liyue y el Asesor de la Funeraria el Camino habló en tu defensa; algo entonces no estaba bien, así que solo actúe como debería. —confesó la albina.
—El señor Zhongli... —murmuraron al mismo tiempo los tres restantes.
Agradeciendo de nuevo, se despidieron y volvieron a la cuidad. Los civiles no sabían nada del hecho, así que a pocos les importó observarla, incluso cuando seguía estando herida y sucia por visitar el calabozo.
—Ahora que hemos tenido esta oportunidad, vayamos a la posada para que puedas descansar, y después... Supongo que tendrás que conseguir un trabajo —habló el viajero, resignado.
Charlotte suspiró, muy cansada de todo lo que había sucedido.
—Voy a pedirte un favor, Aether. Dile a Jean y a mi hermano Diluc lo que sucedió, y también que no necesito que me ayuden, esto también se los dije en la carta que envíe hace un tiempo, y creo que por ello nunca vinieron a buscarme, así que ellos entenderán. Voy a demostrar que no tengo nada que ver con Snezhnaya y los Fatui, ni siquiera con Tartaglia, así que una vez más, no necesito ayuda de sus influencias. Voy a salir de esto con mi propia fuerza.
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