【dieciocho】
ᴇʟ ᴘᴏᴅᴇʀ ᴅᴇ ɴᴜᴇsᴛʀᴏs sᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏs
—... Cuando podías haber ido con Tartaglia y vivir sin preocupaciones tal como prometió a Aether en la Casa Dorada —terminó por ella, como si le hubiese cansado la cantaleta, pues no mucho después avanzó largos pasos, tanto que tuvo que mirar hacia abajo cuando la tuvo de frente, entonces dijo—: ¿Qué le hace pensar que podía cumplir con su palabra?
Charlotte tuvo que alzar la cabeza para mirarle el rostro, aunque no faltó mucho para que bajara la cejas en un gesto colérico. Le molestó a sobre manera que hubiese preguntado aquello, como si supiera exactamente la relación que ella mantenía con el heraldo para concluirlo.
—¿Y a usted quién le dio el derecho de decidir mi futuro? Tomarse la molestía de tomar mi lugar en una situación tan complicada solo lo hace un ser arrogante. —reclamó, envalentonada al no retroceder ni un paso, aunque por su parte, el de reflejos amarillos tampoco retrocedió.
—Hubiese sucedido lo mismo. Habría despertado en tierras frías confundida y molesta al saber la verdad, porque como yo, Nobile habría decidido su futuro —contestó.
Por segunda vez, no respondió directamente la pregunta que se le hacía, solo evadió sus razones con las consecuencias y los deseos del que llegó a llamar compañero, hecho que hizo enfurecer a la de la visión cryo más que nunca, sobre todo por su respuesta en sí, sin embargo, de todo lo que deseaba contestarle no salió ni una palabra, porque eran demasiadas para escoger en un segundo.
—Marcharse con él, convertirse en su protegida y vivir cómodamente con su familia... —enumeró y se detuvo por un segundo al mostrarle los dedos—. Es lo que seguro tiene en mente, sin embargo, ignora que Nobile sigue siendo un Fatui, está al servicio y es completamente fiel a La Zarina —explicó sin perder la tranquilidad a diferencia de ella, intentando hacer que entrara en razón y dejara de cuestionar sus actos, porque no deseaba hablar de más.
Pese a ello, Charlotte se alejó haciendo un evidente ruido de molestia con la boca y le mostró la espalda, pues no podía objetar nada en contra de su razonamiento. Si Tartaglia le hubiese alejado más de Mondstadt y de sus seres queridos, también hubiese estado buscando la manera de librarse, pero...
—¿Qué le hace pensar que no deseaba eso? Que en algún momento no quise ir con él estando consciente. ¿Sabe cuántas veces me lo propuso? —contradijo sus propios principios para no darle la razón.
Estaba siendo irrazonable a la mirada de Zhongli y a la mirada de ella misma, antes bien, su respuesta no estaba del todo errada, porque a fin de conclusiones, seguía siendo inmadura y un ser nada perfecto.
—Sus sentimientos no evitarían que los otros impidieran la promesa que él le hizo. Habrían acabado con usted, cualquiera de ellos con más autoridad, y no me hubiese gustado verla convertirse en algo que no desea —expresó el mayor, en esa ocasión mostrando intranquilidad.
Tartaglia jamás habló particularmente de sus compañeros Los Once, solo recordaba haber escuchado que no se llevaba bien con ellos, excepto con uno que le hacía el favor de ver por su familia cuando él se encontraba trabajando; no obstante, no era ese el único testimonio que ella poseía de los diplomáticos, y por desgracia, cada uno de ellos iba de mal en peor.
—En un antagonista... —susurró Charlie, vencida por fin. Comprendía que se estaba comportando como una infante sin entender razones, y teniendo o no la condena de muerte encima, su futuro hubiese sido impredecible en manos de la Arconte Cryo.
—Si lo comprende, entonces no tenemos que seguir tocando el tema —sugirió el de los orbes amarillos, aunque fue más un punto y final para él.
En consecuencia, Charlotte se dejó caer al suelo de forma desganada, cayendo de rodillas y tomando el césped con sus manos para calmar su ansiedad. Pasó las manos una y otra vez por la textura suave y un tanto rugosa de la tierra, por fin obteniendo tranquilidad desde que había salido de la Casa Dorada.
—Lo siento... —Volvía a repetir aquel mal hábito de disculparse—. Esto es como un cuento de nunca acabar: mantengo la esperanza, luego se marcha y por último vuelve a regresar solo para volver irse y repetirse el mismo ciclo. Como si fuese hecho a propósito, pero creo que usted me comprende, tengo que culpar a alguien y es tan frustrante buscar a un culpable cuando tomé mis propias decisiones.
—Por supuesto que la entiendo —consoló.
El mayor suspiró a su lado, y también viéndose desganado se sentó frente a ella, pero de forma refinada, como si solo le hiciese falta un cuenco con alcohol entre las manos para completar aquella magnífica vista, la que pronto la condenada tuvo la oportunidad de apreciar.
—¿Qué es usted, maestro Zhongli? —No olvidó la cuestión, y le observó discreta para ver la reacción que tenía, pero no sucedió nada.
—Solo soy una persona común y corriente, que cree firmemente en las convicciones de las personas buenas.
Parecía decir la verdad, no obstante, Charlotte no le creyó una sola palabra de aquello último. Solo con verlo, parecía mentira que alguien tan hermoso existiera en ese mundo, y no solo de manera física, ya que en ocasiones la joven podía sentir que estaba hecho de algún tipo de material precioso del que desconocía sus propiedades, uno muy diferente del que ella estaba hecho, aquel que le permitía mostrarse tan imponente y al mismo tiempo tan suave cuando era requerido.
—Señorita Charlotte —llamó en medio del silencio—. Me gustaría poder darle todo mi apoyo, realmente lo merece, pero hay cosas que ni yo mismo puedo lograr. Por ello le pido, no se rinda, aún cuando todo se vuelva imposible de sobrellevar, siempre habrá una manera, y usted podrá volver a casa, pues es lo que desea, y además, lo que necesita. —Su mano se movió lenta, vacilando en el camino hacia su rostro como en aquella noche donde hizo por primera vez contacto físico con ella, mas no tardó en llegar, acariciando con delicadeza su mejilla y levantándole el rostro en el proceso.
La dama de Favonius no entendía a qué se debía tanta confianza, y por supuesto, por qué se lo permitía, sin embargo, su mínimo toque era embriagador, tal cual tuviera una fuerza de atracción que no podía ignorar o desobedecer. Así que continuaron en esa posición por algunos minutos, eternos como debía ser; se observaron mutuamente, ella agradecida de su consuelo y él solo por tenerle a su lado, pero no bastó mucho para que la joven escondiera sus orbes claros con cansancio. Y de pronto, lo que debía quedarse como un agraciado momento digno de recordar, se convirtió en una pesadilla para Zhongli.
—Morax... —salió de sus delegados labios en un tono monótono.
Enseguida el castaño se alejó, poniéndose de pie y observando con terror como la mujer caía hacia un lado sin soporte, abriendo medianamente los ojos después para ver en ellos aquel color que le distinguía a él. Poco después, líneas doradas comenzaron a esparcirse por todo su rostro, invadiendo la piel blanca que tanto presumía. obligó al asesor a parpadear con fuerza, y en un segundo, todo aquello había desaparecido, como un mal sueño.
—Estoy contaminado su alma... —confesó a nadie, el secreto se mantuvo entre el silencioso bosque, y solo para él.
—No entiendo que sucedió, todo fue muy rápido y está muy borroso —decía mientras aceptaba el té cálido que Hu Tao le ofrecía.
—Tal vez es solo como dijo el Maestro Zhongli, colapsaste cuando no pudiste más, y es entendible, porque has estado bajó estrés y presión durante todo este tiempo. Además, siento que dejarte salir de la cuidad no fue una buena idea del todo —expresó la directora, sentándose junto a la cama donde Charlie descansaba.
Le dolía un poco la cabeza, pero no sentía que hubiese nada fuera de lugar, incluso, estaba tranquila porque por una vez las pesadillas no se habían hecho presentes.
—Tal vez es como dice —aceptó, bebiendo con cuidado el líquido al que no acababa de acostumbrarse—. Pero ir a la Casa Dorada respondió algunas de mis preguntas; claro que también me dejó dudas... De cualquier forma, era algo que debía hacer.
La castaña torció el gesto, mas no exactamente por lo que decía, ya que en ello si estaba de acuerdo, antes bien, ver despertar a Charlotte con normalidad solo le hizo recordar lo intranquilo que su asesor se veía cuando la llevó a la funeraria inconsciente.
—¿Que es lo que está pasando entre el maestro Zhongli y tú? —así que preguntó al no poder cargar más con su curiosidad y al mismo tiempo preocupación.
La antes caballera levantó las cejas, confundida por su cuestión. No esperaba que la directora fuese tan perspicaz en ese sentido.
—Solo me está enseñando a dominar mejor mi lanza... —apenas dijo, encontró a la de prendas cafés negando.
—No hablo de esa relación, ni tampoco de la laboral, quiero decir, relación personal —dejó claro.
Los orbes de Charlotte se abrieron más de la cuenta y parpadeó un par de veces antes de mostrarle sin palabras que aún así no sabía a qué se estaba refiriendo, pues entre Zhongli y ella no existía nada más, por supuesto, sin contar el hecho de la Casa Dorada y el regalo, situaciones que no podía difundir a la ligera.
—Creo que está sobre pensando...
—No, no lo estoy... —interrumpió, perdiendo un poco la paciencia, y luego negó de nuevo para corregirse—. Bueno, puede que sí.
—Tranquila, directora, sea lo que sea que esté pensando, no es cierto —aclaró la otra nerviosa—. El maestro Zhongli y yo solo somos cercanos en el trabajo y en el entrenamiento. Es todo.
Para Hu Tao algo imprescindible faltaba en el rompecabezas, pues desde la última que vez que su empleada enfermó, no podía dejar de pensar en sus palabras acerca de la contaminación y aquel comportamiento tan extraño de parte de los dos. Sabía que no era una relación amorosa la que escondían, y por ello estaba en conflicto, pues además de ello, ¿qué podía ser?
—Lo siento, te creo, ¿bien? Nunca fue mi intención molestarte. —Se vio muy apenada por decirle todo eso cuando acababa de despertar.
—No me molestó, está bien que quiera preguntarme, así que si está en mis manos, siempre le responderé con la verdad —prometió la extranjera, colocando una sonrisita en su rostro luego de un segundo.
La directora se relajó al saber que no había sido tan imprudente como pensó, lo que le obligó a suspirar. Pese a su personalidad extrovertida y muchas veces extraña, no se consideraba un fenómeno por actuar de forma sería de vez en cuando, y mucho menos cuando alguien le importaba.
—Ah, pero de nuevo yo estoy molestándola. Lo siento tanto, debo comenzar a ser más cuidadosa con mi estado de salud. Si hubiese estado sola y si usted no fuese tan amable, quien sabe que hubiera podido pasarme —lamentó su irresponsabilidad.
¿Amable? Se pensó la castaña segundos después. Sí lo era, ciertamente, no obstante, se le ocurrió una idea derivado de ello, lo que probable era el origen de su amabilidad.
—¿Puedes dejar de hablarme con tanta formalidad? —pidió avergonzada poco después—. Yo, nunca he tenido una amiga cercana, porque mi prioridad siempre fue hacerme cargo de la funeraria...
Por segunda vez hizo parpadear a la del té con rapidez, pero luego sonrió con calidez por sus mismas palabras. Aunque no terminó, entendía cuál era su petición.
—Apreció mucho lo que me dice, se preocupa por mi y siempre puedo contar con usted en estos momentos —rio avergonzada, pues se sintió nerviosa—. Por supuesto que podemos ser amigas, Hu Tao, y podrás contar conmigo cuando sea necesario. Incondicional y desinteresadamente.
Además de Xiangling, Xingqiu y Chongyun, la joven directora había sido un pilar para no morir de la desesperación en su estadía obligatoria en Liyue, así que tener la oportunidad de mejorar su relación le hacía muy feliz, después de todo, ella tampoco había tenido una amiga cercana en su hogar.
—Gracias. —Hu Tao también estaba muy feliz.
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