【cuarenta y siete】

ᴄᴏᴍᴇɴᴢᴀʀ ᴅᴏɴᴅᴇ ʟᴏ ᴅᴇᴊᴀsᴛᴇ

          —¡He venido a verlo, General Alatus, Gran Cazador de Demonios, Guardián Yaksha, Xiao! —llamó. Según su pensamiento, habría de hacerlo de una manera magnífica para llamar la atención, sin embargo, quizá estuvo esperando mucho del adeptus.

          Nada más al entrar, un hombre de quién sabe cuántos brazos le miró atónito mientras llevaba un pincel en la mano, acompañado de otro que negaba con la cabeza, y dos mujeres, una de colores azules y la otra de rojos. Y, recostado y recién despertado, aquel que ya conocía.
Casi de inmediato, el más pequeño en estatura se levantó de un salto, dijo unas cuantas palabras, se talló la cara y observó de forma molesta al más fornido, después, en una carrera por salvar su vida, el último corrió y el otro le siguió con la máscara puesta.

          A diferencia de las otras habitaciones, en aquella no se podía distinguir a quien le pertenecía, pues a donde fuese su mirada, habría bosque, montañas secas y montañas llenas de lava, ríos, mar... Era algún tipo de mundo comprimido, y solo para ellos.

          —¿A qué se debe tan magnífica entrada, señorita? —cuestionó el hombre que quedaba, observando como Charlie apenas cerraba su boca por la sorpresa que le causó tal espectáculo. Al menos, reconoció que su aparición había sido tal como la imaginó.

          El General Kapisas, Menogias, no parecía molesto, en realidad tenía un rostro apacible en donde apenas abría sus orbes un poco, y que sin lugar a dudas le recordó a Zhongli. Tal vez por su aspecto que le hacia ver mayor que los otros y al mismo tiempo joven, y aquellas ropas elegantes, que, juraba, Charlotte ya había visto antes en el armario del asesor cuando no tuvo nada que hacer más que echarle el ojo. Cabellos castaños y reflejos dorados... Fue muy difícil apartar la mirada y saber que contestar.

          —Yo, no pensé que fuesen a estar todos aquí, me disculpo. —No los conocía más que por la historia, y en realidad tampoco conocía mucho acerca de Xiao, pero era fácil reconocerlos con pocas pistas, sobre todo porque en su primer día frente al trono, ellos estaban haciendo una fila consecutiva.

         —Yo la traje, ruego que me disculpen —enseguida aceptó la peligris. Dando la cara para generar menos problemas.

          —Oh, no te preocupes —dijo la joven de hebras negras y reflejos azules. Se acercó entonces a Charlotte y a Guizhong y les invitó a pasar.

          —Esos dos siempre están así, pero si has venido a conversar con Alatus, recomiendo esperar. —Indarias también se acercó.

          —Sin embargo, ¿qué asunto debe tener? Si le soy sincero, dudo que nuestro compañero desee hablar, aunque no es nada personal —compartió Menogias.

          Mientras Charlotte decía que era algo muy importante para ella, los tres les llevaron un poco más adentro de la habitación, a una mesa de piedra sutilmente ordenanda para cinco, en donde se sentaron a esperar.

          —¿Té? —ofreció Bonanus, atrayendo consigo una tetera de porcelana, quizá la más elegante que alguna vez la extranjera vio. Así, le sirvieron en un juego de tazas.

             Parecían todos tan familiarizados con aquella situación, amables y bien portados, no como aquella primera vez en donde cada uno estaba dispuesto a atacarle, incluido Xiao, por lo que causaba inquietud en la dama. Según los tantos libros que encontró en la funeraria acerca de la historia de Liyue, se dijo, ellos habían fallecido debido a su propio karma por muy fuertes que hubiesen sido, con excepción del Yaksha anemo que le cuidó durante algún tiempo, antes bien, desconocía mucho acerca de los cuatro.

           No debía, ni por asomo, decirles su futuro.

           Los Yakshas se vieron genuinamente interesados en su pasado, llegando a mencionar que el haberle quitado la lanza a Rex Lapis era algo de lo que ellos querían tener razón, puesto que de una manera u otra el Dios había sido su mentor en algunas cuestiones, y que en su actual vida no lograrían vencerle si se les pasara por la cabeza. Le tenían en alta estima, por supuesto, y haberlo hecho palidecer al quitarle algo que era como una extremidad más, era un logro.

           —No fue mi intención, de verdad, en realidad soy débil —confesó. Debía mantener su pasado -futuro- oculto, y decir pocas palabras era una buena estrategia.

          Fue en ese momento que aquellos dos volvieron hechos polvo, sucios por haber peleado, pero no molestos. El mayor venía riendo y el otro seguía avergonzado, que cuando observó a Charlotte conversar alegremente con sus compañeros, enseguida volteó el rostro. Xiao tenía una peculiar personalidad a diferencia de sus hermanos Yakshas y eso bien lo sabía la invitada al té.

           —La señorita Charlotte necesita hablar contigo, Alatus. —Menogias hizo el favor de aclararlo, mientras que la implicada se levantaba.

           —Si me concede unos minutos de su tiempo, se lo agradeceré eternamente —pidió la joven.

            A la mirada expectante de todos los presentes, el más bajo en estatura dio la media vuelta y amenazó con irse. No sería tan fácil, pero no estaba dispuesta a darse por vencida, así que le siguió sin permiso alguno.

           —Charlotte... —llamó Guizhong preocupada.

           —Es muy importante, de verdad necesito hablar con él —justificó la menor y terminó por adentrarse en el bosque.

           El camino que tomó le recordó casi enseguida a la montaña donde se situaba la casa del asesor, y al igual que en ese bosque, perderse era una tarea sencilla. Xiao desapareció en la menor falta de atención y no le quedó más que seguir avanzando. Pero era peligroso, no solo era una habitación, era un terreno muy familiar y por razones suficientes el hogar de los Yakshas. Cuando cayó por una empinada superficie, no hubo lugar por el cual volver.

           —Que insistente. —Escuchó aquella voz después de un rato. El joven yacía sentado sobre la rama de un árbol viéndole con atención.

           —Xiao —apenas le llamó, el otro negó.

           —¿A quién estás llamado de esa manera desde hace mucho? —renegó, bajando. De pronto no estaba y luego solo apareció frente a ella, cruzó los brazos y se mantuvo esperando una respuesta.

           La antes caballera quedó congelada una vez más. ¿Acaso no se llamaba Xiao? ¿No era uno de sus tantos nombres? Charlotte no entendió y juró haber echado todo a perder desde ese momento, sin embargo, tampoco era como si hubiese ido hasta ahí para ocultarle toda la verdad.

          —Es tu nombre, yo te llamo así, aunque no somos cercanos —confesó—. Escúchame, tengo algo importante que decirte, creo que tu eres capaz de ayudarme.

            Alatus, viéndose extrañado, apenas se sintió ofendido y le dejó continuar solo por su minúscula curiosidad.

             —Habla —ordenó sin quedarle otra alternativa. Si le había seguido hasta ahí y llegado sin rasguño, entonces le daría unos minutos tal como había pedido.

            Y así fue como Charlotte comenzó a explicarle, primero a decirle que no estaba mintiendo y luego a contarle toda la verdad. Desde su relación con Zhongli, hasta cuando intentó asesinarla para solucionar el conflicto. Charlotte movía las manos de aquí a allá, tratando se hacerse entender de una manera facil para no perder la atención del general, porque no tenía tiempo para recibir una negativa. Por último, le contó acerca del despertar de Morax que llevó infortunio a Liyue, y Xiao le escuchó sin interrumpir en ningún momento, hasta que ella hubo terminado.

            —¿Esperas a que crea todo eso? —negó haberle comprendido, lo que menos deseaba la otra.

             Ella no lo entendió, solo desesperó por su respuesta.

            —Tienes que hacerlo, porque hay alguna razón que desconozco y que tú mismo mencionaste. Lo olvidaste, no sabías por qué, a diferencia, Morax se maldijo voluntariamente...

           Se quedó en silencio, porque si solo Rex Lapis había caído en su maldición y Xiao lo había olvidado por algún motivo que ni él mismo entendía, entonces los demás tendrían recuerdos sobre ella, sin embargo, no los conocía a todos, y los que actualmente estaban ahí, en el futuro ya no lo estaban, solo él.

              —Rex Lapis no podría darle la espalda a su pueblo, hasta ahora ha contribuido a la paz de cada uno de los individuos que están presentes —atacó el muchacho, viéndose molesto por lo que sus palabras significaban, justo, lo que expuso después—: Vienes aquí tratando de convencerme de que el Arconte Geo es un ser maligno. Es una falta de respeto por alguien que te ha perdonado la vida antes, cuando solo eres una fuente de karma para él, tal como aquella mujer.

            —¿Karma? —Fue todo lo pudo pronunciar la extranjera.

           Si Ran había sido karma para Morax, y ahora también ella lo era, ¿no significaba eso que estaban drenando su vida de poco a poco? En el futuro, Zhongli fue corroído por ese mismo karma.

          Xiao bajo las cejas, sacó su Lanza de Jade y amenazó con ella apuntando directamente a su cuello.

            —Si no fuese porque aún posees su lanza... —Apretó el mango col fuerza—. Sin embargo, también me has dado información importante que su señor debe saber, así dejara de pensar en tu misión. Al final, solo eres una estafadora.

             Charlotte, con la punta de la lanza sobre su piel sensible, no pudo ocultar su semblante aterrorizado. La conversación con él no había salido muy mal, sino que extremadamente fatal, y no se le ocurrió nada para defenderse. Si Xiao iba y contaba todo, entonces Morax sabría que en realidad no había perdido sus recuerdos de alguna manera, aunque la historia fuese poco creíble a sus oídos.

           Un terrible destino le esperaba, no obstante, a su mente vino cierta persona y la situación en que se encontraba.

           —Esto es lo último que voy a decir, así que pido que me escuches una vez más —rogó, alejándose poco a poco de la filosa arma. Entonces junto las manos sobre su pecho mientras sus rodillas caían al suelo—. Siempre he sido una persona que no puede ignorar lo se tiene que hacer. Sigo mis propios ideales y son exactamente estos los que me han metido en esta situación tan engorrosa. Diligente, orgullosa y con un sentido de la responsabilidad que no me avergüenza. También soy curiosa. No sé que hacer, fui arrastrada hasta aquí, como antes a aquel que llamas Dios, pero es por él que no me he rendido. También es por ellos, que se quedaron atrás siendo víctimas de algo que desconocen; inocentes están sufriendo por algo que no pude detener, y en entre ellos se encuentran mis seres queridos. Mis amigos, los que me tendieron la mano cuando la injusticia cayó sobre mí; mi familia, que no muy lejos es posible que los estragos los alcancen; el señor Zhongli, o Morax, como lo conoces, el ser que sin darme cuenta estoy amando y estoy tratando de salvar; tú y él, Xiao, el joven viajero que marcó mi vida, así como la tuya, ese mismo que preocupado porque fueras al frente de la batalla apenas podía moverse, ya que por mi culpa no se habían reconciliado, y también el mismo que te ha acompañado y entendido como ningún otro humano en toda tu vida.

           Cuando Alatus escuchó aquello, su mirada desatinó y su cuerpo flaqueó, aún así, no bajo su arma.

           —Así que, Xiao, no puedo dejarlos morir sin hacer nada, pero en este momento, si no has de ayudarme, necesito que me mates en este lugar.

           El único sonido que se pudo escuchar a continuación, fue el de la naturaleza ficticia siguiendo su rumbo. Incluso las respiraciones de aquellos dos se detuvieron en el momento justo, antes bien, luego de algunos minutos, Xiao solo bajó su Lanza de Jade.

           —Viniste a mí, quien en el futuro te ha olvidado. Supones que es motivo suficiente, que puedo en este momento saber todo, porque aún si lo sé, terminaré olvidando y no podré influir en el presente. —El joven suspiró después de decir—. Si ese es tu plan, procura no meterme en problemas como lo hiciste antes.


Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top