【cuarenta y ocho】

ᴇʟ ϙᴜᴇ ᴀʏᴜᴅᴀ sɪɴ ᴍᴇᴅɪʀ, ɴᴏ ᴅᴇʙᴇ ʟʟᴇᴠᴀʀ ᴄᴏɴsᴇᴄᴜᴇɴᴄɪᴀ

—Lo estuve pensando detenidamente, y entonces llegué a una conclusión: habías estado molesto porque tenía un arma, decías que no me pertenencia y que la entregara, y luego me llamaste "mi señora"...

          Ya en paz, los dos se sentaron uno a uno apoyados en el tronco de un árbol, aunque en realidad fue Charlotte quien se acomodó justo a lado del general, y este, avergonzado, pero incapaz de moverse por su orgullo, se quedó allí escuchando, no obstante, no fue algo que le desagradó al muchacho.

          Para la dama, contar con su ayuda era un milagro. Creyó por un momento que no lo lograría, pero su determinación lo había convencido.

          —Esa lanza no te pertenece, entregala.

         —Lo sé, porque también lo olvidé, mi señora. Es usted la verdadera dueña de la Perforahielos.

          Repitió. Había repasado con cuidado aquellos diálogos del muchacho que en su momento no sirvieron de nada, pero la situación era diferente ahora que se encontraba en aquella época, y en realidad, decían más de lo que significaban, pues tenía parcialmente la verdad en sus manos. Descubríó entre líneas y salvó dudas de ahogarse.

          —¿Yo dije eso? No puede ser posible —se avergonzó el Yaksha. Tanto que tuvo que voltear la cara hacia otro lado para que no lo viera.

         —Piénsalo, Xiao, tu conociste a Ran, la mujer de Inazuma que tiene un aspecto muy similar a mí por lo que dijo Guizhong, pero ni tu ni Morax son capaces de confundirnos —pausó para que el otro pudiese tener tiempo de entender.

         —No soy un tonto —regañó cuando vio su rostro expectante, el que esperaba a que él lo entendiera, pero tal como decía, era muy inteligente para no notarlo—. Quiere decir que en algún momento te convertirás en la concubina de Rex Lapis y poseeras la lanza de la que tanto hablas.

          —¡Eso es! —festejó la señorita, sin embargo, al darse cuenta de sus palabras, enrojeció como un tomate ni pasados los segundos—. Eso es... No fue Ran quien figuró en los registros de Liyue, fue...

          Resolvía el rompecabezas de poco a poco, pero rápidamente le estaban dejando sin salida. ¡Tan complicado! Además, ¿saberlo no cambiaría el flujo de la historia? Era, además, delicado el asunto y no sabía si estaba haciendo bien en intentar tener todas las respuestas; y sí era que debía llevarse con la corriente, ¿entonces no estaba todo arruinado una vez más?

          —Suponiendo, de nuevo, que tienes razón, ¿qué harás? ¿Cortejarlo? —Suspiró el muchacho rendido—. No creo que eso funcione con Rex Lapis. Él es un venerado Arconte, y, aún sí dices que en el futuro mantienen una relación afectiva, no será factible.

          Nuevamente sus mejillas se ponían tan rojas, que era imposible ocultarlo, sin embargo, apenas recordó al asesor, su rostro se volvió intranquilo.

          —N-no podría —aceptó cohibida, para luego confesar—. Para empezar, Zhongli y yo apenas nos conocemos. Éramos tan diferentes, no nos entendíamos la mayoría del tiempo, siempre peleabamos, y luego nuestro vínculo fue forzado cuando no quise morir. No entendí que lo amaba hasta este momento, ahora que estoy libre del lazo y puedo pensar con claridad.

          Su rostro se escondió detrás de sus mismas manos, las que apoyadas en sus piernas le dieron una imágen triste y desesperada, lo cual era, en términos muy sencillos, una realidad para la extranjera. No había considerado el nivel de su estrés hasta ese momento, en el que pensando en su querido asesor, soltó unas pocas lágrimas.
          El tiempo para llorar era lo de menos, ni siquiera se lo había planteado en ningún momento, podría decirse, incluso, que olvidó que podía hacerlo; debía mantenerse firme y segura de sus movimientos, encontrar una respuesta a la cuestión de su permanencia en ese lugar, sin embargo, ¿qué tanto debía soportar hasta desplomarse? Ningún mortal puede ser tan fuerte.

          Su expresión pasó de estar decaída a una sorprendida, pues de pronto sintió la mano del general en su cabeza como muestra de consuelo, solo como él podía hacerlo.

           —Si vas a llorar, al menos levanta la cabeza —pidió, su tono, entre orgulloso y abochornado, saltó a relucir muy bien—.  Aún me parece una fantasía lo que has dicho, nadie en su sano juicio podría creerte sin una prueba sustancial, pero quiero hacerlo. Estás haciendo lo que puedes, ¿no es así? Y sí, incluso de esa manera no obtienes respuestas, al menos lo habrás intentado hasta desfallecer.

          Observando su expresión de soslayo, Charlotte apenas sonrió.

           No lo conocía del todo, apenas comprendía que en su presente, Xiao era una persona de pocas palabras y reservada hasta el cansancio, derivado de su mismo karma. Él no deseaba hacerle daño a los mortales, los protegía y velaba por ellos tal como hacia en esa época, ya fuese por mandato de Rex Lapis o no, antes bien, encontró curiosa su manera de comportarse. Además de perdonarle la vida después de su poco creíble confesión, cosa que en el futuro no hubiese sucedido, había resultado ser comprensible con sus sentimientos y tener, además, curiosidad por Aether aunque no lo dejara en evidencia.
           Pensó, infelizmente, era posible que su personalidad hubiese cambiado con el tiempo, no a una intolerable, sino a una más reflexiva y cuidadosa, en consecuencia de las perdidas que tuvo que soportar y su propia manera de enfrentar las adversidades. Mirándolo, parecía pleno en ese momento, evidentemente con una esencia más juvenil y graciosa.

            —Me siento vacía —confesó una vez más, tomando fuerzas para levantar la cabeza—. Pero no estoy lista para rendirme.

           Morax pasaba la mayoría de sus días en su "habitación", aquel campo hermoso de tono anaranjoso y sobre el árbol de terminaciones amarillentas, al que Charlotte no había vuelto después de su última conversación.
           A sabiendas de que la probabilidad de llevarlo al límite era muy alta, decidió no darle noticia hasta que la tuviera, sin embargo, recordaba al Arconte -según su historia- apegado a su gente y sin dejarles a los mismos un futuro incierto; en esa época, apenas los civiles se expandían y la mayoría debía pertenecer a la Geoarmada, y él, Rex Lapis, no hacía más que pasar sus días en soledad. Claro que, aceptaba no saber nada acerca de su comportamiento, porque en algunos ocasiones, sin patrón alguno, se llevaban a cabo reuniones como la primera que presenció, y a veces, el Dios abandonaba su morada para ir a un sitio donde los adeptus solían reunirse, uno que desconocía, pero que según Guizhong, pertenencia a Preservadora de las Nubes, la mujer de cabellos azabaches y gafas rojizas.

           Casi al alcanzar el mes de su estancia, en donde trató de obtener toda la información pertinente con ayuda de Xiao y la joven adeptus, decidió que era hora de ignorar las reglas y salir, lo que no era una sorpresa viniendo de ella, pese a que Guizhong había dicho que era una mala idea, sin embargo, en aquella víspera se llevaba a cabo una reunión en aquel lugar que desconocía, y ni ella ni Morax se encontraban cerca para detenerla.

           —¿El manantial? —repitió Xiao, cuando al escucharle, ella le pidió que le acompañara.

           Era muy temprano para sus peticiones, se dijo, aunque le escuchó con atención.

           —Vengo de ahí, no me cabe la menor duda. Al principio esos recuerdos estaban borrosos, pero ahora sé que lo que sea que me arrastró, tiene que ver con el manantial —explicó, persiguiendo al muchacho por los pasillos.

          Le había dado su mano, incluso facilitado documentos y todo a su alcance para que Charlotte pudiese saber en donde se encontraba exactamente, y al mismo tiempo seguido con sus deberes como General Yaksha.

           —Está prohibido que abandones la morada de Rex Lapis —habló, deteniéndose por fin. Llegaba apenas de realizar algunas tareas, fue cuando ella le sorprendió y no le permitió llegar a sus aposentos.

           —Pero si me acompañas...

           —No puedo, deberás obtener el permiso. Si llega a enterarse, incluso siendo yo, no podré defenderte —hizo saber, y luego de mirar como ella bajaba la cabeza y pensaba con más enjundia, se propuso a decir—: ¿Por qué no haces que la señora Guizhong interfiera? Ella es tu cuidadora y Morax le tiene fé ciega.

           Al escuchar, Charlie negó con la cabeza, porque a diferencia de lo que hacía el muchacho por ella, la mencionada tenía muchas limitaciones si se trataba de su persona.

           —Como tiene su confianza, ha sido difícil durante este tiempo obtener su ayuda fuera de mantenerme a salvo. Sería una lastima que Guizhong perdiera su favor por mí, por ello me he estado conteniendo; no te lo dije porque no pensé que fuese necesario, pero hay cosas que solo tú sabes, Xiao —explicó, a lo que el otro entendió muy bien, tanto, que suspiró rendido.

            Era una lastima, pues con el tema tan delicado, sentía que esconderle parte de sus avances a la joven adeptus estaba mal, mucho, cuando ella velaba por su bien.

           —¿Estás preparada? Volveremos antes que Rex Lapis, y si no lo logramos, me temo que serás tú la que de una explicación —advirtió siendo condescendiente.

            Charlotte asintió un par de veces, incapaz de saber que aquel viaje no sería como el que tuvo antes con Xingqiu y Chongyun, sino que, nada más al salir, rápidamente el adeptus le hizo subir a su espalda sin dejarle tiempo de respirar o sentir el sol natural en su rostro, entonces avanzaron.
            La extranjera apenas se dio cuenta que utilizaría sus habilidades para llegar a su destino, cuando ya había recorrido un trecho de camino, haciendo que, inevitablemente se mareara y sintiese extraño tanto su cuerpo, como todas sus sensibilidades. Estuvo a punto de dejarse caer, de pedirle que fueran más lento, pero al recordar sus palabras sobre volver antes que el Arconte le detuvieron, aún así, Xiao era increíble desplazándose por todo el territorio, y gracias a su poca familiaridad, terminó por desmayarse al menos medio camino.

             —Si no despiertas, volveré contigo, aunque sea de esta manera —escuchó la amenaza del Yaksha y apenas pudo abrir los ojos, notando que estaba atardeciendo.

           —¿Me desmayé? —cuestionó sentándose sobre el césped, tocándose la cabeza que comenzaba a dolerle—. ¿Cuánto llevo... ?

           —Apenas un tiempo, pero no hay que perder más. Si estás bien, levántate. —Extendió su mano con timidez, y la otra sin notarlo, la tomó para hacer lo que le decía.

          Se sacudió la cabeza y despejó su mente del malestar. Por supuesto, agradeciendo incluso con ello que habían hecho mucho menos tiempo en llegar hasta ese lugar, pero como estuvo inconsciente, no supo que tanto. Pensando tanto en ello, se sorprendió al mirar detrás de ella y encontrar aquel manantial que tantas pesadillas le había dado; como se había mencionado, no era igual al suyo, este era más pequeño y menos flora le cubría, aunque sin dudas, ere ese.

           —¿Cómo lo encontraste? Apenas te dije donde estaba y en realidad ni siquiera yo podría llegar —le dijo, acercándose al oasis.

          —Es el único que existe en este lugar, porque esta tierra es la más contaminada. Incluso, viendo que existe, me parece sorprendente que no se haya marchitado como todo aquí —añadió el adeptus.

           Bueno, tenía razón, además de los pocos árboles que cubrían el agua que caía sobre las piedras, si se asomaba tal como el primer día, solo encontraría hierba y tierra reseca.

            Con lo bonito que era en el futuro, le pareció poco creíble que fuesen el mismo.

           —Bien. —Se preparó para asomarse, sabiendo que todo podía pasar, no obstante, apenas asomó la cabeza en el "charco", se dio cuenta de que no sucedía nada—. No, por favor, eres una pista muy importante para mí. Quien sea que seas, quien sea que me haya arrastrado aquí, aparece de nuevo.

           El silencio se hizo después de su súplica desesperada. En realidad no esperó no encontrar nada en su visita y se sintió decepcionada después de aguardar minutos enteros y repetir más súplicas, incluso, detrás de ella, Xiao pareció sentir lastima.

           —Por favor... Por favor... —repitió, haciendo las manos puño para golpear el agua, sin embargo, apenas las estiró, otras emergieron y le jalaron hacia dentro, de una manera tan fugaz, que el joven de cabellos negros se quedó en su lugar, muy sorprendido y sin saber que hacer al respecto.

           —¿Charlotte?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top