【cinco】
ᴍᴀʟᴀs ᴅᴇᴄɪsɪᴏɴᴇs
—Hace un momento, cuando Paimon te llamo señorita Ragvindr... Recordé la manera en que te conocimos —expresó el rubio viajero sentado frente a la mesa.
—Oh, creo que estoy interesado —atendió Zhongli con los palillos entre los dedos.
El restaurante en que habían hecho reserva era uno bastante cómodo. El grupo comía en una mesa para cuatro, en tranquilidad y sin olvidar que el sabor de la comida era exquisito; era el tercer piso del edificio cerca del Ministerio de Asuntos Civiles, además estaba en la esquina del lugar y con facilidad podían asomarse hacia abajo para ver a las personas que por ahí paseaban.
—Paimon hizo algo que no debía —rio la pequeña compañera, disfrutando de sus platos.
—Sobre lo de señorita... —Charlotte también soltó una risilla, luego observó al mayor—. Verá, en realidad Paimon pensó que debía tratarme como cortesía al ser la hermana del patrón del Viñedo Amanecer, así que cada vez que me veía, trataba de ser educada, aunque yo no estaba acostumbrada a que me trataran de esa manera.
—Pensaba que hacerse amiga de una persona como Charlotte nos daría fama y riquezas. Le daba regalos, invitaba a comer y en consecuencia Charlie devolvía los gestos al sentirse comprometida... Y luego se dio cuenta de que trabajaba para los Caballeros de Favonius —complementó Aether, en clara burla hacia la albina.
—No lo digas de esa manera, ¡me avergüenza! —regañó la acusada.
—Bueno, le agradezco de igual forma, si no se hubiesen acercado con ese motivo tal vez yo nunca lo hubiese hecho y ahora seríamos solo conocidos —señaló aliviada la chica, moviendo los palillos de una lado hacia otro hasta que volvieron a terminar sobre su alimento.
El viajero asintió complacido por sus palabras.
—Supongo que al final todo salió bien para ustedes —atinó a decir el castaño, tranquilo sobre su lugar.
—Si no contamos el hecho de que fui abatido por una megaflora pyro y Charlotte tuvo que salvarme... si, todo salió bien para nosotros. —Aether recordaba sus primeros días en ese mundo, y concluyó que le faltaban tal vez muchos para abandonarlo, pero estaba contento.
—Por poco fui abatida también... —murmuró la joven.
El Asesor de la funeraria observó a la dama con cuidado, curioso de algunos detalles que no conocía, así que comenzó con lo primero que se le ocurrió.
—Me gustaría saber qué clase de trabajo es el que hace siendo una Caballera de Mondstadt —se dirigió a ella, aunque no deseaba ser entrometido.
—En realidad, mi trabajo consiste solo en hacer comisiones que los aventureros no pueden tomar por su bajo nivel, pero la mayor parte del tiempo me encargo de las peticiones de los ciudadanos, tanto de la ciudadela como los de la aldea Agua Clara, y claro, mantener segura la cuidad con las rondas tanto de día como de noche —explicó con pena, pero no podía mentir para parecer más genial, nunca le pasaba por la cabeza hacerlo.
—Suena a que tienes bastantes responsabilidades —concluyó Zhongli a su lado.
Las tenía, no lo negaba, sin embargo, no eran nada comparadas con las que poseía Kaeya, y mucho menos Jean. Charlotte deseaba ser importante, por ello trabajaba duro, pero eso no significaba que no estaba orgullosa de su puesto.
—Charlie es bastante popular en Mondstadt, los ciudadanos pueden confiar ciegamente en ella —comentó Paimon, casi terminando su comida.
—Fue una de las razones por las que acudimos a ella cuando llegamos a este mundo —hizo saber el rubio.
—Como supone, aunque sean cosas ligeras o sin importancia, me hace feliz poder ayudar. —Sonrió abiertamente y por segunda vez miró directamente al de orbes dorados—. Ser un caballero no significa solo tener orgullo; ayudar y mantener segura a su gente es una de las razones por las que se llama de esa manera.
Al escucharle hablar con tanta devoción por su lugar en ese mundo, Zhongli sonrió en un semblante de ojos cerrados. Fue un gesto bastante natural.
—Tiene razón, señorita Charlotte. Tengo un conocido al que le hubiese gustado saberlo a tiempo —declaró, aunque tranquilo a pesar de sus palabras, sin la intención de dar detalles profundos.
Todos estuvieron de acuerdo en la mesa y continuaron su rato en silencio. Siguieron comiendo, hasta terminar cada plato llevado a esa mesa, sin embargo, poco antes de ello, la de hebras claras escuchó unos sutiles pasos detrás de ella, pero tarde fue cuando quiso confrontarlos al sentirlos sospechosos.
—¡Estás aquí, Charlie!
—¿¡Charlie!? —exclamaron sorprendidos y al mismo tiempo el viajero y Paimon, que conociendo al recién llegado no hicieron más que verle fuera de su sitio, en cambio Zhongli, levemente observó y no soltó ni un comentario.
—¡Ah, Nobile! Que gusto verte por aquí —ella le saludó al mirarlo sonreír con aquella gracia que ya le conocía. Los dos se vieron extrañamente contentos.
El recién llegado acercó una silla de no muy lejos a la mesa, la colocó junto a la joven caballera y saludó a los demás con alegría sin importarle recibir una invitación.
—Que interesante grupo me he encontrado por aquí. ¿Hay una reunión y no me invitaron? Son crueles —acusó, pero no estaba siendo serio respecto a sus palabras.
—Solo estábamos comiendo, como dijiste que estabas ocupado, no te invitamos —señaló Paimon, ya sin motivo de sorpresa.
—Es bueno saber que se conocen —dijo Charlotte. De cualquier forma, en el fondo sabía que alguien como el pelirrojo no era una persona que pasara desaparecida.
—Nobile nos ha estado ayudando con el viaje, al igual que Zhongli, aunque más económicamente que nada —confesó el rubio y después miró a su amiga con nerviosismo—. No me digas que él es la persona que te ayudó estos días.
Sonaba como un lamento, y así lo era. ¿Como iba a explicarle a Diluc, que dejó que su hermanita se involucrara con un Fatui? Él seguro iba a matarlo.
—Sí, es bastante amable, ayer incluso después del viaje paseamos por la cuidad y el puerto —contó mientras sus mejillas se le notaban rojizas.
Aether estrelló la cabeza en la madera y soltó un grito sordo. Esa mirada, esa felicidad, estaba seguro de que la portadora de la lanza fría se encontraba interesada en el muchacho, porque aún si no tenía tiempo, era ese mismo hecho el que lo llevaba a la conclusión. Ella no gastaría sus valiosos segundos con alguien que no valía la pena.
—¿Qué sucede, compañero? Charlie y yo solo nos divertimos un rato. —Un rato no era todo el día, pero Nobile no iba a entrar en detalles.
Zhongli, en silencio observaba al recién llegado junto a la dama. Los encontró cercanos, a pesar de saber que apenas se habían conocido. ¿Era aquello una conexión instantanea? Como le decían en aquellos días: "amor a primera vista".
—Me gustaría hablar contigo después de la comida, Charlie, no será mucho —Aether se vio obligado a decirle, escogiendo las palabras exactas desde ese momento.
Con el Fatui en la mesa, su conversación se hizo más animada, y ello incluso se extendió después de que terminaron su alimento, luego, comenzaron a hablar de sus asuntos, agregando a la de Mondstadt en ello.
—Es un alivio saber que seguimos contando con tu ayuda para celebrar el Rito del Ascenso como es debido, Nobile, la gente de Liyue y yo estamos agradecidos. —Fue sincero el de las ropas elegantes después de su conversación sobre los preparativos que faltaban todavía.
Con su plática, Charlotte pudo entender que Aether ayudaba a Zhongli a preparar dicho evento, y más importante, hacia unos días que Rex Lapis había sido asesinado, cosa que nadie en la cuidad le había dicho para no asustarla, pero le puso muy inquieta sin dudarlo, aunque decidió no meterse en sus asuntos; y así entonces, Nobile ayudaba al castaño económicamente, ya que por el momento las Siete Estrellas de Liyue no tenían intención de meter su agraciada mano en medio del problema.
Después del desayuno tardío que tuvieron, el Fatui y el asesor les dieron algunos minutos a solas los restantes, pues les pareció que era mejor dejarles el espacio.
—Charlotte, tienes que alejarte de Nobile —pidió enseguida el rubio.
—Eso mismo —Paimon siguió, totalmente de acuerdo.
—¿A-alejarme? —cuestionó la caballera, un poco confundida.
No encontraba la manera de decirle que era por su bien, después de todo, un Fatui no era alguien en quien se pudiera confiar a la ligera, ello bien lo sabía la joven extranjera, pero además de ello estaba en medio el tema de su hermano adoptivo. Cualquier chico estaba bien, quiso decirle el rubio, menos ese pelirrojo y adinerado chico de Snezhnaya.
—Oh, no te preocupes. —Ella entendió, no del todo, pero tenía su argumento—. Me iré hoy de Liyue y tal vez no lo vuelva a ver jamás. Yo... Nobile me atrae como persona, no puedo mentirles, pero no tengo tiempo para asuntos que no tengan que ver con Mondstadt.
Eran sus amigos, tenía que ser sincera al respecto, aunque sus mejillas no tardaron en enrojecerse por sus mismas palabras. De cualquier forma, Aether quedó más tranquilo al saber que ella no tenía intenciones de ir más lejos.
—Gracias por entendernos... —mencionó a penas el viajero cuando la pequeña compañera voladora interrumpió.
—Si lo dices de esa manera, es bastante triste —dijo y suspiró—. Eres joven y bella, y es bueno tener prioridades, pero no debes dejar de lado tu vida.
—Temo decirlo, pero Paimon tiene razón —aclaró el de los orbes dorados, aunque confundido por haberse contrariado a sí mismo.
Segundos después Charlotte suspiraba igual que la contraria.
—Para ser clara, no he pensando en mi futuro además del trabajo. Supongo que, esperaba que todo fluyera con naturalidad —confesó un tanto decaída.
No debía apresurarse, puesto que era joven como Paimon decía, sin embargo, que Aether mencionara sobre alejarse de Nobile provocó el efecto contrario.
Nadie había llamado su atención como el pelirrojo lo hizo, y ello le hacía dudar; sí, era repentino, pero tal vez eso lo hacía mejor. Conocerle había sido como un "click".
—Bien, no deben preocuparse, volveré al viñedo y luego a mi puesto, y recordaré estos días como se debe. Fue un placer haberlos encontrado en este lugar. —Al final, lo único que quedaba era eso.
La tarde caía sobre las tierras del Arconte Geo cuando Charlotte miraba las vistas desde la posada Wangshu. Eran increíbles, no había otra manera de describirlas, incluso cuando en ese momento la lluvia llenaba cada rincón cercano, y fue ese, el motivo de retraso.
—Es enorme —concluyó al no encontrarle final al territorio. La única verdad era que había sido encantada; se llevaba buenos recuerdos y al mismo tiempo tenía el momento ideal para admirar una vez más el extenso paisaje.
Sobre su despedida, en realidad fue dura y no deseaba recordar como había partido lejos del viajero, Paimon y sus actuales compañeros de viaje: Nobile y Zhongli. Porque en primera, el pelirrojo le había pedido formalmente que no se marchara y siguiera disfrutando de sus "vacaciones" con valentía; y en segunda, el hecho de desear ver al castaño hombre en acción con la lanza le rondaba la cabeza, así como otras actividades que no pudo y deseaba hacer.
Estuvo vacilando, tanto que se alejó lo más que pudo a voluntad para no mirar hacia atrás, sin embargo, parecía que algo estaba en su contra, porque ahí, hospedada aún en las mismas tierras, tuvo el tiempo para volver a dudar.
—Por fin he conocido a alguien interesante, si no me explicas la historia completa mi curiosidad crece —acusó ahí mismo al viajero, hablando sola bajo aquella sombra que le cubría—. Hay tantas cosas que deseaba hacer...
Claro, alejarse de los Fatui era lo común para los ciudadanos de Mondstadt, la pantalla verde solo funcionaba para mantener la paz debido a un incidente en donde uno de ellos, Il Dottore de Los Once, se coronó el salvador de los débiles ante Ursa, el dragón que llevaba tiempo azotando la paz de cualquiera. Pero Aether era tan cauteloso tratándose de ella, que deseaba inquieta saber el motivo exacto y el que al parecer tenía que ver con su hermano adoptivo.
¿Cómo iba a estar tranquila con todo ello en mente? Era imposible, y lo que más tarde se convertiría en una mala decisión, ocurrió en aquella posada elegante. Charlotte tomó sus pertenencias, y cuando la lluvia cesó, volvió por el mismo camino que le había llevado hasta allí.
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