𝟏𝟐: 𝓒𝓪𝓹𝓲́𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓸𝓷𝓬𝓮.
El comienzo de clases era algo tedioso. Daki se había tardado demasiado en arreglarse, tanto que su hermano se había desesperado y le pegó un grito que se escuchó por todo el edificio. Nadie era capaz de enfrentarlos, más allá de los encargados de dicho lugar.
—¡Oigan, es la segunda vez esta semana! ¡Dejen de hacer tanto ruido, molestan a los demás! —y esa ocasión no fue la excepción.
—¡Cállense, maldita sea! ¡No puedo terminar con ustedes gritando!
Estaba de más decir que fueron desalojados, y del siguiente, y el siguiente... Hasta que terminaron por rendirse y pensar que no podrían encontrar un sitio donde quedarse.
—Esto es tu culpa, si no hubieras comenzado a gritar como un demente no estaríamos ahora en la calle. —la lengua filosa de la menor no tardo en señalar a un supuesto culpable, pero Gyutaro no le prestaba atención a sus palabras dolorosas.
—Claro, porque no basta en que tengamos bajas calificaciones y con riesgo de que nos expulsen de la escuela también.
—¡No tiene que ver conmigo, yo si estudio! Eres un flojo y un perezoso, andas ahora saltándote las clases para irte con no sé quién.
La discusión no siguió, Daki tomó su cajetilla de cigarrillos para alejarse lejos de su único ser considerado familia. Se mantuvo cerca de un callejón, irónicamente se encontraban cerca de su escuela.
Cuando por fin consiguió calma por la sustancia de la nicotina, notó la figura de una chica a unos pasos de su posición. Parecía estar perdida.
En otras circunstancias la hubiera ignorado, pero llevaba el uniforme de su conocido centro de estudio. Así que agudizó sus sentidos, escuchando la conversación que se daba con un chico que se le había acercado.
—No debes buscar más, está justo al frente.
—Oh, gracias. No puede ser que no me diera cuenta...
—¿Eres nueva en la cuidad, cierto?
—Uhm, sí. Igual te agradezco por guiarme.
No pudo evitar reírse al ver al sujeto quedarse quieto en su lugar, tenía claras intenciones de coquetear con la castaña.
Esa no fue la última vez, volvieron a toparse varias veces en tiendas o calles.
Así ocurrió hasta que fue presentada en el mismo salón que los hermanos. Daki la observó durante varios días, comiendo sola o quedándose en el aula hasta que volviera a sonar el aviso de una nueva hora de clases.
Entonces un día se acercó.
—¿Te llamas Rosslenne, no? Que nombre tan raro. —cruzó sus brazos. —Soy Daki.
La oji miel le observó, había estado comiendo a escondidas de los profesores.
—No sé quién me lo puso, así que... Supongo que tienes razón. Es un placer.
Se volvió costumbre verse en cada tiempo libre, hasta que conoció a Gyutaro. Al principio no conversaban mucho, el joven de cabello algo verdoso parecía desconfiar bastante o simplemente no ser tan social.
—Ross, ¿quieres venir con nosotros a comer algo? No quiero quedarme otra vez aquí, es aburrido. —una invitación y con eso ambas comenzaron a establecer una amistad.
Daki se había quedado a solas con la castaña, en una cafetería cerca bastante linda con asientos al aire libre.
—Entonces... ¿Llegaste aquí cuando entraste a la escuela? —la azabache tenía bastante curiosidad.
—Sí, bueno... Tengo un familiar aquí y eso... —no parecía convencerle esa respuesta, amaba el chisme, más que cualquier otra cosa. Aunque no era de las que hablaban de lo que sabían, a no ser que fuera necesario.
—Uhm. Pensé que sería algo interesante, debiste vivir en otro lado mientras tanto. ¿Tenías amigos o algo?
—¡Claro que sí! ¿Acaso tengo cara de que soy tan solitaria?
—Pues por supuesto, cuando te vi la primera vez pensaba que eras como un animal solitario en un lugar perdido. No hablabas con nadie y eso es normal pero ya íbamos a cumplir un mes desde que te incorporaste. Por eso llamó mi atención. —mantenía los codos sobre la mesa, mirando como el café que ordenaron todavía estaba caliente.
Daki no iba a seguir indagando, así que observó la calle donde pasaban algunas personas y los carros a gran velocidad. Le recordaba a ella, estando apartada del resto.
—Tengo mis razones. —tomó de su taza para probarlo, la forma de la leche parecía ser similar a un remolino. —¿Desde cuándo estudias con Gyutaro?
—Apenas cumplimos un año. Casi nos tocaba salir porque se nos hizo difícil conseguir dinero para vivir y era trabajar o estudiar. Pero ahora conseguimos una manera.
Hubo un silencio mutuo. Rosslenne dirigió la mirada hacia donde Daki veía.
—Estamos igual, conseguí algo pero sino fuera por mi tía no me alcanzaría para nada.
Esa fue la primera vez que mencionó a Tamayo, únicamente hasta que le contó que se trataba de la directora. Entonces comenzó a mencionarle la situación de los hermanos, se notaba que llegaban cansados a las clases.
—¿No podemos hacer nada para ayudarlos...? —expresaba su preocupación, limpiando los trastes mientras la de ojos violeta le miraba con un gesto de aflicción.
—Si le das parte del dinero que te doy sería tu decisión, Ross. Además los conoces desde hace muy poco, no quiero sonar cruel pero... Hay muchas personas que se pueden aprovechar de tu bondad.
—¡No son malas personas! De verdad, solamente... Quiero al menos...
—Entiendo. Entonces te daré un poco más pero no se los comentes. No deseo que consideren esto como un acto de caridad, no de la mala manera. Es decir que puede que malinterpreten mis intenciones, que quede entre nosotras. ¿De acuerdo?
Tamayo fui a buscar una caja, normalmente tenía una llave y solía abrirla solo a presencia de su sobrina y nadie más. Ahí guardaba parte de sus ahorros, fotos preciadas y objetos de valor.
Sacó un par de billetes, con eso sería suficiente para unas semanas.
Solamente esperaba que estuviera haciendo lo correcto.
Perdóoon por desaparecer. Tenía varios proyectos nuevos y se me fueron los últimos meses del año bastante rápido. Pero aquí estoy de nuevo con un capítulo introductorio, olvidé por completo darle más importancia a la relación de Daki y Gyutaro con la protagonista. Ops. Nos leemos jsdj.
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