-No, no puedes-dijo mi progenitora mirándome de forma retadora.

Pero es que no podía parar. No cuando sus comidas eran lo que necesitaba mi corazón para ser feliz.

-Pero mamá-me quejé-¿Por qué no me dejas tomar un poco más de comida? No comeré después del desayuno, lo prometo.

Puse carita de cachorro abandonado y suspiró con resignación, había ganado la pelea justamente esta vez.

-Puedes tomar un poco más. ¡Pero no demasiado, tienes que mantener tu figura!

-¡Okay!

Salí de la cocina triunfante, con un plato más de pollo frito y me senté en el jardín. Seguía siendo tan lindo y bien cuidado, con las rosas rojas y los tulipanes blancos de papá en algunas esquinas.

Era lindo que mamá al fin lo hubiera podido afrontar sin necesidad de hechar por la borda todo lo que papá alguna vez tanto amo.

Porque físicamente ya no estaba, pero seguía muy dentro de nuestros corazones; acompañándonos en los buenos y malos momentos.

-¡Hey! ¿Cómo has estado pelusa?-le dije a la pequeña bolita de pelos que jugaba en el jardín.

-¡Pelusa está de maravilla. Me alegra verte por aquí, pequeña Jisoo!-contestó alguien más.

La casa de mis padres constaba de un pequeño fraccionamiento con vecinos en la planta alta y en las siguientes casas. Los jardines de cada vecino se encontraban divididos por una bonita cerca blanca de madera y fácilmente se podía coincidir con las personas de las casas de al lado en algún momento.

Y aquel chico, era SeokJin, mi vecino desde que tengo memoria y mi buen amigo de la infancia.

-¡Jinnie!

...

Jisoo fue a visitar a su madre, ¿será algo bueno o malo? :D