—¿Estás segura de eso, Lalisa?

—Claro que lo estoy, sólo deben confiar en mí—contestó a la otra chica que le miraba con duda.

—No lo sé—se dirigió a ella Jennie—Jisoo se ve realmente mal. Les dije que no era una buena idea comentarle tan de repente, pudieron ser más precavidas e ir de manera suave.

—¿Y qué ganamos con eso? Somos sus amigas y estamos preocupadas por ella, sólo la hubiéramos asustado.

—Estoy aquí, genias—les hablé con sarcasmo.

Mi día no era el mejor y estaba hundida en la miseria que últimamente me sabía tan bien a Kim Taehyung. Yoongi siquiera me dirigía la mirada y lo que menos necesitaba era tener a mis amigas molestando y sacando a colación el asunto otra vez.

Al menos podría ver cómo el clima había cambiado tan de repente y ahora, era relativamente muy agradable. El día anterior una lluvia torrencial había arrastrado mi buen ánimo hasta el piso (exceptuando lo que paso con Yoongi, aunque también era un factor importante en ello) y parecía que al menos en algo el mundo sí estaba a mi favor.

Bueno, más o menos.

Yoongi y Taehyung se entraban a unos metros de la mesa en donde nos encontrábamos, recostados en uno de los árboles de los jardines de la universidad con sus cabezas apoyadas en sus brazos mientras se miraban como si el mundo fuera a acabarse si algo los hacía dejar todas sus cursilerías de lado.

¿Celosa? ¿Yo?

Joder, claro que lo estaba.