𝟏𝟒 ☾
El frío viento por poco no hacía volar las sombrillas que los estudiantes utilizaban para resguardarse de la intensa lluvia.
En la entrada de la Yūei podía notarse a sus estudiantes ingresar con pilotines puestos o resguardandose de la lluvia con una sonbrilla.
Futōmeina, caminaba a pasos calmados, llevaba unas botas de color gris, y una sombrilla trasparente para que su uniforme no se mojara, además llevaba un abrigo ascuro algo grande que la hacía ver más pequeña, acompañado de una bufanda en tonos celestes que la cubrían del frío de aquella mañana.
Oía las gotas de agua chocar contra el pavimento, aquello le resultaba relajante y le daba algo de sueño. Pues era un raro efecto que tenían en ella los días lluviosos, le causaban una ganas de dormir durante todo el día.
Bostezó y cerró los ojos por un momento sintiendo su cuerpo cansado, no a causa de falta de energía pues, había acumulado lo suficiente la noche anterior antes de que el cielo se llenará de nubes, suponía que se debía a su estado. Había pasado algunos días del último examen práctico del año, y a pesar de ya no tener heridas, aún sentia las secuelas del sofreesfuerzo de su kosei en su cuerpo.
Pero a parte de eso se encontraba bien, había reposado y se sentía lista para volver a su rutina académica. No había visto a sus amigos desde hace dos días enteros, pues al parecer Aizawa Shouta era un padre sobreprotector al encontrarse su querida pequeña en mal estado. Que no la había dejado casi mover ningún dedo, literalmente.
Pero hoy estaba mejor para ir a clases, aunque cierto amargado y peresozo docente no estuviera de acuerdo. Tsuki no pensaba en perderse ninguna clase más.
—¡Tsuki-chan!.
Un grito la hizo detenerse en colocarse sus zapatillas y dejar sus botas y sombrilla en su taquilla. Volteando curiosa notó a un rubio de ojos azulados, corriendo desde la entrada hasta donde ella se encontraba. El estudiante llevaba un pilotin amarillo y unas botas de igual color, estaba a punto de lanzarse sobre ella, pero notó que la mojaria, así que de un movimiento veloz y gracioso para la albina, su mejor amigo se liberó de aquella prenda, para luego ir a su lado y rodearla con sus brazos.
—¿No deberías estar en cama aún? —Mirio la observó desde arriba de forma acusadora—. Debes recuperarte totalmente, Aizawa-sensei dijo que...
Un delicado sonido lo hizo callar, observó a su compañera reír con delicadeza, por tan graciosa reacción de su rubio amigo.
Ya más calmada la albina, bueno está vez de cabello grisáceo oscuro, a causa de las nubes le devolvió la mirada y correspondió su abrazo, causando que los colores se le subieran al pobre Togata.
—Me encuentro bien Mirio-kun, Otōsan exageró al decir que no podía mover ni un dedo —respondió divertida la futura heroína.
El rubio se encontraba algo ido, por la brillante y cálida actitud de su amiga. Aquello lo hizo sonreír.
—Me alegra oírlo Tsuki-chan.
Ella volvió a sonreír pero sintió un peso extra en su cuerpo que la desequilibro pero evitó caer al suelo gracias al rubio, quien la sujetó. También sintió una delgados brazos rodearla y un pequeño sollozo en su espalda, volteó un poco la cabeza, encontrándose con una hermosa cabellera celeste cielo. Sonrió comprensiva y separándose de Mirio volteó para abrazar a su querida amiga.
—¡Fumei-chan, estas aquí! —dijo Hado con sus ojos brillando mientras su rostro demostraba preocupación—. ¿No deberías estar reposando?. ¿Tu herida, y tu Kosei? —volvió a hablar de forma rápida, pero las manos de Futōmeina en sus mejillas la hicieron callar.
—Estoy bien, en serio, no deberían preocuparse tanto por mi —sonrió y vio en su amiga un gesto de alivio, que rápidamente se convirtió en algo similado a un reproche.
—¿Qué rayos estabas pensando en sobreesforzar tu quirk? —habló se forma seria, asustando a la joven de ojos de Luna, pues Nejire podía dar terror si se lo proponía.
—De...debía...hacerlo —susurró con miedo la albina ocultándose detrás de su amigo rubio, quien también sentía algo de temor—.El...examen era...sumamente importante —se escuso, aún recordando el motivo.
Suspiró y sus orbes plateados se posaron en una persona quien se encontraba atrás a una buena distancia de ellos tres.
Tamaki tenía la mirada puesta en el suelo, con sus manos en los bolsillos de su abrigo de talla más grande, ocultando su rostro en su bufanda azul. Sentía que no podría ver a Futōmeina luego de su terrible acto egoísta, pues la había dejado de lado y había salido herida por su culpa.
—Tamaki... —escuchar su voz cerca de él, lo hizo dar un respingo por la sospresa, levantó la mirada y la observó, notando aún pequeños hematomas en su delicado rostro.
Cosas que lo hizo sentir aún peor, no sabía que decir, pues no encontraba palabras para disculparse.
—Yo.....Lo...—guardo silencio, mientras la calidez se instalaba su cuerpo y su mirada se volvía borrosa.
—Me alegro...que estés bien....Tamaki-kun —susurró Tsuki escondiendo su rostro en el hueco entre su cuello y hombro, mientras lo rodeaba con sus delgados brazos.
El nombrado sintió su cuerpo vibrar al oírla, sintió calma al verla bien y junto a él. Correspondió el abrazo con nerviosismo por unos minutos, para después acultar su rostro en su cortos cabellos albinos y reforzar su abrazo.
—Lo...siento Tsuki —susurró en su oído con voz temblorosa, pero sintió que su compañera sonreía para luego separarse del abrazo y sujetar sus manos.
—No hay nada que disculpar, Tamaki —respondió la albina esta vez soltando sus manos y ocultando los por el frío.
Aquello al de orejas puntiagudas le resultó extraño, pues sentía a la Luna algo distante sin importar el abrazo de antes, que duró mucho menos al compararla con el abrazo de Mirio. Amajiki levantó la mirada y vio a sus otros dos amigos observándolos con picardia y diversión. Como resultado sus mejillas se sonrojaron.
—¿Estas bien Tamaki?, parace que quieres otro abrazo de Tsuki-chan, ¿no es así? —dijo Nejire con una sonrisa divertida.
La nombrada al oír aquello sintió sus mejillas arder y observó al pobre muchacho a punto de sufrir un ataque nervioso, con su rostro totalmente rojo hasta las orejas.
—¡No...quiero decir, si....me gustan....pero no lo quiero....,bueno...si.... Yo... —murmuraba palabras sin sentido alguno, mientras movía sus manos de un lado a otro de forma constante demostrando su nerviosismo.
Mirio rió sin poder contenerse y fue a ayudar a su mejor amigo, diciendo que las vería en el salón y se lo llevó de ahí. Dejando a una satisfecha Hado y a una también nerviosa Futōmeina.
—Así que, esta semana es la última en la que tendrán clases —murmuró Aizawa-sensei con algo de sueño, pues al igual que su hija los días lluviosos aumentaban su pereza—. Pues las vacaciones de fin de año están por llegar.
Los alumnos victorearon al oírlo, igual si ya estaban al tanto de ello. Sus inmensas ganas de días libres los hacía dar sus mayores esfuerzos en los últimos Entrenamientos Básicos para Héroes del año escolar.
—¡Silencio! —utilizando su Quirk hizo callar a sus energéticos estudiantes—. Eso no quiere decir que esta última semana será tranquilo. Ahora vayan a colocarse los uniforme de gimnasia y dirijanse al Territorio Gamma.
Todos hicieron lo dicho por el profesor y comenzaron a avanzar a los vestuarios.
—Fumei-chan, ¿que harás durante las vacaciones? —habló Nejire caminando junto a sus tres amigos.
La albina llevó su mano derecha a su mentón, pensando en algún idea. Seguro pasaría más tiempo con su padre, entrenará con su Kosei y recorrerá la ciudad.
Con lo último, una idea surco por su mente.
—Pasaré tiempo con mi padre, y quizás salga a tomar fotografías —respondió con calma.
Hado volteó emocionada y saltando sobre ella exclamando que tenía una idea grandiosa.
—Seguiremos desarrollando sus Kosei. Hoy Ectoplasm nos ayudará —habló Eraserhead observando a todos sus estudiantes.
Distribuidos en aquella instalación de la Academia U. A., los alumnos del primer año de aspirante a héroes. Algunos combatiendo contra alguna copia de él héroe Ectoplasm y otros siendo guiados por ellos.
—Pues tener gran control sobre tu Kosei, pero la mayoría de tus ataque son de forma recta y certera —las palabras del docente eran oídas con atención por Futōmeina—. Intenta un modo más sinuoso.
La albina suspiró y juntando sus palmas estas brillaron de un color azul opaco, mientras las iba separando una energía se formó, tomando la forma de unas llamas que caían a sus costados y se movía de forma constante.
—Bien, ahora en vez de una forma plana. Crea algo con movimiento y forma —habló el héroe profesional con calma, analizando cómo la alumna volvía su atención a su mano.
Tsuki se imagino algunas formas que podía darle, pero ninguna la convencía, hasta que su mente dio con la forma perfecta.
Aquella energía en forma de flama fue torciendose cambiando de forma y empezando a girar en sentido contrario al de las agujas del reloj, la parte superior elevándose unos centímetros mientras la parte inferior se hacía fina tomando la forma de una punta.
La energía giraba de forma ordenada y controlada.
—Bien hecho, tu manejo sigue siendo impecable —la felicito Ectoplasm.
Futōmeina sonrió con timidez y agradeció su ayuda. La había guiado a una nueva forma de manifestar su Kosei y quizás en un nuevo ataque. Pero debería aprender y entrenar si quería hacerlo realidad.
Nejire dio algunos giros esquivando las esferas de energía que su amiga creaba.
Ya habían pasado algunas horas y las clase de ese día estaba por terminar, Tsuki se había unido al entrenamiento de sus amigos luego de haberse alejado del docente.
Ahora ayudaba a Hado con su vuelo, pues desde el examen final, la joven de cabellera celeste había tenido la idea de utilizar su Kosei para elavarse por lo aires, aunque antes ya lo hacía, pero a una corta distancia del suelo. Ahora entrenaba para poder propulparse por los aire con su Kosei.
—¡Wring Wave! —dijo Nejire lanzando una onda de choque a una de las esferas de energía que se dirigía hacia ella.
Tambien se encontraba entrenando un nuevo ataque, se trataba de golpear a sus enemigos con una poderosa onda de choque. Pero por ahora la potencia de aquella técnica no era mucha al no estar completamente pulida.
Sus ondas destruyeron aquella esfera haciandola sonreir por su éxito
—Detrás de ti Nejire-chan —habló Futōmeina moviendo su brazo izquierdo de forma horizontal, guiando su esfera de energía lunar hacia su compañera con la intensión de apricionarla.
La nombrada no actuó a tiempo y la esfera tuvo contacto con su cuerpo, rodeándola para dejarla dentro suyo.
—¡Rayos, de nuevo! —se quejó golpeando las paredes de aquella esfera.
Tsuki río por su acción y la libero dejándola en el suelo con delicadeza.
—No deberías recriminarte, esta vez has destruido y esquivado la mayoría de mis ataques —habló mientras trata de animar a su amiga.
La estudiante sintió sus ánimos renovados y abrazó con alegría a la albina.
Tamaki y Mirio había detenido su entrenamiento para observar la de sus dos amigas.
—Tsuki-chan tiene razón Nejire, además has volado de una forma sorprendente —habló Mirio con entusiasmo y chocando las manos con su amiga de curiosa actitud.
Amajiki tan sólo sonrió con timidez observando a sus amigos charlar sobre los pocos días que quedaban, hasta que posó su mirada en Futōmeina. Quien tan solo oía y asentía cuando le preguntaban algo, se encontraba sonriendo con ternura a sus dos amigos. Hasta que volteó hacia él, causándole un sonrojo al ser descubierto observándola. Pero se tranquilizó al verla sonreírle de una forma más cálida.
Tamaki correspondió su sonrisa con timidez, para luego agachar la cabeza nervioso. Dónde había una pared cuando se la necesitaba, pensaba el de cabellos oscuros.
Escucho la sueve risa de la muchacha al verlo actuar de esa forma con ella, sabía que aquella risa no fue de burla, sino más bien de ternura.
—Bien, ahora entrena conmigo Tsuki-chan —volvió a hablar Togata observando a su compañera con emoción.
La nombrada puso su atención en él al oírlo, encurvo su cuerpo hacia un costado al igual que su cabeza, mientras lo observaba de forma interrogante. Sus ojos de luna brillaban con curiosidad hacia esa idea, debatiendo en su mente si era buena idea, pues no quería ver a su amigo como Dios lo trajo al mundo de nuevo.
—¿Estas seguro Mirio-kun? —dijo con nerviosismo—. Recuerda....que...tu puedes perder...la ropa.. —susurró mientras tartamudeaba con nervios.
El rubio río con vergüenza al recordar aquello, pero afirmó dándole a entender que ya no volvería a pasar.
Al menos eso esperaba.
Tsuki suspiró y aceptando se colocó en posición de combate, cuando entrenaba con Togata, ambos preferiría el combate cuerpo a cuerpo, de esa forma ambos fortalecía sus defensas sin la utilización de su Kosei. Además que beneficiaba al rubio.
El Kosei de Mirio, Permeabilidad le permite hacerse intangible, con lo cual puede atravesar muros y objetos sólidos, incluyendo el mismo suelo, al igual que evadir los ataques de sus adversarios.
Sin embargo, al volverse intangible, su ropa atraviesa su cuerpo, por lo cual se arriesga a lo que esto conlleva. Lo cual lo obligaba a entrenar aún más, pues su particularidad requería más control que las de los demás.
Había entrenado tanto que ya podía ulizar su quirk en algunas partes de su cuerpo, pero había un problema. De tanto entrenar con ella, había veces que la activaba sin pensar, ocasionando que perdiera la ropa.
Justo como ahora.
Mirio esperaba el ataque de su compañera, sin aún ponerse en guardia solo quedándose ahi parado. Pero en un descuido suyo por su gran estusiasmo en luchar contra la albina, había activado su Kosei involuntariamente.
Perdiendo la ropa de gimnasia al instante.
La pobre Luna sintió su rostro rojo y hasta quizás humo saliendo de sus orejas.
—¡No de nuevo! —pensó y sujetando a su amiga peliceleste para hacerla voltear junto a ella—. ¡Mirio! —se quejó la albina ya sin verlo.
—¡Perdón... Fue de la emoción! —riendo avergonzado comenzó a vestirse de nuevo.
Ya vestido afirmó que ya no había peligro de ver algo indebido.
Tsuki pensaba en no volver a voltearse, pero rendida lo hizo, aunque en vez de ver a su rubio amigo sus ojos se toparon con una espalda ancha cubriendola. Sus mejillas se sonrojaron al ver unos mechones conocidos.
Tamaki se había colocado frente a ella para cubrirla e impedir que viera al rubio desnudo. Luego de unos minutos volteó a verla con intensidad, y sonrió con timidez y una pizca de dulzura mientras sus mejillas se sonrojaban.
Tsuki sintió un vuelco en su pecho. Pensando en cómo aquel muchacho podría acabar con todas sus defensas con tan sólo una sonrisa dulce del chico de cabellos oscuros y tímida actitud.
Sonrisa que le parecía tan dulce como la miel.
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