꧁🌑CAPÍTULO TRES༺࿐

El anciano levantó la tapa de aquella caja de madera que Su A llevaba en la carreta revelando varios objetos, algunos de ellos cubiertos de sangre.

—¿Porque no vienes conmigo a un lugar cómodo?— dijo el anciano mientras volvía a cerrar la caja y emprendía su viaje mientras el ahora antiguo caballo de Su A tiraba de la carreta que era rodeada por bellas luciérnagas

Año 1998

Padre e hija se encontraban sentados en una banca observando el hermoso mar que se encontraba debajo del puente bellamente iluminado.

—Hija— llamo el hombre a la pequeña. —Hoy era tu cumpleaños y no pude comprarte jjanjangmyeon— dijo el hombre sobando la espalda de la pequeña.

—Todo está bien, no tengo hambre— respondió la pequeña regalandole una pequeña sonrisa, el rostro de su padre lo decía todo pero el hombre solo bajo la cabeza un poco triste.

Una pareja paso frente a ellos, un billete cayó del bolsillo del hombre pero este ni siquiera se dio cuenta simplemente siguiendo su camino junto a su pareja.

El padre de la pequeña quién mantenía su cabeza baja rápidamente se percató y disimuladamente volteo esperando ver como la pareja seguía su camino sin percatarse de lo que habían dejado botado.

Rápidamente puso su pie sobre el billete. —Vamos a comprar jjanjangmyeon con esto— le susurro a la pequeña.

La pequeña negó con la cabeza y se levanto golpeando la pierna de su progenitor para que liberase el billete y poder recogerlo.

—Señor— grito la pequeña al hombre.

—Hey hija— fue lo único que pude decir su padre pero fue en vano.

—Has dejado caer tu dinero— dijo la pequeña entregando el dinero al hombre mientras esté le hacía una reverencia agradeciéndole para luego alejarse junto a su pareja.

—¡Dios, eres un buen chico!— apareció un anciano con un canasto de flores blancas en su antebrazo haciendo voltear a la pequeña. —Tienes la frente ancha y los ojos brillantes— le sonrió.

Su padre quien se encontraba lamentandose de haber perdido el billete hace unos minutos se percató de la presencia del anciano se levantó como rayo de la banca en la que se encontraba para ir por su hija.

—Tienes una cara muy propicia ¿Hoy es tu cumpleaños? Dime el año y la hora en que naciste— dijo el anciano mientras le regalaba una sonrisa a la pequeña.

—Hey hombre, no estamos comprando flores sigue tu camino— se apresuró a decir el padre de la pequeña, desconfiando de la presencia del anciano y haciéndole señas con la mano para que se fuera.

—Oh querida tus primeros años fueron desafortunados, así que naciste de un padre como él— soltó el anciano mientras que el padre simplemente rodo sus ojos con molestia por aquel comentario.

—Pero no es una relación desafortunada, tener una vida difícil desde el principio significa que esta autorizado para la buena fortuna te estas lavando de mala suerte— el padre abrió más sus ojos volteando a ver al anciano.

—¿Qué? "Mala suerte"?— dijo el padre.  —¿Cómo puedes hablar tal basura solo para venderle flores a una niña?— pregunto el padre al anciano mientras esté lo veía con un poco de desagrado al oírlo decir aquello. —Hijo, sólo espera. Voy a ganar mucho dinero y te comprare un regalo de cumpleaños.

—¿Regalo?— pregunto la niña.

—¡Flores!— grito el anciano. —Las flores son para cumpleaños— dijo el anciano mientras tomaba un par del canasto que llevaba.

—No estoy comprando flores— dijo rápidamente el padre elevando un poco la voz haciendo brincar al anciano.

—Las flores también son buenas— comentó la pequeña a su padre. —Puedes simplemente arrancarlas por mi en lugar de comprarlas, así que no hagas cosas peligrosas solo para ganar dinero— sentenció la niña a su padre.

—Dios mío— dijo el anciano sorprendido haciendo un gesto de ternura ante lo dicho por la pequeña

—Eres demasiado joven para preocuparte por cosas así— dijo su padre mientras desordenaba el cabello de la pequeña y volvía a espantar con su brazo al anciano para que se fuese.

Finalmente el anciano se rindió, minutos pasaron para que unas patrullas empezarán a llegar al lugar, mientras que la gente ya rodeaba el lugar curiosa por saber que había ocurrido.

Algunos oficiales ya se encontraba adentrándose a la orilla del mar buscando con lámparas mientras sacaban y metían unos palos de metal.

—¿Hay algo?— pregunto un oficial que se encontraba obstruyendo la vista de la gente

—Por ahí, compruebe allí— gritaba otro que también estaba buscando

Mientras tanto una mujer salía del mar con cara de haber estado trabajando toda la noche y solamente dormir 10 minutos.

Mientras tanto los oficiales ya se encontraban sacando el cuerpo que habían encontrado, un paso desafortunado hizo que un oficial resbalase dejando al descubierto el rostro de la mujer. La mujer que aún no había salido completamente del mar abrió su ojos por la sorpresa, el cadáver que habían encontrado era el de ella aún confundida por todo giro su cabeza encontrándose con un rostro familiar que ya se escabullia entre las personas.

La mujer suspiro pesadamente volteandose para observar la hermosa luna llena mientras su parte inferior que aún estaba tocando el agua hervía.

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