𝟎𝟑
—¿Por qué caminas de un lado a otro Senkū?
Habló el hombre de cabellos grisáceaos peinados hacia atrás, mientras él también nervioso caminaba de un lado a otro junto al pequeño.
—¿Sucede algo? —volvió a preguntar Byakuya, pero antes de recibir respuesta el sonido el timbre llamó su atención.
—¡Yo voy! —habló de repente Senkū, mientras corría hacia la entrada del departamento y abría la puerta sin esperar más.
Y un confundido y curioso Ishigami lo seguía y se asomaba con lentitud al oír como el pequeño amante de la ciencia empezaba a hablar junto a otra persona.
—¿Viniste sola? —escuchó la voz de su hijo, mientras por fin lo veía cerrando la puerta, luego de que la persona que había tocado entrara.
—Mis padres me dejaron aquí antes de ir a trabajar...
Y fue es ese momento en que el mundo del hombre se sacudió tras oír la dulce voz de una niña junto a su hijo. Quien al parecer no se sentía para nada incómodo con su presencia.
—¡Senkū, mi hijo! —pensaba el hombre mientras exageradas lágrimas salían de sus ojos—. ¡Esta con alguien de su edad! ¡Una niña!.
Gritaba con orgullo en su interior al ver por fin a su hijo socializar con alguien de su edad y no sólo estar encerrado en su habitación haciendo distintas cosas relacionados a la ciencia. Cosa que había estado haciendo con más frecuencia luego de que le haya regalado todo tipo de cosas científicas.
—¡Ha llegado la primavera para Senku! —seguía gritando a voces en su cabeza, mientras levantaba los brazos en señal de una cómica victoria.
Mientras él se encontraba en su propia fantasía en donde veía a su pequeño por fin socializar.
—Oye, ¿qué estas haciendo?...
Una voz que conocía muy bien lo hizo salir de sus sueños color rosa.
Viendo frente a él al pequeño Ishigami, quien lo observaba con el ceño fruncido por las tonterías que hacía su padre.
Byakuya tosió con disimulo mientras trataba de ocultar su vergüenza, acción que fue dejada de lado al ver a una pequeña niña casi de la misma estatura que el albino, observándolo detrás de su hijo.
—Hola, pequeña... Soy el padre de Senkū puede llamarme Byakuya —se presentó agachandose un poco para hablar con ella quien seguía observándolo con sus grandes orbes naranjas y las mejillas algo rojizas.
—Hola Byakuya-San, mi nombre es Hoshino Kinsei, mucho gusto —se presentó con cortesía, haciendo que el mayor casi fallezca de ternura.
Pues no estaba acostumbrado a ese tipo de ternura, pues su hijo de eso no tenía ni una pizca.
—Si sí... Vamos no perdamos tiempo —interrumpió Senkū mientras agarraba la mano de la niña y la lleva hacia su habitación en donde estaban todas la cosas nuevas que su padre le había comprado.
El Ishigami mayor observó con orgullo a su hijo, al ver que al parecer por fin iba a jugar con alguien de su edad.
—¿Irán a jugar en tu habitación? —preguntó esperanzado, mientras de nuevo su imaginación comenzaba a volar, viendo a su hijo jugar con la pequeña Kinsei.
Pero todo sueño e imaginación de aquella hermosa escena.
—¿Ahhh, jugar?. Pero que tonterías dices —respondió Senkū con las cejas fruncida en desacuerdo—. ¿Por qué perderíamos nuestro tiempo en eso?.
Se hacía pedazos junto las esperanzas del pobre hombre.
Quién observó a su hijo sin saber qué decir, viendo cómo este lo ignoraba y volteaba a observar a la pequeña quien con curiosidad observaba al hombre, quien había caído de rodillas frente a ellos.
—¿Lo trajiste? —preguntó el pequeño a la niña, mientras está volvía a poner su atención en su amigo.
El pequeño la vio asentir con emoción, mientras de su pequeña mochila sacaba diferentes tipos de objetos como controles de televisión entre otras cosas.
—¡Podemos usarlos todo lo que quieras! —habló con entusiasmo la menor, mientras veía a pequeño sonreír de igual forma.
—¡Pues no perdamos más tiempo, vamos! —dijo mientras volvía a estirar a la menor hacia su habitación y está se despedía del mayor con su mano.
Quién los vio irse, junto a sus sueños de que su hijo por fin haya encontrado a alguien con aquen jugar.
—Estas cuatro fuerzas lo construyen o destruyen todo. Si hay algo, si existe, lo hace bajo su aprobación y sólo siguiendo sus directrices...La gravedad, el electromagnétismo...
En medio de aquella habitación lleno de objetos científicos, se encontraban dos niños, sumergidos en libros mientras descubrían nuevos conocimientos juntos.
—En resumen, la electricidad es el poder más esencial del universo —murmuró en voz alta el pequeño Ishigami, mientras seguía manipulando aquel pequeño robot de juguete que la pequeña Hoshino había traído.
—Al parecer es así —respondió la castaña sentada en el suelo recostando su espalda el la silla en donde él se encontraba sentado, mientras tenía un libro entre sus manos el cual se encontraba leyendo.
—Ku-ku-ku. Que emocionante —se rió el niño emocionado por aprender más sobre lo que le apasionaba.
Y mientras ambos niños se encontraban tan absorbidos por lo que estaban haciendo.
No notaron que un pobre Byakuya se encontraba tumbado en el suelo frente a la habitación.
Sufriendo porque sus sueños rosas que al parecer...
Nunca se harían realidad.
—Oye Senkū, ven un momento.
El nombrado había dejado de lado su trabajo y sin refutar camino hacia el otro extremo del salón en donde el club de ciencia siempre se reunía.
—¿Qué quieres ahora? —preguntó con el sueño fruncido mientras llevaba uno de sus dedos a su oído y lo comenzaba a mover de un lado a otro.
Había pasado ya unos días desde que Ishigami Byakuya había ido al espacio junto a los demás astronautas.
Mientras en la tierra, ambos amantes de la ciencia seguían su vida cotidiana realizando nuevos experimentos.
—Prueba esto —habló la castaña volteando a verlo, extendiendo una pequeña capsula de color verdoso algo claro.
Senkū sujetó aquello que parecía ser una pastilla y lo observó con atención.
—¿Lograste encontrar un equilibrio para que funcione? —preguntó curioso al recordar lo que su amiga había estado haciendo desde hace unas semanas.
La joven Hoshino tan solo asintió con la cabeza, mientras esperaba a que el científico probará dicha pastilla que había creado.
No sólo ella se encontraba atenta, sino también los demás miembros del club, quien observaban temerosos aquella creación de la castaña.
Temiendo que dicho experimento vuelva a salirse de control como algún que otro lo había hecho.
Algunos observaban al Ishigami mientras negaban con la cabeza o con las manos, queriendo decirle que lo no hiciera.
Pero toda advertencia fue ignorada por el joven de cabellos que desafían la gravedad. Quien sin esperar más llevó aquella pastilla a su boca tragándola al instante.
Kinsei observó como lo tragaba y sin esperar le extendía un vaso con agua.
—¿Cuánto tarde en que surja efecto, esta vez? —preguntó el joven curioso, mientras se sentaba junto a la castaña quien veía algunas anotaciones que había hecho antes.
—Creo que 15 minutos quizás —murmuró mientras guardaba algunas plantas medicinales que había usado.
Senku se quedó allí sentado esperando a que la pastilla haga efecto. Se encontraba repasando el sabor que había tenido cuando lo probó.
—¿Usaste menta? —preguntó curioso.
Kinsei sonrió y le dio la razón mientras se sentaba a lado suyo y empezaba a explicarle como había realizado dicha pastilla.
—Lo intenté con hojas de menta y corteza de sauce, ambos contiene sustancias que le otorga propiedades analgésicas actuando de forma muy similar a la aspirina, pero de manera completamente natural —explicó con calma—. Debería ser tan aficaz como una pastilla común para el dolor de cabeza.
Dijo en voz alta la castaña para que así todo el mundo dejara de temer por la vida del joven Ishigami, quien se encontraba sumamente tranquilo al parecer.
Después de todo no se trataba más que una medicina casera y natural en forma de capsula para el dolor de cabeza.
—¿Que tal te sientes? —preguntó la muchacha luego de haber pasado los minutos.
Ya había probado en ella misma la eficacia de su medicina contra el dolor de cabeza, pero quería que otro más lo hiciera para así saber más sobre su eficacia.
Y quien mejor que su mejor amigo amante de la ciencia, quien desde hace unos días había se había quejado por su dolor de cabeza tras su fallidos experimentos.
—Mmm —asintió con la cabeza mientras aprobaba el funcionamiento de dicha medicina, al sentir como hacía efecto reduciendo su dolor de cabeza hasta ya sentirse relajado.
Así pasaron el resto del horario del club, ayudándose en sus investigaciones. Tanto Kinsei como Senku, siempre habían acudido al llamado del otro cada vez que se necesitaban. Habían sido así desde sus primeros días como miembro del club de ciencia o incluso desde su infancia cuando pasaban horas y horas en el cuarto del joven Ishigami, realizando cualquier tipo de cosas relacionadas con la ciencia y con un nuevo aprendizaje.
—Ese fue un mini concierto especial, no soy tan masoquista para cantar en vivo frente a los astronautas...
Se podía oír aquella dulce y melodiosa voz femenina a travez de la pantalla de su computador.
—Discúlpenme. ¡Nos vemos! —volvió a oírse la voz de Lilian Weinberg, para luego finalizar su video.
La joven de cabellos castaño se encontraba dando vueltas en la silla giratoria de su escritorio comiendo un pocky de chocolate, mientras la música volvía reproducirse sonando "One Small Step" nuevamente, al ser una de sus canciones favoritas.
—Ku-ku-ku...
Se escuchó una risa muy conocida para la joven, está vez proveniente de su celular en donde podía verse el nombre de su mejor amigo y una foto que ela le había sacado años atrás, en la sección de llamada.
—¿Encontraste algo interesante? —preguntó Kinsei, mientras dajaba de dar vueltas y volvía a poner su atención a joven Ishigami, con quien había estado hablando desde hace un tiempo por celular.
—Los número de publicaciones de descubrimiento sobre las golondrinas de piedra —respondió Senku sin más.
Mientras la castaña recordaba algo acerca de ese tema y como Taiju les había hablado un poco sobre eso al igual que Yuzuriha.
La joven Hoshino rápidamente se acercó a su computador y también empezó a investigar sobre el tema, yendo a la mismas publicaciones del cual el ojicarmin le había dicho, no si antes meterse otro palillo de pocky en la boca.
—Ya veo, ha aumentado por todo el mundo —habló la castaña, observando el mapa que se mostraba en su pantalla, enviada por el Ishigami—. Es proporcional a la población real de golondrinas.
Dijo mientras que volvía a oír la característica risa del joven amante de ciencia, demostrando lo emocionado e interesando que está sobre el tema.
—¡Exacto! —afirmó sus palabras con entusiasmo.
Mientras que en su departamento Senku sonreir teniendo una pluma en sus labios y sus orbes carmesíes fijos en las pantallas de su computador.
—Calcular las estadísticas sería excesivo —volvió a hablar el albino, sabiendo que su amiga está de acuerdo—. Lo que significa que estas estatuas...
—Son golondrinas reales que se han petrificado...
Terminó Kinsei la frase, también con una sonrisa y sus orbes de atardecer brillando de intereses.
Volvió a oír la risa de su mejor amigo, lo cual logró ensanchar su sonrisa aún más.
—¿Golondrinas petrificada por todo el mundo? —lo escuchó decir a travez de la llamada en un tono burlón—. Es tan absurdo que es gracioso.
Hoshino suspiró sin borrar su sonrisa al ya saber lo que se venía, sin más se acercó de nuevo a su computador para empezar a buscar aún más información acerca del tema. Mientras las últimas palabras de joven Ishigami ocasionaban que sus orbes pigmentados de un cálido atardecer, obtuvieran el brillo de uno verdadero. Al tener frente a ellos la oportunidad....
—Que emocionante...
De obtener y aprender juntos nuevos conocimientos ....
Nota de la Autora:
Disculpe la tardanza y espero que disfruten de capitulo!!
En multimedia una imagen de Kinsei, y un pequeño detallito. A ver si alguien llega a notarlo :)
Gracias por leer!
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