𝟎𝟏

—¡Ten cuidado!.

Una voz suave llamó la atención del pequeño niño de orbes rojizas que vestía una pequeña bata de científico, quien se encontraba como todos los días con realizando un nuevo experimento.

¿Ah? —hizo un sonido de no comprender la acción de la niña de cabellos castaños—. ¿Qué quieres niña? —preguntó no muy conforme a que alguien le estuviera haciendo perder su valioso tiempo.

La pequeña al oír el tono de su voz, también frunció las cejas y sus hermosos orbes de color naranja brillaron de enojo.

¡La vas a pisar! —exclamó y con un suave empujon alejó al niño unos pasos atrás mientras lo oía quejarse.

¡Oye!.

Pero el pequeño de cabellera extraña fue olímpicamente ignorado por la niña, quien agachándose comenzó a tocar el suelo con sus manos como si estuviera examinando algo.

El pequeño amante de la ciencia chasqueó la lengua dispuesto a irse a otra parte para ya no ser molestado, pero la voz alegre de la niña llamó su atención.

¡Bien, la petunia está bien! —celebró la pequeña al ver la flor que el pequeño estuvo a punto de pisar.

El de ojos rojos suspiró frustrado al ver que solo se trataba de una flor, de seguro que esa niña tan solo se había acercado porque le pareció algo colorido y llamativo.

Que tontería —murmuró ya dispuesto a ir, pero nuevamente sus piernas no se movieron.

Pues había oído...

Es una petunia hibryda.... —murmuró la ojinaranja mientra observaba con atención aquella flor—. Pertenece a la familia...¿Cuál era su nombre? —trató de recordar—. Sola...Solanác...

Algo que un niño común de 9 años no estaría diciendo.

—Solanáceas —la interrumpió el niño a quien había empujado, al parecer sorprendiendola pues había pensado que ya se había ido—. Son una familia de plantas herbáceas con las hojas alternas simples y sin estípulas.

El pequeño sonrió de forma socorrona creyendo que no sería capaz de comprender nada de lo que había dicho.

¡Pertenecientes al orden Solanales! —le respondió la niña con un gran entusiasmo mientras le daba la razón—. Tienes razón, es una flor hybrida.

El pequeño se sorprendió por el acercamiento repentino de la niña, pero volvió a sonreír de forma burlesca.

Ku-ku-ku, no es una hybrida —habló, pero la niña lo interrumpió al instante.

¡Claro que lo es! —dijo segura de sus palabras mientras de la pequeña mochila que llevaba en su espalda sacaba un grueso libro de tapa oscura, hojeandola con rapidez hasta una página exacta—. ¡Mira! Aquí lo dice, petunia hybrida, está flor es una petunia night sky.

Así el niño amante de la ciencia se dejó llevar momento, acercándose y sosteniendo el libro entre sus manos, mientras dejaba con cuidado en el suelo los materiales del experimento que antes se encontraba realizando.

Introducción a la Botánicaleyó la portada del libro y curioso puso atención en donde la pequeña se encontraba señalado, al parecer tenía razón, pues todas las características de esa flor eran las mismas a las que se describían en el libro, solo que no tenía ninguna ilustración, todo era escrito.

La niña sonrió y esperó a que el niño terminará de leer su preciado libro.

Tenías razón —murmuró el rubio mientras volteaba a ver como la niña sonreía aún más—. ¿Cómo lo supiste a simple vista, aquí no hay una ilustración de cómo se ve la flor? —preguntó aun con la idea de que una pequeña niña no sería capaz de comprender todos los difícil términos que se encontraban escritas en ese libro.

La niña frunció las cejas nuevamente.

Es obvio, lo leí y lo reconocí por su descripción —dijo calmada mientras observaba la flor—. Además es muy sencillo, los cinco pétalos se encuentran coloreados de un tono violeta o lila con manchas blancas que hacen que se parezca a la galaxia.

La niña se agachó y apunto con una de sus manos a la pequeña flor para que él también pudiera verlo y comprobarlo.

Así lo hizo el pequeño amante de la ciencia, mientras detallaba los colores que pintaban los pétalos de aquella flor.

Si lo vez bien, pareciera que estás viendo el verdadero espacio de frente —dijo la niña con una sonrisa, llamando la atención del niño.

Quien solo se alejó y sonrió con confianza como solía hacerlo.

Ku-ku-ku, no es necesario que lo vea —habló mientras caminaba hacia sus cosas para seguir con su trabajo—. Ya que lo veré de todos modos muy pronto.

Las últimas palabras causaron curiosidad en la niña quien, también levantándose y guardando su libro se acercó a él.

¿Cómo lo harás?.

El niño volteó y la observó con obviedad.

Ire al espacio... —respondió hablándole de su sueño, mientras esperaba que, así como su prefesor la niña le hablara sobre convertirse en astronauta cuando fuese un adulto.

Pero grande fue su sorpresa...

¡Ohh eso es genial, estoy segura que lo conseguirás pronto! —exclamó la niña con una sonrisa, como no hacerlo si todo lo relacionado a la ciencia le fascina, aunque prefería inclinarse a la rama de la botánica.

Al oírla hablar de ese modo.

¿No crees que debo esperar a ser grande y convertirme en astronauta? —le preguntó, mientras pensaba que aquella niña era sumamente extraña.

La pequeña de ojos naranjas dejó caer su cabeza hacia un costado, demostrando confusión mientras volvía a hablar.

Y así volverse...

¿Acaso importa la edad para poder cumplir tu sueños?.

Alguien interesante para el pequeño Ishigami.

Hoshino-san...

En medio de aquel salón que el club de ciencias utilizaba para sus trabajos.

Una joven estudiante de cabello castaño, vestía una larga y blanquecina bata científica mientras se encontraba sumamente concentrada en su nuevo experimento basado de su rama favorita de la ciencia, la botánica.

¡Hoshino-san! —volvió a llamarla su compañero de club.

La nombrada salió de dicha alta concentración por su nueva investigación, y disgustada volteó a observar a quien la había interrumpido.

El joven tragó saliva al notarlo y nervioso decidió continuar.

Podria evitar que el aroma que desprende su trabajo...abarque.. to...todo el lugar —murmuró lo último aterrado por la mirada que la joven tenía.

Kinsei se quedó observadolo por un momento para luego dar un repaso con su mirada naranja al lugar, llegando a encontrarse con otra de tono carmín con una chispa de burla.

¿Sientes algún mareo? —habló de repente al muchacho quien dio un sobresalto mientras negaba con la cabeza—. ¿Algun fluido en las orejas o sabor metálico en la boca? —volvió a preguntar mientras se quitaba los guantes de sus manos.

Aquellas preguntas empezaron a asustar al pobre joven, acaso debía sentir alguno de esos síntomas.

¿Cuántos dedos ves? —la castaña levantó dos dedos frente a él.

Su pobre compañero ya no pudo soportarlo y se alejó temiendo lo peor.

¡No...no siento nada de eso Hoshino-san! —grito con temor, mientras que la mayoría del salón comenzaba a temer que aquel extraño olor del experimento de la muchacha fuera peligroso.

Pero todo esa escena fue interrumpida por una divertida risa, de alguien que al parecer estaba disfrutando de aquella situación

Las Salvias son una planta muy aromática, tiene una composición química compleja con abundantes metabolitos de naturaleza terpénica —habló mientras sostenía una hoja de dicha planta utilizada muchas veces para la medicina—. Sus hojas manifiestan actividad antibacteriana, fungistática y virostática.

Siguió explicando a sus compañeros mientras les decía que tanto su aroma como su savia no eran tóxicas sino tan sólo algo amargas.

Ahora que saben que no es peligrosa —Kinsei sonrió de forma dulce asustando a su compañero—. ¿Les sigue molestando su aroma?.

El muchacho no pudo responder y sin más se alejó de la mesa de la castaña luego de disculparse.

La Botánica soltó un suave suspiro y se acercó de nuevo a su lugar queriendo seguir con su trabajo.

Pero otra persona, está vez más ruidosa había entrado por la puerta con fuerza gritando tanto su nombre, como el de su amigo de la infancia.

¡Senku, Kinsei! Ya volví —la voz del fuerte estudiante de cabellos oscuros llamó la atención de los dos nombrados, mientras abría la puerta y tanto como él como una chica de cabellos castaños y mirada dulce se adentraban al salon—. Dijiste que querías una carga ligera, le pedí cuatro pasajeros.

El mejor amigo del amante de la ciencia y también amigo de la botánica sonrió por cumplir con su misión, el era Ōki Taiju.

A Ogawa Yuzuriha del Club de Manualidades —presentó a la joven junto a él, mientras está sacaba de su bolsón cuatro pequeños muñecos tres parecidos a ellos.

Y el ultimo igual a la joven Hoshino.

Quien al oír a su amigo llamarla se había acercado quejando junto al Ishigami.

Es algo vergonzoso hacer un muñeco de mi —habló con timidez Yuzuriha mientras les regala a los tres amigos una sonrisa.

No tienes porque hacerlo —habló la científica especializada en la botánica, mientras observaba su propio muñeco que se encontraba también con una pequeña bata blanca como la de Senku—. Son buenos, tienes mucha habilidad Yuzuriha-san —sonrió a la muchacha quien suspiro aliviada.

¿Ustedes se conocen? —habló de repente Taiju sorprendido porque su amiga amante de la plantas conociera a una muchacha de su edad.

Kinsei frunció las cejas mientras se cruzaba de brazos demostrando su malhumor por las palabras de su ingenuo amigo.

Mientras que Yuzuriha reía por lo tierno que se veía el chico.

Kinsei-san nos ayudó al club de manualidades en varias ocaciones —explicó la muchacha con una sonrisa, pues desde que había conocido a la científica había congeniado con ella y mientras más hablaban más amigas se habían hecho.

¿Ahh, acaso piensas cambiarte de club Come Yerbas?.

Una voz masculina y burlona interrumpió aquel agradable momento, mientras el joven de cabellos que desafiaban la gravedad sonreía con diversión al ver la exposición molesta de su amiga.

Ja, ¿quien te detendría de hacer explotar lugar si no fuera yo Cebollín mal Formado? —respondió de la misma forma la castaña, mientras ella y el rubio se maldecian con la mirada pero con una tenebrosa sonrisa en sus labios.

Mientras que, los otros dos chicos sudaban en frío por el miedo que esos dos locos por las ciencia provocaban.

¿Para qué los usarán? —preguntó Yuzuriha con intención de cambiar el ambiente.

Al oírla Taiju volvió a su actitud energética mientras el respondía con una gran sonrisa.

Es algo genial, de seguro te sorprenderá cuando lo veas —dijo mientras extendía sus brazos— ¿Senku puede venir con nosotros? —habló está vez a su mejor amigo.

Quien de forma despreocupada aceptó mientras llevaba un dedo a su oído y comenzada a moverlo.

Ya los tres estudiantes a punto de irse, notaron que la joven de ojos naranjas no se había movido de su lugar.

¿Kinsei, no vienes? —habló Taiju extrañado porque su amiga de la infancia no los acompañará, siendo que, desde que los tres se habían conocido la muchacha siempre había estado en todos los trabajos o experimentos de Senku ayudando o hasta realizando también su propia investigación basada en la botánica.

No creo que pueda —habló con calma mientras se revolvía sus cabellos castaños y soltaba un suspiro para voltearse e ir a su sitio de trabajo, mientras levantando una mano se despedía de sus amigos.

Y decía...

Me cuentas el progreso luego —habló con seguridad.

Algo que hizo que Senku sonriera como siempre lo hacía.

Ku-ku-ku, dalo por hecho —habló y sin más dejó el salón seguido de los otros dos.

Mientras que la joven también amante de la ciencia.

No pudo evitar sonreír con seguridad de que no importaba si el cohete fallaba de nuevo.

Estaba segura de que su amigo tendría un gran progreso en su camino por cumplir su sueño.

Desde de todo.

Era la persona más inteligente y testarudo que conocía.

Eso podía confírmalo al 10.000 millones por ciento.

Los rayos del sol se encontraban despidiéndose del día, mientras el crepúsculo se forma en el cielo y tanto la luna como el Lucero de la Tarde hacian su aparición.

Era interesante como aquella estrella, más bien era el planeta Venus al cual solían referirse de esa forma, cuando a su visión era al atardecer y Estrella del Alba cuando era visible en el cielo al amanecer.

Eso significaba su nombre "Kinsei" nombre del mismo planeta que brillaba sobre ella y que tenía por significado "Estrella de Oro" por su intenso brillo.

Hasta que por fin decides salir —una voz que conocía muy la hizo despegar su mirada del cielo.

Habia dejado el Instituto recién, y se dirigía hacia la salida. Pero grande fue su sorpresa al ver al joven Ishigami recostado en uno de los muros que rodeaba las instalaciones, de brazos cruzados esperándola.

Tuve un pequeño percance —respondió mientras suspiraba demostrando su cansancio—. Y bien ¿Que tal les fue?.

Preguntó mientras ambos comenzaban a caminar hacia sus hogares, que por suerte quedaban en el mismo barrio.

Senku sonrió al oír su pregunta y con agilidad sacaba su notebook para abrirla y enseñársela a su amiga.

Tu que crees —habló con seguridad, mientras veía como los ojos naranjas de la joven brillaban de emoción, lo mismo que el sentía al haber progresado en su sueño de ir al espacio.

¡Te dije que mis cálculos eran correctos! —celebró Kinsei mientras reía y Senku fruncía el ceño.

Mientras esos dos amigos de la infancia seguían su camino.

¿Ahhh? Mis cálculos estuvieron mejores al 10.000 millones por ciento —le reprochó con una mirada en desacuerdo.

Compartían sobre diversos temas sobre la Ciencia.

Porque eso eran..

¡Mira, mi muñeco fue más lejos!.

—¡Eso no tiene nada que ver!.

Unos locos amantes de la ciencia.

Nota de la Autora:

¡Primer capítulo, espero que sea de su agrado! Ya quería empezarlo jaja.

El nombre de la protagonista es Hoshino Kinsei, Kinsei es el nombre de Venus en Japón que significa "Estrella de Oro" y Hoshino significa "Campo de estrellas". Lo que podría interpretarse como "Estrella de Oro en un campo de estrellas" o "Venus en un campo de estrellas".

Y su apariencia de cómo era al ser pequeña se encuentra en el multimedia.

Gracias por leer!

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