𝓗𝓸𝓳𝓪𝓼
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– ¿Una niña rubia te molestó?
– Si, después de que intente ayudarla... ¡Se fue sin decirme nada!
Shinobu Kocho, una de sus queridas compañeras del cuerpo cazador de demonios, rio suavemente dejándolo levemente confundido por ello.
– ¿Y por qué la dejaste ir?
Su pregunta le saco un suspiro.
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– Espera un momento...
Volviendola a sujetar de la muñeca, Muichiro demandó dispuesto a volver a preguntar y sin embargo...
- ¡Misión! ¡Nueva misión! - Ginko, su cuervo, apareció volando - ¡Debes apurarte Muichiro!
— El deber te llama - canturreó la chica, volviendo a soltarse de su agarre - Adiós~
Sin poder hacer nada, la vió irse.
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Shinobu no pudo evitar carcajear al escucharlo narrar lo sucedido.
– Shinobu... No me estás ayudando - murmuró avergonzado -
– Perdón es que... Nunca te había visto así de fastidiado - dejando de reír, le sonrió - ¿Y no has intentado volver a buscarla?
–... No realmente - admitió - ¿Debería? Es decir... Se veía muy reacia a responderme...
– Quizás la este pasando mal pero no quiere demostrarlo - dejando de sonreír brevemente murmuró antes de volver a su usual expresión amable - Si te preocupa tanto, deberías buscarla y tratar de volver a hablar con ella.
– No es que me preocupe... Solo me intriga.
– Si tú lo dices - volvió a reír suavemente - Antes de que te vayas... ¿Has vuelto a tener dolores de cabeza?
– No, mi cabeza esta bien - afirmó dandole una cálida sonrisa - Se que fuiste tú la que me diagnóstico mi perdida de memoria y por lo tanto me ayudaste con el tratamiento - un poco apenado, murmuró - Nunca tuve la oportunidad de decirte... Bueno... Muchas gracias.
La de vista morada le dió un pequeño apretón en el hombro, de forma casi que maternal.
– No me agradezcas Muichiro - de manera sincera le sonrió - Me es suficiente con saber y comprobar que te encuentras mucho mejor.
Y con un pequeño abrazo de despedida, el menor de los pilares salió de la finca mariposa con una agradable sensación en el pecho.
- ¡Una intrusa! ¡Una intrusa! - Ginko volvió a aparecer, revoloteando alrededor de su cabeza -
– ¿Intrusa? - su expresión volvió a mostrarse estoica - Por favor guíame.
- ¡Está en el jardín de la finca! - informó antes de volar rápidamente hacia el lugar indicado -
– ¿Por qué no le avisaste a Shinobu? - siguiendo a su amado cuervo, él de puntas mentoladas cuestionó -
- ¡Es qué es esa endemoniada niña de nuevo!
— ¿Te refieres a mí?
Muichiro parpadeo repetidas veces, enfocando su vista pudo confirmar que otra vez se trataba de esa extraña chica.
- ¡Por supuesto que sí! - comenzando a picotearla, Ginko exclamó - ¡Le has estado causando muchas molestias al maestro Muichiro con tu sola presencia!
— Entiendo... - sonriendole al ave, murmuró dándole igual los picoteos en su cabeza - Quieres mucho a ese pilar ¿Verdad? Que linda...
La aludida paro de picotearla, perpleja y expuesta.
– ¿Por qué estás aquí? - el único con rasgos masculinos del lugar cuestionó, acercándose hacia las féminas -
— No sabía que este era un lugar privado... - tratando de acariciar a Ginko, sin éxito, la de rubia melena respondió -
– Eso no responde mi pregunta - sentándose sobre el pasto, en frente de ella, Muichiro se cruzó de brazos - ¿Qué es lo que tramas, niña?
— Deja de llamarme así - fastidiada le respondió toscamente - Tengo un nombre y ya te lo dije.
A Muichiro le dió gracia esto.
– Lo haré cuando respondas mi pregunta - notando como ella se veía más fastidiada, él sonrió con sorna - Niña.
- ¡Ja! ¡En tu cara, niña! - le siguió Ginko -
Muichiro iba a acogerla entre sus brazos para protegerla de una probable reacción agresiva, Ginko solía molestar a los demás con solo sus palabras. Grande fue su sorpresa al escuchar como la rubia chica reía.
— Que cuervo tan lindo tienes - afirmó mirando a Ginko con mucho cariño -
La aludida parpadeo confundida, dejando ver sus largas pestañas.
El pilar tampoco entendía lo que acaba de pasar.
— En fin - levantándose del césped, sacudiendo un muy maltratado vestido, susurró - Lamento las molestias, solo quería ver las flores y a las mariposas... No sabía que sería inoportuno.
– ¿Por qué no vas a otro jardín entonces? - no quiso sonar grosero, genuinamente quería saber -
—...
Agitando su mano en señal de despedida, ella comenzó a alejarse.
– ¡Espera! - dispuesto a seguirla él exclamó, Ginko permaneció en su hombro también curiosa por la actitud de la fémina -
— ¿Que sucede? - sin dejar de caminar con cuidado entre la hierba, cuestionó -
– No respondiste me pregunta... - quedando nuevamente a su lado, Muichiro respondió - ¿Por qué eres tan reacia a responder? Ni siquiera te estoy preguntando algo malo...
— Si lo haces, me estás poniendo incómoda - murmuró sin dejar de caminar -
– ¿Incómoda? - obstruyendo su paso, él se detuvo en frente de ella - Tú eres la que se la pasa metiéndose en zonas privadas de la organización ¿Cómo te atreves a decir que te pongo "incómoda"?
— ¿Cómo se supone que iba a saber que ese jardín era una zona privada? - frunciendo ligeramente sus cejas, ella rezongó - Si tanto les molesta, deberían poner letreros o algo...
Ginko sintió como el pilar tensaba su cuerpo, sabiendo que se estaba enojando, decidió volar lejos de allí antes de presenciar su ira.
– ¡Eres estúpida! ¿Estás consciente de lo que dices? - se escuchaba notablemente indignado - ¿"Letreros"? ¿Para que los demonios nos encuentren y embosquen? ¡No sabes nada!
— ¿No sé supone que por eso ustedes están allí? - a diferencia de lo que Muichiro pensaba, ella siguió mirándolo con su ceño fruncido - Son pilares, los mejores espadachines ¿No es suficiente?
– ¡Ese no es el punto! - cada vez se exasperaba más - ¡No puedes simplemente entrar aquí como si nada! Si un demonio apareciera, defender al patrón y los alrededores es lo primordial.
Con su respiración levemente alterada, él de mayor estatura estaba más que dispuesto a marcharse.
— ¿Dices que no puedo venir aquí porque un demonio podría matarme? ¿Es eso? - sus labios bicolor se curvearon de manera despectiva - No suena tan mal a decir verdad.
Esa fue la gota que derramó el vaso.
Un fuerte sonido sordo hizo eco en el lugar, espantando a las coloridas mariposas, la mejilla derecha de la chica comenzó a inflamar.
– Me das asco - ariscamente afirmó bajando su mano - Cómo te atreves... Con que descaro vienes y dices semejante mierda... No sabés la cantidad de gente que ha sufrido por culpa de los demonios... Pero de seguro ni te importa, probablemente tienes una hermosa familia esperándote... - sus mentolados ojos la delineaban con repugnancia - Que mala suerte que su hija sea tan despreciable.
Azucena ni siquiera reparo en tocar su área levemente hinchada antes de volver a girar su rostro para poder verlo, sin ninguna expresión en particular más que sus ojos marrones profundamente vacíos.
— No hay nadie esperándome en una "casa" - murmuró, con voz apagada -
– ¿Vas a volver a mentir? - hastiado de su presencia, contuvo unas inmensas ganas de hecharla a patadas - Si tanto quieres morir ¡Adelante! Le estarías haciendo un favor a tus padres.
La cínica risa que recibió en respuesta le puso los pelos de punta, esa chica enserio estaba sacando lo peor de él.
— ¿Padres? - carcajeó - Ya lo entiendo. Un demonio mató a tus padres ¿Verdad? ¿Por eso te volviste pilar?
– Deja de reírte... Para en este instante - apretando sus puños, la idea de volver a golpearla se veía tentadora - No sabes nada... ¡No lo sabes!
Notando que su voz salió quebrada, la fémina paro de reír.
— Tienes razón, no lo sé - murmuró solo un poco arrepentida - Nunca tuve la oportunidad de crear recuerdos con una familia...
–... Si lo que dices es cierto entonces porque... ¿Por qué desprecias el dolor que solo un demonio puede causar? - quería comprender, necesitaba comprender el porque de su errado pensamiento -
Por primera vez, Muichiro pudo notar una expresión diferente en el rostro de la chica.
Una expresión que comprendía a la perfección.
— Los demonios no fueron los que me arrebataron mi... Felicidad - murmuró - Lo sé, ellos matan a cientos de nosotros cada noche... Pero lo hacen porque necesitan alimentarse... Al menos ellos tienen una razón válida para causar dolor...
Rencor.
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