𝐀𝐔 𝐅𝐀𝐍𝐓𝐀𝐒𝐈́𝐀┆𝖥𝖺𝗇𝗍𝖺𝗌𝗆𝖺.

Eran más de las diez de la noche, estabas terminando de limpiar los platos cuanto tu madre te llamó.

—Hija, recoge algo de agua cuando termines. —diablos, ¿Por qué siempre tenías que ir tú?

Estar cerca de aquel pozo te daba escalofríos, sobre todo siendo de noche. No sabías la razón, pero a veces jurabas que sentías a alguien observándote desde ahí.

Tenías que dejar de ver películas de terror tan de madrugada. Ya te estaba afectando el cerebro.

—Ya voy. —dijiste de mala gana mientras tomabas el tobo para salir de la casa. Te abrigaste al sentir el aire frío golpearte el rostro para avanzar entre la vegetación.

Te detuviste ya al frente colocando el balde para hacerlo bajar, más la curiosidad te hizo asomarte. Frunciste el ceño al encontrar nada más que el agua al fondo, bueno. Eso suponías ya que no se veía mucho por la obvia oscuridad.

—Ya me estoy inventando cosas. Solo es un pozo. —algo hizo que el tobo cayera al suelo. —Lo que faltaba. —lo buscaste de vuelta.

—Bu. —alguien te dijo al frente de tu rostro en el momento que volteaste. Lanzaste un grito y caíste al suelo. —Oye no—

—¡Mamáaaa! ¡Se metió un peje lagarto al pozo! —estabas aterrada, ¿En qué momento salió? ¿Cómo diablos llegó ahí sin haberte dado cuenta?

—Ya para de gritar, no te haré nada. —a comparación de ti, el chico estaba completamente calmado. Sonreía un poco, satisfecho de su pequeña broma.

Te levantaste de manera lenta, como si en el mínimo movimiento fuese a sacar un arma.

—¿Tú... quién eres? —volteaste hacia atrás por un momento, no había ningún rastro de que alguien te hubiese escuchado. Tu familia estaba sorda o había comenzado la novela.

—Soy Muichirou. El fantasma del pozo, aunque creo que eso es obvio. —le observaste con más detenimiento, tenía ese triángulo invertido en la cabeza y la mitad de su cuerpo se veía transparente. Si era una broma tenían buenos efectos especiales.

—Y... siempre has estado aquí, supongo... ¡Espera! ¡Tú eras el que me observaba, ¿No es cierto?! —le señalaste acusadoramente.

—Bueno, sí. No he tenido opción. Eres la única que está cerca de aquí.

—¿No puedes salir de ahí? —negó con la cabeza. —Ok, esto no puede ser más extraño. 

Los ojos mentas te observaban en silencio. Miró la cubeta.

—Supongo que ibas a buscar agua. Puedo apartarme.

—Uh ¿Gracias? —aunque, si era un fantasma podrías traspasarlo. Aunque bueno, ¿Eso le molestaba?... Demasiada información para una noche.

Bajaste la cubeta tras la atenta mirada de Muichirou, quien apoyaba sus brazos en una de las orillas del pozo. No sabías como describir la situación, era demasiado fuera de lo común.

Ya terminaba tu tarea, la sujetaste con ambas manos.

—T-te lo agradezco. —sonrió levemente.

—¡( _ )! —escuchaste la voz de tu madre, haciéndote girar.

—¡Ya voy! —volviste a verlo. —Ya tengo que irme.

—Está bien.

Después de aquella experiencia te costó bastante dormir, más bien, casi no dormiste nada. Girabas enterrada en tus sábanas una y otra vez tratando de asimilar lo que sucedió. Tenía sentido, siempre que salías aparecía esa sensación de ser observada.

Lo agradecías, eso significaba que no estabas tan loca. Todavía.

Tenías muchas preguntas. ¿Desde cuándo ha estado su alma adherida a ese pozo o qué hacían los fantasmas para no aburrirse?

La luz del sol se reflejó en tu rostro, ya era de día y no tardaría tu madre en llamarte para ayudar a la cocina.

Cuando terminaste dicha tarea, nunca pensarías en que agradecerías en que tu madre volviera a pedirte la solicitud de buscar agua de nuevo. Con una sonrisa que la extraño, saliste afuera.

Te acercaste con sigilo, no sabías si podría manifestarse de día. No tuviste que ni hablar cuando su silueta apareció asomándose con timidez.

—Hola. Pensé que no volverías. —dejaste el objeto a tu lado, buscando colocarte en una posición que no lograra verse por la ventana.

—¿Por qué dices eso? —te agachaste un poco para verlo mejor.

—Los humanos se asustan con facilidad, no he tenido mucha suerte. No me resultaría extraño que me temieras.

—¿Has conocido a otros humanos aparte de mí?

—Sí, hay otras personas que vivían en este lugar. Intente presentarme en más de una ocasión. —miró hacia el cielo colocando una mano en su mentón. —Esto... Una de ellas era una chica de cabello rosa, le gustaban mucho las flores que habían aquí. Pero cuando le salude se asustó tanto que se desmayó.

Hiciste una mueca aguantando la risa, pobre mujer.

—Y... un chico de cabello blanco con su hermano. Aunque cuando aparecí quiso tapar el pozo con rocas gritando que estaba maldito.

Te dio algo de pena, no parecía haberlo pasado nada bien.

—Entiendo, y disculpa que pregunte tanto pero... ¿No recuerdas desde cuánto tiempo estás aquí o algo así?

—No, no recuerdo nada de mi vida pasada. Solamente sé que no puedo alejarme a más de cierta distancia. —se quedó callado. —Ah, y que no estoy vivo.

—Lo supuse. —sonreíste un poco. Volteaste por un segundo para incorporarte. —Disculpa, pero si no regreso se van a preocupar por mí y no quiero que bueno, se enteren. Seguramente si lo hacen son capaces de hasta mudarse de país.

—Está bien. —ya con todo listo, te diste la vuelta para volver. —Perdón por asustarte, por cierto. —susurró. Cuando fuiste a verlo ya no estaba.

Esa misma tarde pensabas en alguna manera de liberarlo, es decir. Si aún seguía ahí era porque su alma estaba divagando. Buscabas si algo quedó de cuando vivía en la casa pero sin ningún resultado. Era muy difícil, pudieron haber pasado demasiados años y muchas familias debieron habitar la casa anteriormente.

Las cosas debieron haberse perdido, desechado o se lo llevaron otras personas. Saliste por un momento para despejar tu mente. Mientras caminabas notaste unas pequeñas piedras tapadas por algunas plantas.

Te agachaste y pasaste la mano con cuidado. Había un nombre tallado.

—Muichirou Tokito... —le levantaste con rapidez. Tal vez había algo más, cualquier cosa que señalara lo que faltaba. Te adentraste en lo más profundo del pequeño bosque, unas hojas secas con una forma particular te llamaron la atención.

Hallaste un gran árbol, estaba relativamente cerca de donde se encontraban la tumba. Tenía algo que ver. Era de un hermoso color amarillo, pero se veía algo enfermo.

—Tiene hongos... —susurraste notando como la corteza estaba debilitada.

Al regresar Muichirou observaba como ibas y regresabas de un lado al otro.

—¿Qué estás haciendo? —su vista te seguía.

—¡C-creo que encontré la manera de que ya no estés atado al pozo! —los ojos mentas se abrieron sorprendidos.

—...No tienes por qué tomarte la molestia, después de todo es muy difícil sin tener mis recuerdos. Ten cuidado con eso. —casi te golpeabas con unas herramientas de jardinería.

—Tal vez pero, ¡No pierdo nada intentándolo!

La noche cayó, estabas exhausta. El árbol a comparación de antes se le veía mucho mejor, estaba mucho más despejado ya que no habían ramas dañadas. Te sentaste en el suelo, colocando con cuidado la tierra nueva en la raíz.

Encontraste algunos artículos como un hacha y un prendedor para el cabello. Por la apariencia tan deteriorada que tenían, tal vez eran de los padres de Muichirou. Los colocaste con cuidado encima de la tierra.

Era una posibilidad, no había ninguna otra tumba. Tal vez por eso el alma de Muichirou quedó divagando al no poder encontrar a su familia. Pero había algo que no calzaba, parecía haber otra tumba al lado de la suya pero la roca estaba cortada justo por la mitad. Era imposible saber de quién era. Lanzaste un grito de frustración. Estabas tan cerca. ¿Quién podría ser?

No podrías preguntarle, no iba a si quiera saber. Una foto, si tan solo hubiera una.

Te adentraste a la casa con la cabeza doliendo de tanto pensar. Tu madre te recibió.

—Guao, sí que te estás esforzando para que ese árbol se mejore. Me haces muy feliz. —te sonrió pasando una toalla mojada por tu rostro.

—Gracias. Aunque siento que todavía no logro nada.

—¿Por qué?

—Ese árbol parece tener mucho tiempo aquí, tal vez lo sembraron cuando esta casa la construyeron.

—Ah, ¿Te refieres a la familia Tokito?

—¡¿C-Cómo los conoces?! —diste un brinco. Tu mamá rió.

—Solo sé un poco de ellos, cuando nos mudamos la anterior familia me comentó que tuvieron una historia muy trágica. Los padres murieron dejando a los dos hijos.

—¡¿Dos?! ¡¿Acabas de decir dos?!

—Sí, eran gemelos. —ahora todo tenía sentido. —Pero el menor de ellos fue el último que quedo. —guardaste silencio.

—¿De casualidad no habrá alguna foto u objeto que dejaron?

—Hay una caja, no tiene muchas cosas pero creo que encontrarás lo que buscas.

Subiste al ático, según por las palabras de tu madre estaría al fondo cerca de la ventana. Estornudaste haciendo que casi se te cayera la linterna.

—Vamos ( _ ), no la cagues. —te dijiste a ti misma alumbrando hasta verla. —¡Debe ser esta! —te arrodillaste ya en su ubicación colocando que la luz estuviera en un ángulo cómodo. No te imaginabas que la caja sería tan grande, parecía contener algún tipo de máquina.

Al abrirla se encontraba todo tapado con algunas bolsas, las apartaste observando una prenda.

—¿Un uniforme? —lo sujetaste alzándolo para verlo mejor. Era completamente negro y con bastante tela. Lo dejaste a un lado. —¿Qué es esto? —sujetaste algo pesado. —¡Una espada! Espera... ¿Una espada? —la observaste mejor, te daba miedo sacarla de su estuche.

Seguiste buscando, hasta que tus dedos tocaron un papel. El polvo se quitó con facilidad al pasarle la mano.

—¡Lo encontré! —era una foto familiar. Sonreíste con leve tristeza. —Pero, no hay nada del hermano, no puede ser. —volviste a revisar haciendo que sin querer movieras la espada y esta terminara golpeando unas cajas. —¡Diablos! —estás se cayeron. Te mordiste las uñas pero con ayuda de la linterna notaste unas telas debajo de estas.

Te acercaste, eran parecidas. Solo que una tenía colores oscuros y el otro era más claro. Volviste a buscar la foto para confirmar. Eran las mismas que vestían en la fotografía.

—Creo que con esto es suficiente. —enterraste todo en el mismo lugar, donde debía estar. El árbol tras unos días se había recuperado casi por completo. —Que cansancio. —te recostaste tras bostezar. Sin darte cuenta, te quedaste dormida.

La luz del sol te hizo levantarte, más te tensaste cuando notaste que en vez de estar en tu cama era el olor de la naturaleza quien te recibía. Con la mirada adormecida, viste como alguien estaba a unos pasos de distancia viendo hacia el cielo.

Apoyaste tu propio peso en los brazos para levantarte, los ojos mentas te miraron con una gran sonrisa en el rostro.

—Gracias. —la figura caminó de regreso hacia tres siluetas. Tras un nudo en la garganta y sin poder decir nada más te inundaron unas inmensas ganas de llorar.

—A-adiós, Muichirou. —el viento movió las hojas del árbol, haciendo que estás volaran con el viento en una bella armonía.

༻ ☁️ ༺ Quería escribir algo diferente para el libro, espero que les haya gustado. Después de esto seguiré con las preguntas ^^

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