𝓝unca me preocupó saber que, indiferentemente a todo, nada está garantizado. Al principio me angustió vivirlo, hoy empiezo a sentir la cálida bienvenida de mi serenidad.

Hay mucho de bueno en pasarla mal pero, en este caso, me interesa hablar de aquel punto a favor que te permite ser más resistente, gracias al opacar cualquier problema comparándolo con el importante.

Nuevamente pude enfocarme tan solo en mis necesidades vitales como ser y, a pesar de que siento todavía atravesar un período de recuperación, también siento ya haberlo vivido y reconozco que es momento de calmarse; como si, luego de una enfermedad, el cansancio siguiera apoderándose de tu cuerpo y tus recuerdos te trajeran algún fantasma.

Más evidencia de que soy un dios propiamente dicho. A veces, no entiendo qué necesito para comprenderlo permanentemente.

Estos escritos analogizan el último suspiro tras la migraña naciente del infierno; por lo que, tras esto, me despido, de momento, porque mis creaciones dependen de mí para existir.